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* PÁGINAS Y AGENDAS
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Esos gringos locos que le cantan a la pachamama
por Tomás Astelarra - IndyRock
Fotos Mara Padilla
Ya combinar hip hop y electrónica con wainos, tinkus o morenadas,
suena atrevido. No contentos con eso, ponen en escena tres trombones y
una trompeta, charangos, percusiones, quenas, acordeones, máquinas
de sonido, un VJ y un ballet de música andina. Encima se han ganado
el apoyo de la tradicional comunidad boliviana.
En Liniers, a pocos pasos de la estación de tren y la terminal
de buses, hay un par de callecitas donde uno puede viajar a Bolivia sin
necesidad de pagar pasaje. Aguayos y abarcas, caseritas vendiendo mokochinche,
morenadas y tinkus en los parlantes, restaurantes con silpancho y aji de
pollo, tiendas con rocoto, quirquiña, quinua, maca, chankaca, platano,
palo santo y, si uno carga con la clave adecuada para convencer a las testarudas
mamitas, quizás consiga coquita pa pichar.
Fue en esos días de mercado en que Doña Paulina vio llegar
aquella extraña gringuita de ojos cielo y rostro pecoso color leche.
Le habló de una banda de ¿rock? y música andina. Ella
no entendió mucho, pero dijo que si. La gringuita volvió
a la semana con un montón de amigos, aguayos, charangos, trompetas
y acordeones, cds y cámaras fotográficas disparando para
todos lados.
“Gringos locos”, pensó.
Imperio Diablo, la banda que muestra en la portada de su primer disco
a Doña Paulina y sus verduras, nació en el 2003 como uno
de los tantos desquiciados proyectos de Luciano. Su intención, luego
de algunos viajes por Bolivia y el norte argentino, era combinar música
andina y electrónica. Por su parte, Cecilia, vio el diseño
de un demo en una carpeta de DJ Soncho. “Me sorprendió que era muy
nuevo. Zapateados de Norte Potosí que ya de por si eran muy raros,
y encima mezclado con tendencias modernas. Tengo que conocer a esta persona,
dije”.
Dice, recuerda, la cantante y charanguista de Imperio Diablo, desde
la casona de Paternal donde la banda ensaya.
Luciano: a los dos meses tuvimos una fecha con dos o tres temas.
Fuimos aprendiendo en el camino, porque al principio era todo muy precario
para lo que pretendía el proyecto. Sobre todo porque enseguida se
fueron sumando músicos, vientos, percusiones, y toda esa orquesta
combinada con pistas electrónicas sonaba mucho bardo. Tocamos mucho
en movidas sociales, lugares ocupados, asambleas, lugares donde nacimos
y nos quisimos mover, pero a nivel técnico siempre es jodido, porque
todo es a pulmón.
C: Y encima ya estábamos con Dj Soncho proyectando
imágenes.
L: Ahora tiene su compu, pero en ese entonces iba con un vhs
donde había marcado donde rebobinar.
Varios años después, Imperio Diablo se destaca por
su puesta en escena, que incluye música electrónica, hip
hop, charango, acordeón, quenas, percusiones, tres trombones y una
trompeta, imágenes y hasta un ballet de danzas andinas.
L: Acá se conoce solo el carnavalito, pero hay infinidad
de ritmos bolivianos. Todo eso no llega, salvo en las fiestas de la colectividad,
como es la fiesta del Charrúa. Es la fiesta popular más grande
del país. Pero de eso nadie se entera.
C: Es una movilización re grande como el Gran Poder en
Bolivia. No es Joda.
L: Las ganas fue de retomar eso. Acá en Buenos Aires
la contracultura popular callejera está más conectada con
lo europeo, con lo cirquense. Pero esa cosa más folklórica
está deshecha, no se ve, está oculta. Quien viaja por Latinoamérica
y busca eso, flashea. Porque acá no se ve.
C: Ver tantos colores… uno se da cuenta que vive en un mundo
gris…algo te está faltando.
L: La vida que hay en un mercado en Bolivia, o en cualquier
lado, en Linieres.
C: Poder ir con poca plata y comer o tomarte un jugo. En Bolivia
vas y te podes comer un yogur natural con fruta y granola. Acá la
gente no sabe ni de donde viene un yogur.
L: Y anda a saber de donde viene el yogur que comprás
en el supermercado.
Con Imperio hay ganas de rescatar eso y reconvertirlo, de hacer una
relectura. Porque también es real que vivimos en una ciudad donde
prendes la radio y suena Marylin Manson, y esas cosas también las
escuchamos y están buenísimas.
HABÍAN CANTADO LINDO LOS GRINGUITOS, PUES
¿Y cómo es el contacto suyo con la comunidad boliviana?
C: De a poco se fueron abriendo cosas. Pero al principio no
fue tan así.
L: Y eso es re grosso. Por esa cuestión del tradicionalismo.
Nosotros lo hacemos con sumo respeto, no como: uh vamos a bizarrearla,
a hacer algo loco.
C: Nos pasó con Paulina, que es la señora que
está en la tapa del disco. Al principio fuimos a pedirle sacarle
la foto y ella nos miraba con cara de: estos limados que les pasa. Desde
entonces yo siempre paso por Liniers y le llevo un volante: dale venite,
te paso mi teléfono, te pongo en la lista de invitados… Y así
de tanto insistirle, un día vino con su marido, re formales, elegantes.
Le convidamos un vino, los atendimos, y al final Paulina terminó
subiendo al escenario a invitar al público a que pase por el puesto
a comprar rocoto. Y cuando bajamos el marido estaba como loco. “Si había
sido que ustedes cantaban lindo. Paulina me contaba de ustedes, que hacían
música boliviana. Pero yo no lo creía”.
Ahí hubo otra conexión, y ahora siempre que paso por
ahí me tratan con cariño.
L: Cuando la gente boliviana ve que hay una reivindicación
real de su cultura, ahí cambian las cosas, las relaciones, el respeto.
C: Lo mismo pasó con Amerindia, que es el ballet que
participa de los recitales. Hay varios chicos que son menores, entonces
a veces van las madres. Después de mucho tiempo nos confesaron:
“al principio nosotros no entendíamos lo que ustedes hacían,
nos parecía que era algo que no tenía mucho sentido. Pero
después leyendo las letras, escuchando más profundamente,
nos damos cuenta que esto es algo que realmente nos representa”. Ahora
no se pierden una y empezamos a ver gente boliviana entre el público.
Y además de la música: ¿Hay interés por
otras cuestiones de la cultura boliviana, la cosmogonía aymara,
el ayllu?
L: De por si, toda cultura que no sea la occidental (que tenemos
machacada como un martillo) está buena. Porque esta ya la conocemos
y ya sabemos que es la que te hace mierda la vida. Aunque veas muy poco
de otras culturas, ves otro contacto con la tierra, con la alimentación,
con el respeto con los demás, esas cosas están super claras.
La gente es mucho mas saludable, muchos más respetuosa para comunicarse.
C: Esto de la vida en la calle. No es esto de: tengo mi casa
re lujosa, y vivo adentro y salgo solo si es necesario. Estas culturas
tienen eso de compartir espacios comunitarios, pasan otras cosas a nivel
relaciones, fiestas, esto del encuentro a través de la música
popular, que nosotros fuimos perdiendo.
NO SOLO MÚSICA
La casona de Paternal comienza a llenarse de gente, los músicos
comienzan a llegar para el ensayo, se habla del contrafestejo del día
de la raza que hace años organizan para el 12 de octubre, de intercambios
con otras agrupaciones, detalles de producción, proyectos, invitaciones
a participar en festivales de la comunidad boliviana con organizaciones
como la cooperativa la La Alameda, que denuncia la explotación de
los trabajadores bolivianos en la industria textil, o la familia del Chasqui
Córdoba, el joven aymara (vendedor de Hecho en Buenos Aires) asesinado
por la policía hace año y medio. Cómo no puede ser
de otra manera se habla de consumo responsable, soberanía alimentaria,
ecología y ¿política?
Mariela (trombón): Nuestra política es el arte.
C: Aunque hagamos una fecha nuestra donde no hay ninguna movida
social, también está bueno transmitirle esto a la gente que
paga la entrada para bailar y escuchar.
L: Tiene que ver con no quedarse viendo la televisión
C: Nosotros no tenemos un manager, vamos a los ponchazos con
esto tratando de organizarnos lo mejor posible. Y somos diez para ponernos
de acuerdo. Hay veces que no lo soportas más. Pero se sigue y se
sigue, y de a poco vas viendo los frutos
Eso también tiene que ver con algo muy importante de la cosmovisión
aymara que es la paciencia.
L: Todas cosas que están super deshechas en la cultura
occidental: la paciencia, la perseverancia, las convicciones…
C: …confiar
L: Hay un todo un crecimiento que no te lo reconoce nadie, pero
está bueno que te reconozcas vos. Como te sentís vos con
las cosas que haces y para qué las haces y de que forma las hacer
sobre todo.
M: Nuestro apoyo es de los amigos que nos dieron una mano cuando
el bote se nos llenaba de agua, Como en el disco que hubo amigos que nos
prestaron plata, o la gente de Ciudavitecos que nos presto el estudio de
grabación o el Goy de Karamelo Santo que nos masterizó el
disco.
C: O la gente de Amerindia que viene y baila sin cobrar nada.
L: A cada recital nos van a ver unas 200 personas. Y eso se
genera desde un boca a boca, a pulmón, sin apoyo de productores
o compañías. Sin herramientas de publicidad o promoción,
sin guita, porque esto esta hecho con cero plata. Eso te hace confiar en
la propuesta
Bailando por un sueño
En la fiesta Charrúa, Luciano recogió un volante que
ofrecía danzas andinas y alquiler de trajes. “Llamé para
alquilar unos trajes para hacer un video, pero me atendió la directora
que es muy abierta y tiene un discurso super claro sobre no cerrarse a
la comunidad boliviana, trabajar con otra gente. Empecé a contarle
lo que hacíamos y sin querer terminamos mostrándole los temas
con mucha vergüenza. A la semana ya habían hecho una coreografía”,
cuenta el cantante de Imperio Diablo.
El grupo Amerindia se formó hace 21 años con la intención
de difundir los bailes autóctonos del altiplano, pero poco a poco
también se transformó en una organización que busca
integrar culturalmente a los inmigrantes e hijos de esos países.
“Es un grupo de contención donde se puede desarrollar lo que
cada uno aprendió en cada región, no se si tanto como para
reafirmar una identidad como para remarcarla dentro de un contexto donde
pueda la gente visualizar con mayor amplitud el tema de las diferencias
culturales”, explica Liliana Zuloaga, directora del ballet.
La escuela de danzas andinas funciona todos los sábados a las
19hs en la casona que el grupo tiene en Guardia Vieja 3559, donde también
se organizan peñas y encuentros culturales.
“Ellos tiene mucho cariño, mucho afecto, más allá
del interés musical que es importante. Ellos fueran a Bolivia y
notaron la diferencia con esta ciudad y empezaron a encariñarse
con la gente quechua, aymara, y nos encontraron a nosotros. Y a nosotros
lo que nos marcó fue eso, el ámbito de respeto con que ellos
se manejan”, define Liliana la relación con los Imperio Diablo.
“Ellos hacen temas que a nosotros no se nos hubiera ocurrido nunca,
unas ocurrencias divinas. Son buenos, creativos, porque no desfiguran los
ritmos, sino que los ponen como los aprendieron y a partir de eso hay fragmentos
donde empiezan a fusionar. Es como nuestro acontecer urbano donde uno va
de una fiesta boliviana, con todo su ritualismo heredado, pero al rato
estás en un colectivo o un taxi y terminas en Recoleta. Los mundos
en está ciudad cambian en pequeños trayectos. Ellos hacen
eso con su música”, agrega y explica las adaptaciones que el ballet
hizo para sumarse a la propuesta de Imperio Diablo, como hacer los pasos
más saltados, que es la forma en que los “gringos” (es decir nosotros,
la gente de ciudad) tienden a bailar las danzas bolivianas.
“No es una desfiguración sino una transformación. Estamos
haciendo un trabajo conjunto, estamos probando a ver que va a salir de
todos esto, respetando nuestras diferencias”, aclara desmintiendo el cerrado
hermetismo con el que a veces se maneja la tradicional cultura andina.
Liliana dice que los tiempos han cambiado, y que los años de
convivencia, las generaciones bolivianas ya nacidas en Argentina, algunos
artistas y medios de comunicación y una realidad humana, política
y planetaria que ya es imposible de evitar ver e intentar modificar desde
el encuentro, han dado por tierra con los también tradicionales
y herméticos prejuicios contra los pobladores andinos que se han
afincado en Buenos Aires.
“Cada vez hay más orgullo de salir vestido de kolla, ya no es
tal la novedad ni el rechazo, ha sido un proceso general, popular, y a
mi entender artístico. La parte política no ha prosperado
tanto como lo han hecho los pueblos”, concluye.
(revista Hecho en Buenos Aires, Marzo 2009)
FORMACIÓN
Luciano Choque Voz, acordeón, teclados, programación
de pistas, bandejas
Cecilia Wara Voz, charango, ronroco
Mariela Scarfó Trombón y coros
Sofía Mattsson Trombón
Coty Rocha Trombón
Diego Paredes Trompeta
Eluney Caputto Percusión y accesorios
Millante Caputto Percusión, accesorios y aerófonos
Alejo Bacigalupo Quena, Sikus y Armónica
Pablo Soncho VJ
Procedencia Argentina
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