ROCK EN UN PELOTERO
por Luciano Federico Mete - IndyRock
Más de 160 bandas, 220.000 personas. Las cifras
hablan del rock como un fenómeno indiscutido. Pero el alto nivel
de convocatoria, no significa su buen estado de salud. Y el festival
Quilmes Rock es la principal evidencia de la situación a nivel nacional.
El sábado 23 de octubre fue la última fecha
de una segunda edición con final felíz para productores,
músicos, organizadores y sponsors, gracias a una convocatoria de
público que superó ampliamente la del año anterior.
Esto se debió a que la apuesta también fue
mayor. Más bandas, mas escenarios, más fechas. Así
lo anunciaba desde meses antes la campaña publicitaria machacante
hasta el hartazgo, con Mario Pergolini como voz e imágen principal
(empresario pop para empresa pop). Lo que se tradujo en más ganancias
para todos, por supuesto.
El rock, bien gracias. Como si hacía falta su certamen
de defunción, el Quilmes estuvo ahí para eso. Porque representa
el estado actual del rock argentino (o de su parte más visible)
pero no lo que, se entiende, debe ser el rock: un movimiento independiente,
contrario al sistema (capital-poder), con cierto condimento de vértigo,
eso que hace que nunca se esté seguro de qué puede pasar
frente a un escenario. Para eso, el under.
Esto quedó de lado con los miles de sponsors, carpas
de cada marca, volantes, carteles, promotoras etc. que transitaban el lugar,
de la mano de una estética "del palo" y jóven, la víctima
de turno. El Gobierno de Buenos Aires presente como siempre, y un operativo
de seguridad férreo, con venta de alcohol prohibido pese a que el
principal auspiciante (Quilmes) es la cerveza más popular del país.
Lo que hizo parecer al predio del festival a uno de esos peloteros donde
los padres dejan a los niños para que jueguen en libertad unos minutos.
Una libertad controlada de forma omnipresente, claro.
Nada extraño para empresarios, pero si para los
músicos, que bajo el emblema de "todo bien con todos" hacen gala
de un conformismo alarmante. "Lo bueno de un Festival es que las bandas
de todos los estilos tocan juntos", repetían, en paz. Una mentira
evidente. Esto no es un festejo, es una manera de generar más ganancia,
ofreciendo una oferta heterogénea a un público heterogéneo.
El rock ha sido invadido por su enemigo, más que nunca. Los festivales
ya no se llaman según el lugar de organización o su mensaje
"en contra o a favor de", sino según la marca que lo auspicia. Y
nadie dice nada. Ninguno de los músicos lo dice, cobrando miles
de dólares a cambio del silencio. Y de la música, claro.
Aunque, no pedimos eso solamente, ¿o si?.
LA MÚSICA: Más allá de todo...
Fecha 1
Spinetta, Fito Páez, Memphis y La Portuaria encabezaron
la primera noche. Un éxito total pese a problemas persistentes de
sonido, que llevaron a Fito Páez a exclamar "Esto es Argentina,
no tengan miedo".
La actividad del escenario principal comenzó apenas
pasadas las 18hs, estricta puntualidad para el rock. La Portuaria presentó
"10.000 kilómetros", su último disco. Un set preciso, de
arenga pop y de una banda a la que podría irle mejor si el público
superara algunos prejuicios, después de su impresionante suceso
en los noventa con "Selva", que por supuesto tocaron, junto a infaltables
como "El bar de la calle Rodney", "Devorador de corazones". Con un Diego
Fenkel carismático como siempre, moviendo su flacura por el escenario
como una anguila y jugando con el público. Y una propuesta todavía
única, pop con reminiscencias de world music. Sin la frescura de
los primeros años, por supuesto.
Después siguió Memphis, cumpliendo 25 años
de carrera, con un set que parecen apreciar más las madres que los
adolescentes, con "La flor más bella", "La Bifurcada" y "Un montón
de nada" como estandartes.
Mientras la gente se acostumbraba al peregrinaje
entre los stands (venta de discos, ropa, celulares, etc.) y los escenarios
menores, más para comprar que para ver a las bandas "soporte", Spinetta
continuó la noche presentando "Para los árboles", su último
disco, que ahonda en esa mixtura entre pop y jazz con la misma cálidez
y calidad de siempre del más grande autor del rock nacional. Clásicos
como "Durazno sangrando" y"Ludmila" no faltaron, antes de presentar un
tema nuevo: "Buenos Aires alma de piedra".
Para cerrar, Fito Páez y un set potente, con la
super banda de siempre, más cerca de un Elton John rosarino que
de un grupo de rock. Profesional al fin. Los clásicos de siempre,
temas más amables que otros, y la hermosa "Bello abril" en el medio,
con Spinetta de invitado, al igual que en su último disco, el honesto
"Naturaleza sangre".
Fecha 2
Noche reggae para seguir el camino del festival. Con "The
Wailers", la mítica banda de Bob Marley como invitados de lujo.
Algo que confirma la tendencia de que Argentina es una sucursal importante
para el ritmo jamaiquino.
"La Mosca" abrió el escenario principal, algo que
no se entiende si se piensa en el grupo como una banda de cumpleaños
de quince y un producto típico de exportación comercial como
lo reza el nombre de su último disco: "Tango latino".
Siguieron "Los Cafres", mítica banda ya del género
en la Argentina, de las precursoras y de las más testarudas, que
de la mano de clásicos como "Sin semilla" y "Mi mente" dio una buena
muestra de cómo hacer el estilo fuera del rastafarismo de moda,
y a miles de kilómetros de Jamaica, siempre con el respeto como
base.
En los escenarios paralelos, Nonpalidece, Resistencia
Suburbana y Dancing Mood confirmaban su creciente popularidad, para dejar
el protagonismo a Los Auténticos Decadentes, con Todos Tus Muertos
como invitados para "Andate", "Sigue tu Camino", "La Guitarra", "Mate",
"Skabio", "No te la vas a acabar" y "Gente que No" entre otras, en
lo que sería el primer pogo oficial del festival.
Mimi Maura siguió en el escenario principal. De
aire puertorriqueño y una banda estilo orquesta (contrabajo y fuerte
sección de vientos), no defraudó con un repertorio de lentos
caribeños y reggae romántico.
Para el cierre, los esperados "The Wailers", con los clásicos
que popularizó Bob Marley y que, de más está decir,
no suenan igual tocados por cualquier otra banda. "Get Up, Stand Up", "I
Shot The Sheriff" fueron algunas de las canciones interpretadas con tres
cantantes carismáticos, entre otros instrumentales, para un cierre
obvio: "No woman no cry".
Fecha 3
Los maravillosos Massacre abrieron el escenario principal,
presentando su último disco "12 nuevas patologías", en una
fecha extraña. No mucha gente respondió a su hoy art rock,
antes punk hardcore, lo cual muestra que las cosas no son justas siempre,
y que hay bandas hechas para tocar en lugares chicos y embelecerse con
esa mística.
Intoxicados siguió al rato, con Pity como
último estandarte del rock, antes stone, ahora abierto al hip hop
y al pop. Tocaron "Reggae de los amigos", la calamaresca "Está saliendo
el sol", el poderoso "Quieren rock" y "Perra", de Viejas Locas, su anterior
banda. Para el cierre, se guardaron "Una vela", hip hop villero, que muestra
las claras intenciones de Pity de abrirse del stone, más allá
del título de su último disco: "No es sólo rock and
roll".
Molotov subió al escenario desde México
y ya a la noche. De gran popularidad en Argentina (de hecho llenan teatros
y estadios como Obras), lo terminaron de confirmar en esta visita. Cambiando
sus instrumentos constantemente, tocaron todo lo pedido: "Amateur", "Frijolero",
"Gimme the power", "Rasta-mandita" (con el clásico baile de muchachas
del público arriba del escenario, esta vez, sin sacarse las remeras)
y el cierre potente con "Puto". Puro hip hop-rock chicano y mal hablado.
La intriga era cómo respondería el público
a un show diametralmente opuesto como parecía el de León
Gieco. Error prejuicioso: el Dylan-Seeger argentino ofreció uno
de los mejores shows del Festival. Empezando con "Cinco siglos igual" y
"La memoria" (con dos invitados haciendo una coreografía, uno de
ellos discapacitado), el eterno invitado del rock nacional desandó
un show cerrado con "Pensar en nada", que conmovió a la gente, que
esperaba por Las Pelotas, quienes subirían al rato con un show pleno.
Tocaron "Máscaras de sal", "Capitán América", "Desaparecido"
(dedicado a Menem), abrieron con "Yo quiero a mi bandera" de Sumo y cerraron
con la hermosa "Esperando el milagro". Otro show climático, de la
parte oscura de Sumo, con un público activo, de una banda que dejó
de ser culto y mito, para dejarse llevar a lo más popular, con el
hit apto para toda la familia "Será".
Fecha 4
De las más eclécticas del festival, dejó
una sensación rara en cuanto a más problemas de sonido y
a lo extraño de ver a Robi Draco Rosa, compositor de Ricky Martín
("Living la vida loca" lleva su firma) en un escenario por el estilo. Porque
incluso en vez de presentar sus hits promocionados en el momento, presentó
temas del disco "Vagabundo", más rocker y distorsionado, como hecho
para la ocasión.
A punto de presentar "Guau", su nuevo disco, Árbol
salió al escenario minutos más tarde, para desplegar su impetuoso
juego escénico. Dos voces al frente, saltando por todo el escenario,
en temas ya clásicos de la banda como "La nena monstruo", "Cosacuosa",
"Rosita" y "Necio", más los temas nuevos "Chica anoréxica"
y "Suerte", la versión vocal de "Ji ji ji" de Los Redondos y "Vomitando
flores", el pogo más grande del grupo. Hardcore, rap, metal, aires
latinos.
Siguió Kapanga, con la imágen del Gauchito
Gil cuidándolos después de una gira por Europa y presentado
su flamante disco "Esta": la habitual fiesta de cumbia, hardcore, ska,
punk, metal, etc. en temas como "Me mata", "Ramón", "Bailarín
asesino", "Desearía" y Desesperado", y el cierre habitual con "El
mono relojero".
Catupecu Machu venía de seis meses sin tocar, y
se notó en vivo. No por defectos, sino por el exceso de energía
arriba del escenario, incluso más del que acostumbran. "Orígen
extremo" y "Eso espero" abrieron para que los hermanos Ruíz Díaz
caminaran y saltaran por todo el escenario, gritando, gesticulando, cantado.
Después, "Elevador", "Dale", "Hechizo" y "Eso vive" encendieron
al público, para presentar un tema nuevo: "Magia veneno", del próximo
disco "Números imperfectos". Ni metal ni rock, pura energía
distorsianada y electrónica.
Babasónicos subió al escenario rato más
tarde. Vestidos de blanco y en una escenografía de rectángulos
blancos simulando espejos, ofrecieron otro show de "Infame". Abrieron con
"Y qué" y repasaron temas de otros discos, como "Dopádromo"
y "Trance Zomba". Cerraron con "Once" de "Miami", y tocaron como bises
"La puntita", "Gratis" y "Fizz", para que las adolescentes-nenas del público
regresen felices a sus hogares. Los más grandes, seguimos extrañando
discos como Babasónica.
Fecha 5
La noche empezó con La mancha de Rolando en el escenario
principal. Típico pop rock pegadizo, con canciones simples y directas
como "La planta", "Mago de la lluvia" y "Buscar". Después "El hambriento",
con video alusivo al 20 de diciembre del 2001 y el cierre con "A vivir",
dejando al público entusiasmado para lo que seguía.
Otro de los mejores shows del festival fue el de Los Auténticos
Decadentes, una vez más. Presentando el EP "Sigue tu camino", con
el tema homónimo y "Un osito de peluche de Taiwán", uno de
las mejores canciones románticas de por acá en los últimos
tiempos. Después lo habitual: "La marca de la gorra" y "La guitarra"
las más festejadas, y el carisma de los músicos tirando agua
hacia el público desde el escenario.
Más tarde, Los Ratones Paranoicos como principal
bastión stone argentino, ya legendario. Abrieron con "El rock del
pedazo", dedicada a su público, "Estrella" de Spinetta y el clásico
propio"Enlace". No faltó "Para siempre", dedicada a Maradona e "Isabel",
con Alejandro Lerner en teclados y Luciano, hijo de Pappo en guitarra.
Otra fiesta de una banda que ya piensa en otras cosas (léase fuera
del rock) y que no pretende, se nota, ir para atrás ni para delante.
El cierre sería con Bersuit, ya lejísimo
de su comienzo oscuro y under, gracias a su vuelco hacia la cumbia. Todos
dicen que es rock, pero es cumbia. Según los organizadores, 32.000
personas saltaron con el grupo, el más convocante, con temas como
"La bolsa", "El baile de la gambeta" o "Yo tomo". Lentas canciones como
"Mi caramelo" y "Un pacto" y "Sudestada" y el bis con "La argentinidad
al palo". El público saltando, agitando banderas, bengalas y gente
por los aires.
Fecha 6
Una de las incógnitas de esta noche era la de Los
Pericos, cómo funcionarían sin el Bahiano, su cantante y
cara visible desde sus inicios mediando los ochenta. La respuesta fue "muy
bien", una reinvención que le trajo aire fresco a un grupo superprofesional,
perdido en algún momento por influencia caribeñas como la
de "El General", el de ese rapeo molesto estilo "Macarena". Juanchi Baleirón,
guitarrista, se hizo cargo de las voces sin desentonar, en canciones
como "Pupilas lejanas", "Complicado y aturdido", "La Hiena", "No me pares"
(con Flavio Cianciarullo como invitado) y el cierre con "Casi nuca lo vez",
de gran respuesta en el público. Reggae profesional, punk y pop.
Lo que siguió fue Café Tacuba, desde
México, pero de gran popularidad en Argentina, al igual que Molotov.
"Ingrata", "Eres" y "Ojalá que llueva café" despertaron alaridos
mejicanos entre el público a modo de saludo y agradecimiento, dejando
para el cierre "Cómo te extraño" del argentino Leo Dan. Un
show de alta calidad para los nuevos mimados por la prensa argentina y
latina, desarmada en elogios para Rubén Albarrán y companía.
Para el cierre, Divididos y lo de siempre, aunque con
una novedad: el nuevo baterista Catriel Ciavarella, de 21 años,
que se acopló perfectamente a Mollo y Arnedo. Canciones como "El
38", "Salir a asustar" y "Qué tal" no faltaron, después de
un comienzo con "Crua chan" de Sumo, al igual que Las Pelotas. Siguieron
con "Cristóforo Cacarnú", "Cielito lindo" (devolución
de gentilezas a Café Tacuba), "Paraguay" y el cierre con "Azulejo+Camarón
Bombay". Un show más de Divididos, la fuerza de Sumo, sin sorpresas,
lejos ya de la novedad de su primer y mejor disco, "40 dibujos ahí
en el piso".
Fecha 7
Ya en la recta final del Festival, la fecha 7 presentaba
la grilla más "pesada". Abriendo el escenario principal, O'Connor,
ex Hermética y Malón, hoy solista, mostraba su hoy metal
abierto a la canción. Por ejemplo, la versión de "Eleanor
Rigby", o "Deseo", gran composición cercana al metal de los noventa.
Después, "Reventar o morir" y el cierre con "Memoria de siglos".
Más tarde, El Otro Yo tocando para preadolescentes,
casi niños, los clásicos punk noise pop, "10 millones", "No
me importa morir", "Calles" y el ciere con "Alegría", su propio
himno, de su mejor y jugado disco, "Mundo".
Después, Rata Blanca trajo a colación los ochentas
y ese metal de voz aguda y lentos empalagosos. Por ejemplo, "Sólo
para amarte", "Volviendo a casa" y "Callejero", "En nombre de Dios" (con
mensaje para la paz mundial), "Los ojos del dragón" (con la escenagrofía
acorde de un dragón de ojos rojos) y el cierre con el hit de Ritmo
de la Noche "La leyenda del hada y el mago". Todo dispuesto para el lucimiento
del guitarrista Walter Giardino que como siempre, sigue repasando en público
las lecciones de Richie Blackmore a la perfección.
Para el cierre, la expectativa estaba centrada en la visita
de The Offspring, sobre todo, para los mismos preadolescentes que fueron
a ver a El Otro Yo. Con ese punk pegadizo cada vez menos punk, pasó
la banda norteamericana con los hits de todas sus épocas. La primera
como "Self steem" y "Come out and play" de Smash a la cabeza, de cuando
el cantante se animaba a usar remeras de Sex Pistols por ejemplo. Y la
última, con canciones de todos los discos, "Original prankster"
de Conspiracy of One, y "Pretty fly" de Americana por ejemplo. Los niños
subidos a las espaldas de sus padres, agradecidos.
Fecha 8
Después de una de las pocas bandas con algo realmente
nuevo para mostrar, como Tirador Láser y el disco "El título
es secreto", y de Hilda Lizarazu reflotando el barco hundido de Man Ray,
el escenario principal recibía a Turf. Hijos pródigos
de Juana la Loca, ofrecieron un show festivo, con canciones que hablan
de un espíritu joven e inquieto que no se quiere casar o no cree
en el amor, como "Yo no me quiero casar, y usted?", "No se llama amor",
"Casanova" y "Loco un poco", la canción proferida de Daniel Hadad.
Un show aceptable, de puro rock nacional, antes british, que mostró
a los músicos un poco molestos, tal vez por no estar más
arriba en el cartel.
"Hacemos rock en vez de jugar a las bochas", gran frase
de Willy Quiroga de Vox Dei para justificar su inclusión en el festival
después de 37 años de carrera. Con la misma inteligencia,
arremetieron con "Apocalipsis", "Génesis" y "Guerras", para mostrar
a los jóvenes un poco de ese grandioso disco conceptual de los 70
que fue "La Biblia".
Después, Herbert Vianna y Os Paralamas presentaron
su rock brasileño siempre cercano al argentino, con el cover de
Fito Páez "Trac Trac" y el "Rap de las hormigas", de Charly García
a la cabeza. Siempre desde su silla de ruedas, Vianna arengó al
público con sus propias canciones también: "Carro Viejo",
"Caleidoscopio", "Una Brasileira", "Alagados", "Calibre" y "Selvagem",
siempre en formato de power trío.
El final estaba reservado para Charly García, el último-único
artista de rock verdadero de por acá. Un telón tapando la
vista del escenario y un trono a la derecha con un piano. Anunciado para
las 21:40, la duda (ese vértigo al que hacíamos referencia
más arriba) era si el músico iría o no a Ferro. La
respuesta llegó cuarenta minutos después, cuando la pantalla
lo mostró llegando en vivo en una limousina al estadio. De ese modo
fue el primero en moverse de esa puntualidad de padre severo que había
mostrado el festival hasta el momento. Abrió con "Nos siguen pegando
abajo" y subió al escenario con los típicos ya auriculares
atados a la cabeza con un trapo, para moverse entre los diferentes teclados,
tirados al suelo cada vez que algo no andaba. "Está todo bien",
dijo García ante el miedo del público a que todo se suspenda
como tantas otras veces.
"Demoliendo hoteles" y "Pasajera en trance" fueron otros
clásicos revisitados en la noche, seguidos por "Revolución",
"No toquen" y "Funky", al tiempo que el músico prometía "no
tocar más en festivales" porque los teloneros dejan "todo desordenado".
Para después, "Chipi-chipi", en homenaje a María Gabriela
Epumer, su fallecida guitarrista y compañera de siempre. Al mismo
tiempo, rompía una guitarra, tiraba los micrófonos y un asistente
le colocaba por segunda vez uno de sus zapatos.
Más tarde, y ya con una lluvia persistente, tocó
"Seminare", "Me tiré por vos", "Yendo de la cama al living" y "Canción
para mi muerte", mezclando en minutos todas sus épocas, desde Sui
Generis y La Máquina de hacer pájaros, a Serú Girán
y su carrera solista. Para el cierre, la pasada de moda "Popotitos", una
provocación más, de las pocas del Festival.
Fecha 9
Abriendo el escenario principal, dos nombres que se repitieron:
Los Tipitos y Mimi Maura. Los primeros, presentando con suceso "Armando
Camaleón", su primer disco dentro de Pop Art, el sello más
importante para los argentinos hoy. De la mano del hit "Brujería",
ganaron el fervor de un público creciente en cada uno de sus shows,
de puro pop-rock guitarrero y melodioso. Mimi Maura, lo mismo que el set
anterior, tal vez un poco más movido, basándose en su último
disco "Frenesí".
El primer sacudón para la gente vino con La Mississippi
Blues Band, banda apadrinada por...Pergolini (todo encaja, claro está).
El blues-rock de siempre para los que gustan de los grupos que hacen siempre
lo mismo en un género que en Argentina no da más que para
eso. Clásicos como "Un trago para ver mejor" como cierre, "Un poco
mas", "El detalle", "La danza de la lluvia" y "Mala transa" de los más
festejados.
Para el final final de la fecha y del festival, la segunda
banda más convocante después de Bersuit, por supuesto: Los
Piojos. Cerca de las 10 de la noche, abrieron con "Cruel", para seguir
con "Taxi boy" y "Te diría", antes de saludar al público.
"Marado", "Dientes de Cordero", "Pistolas", "Los Mocosos" y "Ando Ganas"
siguieron ante las casi treinta mil personal abarrotados en el estadio,
con las bengalas y banderas de siempre, para ver a la banda sonora del
fútbol argentino.
Para el cierre, el obvio hit que para algunos es ska,
cuando en realidad es pachanga, puro agite de cancha, con "Como Alí",
donde Andrés Ciro se vistió con una bata regalo de Sandro,
de parte de la gente de CQC, para subirse a un escenario montado al costado
del escenario. Como bises, "Babilonia", "El balneario de los doctores crotos",
"Genius" y "Finale".
Adiós al Festival. Adiós a los Festivales con
consignas "en contra de...", "a favor de...". Malvenidos, ahora si, definitavamente,
los festivales donde la consigna es una marca. Quilmes en este caso, Personal
en otro, además de Brahma, Telecom, Fernet Cinzano...