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ESTEPONA ROCK FESTIVAL
11 agosto 2007, Plaza de Toros Estepona, Málaga
Fotos y crónica Jesús Rojas - IndyRock

Marky Ramone
La octava edición de Estepona Rock ha supuesto un giro con
respecto a las anteriores. En esta ocasión, el cartel estaba
compuesto por bandas de auténtico rock and roll, mientras que en
anteriores ocasiones, el mestizaje y el hip hop habían
conseguido hacerse con un espacio importante. Ya era hora de que
este festival, con un marco tan favorable como es la Costa del
Sol en pleno mes de agosto, encumbrara en su cartel a grandes
bandas de la escena nacional e internacional.
En cuanto a la asistencia, no se presentaron novedades
agradables. Es bien sabido que las actividades culturales
relacionadas con el "underground" no obtienen masiva respuesta
por estos lares. La Plaza de Toros de Estepona albergó alrededor
de 1000 personas, manifestando así la peor asistencia de toda su
trayectoria. Llama la atención que el mejor cartel de todas las
ediciones coincida con la peor asistencia.


Centrándonos en lo musical, comencemos por orden cronológico.
Los primeros en salir a escena, alrededor de las 22:00 horas,
fueron los gaditanos Bad-Riles. El cuarteto dio el
pistoletazo de salida de Estepona Rock a ritmo de rock and roll
grasiento y lleno de sentimiento purista. Los de San Roque
recuperan temas clásicos del rock y el punk para descuartizarlos
a su manera: en castellano y con mucho sentido del humor.
Sonaron así, grandes himnos de todos los tiempos, que servían de
homenaje a bandas tan dispares como The Sonics, Ramones, The
Clash, Rancid o Bad Religion. Una actuación intensa en la que
los riffs sudorosos y los sonidos de una armónica que se dejaba
ver por momentos, consiguieron llamar la atención de los
asistentes, que quedaron prendados de que unos vecinos plasmaran
semejante directo.
Viernes 13
Una hora después, los encargados de coger el testigo eran Viernes
13, combo madrileño de punk-pop que sigue la estela de
bandas como Airbag, Sugus o No Picky. Ritmos acelerados y
profundamente melódicos que coquetean con letras adolescentes y
picaronas. En esta labor, Maite no tiene rival. La cantante
apareció embutida en un mini vestido rosa que realzaba su figura
y conseguía dejar al resto de integrantes de la banda, que
portaban una camiseta ensangrentada de "Crystal Lake Camp", en
un segundo plano. Los de la capital vinieron a presentar
"Sweet punk", un pequeño trabajo que sirve de aperitivo para lo
que será su primer larga duración, "Esta noche". Conectaron
desde el principio con los asistentes y sus historias "teenager"
calaron hondo a través de canciones como "El asiento de atrás" o
"Mi bate estrenaré".


Ya entrada la madrugada, salían a escena los carismáticos The
Queers, uno de los grupos más veteranos y queridos del
punk internacional. El trío no puedo contar con su batería
habitual, por lo que tuvieron que solicitar los servicios
aporreadores de Jose, batería de Airbag. El esteponero estuvo a
la altura de las circunstancias e hizo posible que el show se
mantuviera correoso y acelerado. Sonaron clásicos de la banda
junto a nuevas composiciones que forman parte de "Munki brain",
su reciente trabajo. Después de dos décadas, la banda liderada
por Joe Queer sigue sonando implacable, y no se cortan un pelo a
la hora de alternar punk, surf y pop como sólo ellos saben
hacerlo. Las exigencias de la programación hicieron que los
norteamericanos tocaran menos de lo esperado, dejando un sabor
agridulce a sus seguidores más acérrimos, pero ello no evitó que
durante la actuación los pogos y los saltos fueran constantes.
Una lástima que se tuvieran que bajar del escenario antes de
tiempo, pero, por suerte para los asistentes, lo mejor estaba
por llegar.

Una de las bandas del cartel que menos bombo podían dar fuera de
un círculo reducido eran, sin duda,
The Montesas,
cuarteto proveniente de Alemania. Sorprendentemente, fueron los
grandes triunfadores de la noche gracias a su sabroso cóctel de
rock and roll, beat y garage de herencia sesentera. Una puesta
en escena atrevida y juerguista les hizo conectar con el público
que disfrutó bailando con esos ritmos sugerentes llenos de
slides, maracas y teclados. Tan sólo dos trabajos en el mercado
han hecho que los alemanes hayan sido comparados con The Kaisers
y es evidente que consiguen plasmar como nadie la autenticidad
de los sonidos de los 50 y 60. La guinda la pusieron las
Montesitas, dos jóvenes maquilladas y vestidas al más puro
estilo sixtie, que con sus coros y bailes conseguían hacer más
divertida aún la actuación. Un directo que será inolvidable para
muchos de los que asistimos y, además, servía de antesala para
el show más esperado de la noche.
Con algo de retraso y con
una actitud algo distante llegaba
Marky Ramone a la
Plaza de Toros de Estepona. Marky se sentó detrás de la batería
de Ramones hace 20 años, y desde entonces toda su trayectoria
musical, evidentemente, ha girado en torno a ellos. Desde "Road
to ruin", publicado en 1977, muchas son las obras imperecederas
del punk de las que ha formado parte activa. Y es por ello, que
se decidió a mantener vivo el espíritu de Ramones acompañado de
diversos amigos que conocen el tracklist de Ramones como la
palma de la mano. En esta ocasión, los "friends" eran Joe y
B-Face (The Queers) y Sebastián (Los Expulsados), unos músicos
de lujo para una velada que se anunciaba histórica. Sonaron
clásicos de la banda neoyorquina, tales como "Blitzkrieg bop",
"Beat on the brat", "Pet Sematary", "Teenage lobotomy", "Sheena
is a punk rocker" y un largo y emotivo etcétera. El público
quería escuchar los clásicos de Ramones, no habían comprado su
entrada para escuchar las composiciones que Marky ha recopilado
recientemente en "Start of the century". Y eso es lo que hizo el
cabeza de cartel junto a su banda espontánea, rescatar del
olvido el gran legado de Ramones. En cuanto a los acompañantes,
destacar la entrega de Sebastián Expulsado, que se metió en la
piel de Joey Ramone y bordó sus interpretaciones sin dejar de
lado la actitud y seriedad que tal trabajo requiere. Y
así, sin dejar tiempo para bises y con la intervención de la
policía, quedaba cerrada la octava edición de Estepona Rock, un
festival que ha ido creciendo con el paso de los años y al que
le deseamos lo mejor en futuras ediciones, que esperamos sigan
la línea de la que ahora nos ha ocupado.
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