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FOTOGALERÍAS Y CRÓNICAS

BLUES DE CAZORLA

2017
Un festival que convierte la ciudad de la sierra de Jaén en la capital del blues, una nueva New Orleans  

Fotogalerías y crónica por  FRAN KARMONA y LUIS MIGUEL ALBARRACÍN / IndyRock

FESTIVAL BLUES DE CAZORLA


EDICIÓN 2017
EDICIÓN 2016
EDICIÓN 2015


EL BLUES LLENA DE VIDA CAZORLA, 2017

Una nutrida representación de lo mejor del blues, soul y R&B convierten a la ciudad de Cazorla en una nueva capital de la música de New Orleans

Cazorla, 13, 14 y 15 de julio de 2017
Crónica por LUIS MIGEL ALBARRACÍN / INDYROCK

Un año más Cazorla se convertía en Cazorleans. Como viene siendo habitual, la presentación del festival se celebró el jueves por la tarde en el ayuntamiento, siendo el grupo elegido para abrir boca Border Caballero, madrileños con Harry Palmer como cantante y guitarrista. Rock and roll, rockabilly, rhythm and blues, soul, swing, western y surf ejecutado a la perfección, aunque el sonido del recinto fue deficiente.

Pero la puerta grande se abría el jueves a las diez y media de la noche en la Plaza de toros. Uno de los tapados del cartel era sin duda Music Maker. Qué manera de decirle a los que vienen detrás cuál es el camino a seguir. Desde su fundación en 1994, sus directos trasladan al ambiente de los auténticos clubs de blues donde una serie de artistas se suceden en el escenario acompañados por una excelente base rítmica. Un grupo con una media de edad muy alta puso la plaza patas arriba, dejando claro quién mandaba. Me quito el sombrero ante Robert Finley y el resto de la banda.

   John Nemeth es un músico de blues y un moderno cantante soul que ha decidido romper con todo con su nuevo disco, "Feeling´Freaky". Nacido en 1975 en Idaho y crecido en Boise, parte de sus influencias del blues y el R & B, a las que incorpora sonidos contemporáneos del hip hop y el rock and roll. Sus canciones son groove y melody-driven, que envuelve con letras pensadas y humor matizado, y abarcan temas sociales de violencia armada y valores de clase, alegría hedonista del baile, la sexualidad o la marihuana. Para su nuevo álbum se ha rodeado de los Blue Dreamears (Danny Banks en la batería, Matthew Wilson en el bajo y guitarra, y Johnny Rhodes en la guitarra), teniendo al nominado al Grammy Luther Dickinson como productor. Nemeth es también un jugador de armónica aunque en este disco no abusa de ella; sin embargo, sí que en directo se convierte en una prolongación de él. Con un mono muy peculiar (no queremos saber el calor que tuvo que pasar), dirige su banda a las mil maravillas, resaltando su elegancia sobre el escenario, y cómo marca los tiempos en todo momento.

   Su último disco lo ha grabado entre Mississippi y Memphis. Pero su carrera empezó mucho antes, concretamente en 2002, con su disco "The Jack of Harps" y continuó con "Come and get it" de 2004. Después se trasladó a San Francisco, donde siguió creciendo como músico, sumergiéndose en las profundas aguas musicales del área de la Bahía. De esta forma grabó "Magic Touch" en 2007. Después llegarían "Love me tonight" en 2009 y "Name the day!" en 2010. John continuó con dos álbumes en vivo lanzados independientemente, "Blues Live" y "Soul Live" en 2012. En 2013 John se trasladó a Memphis, Tennessee, donde grabó un álbum de clásicos de soul revisados, "Memphis Grease", de 2014.

   En Cazorla hizo lo que  quiso cuando quiso. Con una salida al escenario espectacular, regaló una de las mejores actuaciones de la noche. Sus canciones tienen unos desarrollos muy largos y empatizan rápidamente con el público, haciendo las delicias de todos con "Country boy", "Sooner or later", o canciones más lentas. Dejó bien claro que es un grande como jugador de armónica.

   Kenny Neal nació en 1957 en Nueva Orleans, Luisiana, viniendo de una familia de músicos. Neal conserva el sonido del blues de su nativo sur Luisiana, donde aprendió de Slim Harpo, Buddy Guy y su padre, el jugador de armónica Raful Neal.

   Neal ha jugado con estrellas del blues incluyendo a Lucky Peterson y a Lazy Lester (al que tuvimos la gran suerte de poderlo ver en Cazorla en la edición anterior).

   Su actuación no tuvo ni un pequeño fallo en la ejecución, siempre queriendo complacer a su público, y ayudando a los fotógrafos a realizar unas grandes instantáneas. La plaza seguía todavía con un buen aforo, prácticamente llena, y Kenny dio una clase magistral de blues, muy bien acompañado de una banda perfectamente engrasada.

   La noche del jueves la cerró King Solomon Hicks. Este veinteañero es un fabuloso guitarrista y cantante precoz estadounidense entertainer, convirtiéndose en una de las sorpresas más agradables que ha dado en los últimos años la ciudad de Nueva York. En su barrio, Harlem, lo conocen como "King Solomon" o "East Montgomery"; de hecho su sonido nos recuerda mucho a Wes Montgomery y a George Benson cuando toca jazz, aunque también puede tocar blues y rock and roll. Considerado un prodigio, conjuga un repertorio donde tanto cabe el feeling del blues como la sofisticación del jazz al más puro estilo George Benson.

   Tuve la suerte de encontrarme con él antes de su actuación y se mostró muy cercano y amable. Sigue la línea ascendente de otros jóvenes músicos que han llegado a Cazorla mostrando su talento como es el caso de Selwyn Birchwood o Mr. Sipp. Vestido elegantemente con chaqueta roja, pantalón blanco y zapatos negros brillantes, King Solomon Hicks tiene la varita para transportarte cincuenta años atrás en el tiempo. Sin duda otro de los grandes descubrimientos de la edición número veintitrés del Bluescazorla.

VIERNES 14 DE JULIO
El viernes al mediodía comenzaban los conciertos en la Plaza de Santa María. Por allí se dieron una vuelta los granadinos El hombre garabato y Los saxofonistas salvajes de Daniel Nel lo, tan en forma como siempre. En la plaza no se paraba de bailar y disparar, sí, efectivamente, disparar agua a diestro y siniestro, produciéndose una guerra de guerrillas que hizo más llevadero el horrible calor. Otra forma de combatir el calor puede ser remojarte en la fuente de la Plaza o meterte directamente en el río Cerezuelo mientras contemplas el Castillo de la Yedra.

   Por la noche, tocando en el escenario Cruzcampo llegaban los cabezas de cartel. Los que abrieron el escenario de la Plaza de toros fueron Delta Moon. Este cuarteto que tiene por líderes a Tom Gray y Mark Johnson puede llevar a su público a ese blues-rock pantanoso que tanto gusta en Cazorla. La forma de tocar la guitarra Tom Gray (semi-tumbado y con dedales) hacen que su slide sea tan característico. Su último álbum se titula "Low Down", de 2015, un conjunto de doce canciones, incluyendo nueve originales del vocalista Tom Gray y versiones del Premio Nobel Bob Dylan. Como ocurre muchas otras veces, una reunión casual, esta vez en una tienda de discos de Atlanta, Georgia, hizo que Tom y Mark Johnson formaran Delta Moon, nombre que viene de la peregrinación que hizo John a la cabaña de Mudy Waters en Mississippi. Su estilo se ha definido como American Roots Blues. Sus canciones han sido grabadas por Cindy Lauper (incluyendo "Money changes everything") o Manfred Mann. En Cazorla su concierto fue de menos a más, con un gran guitarrista solista, conectando muy bien con el público y dejando un buen sabor de boca.

   A continuación llegó el turno de Doyle Bramhall II. Nació en Texas en 1968, aunque ha vivido gran parte de su vida en el norte de California. Su padre, Doyle Bramhall, tocaba la batería para los bluesmen Lightnin´Hopkins y Freddie King, además de ser colaborador de los hermanos Vaughan. Tras la publicación en 1999 de "Jellycream", su segundo álbum en solitario, Doyle recibió las llamadas de Roger Waters y Eric Clapton. Bramhall se unió a Waters para la gira "In the Flesh Tour", como guitarra y vocalista, reemplazando a David Gilmour en las canciones de Pink Floyd. También tocó con Eric Clapton en "Riding with the king", lo que fue una colaboración con BB King. Ha colaborado con muchos más músicos, entre ellos Billy Preston, Elton John o Dr. John, y ha producido numerosos álbumes, entre ellos "100 Miles From Memphis" de Sheryl Crow en 2011. También ha coproducido, entre ellos el "Old Sock" de Eric Clapton de 2013.

   Bramhall es uno de los pocos guitarristas que toca con la guitarra encordada para diestros a pesar de ser zurdo. Esta inusual técnica hace que su sonido tenga unas características únicas. La única fecha para poderlo ver en España fue la de Cazorla, así que se trataba de una cita ineludible. El grueso de su concierto se basó en la presentación de su último disco, "Rich Man", además de canciones de su ya larga trayectoria junto con alguna versión, contando para llevarlo al directo con Adam Minkoff a la guitarra y teclados, Anthony Cole a la batería y saxo tenor, y Ted Pecchio al bajo. Doyle está experimentando con nuevos sonidos, se encuentra en una fase de creación total, su universo es tan grande que necesita salir de los patrones establecidos para inventar un mundo propio. De hecho, está escuchando y asimilando músicas tan distintas como son el flamenco o la india. 

    Su música hipnotiza, y queda muy claro que como guitarrista no hay muchos como él; da mucha envidia el dominio que tiene sobre las seis cuerdas. Sin embargo, el ritmo del concierto fue confeccionado con canciones lentas que no conectaron del todo con el público, pese a ser ejecutadas de forma impecable. Muchas de sus canciones cuentan con unos coros que acompañan muy bien la música de Doyle. 

   Los siguientes protagonistas de la noche fueron Los reyes del KO. Se trata de una imaginativa banda de blues liderada por los gallegos Marcos Coll (31 años, armónica) y Adrián Costa (27 años, guitarra y voz). En su música se ven todo tipo de influencias siendo el blues negro la principal, con numerosas referencias al jazz, al funky, al ragtime y al gospel. Fundaron la Red Blues Band con sus amigos compostelanos a principios de los 90. Y es en 2002 cuando forman Los Reyes del KO. En su primer disco les ayudó Javier Vacas (La vaca azul y Los coronas) llevando por título "Coll vs Costa". Y si algo los distingue del resto es la gran cultura musical que atesoran, lo que se nota en sus composiciones. La grabación de "Hot tin roof" fue laboriosa, con músicos con edades muy dispares, desde 30 a 81 años, contando entre ellos al más veterano, Herb Hardesty, saxofonista tenor que ha colaborado con Fats Domino, James Brown, Count Basie o Duke Ellington; y con el más joven, que fue el rapero Omar, responsable de los scratchs. En palabras de Adrián Costa "el blues es fusión pura" y "nos puede gustar La Excepción igual que Public Enemy".

   Su estilo personal tiene como referencias musicales a grandes guitarristas como Mick Taylor, Guitar Cruiser o Jimmie Hendrix. Se trasladaron a Berlín y allí han sido una auténtica sensación dentro del mundillo del blues que florece en la ciudad. En 2004 ya habían hecho todos los festivales de blues de España, y decidieron probar en Munich, ya que Alemania goza de una gran salud el blues, donde viven músicos como Maceo Parker o Ángela Brown.

   Han trabajado muy duro para llegar en buena forma a su cita con Cazorla, así que nada podía fallar. Animaron el cotarro desde el principio, incluyendo una versión de Michael Jackson, e interactuando en todo momento con el público, contando confidencias como la futura paternidad de uno de ellos.

   El postre del viernes noche fue Carvin Jones, que volvía por segunda vez a Cazorla. Nació en Luftin, Texas, en un barrio conflictivo donde la violencia era el problema principal. De familia humilde, desde pequeño escuchó los discos de BB King de su abuelo. La música fue su salvación, y con solo once años su abuela le regaló su primera guitarra. Ya siendo adolescente creó su primera formación, la Carvin Jones Band, con la que se hizo popular y empezó a actuar por muchos locales de Phoenix.

   La Carvin Jones Band colaboró con artistas de la talla de Santana, Albert Collins, Albert King o BB King, actuando junto a Joe Cocker, y ya a partir de 1999, cuando decidió viajar a Europa, tocando junto a Jeff Beck, Gary Moore o Eric Burdon.

   En España ya estuvo de gira en 2011 presentando "I´m what you need", grabando en su gira un DVD titulado "Live in Spain" del concierto que ofreció en Valladolid. Se siente tan bien por nuestras tierras que incluso Carvin grabó un disco de estudio en nuestro país, con colaboraciones de la talla de Aurora Beltrán (Tahúres Zurdos), Carlos Segarra (Los Rebeldes) o el gran Jorge Pardo.

   Para su actuación en Cazorla quiso ser el foco de atención desde que salió al escenario. De ahí que no dudara en vestir una elegante chaqueta brillante a la que iban todos los ojos. Es una anécdota que no deja en segundo plano su música, sublime. Su actitud, empatía y simpatía hicieron que nadie quisiera abandonar la Plaza de toros. Como en años anteriores hicieran Selwyn Birchwood o Mr. Sipp, Carvin bajó del escenario y se mezcló con la gente tocando su guitarra. Era el mejor broche a una noche que dejaba con ganas de más, por lo que la cita del sábado era ineludible.

SÁBADO 15 DE JULIO
El sábado al mediodía en la Plaza de Santa María el público siguió disfrutando. En esta ocasión los que finalizaron las actuaciones fueron la Pedro Peinado Blues Band, con una versión de "Thunder" de AC/DC espectacular, y los sevillanos Trizia Band, que sonaron muy bien, con una cantante muy sólida que a algunos les sonaría por haber participado en varios programas musicales de televisión.

   Por la tarde en el Parque del Santo Cristo actuaron los jiennenses Guadalupe Plata. Tras cuatro discos en el mercado el aforo estaba más que completo. Seguro que no es la última vez que aparecen en el cartel del festival.

   La noche en la Plaza de toros se encargó de abrirla Julián Maeso. Este músico toledano, ya curtido en mil batallas, ha pasado por bandas como los añorados The Sunday Drivers, del que fue miembro fundador, además de otras bandas como Andabluses, The Blackbirds, Speaklow, Aurora & The Betrayers o The Sweet Vandals. Si algo podemos destacar de Julián es la gran cultura musical que posee y cómo consigue dotar a sus canciones de un sonido tan personal. Con tres álbumes ya en el mercado el último de ellos es "Somewhere, somehow". Se trata de un multiinstrumentista, un gran especialista  en el órgano Hammond, que ha girado con artistas como M-Clan o Quique González. Divas del soul como Irma Thomas o Betty Harris también han contado con él, al igual que han hecho Pájaro o The New Master Sounds. Y ha teloneado a grandes de la música como Jakob Dylan, Paul Weller, Maceo Parker o Neneh Cherry.

   Fue en 2012 cuando decidió lanzarse en solitario publicando "Dreams are gone". En él ya aparecía como cantante, compositor y músico, apostando por canciones de largo desarrollo. Desde el principio impregnó su música con sus influencias, con ecos de The Band, Cream, Bob Dylan, Van Morrison, Crosby, Stills, Nash & Young, con olor a alt-country, blues-rock y soul.

   Si el concierto comienza con "Leave it in time" está claro que la noche será para recordar. Julián tuvo al principio algún problema técnico con el hammond, pero una vez subsanado la apisonadora ya no paró. Porque no hubo descanso entre tema y tema, fue una hora que se pasó volando debido a la intensidad y ganas que la banda pone. Porque si cierras los ojos te puedes transportar a los años sesenta fácilmente. Julián tuvo tiempo de cambiar hammond por guitarra, ofreciendo un rock americano de gran gusto. Ya antes de su directo sonaron por los altavoces sus queridos Wilco. Siete son los músicos que llenaron el escenario, dos de ellas coristas, por lo que la banda sonaba como un tiro continuamente.

   Con Tajmo llegó una de las grandes sensaciones del festival, ya que en este proyecto se reúnen dos grandes músicos: The Taj Mahal y Keb´Mo´Band, que ya había visitado el festival. Lo que han intentado, y lo han conseguido, ha sido relacionar la música de siempre con un sonido más nuevo y aventurero, sumando fuerzas al combinar voces, guitarras, personalidades y estilos.

   Taj Mahal comenzó en la música a finales de los años sesenta, con un sonido country-blues visionario, continuando con diferentes proyectos eclécticos en los que ha tocado diferentes géneros. Su salida al escenario fue fulgurante. Tocando dos maracas amarillas, en todo momento hizo al público sentirse cómplice de su show, hablando en español siempre que podía, y derrochando simpatía a raudales. Un músico polivalente, capaz de tocar tanto guitarra como banjo o mandolina.

   Keb´Mo´comenzó en la música en 1990, siendo su esencia el perseguir diferentes estilos, siempre descubriendo nuevos sonidos, siendo un gran jugador de armónica, lo que hace que tocar junto a Taj Mahal se haya convertido en una excitante reunión de dos amigos que no se conforman con lo que ya conocen. Sin duda, su reunión ha sido un acierto, porque su espectáculo fue de los más completos del festival. Hubo tiempo para que sólo ellos se quedaran sobre el escenario y nos transportaran a mundos que ya cuesta imaginar, con "un blues del campo, viejo, de Tennessee", como diría Taj Mahal.

   Nikki Hill y su marido Matt ya visitaron Cazorla en 2015, en una noche en la que salió la luna y solo la inmensa voz y puesta en escena de Imelda May le pudo hacer sombra. Si algo caracteriza a Nikki es su afán por tocar cada noche y llegar al corazón de sus seguidores a la vez que atrae a nuevos oyentes. Pasó por Granada en diciembre y su estado de forma seguía siendo brutal. En esta ocasión no trajo al mismo guitarrista, sustituyéndolo por una chica que lo hizo realmente bien. Es increíble que con solo dos discos editados se haya hecho un hueco tan grande dentro del panorama musical internacional. Sus conciertos son muy intensos, en ningún momento para salvo lo justo cuando interpreta alguna canción más lenta; de ahí que sus conciertos no puedan ser excesivamente largos. El ocho de julio volvió a salir por la puerta grande en su show en Músicos en la naturaleza, en Hoyos del Espino (Ávila), junto a Amaral y su idolatrado Sting. Y en Cazorla no podía ser menos. Se trata de una artista que crece cada vez más. La juventud y sus ganas son sus mejores armas, aunque su voz y su talento innato no se quedan atrás.

   Con un "¡Hola Cazorla! ¿Qué tal?" comenzó su actuación. Hizo un repaso de su último disco, "Heavy hearts, hard fists". El grupo sonó realmente bien y Nikki se lo pasó en grande, como si estuviera cantando en su casa, porque Cazorla ya es parte de ella. Sólo le falta tomarse un vinito y una tapa de rin ran en la Taberna Quinito para que sea una más del pueblo.

   Davy Knowles tuvo el honor de clausurar el festival. Nació en 1987 en la Isla de Man, y es un guitarrista y cantante que viene de proyectos como Back Door Slam (nombre extraído de una canción de Robert Cray del mismo nombre) en el que ya se notan sus grandes dotes en su álbum de debut, "Roll Away". Después lanzaría al mercado "Coming up for air" en 2009, donde asume más responsabilidades. Aquí aparecen sus influencias musicales como Dire Straits, Peter Green o Eric Clapton, incluso haciendo suyo el género celta por haber nacido cerca de Irlanda, de donde es su admirado Rory Gallagher. Además, ha tocado junto a artistas de la talla de Jeff Beck o Joe Satriani.

   Su primer álbum en solitario es de 2014, "The outsider", y el segundo es de 2016, "Three Miles From Avalon", residiendo en Chicago, Illinois, desde donde se desplaza para realizar giras regularmente. El público que todavía quería más música no se sintió defraudado con él, porque su sonido guitarrero caló hondo entre los presentes, saboreándolo aun más al ser su única fecha en España.

   Un año más, con un soldout para el recuerdo, Cazorla volvió a reunir a sus blueseros más fieles, a los que cada vez se van incorporando más amigos. Sus ocho mil habitantes se multiplican con creces. Para el próximo festival ya queda menos, estamos deseando volver.


EDICIÓN 2016

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091 EN BLUES DE CAZORLA 2016. FOTOGALERÍA: LUIS MIGUEL ALBARRACÍN

Una edición más, y ya van veintidós, el Blues Cazorla 2016 ha sido un éxito. En total, más de 30 bandas conforman el cartel, reconocido como el Mejor Festival de Blues Internacional por la Blues Foundation de Memphis y finalista durante los dos últimos años de los premios Fest 'Mejor Festival de Formato Medio'. Un pueblo que durante tres días se  convierte en la capital del blues, con un cartel que contiene perlas si uno se da una vuelta por los distintos escenarios, tres en concreto. A priori el cartel de este año no parecía tan llamativo como el anterior, pero sólo se trataba de falsas apariencias. Conforme han pasado los días y se ha ido saboreando, el paladar se ha ido impregnando de bandas que se van a convertir en imprescindibles para muchos. 
JUEVES 7 DE JULIO
El jueves por la tarde se daba el pistoletazo de salida con la presentación del festival en las dependencias del ayuntamiento. Por la parte musical acudieron los cinco componentes de 091, los cuales recibieron un regalo de las autoridades, y el simpático y gran músico James Hunter. Por otro lado también acudieron el alcalde de Cazorla, Antonio José Rodríguez, el presidente de la Diputación, Francisco Reyes, la delegada del Gobierno andaluz en Jaén, Ana Cobo, el diputado de Promoción y Turismo, Manuel Fernández y el director del festival, Carlos Espinosa. Aunque durante la presentación cayó una gran cantidad de agua, para la hora de los conciertos todo estaría perfecto.
   La primera noche abrió el escenario Cruzcampo James Hunter. Ha publicado muy pocos discos en su ya larga trayectoria. Es un solista procedente de Reino Unido que nació en 1962. Su estilo está caracterizado como soul, rhythm and blues, blues, blue-eyed soul y jazz. No es casualidad que Van Morrison se fijara en él y apareciera en el primer álbum en solitario de Hunter. Si no lo estuviéramos viendo encima del escenario pensaríamos que quien está sobre las tablas es un hombre de color, pero no es así. James Hunter es un hombre blanco con una voz negra, así de sencillo. Con una gran capacidad de comunicación con el público su espectáculo, que no llegó a la hora de duración, se hizo demasiado corto, y todos nos quedamos con ganas de más. Presentó temas de su última publicación, "Hold on", y dio un repaso a algunos de sus temas más representativos a lo largo de su ya larga trayectoria, como fue el caso de "Let the monkey ride" de su álbum "Minute by minute", un reggae muy pegadizo. Acompañado de cinco músicos a cuál más exquisito estoy seguro de que James Hunter no dejó indiferente a nadie. 

   Tras la actuación de James Hunter era el turno de los granadinos 091. Se sabía que era su momento porque previamente sonaron por los altavoces un par de temas de sus queridos The Jayhawks, "Tailspin" y "Save it for a rainy day". Las composiciones que sonaron de Jose Ignacio Lapido al tratarse de un festival fueron menos de las habituales, y el show duró una hora y media larga, que no estuvo nada mal. Sin embargo, no podían faltar temas emblemáticos como "El baile de la desesperación", "La noche que la luna salió tarde", "Otros como yo", "Un cielo color vino" (la única en la que Jose Antonio García se quitó sus gafas de sol), "La torre de la vela", "Qué fue del siglo veinte" o "La vida qué mala es". La banda salió como siempre, vestida para matar, de riguroso negro, y demostrando una vez más, y ya van unas cuantas, que la resurrección les ha sentado muy bien, y que cuentan con un directo arrollador. 

   A continuación fue el turno para Aurora and The Betrayers. Ya el año pasado habían tocando en otro de los escenarios del festival. Y dejaron tan buen sabor de boca que en esta ocasión volvieron por la puerta grande, al escenario principal, y demostrando por qué se han merecido este reconocimiento. Suenan de miedo, con todo tipo de arreglos y forman una auténtica banda de nueve músicos. Si le sumamos la voz y la puesta en escena de Aurora García, entonces estamos hablando de un grupo con un gran futuro. En su temática no se salva nadie, incluso hubo tiempo para acordarse de un ex de Aurora, el que le inspiró para componer "Who do you think you are?", uno de las canciones incluidas en su último disco, "Woodoo". E incluso tuvieron tiempo para homenajear a su querido David Bowie. 
   Para acabar la noche del jueves, cuando ya eran las tantas de la madrugada, un poquito de blues y de armónicas no venía mal. Quién mejor para poner la guinda a la noche que Seydel Harp Attack. Llamaron a algunos amigos y llenaron la plaza de toros con la magia de las mejores noches. Pero no acabaría aquí su puesta en escena porque el viernes abrirían el escenario principal acompañando al gran Lazy Lester. 

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FOTOGALERÍA JUEVES Y VIERNES. FOTOS: LUIS MIGEL ALBARRACÍN

VIERNES 8 DE JULIO
   Hablar de Leslie Johnson, conocido como Lazy Lester, es hablar de una leyenda del Swamp Blues. Pero de una leyenda de 83 años de vida. Este músico acabará sus días encima de un escenario porque es lo mejor que sabe hacer. Con una simpatía fuera de toda duda, en un momento se hizo vecino de Cazorla y todo el mundo lo quería invitar a comer a su casa. Sentado y tocando la armónica como los ángeles, también tuvo tiempo para tocar la guitarra, sonreír y dejar con ganas de más a todos. Hay personas que nunca deberían morir. Incluso se atrevió con "Jambalaya" para acabar su concierto. 

   El plato fuerte estaba por venir, Nathaniel Rateliff and The Night Sweats. Me atrevería a decir que ha sido el mejor concierto del festival, aunque tampoco se haría justicia con otras actuaciones que también han estado a una gran altura. Por cómo empezó el show, por su forma de expresarse y comunicar con el público, por su potente voz, por su gran banda que lo arropa siempre o por sus ganas de hacer pasarlo bien se merece agradecerle su llegada a Cazorla. Su último disco ha sido editado por Stax, el legendario sello de Memphis, algo que no lo pueden decir muchos músicos. Comenzó su actuación con "I need never get old" y acabó con "S.O.B." Lo que ocurrió en medio fue una sucesión de grandes momentos. Su guitarra voló un par de veces cayendo siempre en buenas manos; no corrió tanta suerte la pandereta que se hizo trizas al ser estrellada contra el suelo. Un músico al que habrá que seguir la pista. Era la primera vez que visitaba nuestro país y seguro que no será la última. 

   La noche continuó con Castro Coleman, o lo que es lo mismo, Mr. Sypp, "Mississippi Blues Child", un virtuoso de la guitarra que recordaba en algo al gran Selwyn Birchwood que había visitado Cazorla el año anterior. De hecho, repitió el mezclarse con el público mientras que no dejaba de tocar su guitarra. Presentó temas de su último álbum, "It´s my guitar". Se trata de un músico que sabe tocar todos los instrumentos. Vestido con una camiseta de béisbol, al igual que el bajista y el batería, demostró que en la actualidad pocos pueden superar su técnica y frescura sobre las tablas. 
   Para cerrar la noche del viernes otro broche de oro con Shakura S´Aida, cantante de jazz, blues y R&B. Nacida en Brooklyn, Nueva York y criada en Suiza, pasó gran parte de su vida en la ciudad de Toronto, Canadá. Con casi veinticinco años en el mundo de la música es una artista que lo reúne todo, tanto por su puesta en escena, asombrosa, llena de glamour y empaque, como por los músicos que la acompañan y por su voz que es de otra galaxia. 

SÁBADO 9 DE JULIO
   El sábado por la tarde había mucho interés por ver a Los Zigarros en el Auditorium del Cristo. Con un calor que hacía mella entre el público, Los Perros del Boogie dieron un buen concierto. Girando con "Salvaje" y tocando "Buenos tiempos (para el rock and roll") o "Noche de calaveras" subieron mucho la temperatura (por si ya fuera poca), transmitiendo mucha energía y buen rollo. 
   Con un parque repleto, era el turno de Los Zigarros. El grupo valenciano sabe lo que su público demanda, con una mezcla de Tequila, M Clan e incluso en algún tema con reminiscencias de Los Rodríguez, dejaron muy buen sabor de boca. Contaron con un armonicista alicantino, Angelillo, y el teclista de M Clan, Lucas Albadalejo. Les gustan las poses, el rock and roll de siempre, que inyectan en canciones como "Dentro de la ley", "A todo que sí", "Baila conmigo", "Voy a bailar encima de ti" o "Dispárame". También hubo un hueco para versiones de los Kinks ("You really got me") o de los Who "My generation"). Dejaron grandes sensaciones, y las puertas abiertas para recibir a los grandes artistas que tocarían por la noche en la plaza de toros. 

   Los primeros en saltar al ruedo fueron Cord Carpenter Band llegados desde Austin, Texas. El suyo fue un buen concierto aunque un tanto irregular. Carpenter tuvo muchos problemas con la afinación de su guitarra, lo mismo que le pasó al bajista. Y para acabar su actuación tiró de un tema lento que no terminó de enganchar al público, pese a sus deseos de interactuar creando unos coros que no quedaron mal. 
   Llegaba el primer plato fuerte del sábado noche, Shemekia Copeland, una de las voces referentes del blues de Chicago. Hija del guitarrista de blues tejano Johnny Copeland presentaba en Cazorla su último álbum, "Outskirts of Love". Hay que quitarse el sombrero con esta mujer. Su simpatía y sus ganas de comunicarse con su público no tienen precio. En muchos momentos hablaba en español y quería alegrar la vida de todo el mundo. Rodeada de músicos de primera línea, se produjeron varios duelos entre sus dos guitarristas, muy buenos los dos. Dedicó una de las canciones a su padre, y nos subió al cielo cuando dejó el micrófono a un lado, pidió silencio al público, y soltó su chorro de voz dejando a todo el mundo helado. Sin palabras. Una gran dama del blues que supo ganarse los aplausos, yendo su actuación de menos a más, y despidiéndose como una de las grandes triunfadoras del festival.

   Pero aun quedaba un plato fuerte que saborear. Popa Chubby. El guitarrista del Bronx es un músico irrepetible. Acompañado de bajo y batería, sentado en su taburete del que se levantaba de vez en cuando, domina las seis cuerdas de la guitarra como nadie. Podría jugar con ella las veinticuatro horas del día y así pasar semanas, meses y años. Su voz, su técnica y sus composiciones brillan a gran altura, lo mismo que le ocurre a sus ya famosos covers. En Cazorla ofreció "Hey Joe" de Jimy Hendrix, la banda sonora de Nino Rota y "El Padrino", hubo lugar para el universo Tarantino o "Wild horses" de los Stones. Como se trata de un músico sin ningún tipo de prejuicios, también se atrevió con "Somewhere over the raimbow" de "El mago de Oz". Chapeau. Con un "We love you" se despidió como un grande. 
   Y para poner el punto y final al Blues Cazorla 2016 llegó el momento de RavenEye Featuring Oli Brown. Oli Brown, Kev Hickman y Aaron Spiers son un trío de rock británico que se quieren hacer un hueco en el rock and roll internacional, y van camino de conseguirlo. Sonaron muy contundentes. Son músicos muy jóvenes a los que habrá que seguirles la pista en un futuro cercano. 
   Y así se bajó el telón de un Blues Cazorla 2016 que está llegando a unas cotas de calidad muy altas. Seguro que el año que viene volverá a confeccionarse un gran cartel. Sin duda. 




EDICIÓN 2015


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FOTOGALERÍA EDICIÓN 2015. FOTOS: LUIS MIGUEL ALBARRACÍN

Cuando se vende el alma al diablo
Festival de Blues de Cazorla 2015 
2, 3, 4, de julio.Cazorla (Jaén) 

Por Luis Miguel Albarracín / IndyRock   

Qué gran idea celebrar un festival de blues en una paraje tan inspirador como es Cazorla. Son ya muchas las ediciones que se han celebrado y cada año supera a la anterior. En 2015 se celebra ya la edición número veintiuno. Y cada año sigue creciendo. De hecho, al festival se le ha concedido un premio por parte de la Fundación de Blues de Memphis, todo un honor, cuando la población de Cazorla es de siete mil personas. En esta ocasión, los organizadores han metido en la misma bolsa a artistas más experimentados y a otros con una trayectoria todavía muy corta pero muy prometedora. Poder escuchar en un mismo festival a Wilko Johnson y a Nikki Hill no tiene precio, sólo por poner un ejemplo. 
   Los conciertos se han dividido en tres partes. Por la mañana la buena música ha tomado la Plaza de Santa María (Escenario Gypaetus); por la tarde el Auditorio (Escenario Jaén en julio) ha sido testigo de grandes gestas, y por la noche la Plaza de Toros (Escenario Cruzcampo) se ha rendido a los cabeza de cartel que no han dejado indiferentes a nadie. Además, había otras actividades complementarias, como una exposición de fotografías sobre el festival de años anteriores, una conferencia de prensa de Burning, una master class a cargo de Igor Prado o un Meet and Great con Los Lobos. 
 
Jueves 2 de julio
La presentación del festival se realizó el jueves por la tarde en el ayuntamiento. Para romper el hielo tocó una banda local, la Cazorleans Blues Band, que repetirían el sábado por la mañana en el Escenario Gypaetus. 
La primera noche, la del jueves, tres eran los maestros que saldrían a hombros por la puerta grande. Qué se puede decir a estas alturas del cantante y armonicista Curtis Salgado, que lleva en esto del blues desde finales de los sesenta. En su gira europea ya había actuado en los Países Bajos, deleitaba en Cazorla, para a continuación seguir tocando en Francia y después volver a Estados Unidos. Aunque ha sufrido diversas intervenciones quirúrgicas debidas a un cáncer le pasa igual que a Wilko Johnson: sacan fuerzas de donde no hay. Cantó "Chicago Blues", homenajeó a B.B. King, dedicó un tema a "all ladies", se acompañó de un buen guitarrista, de un excelente organicista y tuvo una buena comunicación con su público. Viaja con un juego de armónicas amplio y las utiliza según las canciones. Hubo tiempo para el gospel y para ver sobre las tablas al gran Willie Walker, que actuaría el viernes también en la Plaza de Toros junto a Igor Prado. Caldeó el ambiente para recibir como se merecía a la gran Imelda May. 
   Más joven es Imelda May, una dublinesa de armas tomar que no se anda con chiquitas. Con un disco directo y contundente ("Tribal", canción con la que empezó su show), todo en ella merece la pena ser observado. Desde su repertorio, con el que no se puede parar de bailar, pasando por su look y su ya famoso flequillo, hasta su actitud ante todo lo que se le pone por delante. Publicó su álbum debut en dos mil tres ("No turning back"), y ya son cuatro los discos que lleva a sus espaldas. Su voz tiene tantos registros que puede hacer con ella lo que quiera. Por eso de ella nos lo podemos esperar todo. Nos puede sorprender en cualquier momento. Imelda también actuó hace unos años en el festival, y es otra artista que debería repetir de vez en cuando. Existe una conexión muy fuerte en la banda que la acompaña a la hora de sonar a rockabilly de los años cincuenta, blues, rock, swing, jazz... lo que ella quiera. Y temas como "Wild woman" o "It´s good to be alive" (que lo utilizó como nexo de unión con sus seguidores) le quitan las penas a cualquiera. Su paleta de colores es tan amplia que dentro de "Tribal" se pueden encontrar cuadros muy diferentes. Es lo que tiene ser tan polivalente. Fueron cayendo "Wild woman", dijo "hola", desprendió glamour con "Big bad handsome man", siguió animando cuando dijo "Let´s rock!" e incluso dio las "gracias" a todos. Preguntó si había algún dublinés entre el público e hizo una versión de Howlin´ Wolf ("Spoonful"). También cayeron "Eternity", otro temazo como "Round the bend", "Mayhem", "Gipsy in me", "Right amount of wrong" y agradeció a todos los involucrados en el Festival su dedicación, incluyendo a Nikki Hill y al público. Fue noche de luna llena y sirvió para que Imelda se inspirase todavía más. 

Tras hora y cuarto Imelda se quedó sola en el escenario con el contrabajista (un músico como la copa de un pino). Pero esta vez tocó el ukelele para que Imelda interpretara "Dreaming". Volvió la banda y siguieron cayendo perlitas. El mejor concierto del festival. No hay más que añadir. 

Y la más jovencita de todas, una Nikki Hill en estado de gracia, se encargó de cerrar el escenario Cruzcampo en la velada del jueves. Aunque sólo tiene un disco en el mercado ("Here´s Nikki Hill"), siempre es mejor la calidad que la cantidad. Quien no lo haya escuchado todavía le sugiero que lo adquiera rápidamente, porque es una de las voces más frescas e impresionantes del actual panorama musical. No sabemos si llegará a ser la nueva Tina Turner. Aúna rock junto a una voz negra que juega a dibujar los sonidos que le vienen en gana. Ya tiene finalizado un segundo disco que lo vende durante sus conciertos, pero todavía no ha llegado a las tiendas. Como sea igual que el primero tenemos Nikki para rato. Ya estuvo en el cartel del año pasado, pero debería ser una fija de ahora en adelante, como marca registrada del festival. Canciones como "Ask yoursefl", "I´ve got a man" o "I know" permanecerán imborrables en nuestra memoria. Su gira es mundial y hemos tenido la suerte de que llegue a Cazorla. Y nos sorprende con canciones más ligeras y potentes con otras más emotivas y profundas. La presencia de la guitarra de su marido (Matt Hill) es mucha y le dio a las canciones un tono más sucio y rockero. Acabó tocando de espaldas y haciendo las delicias de todos. Tuvo tiempo para versionear a Chuck Berry o a Little Richard. Y también cayeron "Right on the brink", "Strapped to the beat" y "Who were you thinking of?
 
Viernes 3 de julio
Viernes 3 de julio al mediodía, Plaza de Santa María
   Si el primer día el cartel era bueno, la jornada del viernes tampoco se quedó atrás. Por la mañana, en la Plaza de Santa María el grupo cazorleño Dead Flowers dio el pistolezo de salida. Moreland and Arbuckle dieron un conciertazo, muy completo, con un cantante que tiene muy buena comunicación con el público y un guitarrista con un alto nivel. 
Les siguió Lichis, que hizo un show repartido a medias entre su último álbum ("Modo avión") y un recuerdo a Willie Dixon. Se nota que no está acostumbrado a tocar a las tres de la tarde, porque en un par de ocasiones dijo "buenas noches". Es lo que tiene tocar a deshoras. Los temas que presentó sonaron muy bien. De su "Modo avión" (grabado en Nueva York y producido por Joe Blaney) sonaron grandes temas como "Dinero por nada", "Tan felices", "Tinkywinky", "Horas de vuelo", "Televisión de madrugada", "Tics raros", "Nada personal", "Casi rock and roll" y "Salir a asustar", acabando la primera parte con "Tal vez Buenos Aires". Tocó nueve de las diez canciones del disco. Se nota que está orgulloso de su trabajo. Le dedicó unas palabras a su familia jiennense y presentó a su banda: los guitarristas Fernando Polaino y César Pop, la tecnología alemana Alex Olmedo, Jordi Cobre ("el hermano de Pablo Motos", según las palabras de Lichis) y su batería de confianza Daniel Ortín. 
   La segunda media hora, dedicada al blues, estuvo acompañado por Alberto Frutos. Cayó una versión que ya la hicieron los Stones en su momento y que por cierto le quedó muy bien, y dedicó su último tema a la crisis de los años veinte, aunque según sus palabras, hoy en día existen los mismos problemas aunque con distinto nombre. Un concierto muy completo de Lichis que dejó muy satisfechos a todos. 
   Le tomó el relevo Luke Winslow King. Se trata de un músico que aúna canciones de swing, temas sureños y unas armonías vocales impecables. Aunque nació en Michigan reside habitualmente en New Orleans, de ahí que sea normal su interés por el blues de antes de la Segunda Guerra Mundial y su pasión por el jazz tradicional. Sus composiciones derraman blues, jazz, folk, ragtime, soul, R & B, pop y rock. Todo un acontecimiento dentro del festival. Pese al calor sofocante que caía sobre la plaza fueron muchos los que no querían perdérselo. 
 
Viernes 3 de julio por la noche, Plaza de Toros. 
  Abrieron el Escenario Cruzcampo Igor Prado (hizo doblete al tocar también el sábado por la mañana en la Plaza de Santa María) y Willie Walker. Acabaron con una grandiosa ovación, porque Willie se deja querer por su simpatía, con un Igor siempre llevando la batuta del grupo, y un organicista que acabó encima de las teclas tocando con los pies y creando el mejor ambiente para recibir al gran Wilko Johnson. 
   Llegó el turno del ex-Dr. Feelgood Wilko Johnson. Nada más y nada menos. Diagnosticado con un cáncer de páncreas en fase terminal no hace tanto tiempo, el gran Wilko no ha querido hacer uso de la quimioterapia. Ha decidido vender su alma al diablo. Increíble que a su edad (sesenta y seis años) y con sus circunstancias personales disfrutemos tanto con él encima de un escenario. Para ponerle una estatua desde mañana en Cazorla. Wilko no toca con púa sino con los dedos, lo que le hace poder llevar a la vez el ritmo y los punteos que sólo él consigue sacar de su guitarra. Además, su actitud cuando está delante de su público es para enmarcar, no se queda ni con un gramo de energía dentro. Su salud no es nada buena. Aun así, ha grabado un álbum con el título "Going back home", junto al cantante de los Who, Roger Daltrey. Pero este británico de Canvey Island se atreve con todo, incluso ha actuado en Juego de Tronos. Ha descubierto que vivir intensamente es genial y como lo suyo no ha sido hacer planes a largo plazo, pues tampoco le importa mucho. De momento no se le ve el final a la vida de Wilko Johnson, porque ha vuelto a sitios donde pensaba que no regresaría jamás. Siempre lo vamos a recordar por sus espasmódicos movimientos encima del escenario, por acariciar su guitarra eléctrica Telecaster negra de aureola roja como si fuera una metralleta, y por supuesto, por su gran calidad como músico. Las canciones se hacen eternas, con jam sessions que hacen las delicias de todos, porque Wilko se divierte tocando y eso se transmite y se siente. 
   Además de tocar temas de su amplia carrera en solitario, también se acordó de sus queridos Dr. Feelgood, interpretando algunos de sus temas más representativos, como por ejemplo "The more I give", "Back in the night" y "Roxette". Como trío Wilko funciona a la perfección, haciendo una mención especial a su bajista Norman Watt-Roy porque transmite su pasión por lo que está haciendo. Para acabar su show se atrevió con "Bye bye Johnny" a modo de fiesta total por su energía y duración. No se le puede pedir más a este pedazo de músico. 

   Cerraron el viernes Moreland and Arbuckle y Selwyn Birchwood. Era difícil su papeleta al tocar después de Wilko Johnson. Pero una cosa queda muy clara en este festival. Todos los grupos tienen tanta calidad que ninguno te dejará decepcionado. Dentro del blues y el rock habrá algunos que te gusten más y otros menos, pero lo que queda muy claro es que la ejecución y la virtuosidad como músicos queda fuera de toda duda. 
   Moreland and Arbuckle beben de las raíces americanas y ya habían actuado por la mañana. Su show fue parecido aunque incluyeron algunos temas más oscuros a los que el público respondía con un "¡queremos rock and roll!". Desde que empezaran su andadura en Wichita, Kansas, en 2001, su trayectoria no ha hecho más que subir y subir. Veremos dónde llegan. 

   Y para cerrar la noche del viernes Selwyn Birchwood. Con su álbum de debut "Don’t Call No Ambulance" ha hecho una revisión de blues más que interesante. Su actuación se tuvo que retrasar unos minutos por cuestiones técnicas relacionadas con el saxofón, y la hora comenzaba a ser indecente, pero muchos toreros y toreras continuaban en el ruedo, y Selwyn devolvería ese esfuerzo con creces. 
   Se rodea de una increíble banda, siendo el saxofonista un apoyo crucial para él. Salió a por todas y lo consiguió. Al poco de empezar se sentó sobre el escenario y su guitarra sonaba como los ángeles. Al público poco a poco se lo iba metiendo en el bolsillo. Retales de soul, blues y funky que sorprendían a todo el mundo por la frescura del sonido, y por la simpatía y palabras de cariño que Selwyn desprendía continuamente. 
   Para dejar el pabellón muy alto, Birchwood y el saxofonista bajaron al ruedo con guitarra eléctrica y saxofón al hombro, y empezaron a tocar entre el público. Incluso una chica pudo disfrutar de tocar la guitarra junto a su nuevo ídolo. También se puso la guitarra en la espalda y la acariciaba mientras la luna era testigo de tan sorprendente descubrimiento. 

   Cuando subió de nuevo al escenario, ya con un público totalmente entregado, se pasó a la guitarra slide y de nuevo dio otro recital. Como anécdota, Selwyn se mete la púa de la guitarra en la boca y puede incluso cantar con ella dentro. Genio y figura. Al final del concierto dio un montón de púas en las que venía escrito su nombre y un logo con una cabeza con pelo afro con un contorno de guitarra. Así es Selwyn Birchwood. Canciones como "Hoodoo stew" con su slide guitar hay que escucharla unas cuantas veces este verano . Si el show de Imelda May ha sido el concierto del festival, Selwyn ha sido el artista revelación de este año. 
 
Sábado 4 de julio al mediodía, Plaza de Santa María
El sábado el escenario Gypaetus se abrió con los cazorleños Cazorleans Blues Band, que ya habían actuado en la presentación del festival el jueves por la tarde. 
Seguirían manteniendo el ambiente Igor Prado (que había actuado la noche anterior junto a Willie Walker) y Marcus Bonfati (que repetería de nuevo por la tarde en el escenario Jaén en julio).
Para sobrellevar el gran calor que caía sobre la Plaza Santa María Jose Luis Pardo dio un conciertazo de cabo a rabo. Su comunicación con el público es total, con una gran fluidez, y lleva tanto blues dentro que no deja a nadie indiferente. Le dio tiempo de tocar con el brasileño que vive en San Pablo Igor Prado un buen rock and roll titulado "Sólo hay que bailar". Con siete músicos sobre el escenario la fiesta estaba asegurada. Jose Luis unió Cazorla y Misisipi, y le dio tiempo a estrenar una nueva canción que habla de su mujer, "Talking about my woman". En el último tema que interpretó habló sobre todo lo bueno que un hombre puede dar, en la que el reggae campaba a sus anchas y llenaba de color el cielo algo nublado de Cazorla. Sin duda alguna, una de las sorpresas más gratas de este Bluescazorla. 
 
Sábado 4 de julio por la noche, Plaza de Toros
Para la última noche, la del sábado, los grandes esperados eran John Hiatt y Los Lobos. 
Rompieron el hielo Edu Manazas and Whiskey Tren. Una de las características del Bluescazorla es su puntualidad. Así que a las doce en punto John Hiatt and The Combo se disponían a empezar su actuación. 
Tras cuarenta años de carrera discográfica John Hiatt sigue en un estado de forma envidiable, tocando el corazón de todos los amantes del buen blues, dándolo a sorbos pequeños unas veces y derramándolo a borbotones en otras. La energía que se genera al mezclar un buen escenario y artistas de verdad produce una magia indescriptible. Los espectadores del Bluescazorla se empapan de la música que van a escuchar mucho antes de que llegue su cita, y lo viven de una manera tan suya que al final parece que todos los que se reúnen en la Plaza de Toros son amigos de toda la vida. Su voz es tan particular que enseguida sabes que es él. Te susurra y te imaginas un mundo con sombrero y máquina de escribir, como un Cohen del blues o un Neil Young menos eléctrico. La elegancia en persona. El músico de Indianápolis presentó en tierras jiennenses su álbum veintidós de estudio, "Terms of my surrender". Espectacular. Muy bien acompañado de la banda a la que le ha puesto el nombre The Combo. Cuentan que cuando John Hiatt anda de gira se registra en los hoteles con un seudónimo. En Arizona ya utilizó el de Robert Johnson. Me pregunto cuál habrá utilizado esta vez. Podría decirse de su ya más que larga trayectoria musical que siempre ha estado muy cerca de que le llegara el gran éxito, pero que éste nunca llegó. Con un chapurreado "Buenas noches Cazorla" deleitó con "Perfectly  good guitar", el "Crossroad" de Muddy Waters, "Real fine love", "Long time comin´" o "Baby´s gonna kick". Lo acompaña desde hace mucho tiempo Doug Lancio, su guitarrista y productor que con su cinta en el pelo le da un aire a Mark Knopfler, que mejora todavía más las canciones de Hiatt, además de ser un as con el banjo y la mandolina. 

   El señor Hiatt quiere que su público se sienta a gusto y de verdad que lo consigue. Su concierto se pasó volando y casi al final jugó con las voces de chicos y chicas mientras él sonreía como un niño. Chapeau para él y su banda. Pueden presumir de ser una banda solvente allá donde vayan. 

Y qué decir de Los Lobos, el grupo de Los Ángeles (California) que lleva tantos y tantos años emocionándonos, bien sea con sus letras en inglés o en castellano. No hace mucho grabaron un álbum en directo ("Disconnected live in New York City", 2013) y algunas de las canciones que interpretaron se pueden escuchar ahí. Cuando Los Lobos comenzaron su actuación la Plaza de Toros estaba llena, había muchas ganas de verlos. Será por el plus que da la veteranía y los cientos de conciertos que llevan ya a sus espaldas desde que empezaran hace no sé cuántas décadas ya. Si bien es cierto que "La  bamba" les ha dado fama a nivel mundial, cualquier recopilatorio de la banda está lleno de grandes canciones, por muchos años que pasen y por mucho que las modas vayan y vengan. Se podría decir de ellos que son un ejemplo del mestizaje musical americano, ya que incluyen en sus canciones diferentes estilos, desde el tex-mex hasta la música country, folk, rock and roll o el R & B. Sonaron muy rockeros y desgranaron un poco de todo. 
   Comenzaron con "Will the wolf survive?", y fueron cayendo "The neighborhood", la cumbia "Chuco´s dance", la fantástica "Come on, let´s go" recordando a Ritchie Valens, "Venganza", "Evangeline", "Don´t worry baby" o "México americano". Una de las canciones más emocionantes fue "Volver volver", y por supuesto el medley que hicieron con "La bamba" y "Good loving". Porque desde el principio del concierto ya había gente que les pedía su mítico tema. Hicieron alguna dedicatoria que otra, como a Enrique González y a César Chaves, y como nota curiosa uno de los guitarristas se pasa a la batería como si tal cosa en una parte de la actuación. Lo mismo tocaban muy rockeros , que sonaba una cumbia y aparecía un acordeón. Los chicos que hacen de todo. 

  Tras toda la descarga de Los Lobos, para los que querían todavía más quedaba The London Souls. La banda se formó en dos mil ocho por Tash Neal (guitarra y voz) y Chris St. Hilaire (batería). Con ellos se cumple la teoría de que menos es más. Son dos músicos sobre las tablas y parece que hubiera una docena. Versionaron temas de Little Richard ("Lucille"), de Jimmy Hendrix o de Neil Young. Por el camino se rompió una cuerda de la guitarra, crearon una explosión sónica y llamaron a la psicodelia. En directo se complementan perfectamente, cantan los dos y tienen unas ganas locas de darse a conocer. Otro descubrimiento muy agradable. 
   Si se pudiera formar el mejor grupo posible con los músicos que han llenado de vida el Bluescazorla 2015 se podrían hacer muchas bandas de cinco estrellas, y una de ellas podría ser la siguiente: como cantante Imelda May, guitarra rítmico Wilko Johnson, bajista Norman Watt-Roy (de la formación de Wilko Johnson), guitarra solista Selwyin Birchwood, el baterista Chris St. Hilaire (The London Souls)y el armonicista Dustin Arbuckle (de Moreland and Arbuckle).

   En la actualidad, los festivales veraniegos en España se cuentan por decenas entre los meses de julio y agosto, hay para todos los gustos y estilos. Pero si hay que quedarse con alguno o algunos, el de Cazorla debe figurar como una de las primeras prioridades a la hora de confeccionar nuestra agenda. Empezando por el marco natural en el que se envuelve Cazorla, continuando con la calidad del cartel que se confecciona año tras año, y siguiendo con el buen ambiente y la buena acogida que tiene el festival entre todos los vecinos del pueblo. 
El año que viene más y mejor. 



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Imágenes: FRAN KARMONA 



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