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 Brandford Marsalis . Foto: Ramón L. Pérez * IDEAL





Festival Internacional de Jazz de Granada




Dos en la carretera
Chano Domínguez y Niño Josele
Domingo 16 de noviembre – Auditorio Manuel de Falla
 – Aforo: casi lleno, 1.000 personas. Calificación: ***
Crónica por Enrique Novi- IndyRock

Por un día el Festival abandonó su sede de los últimos años, el Teatro Isabel la Católica, para volver a la que fuera su casa durante algunas de las primeras ediciones, allá por los ochenta, el Auditorio Manuel de Falla donde los más veteranos pudieron ver a Art Blakey con una de las últimas formaciones de los Jazz Messengers integrada por los hermanos Marsalis, a Barney Kessel, los últimos coletazos de Dizzy Gillespie o Stephane Grapelli, también como se consumía Chet Baker con Toots Thielemans y Philip Catherine, a Chick Corea con Gary Burton… Sobre su escenario se produjo además un hecho poco frecuente. Que un espectáculo presentado en el Festival de Jazz en la Costa se repitiera el mismo año en el de Granada, aunque si el protagonista era Chano Domínguez, uno de los músicos más queridos y apreciados por el público granadino, nadie iba a poner ninguna objeción. La inclusión en el programa de su último proyecto, el que ha llevado a cabo con el guitarrista Niño Josele, servía para que Granada no se quedara sin disfrutar de un espectáculo con el que ambos recorrerán el mundo durante el próximo año. 
En comparación con su actuación veraniega, la del domingo por la noche fue mejor… y peor. Mejor porque en estos meses los dos músicos se notaban más rodados y más compenetrados, más cómplices el uno del otro que durante su actuación en Almuñécar, la segunda después de su estreno unos días antes en Vitoria, y eso necesariamente se reflejó en la fluidez con que acometían el repertorio; y peor porque el concierto fue algo más corto y el dúo tuvo que dejar fuera alguno de los temas que con más entusiasmo levantaron de sus asientos al respetable en la anterior cita, probablemente, quién sabe, por un pequeño incidente con la uña de Josele, que se partió en el momento más inoportuno. Así, comenzaron con Django, el tema que John Lewis dedicó a Django Reinhardt, la adaptación de Because, del “Abbey Road” de los Beatles, y la versión de Je T’attendrai que compusiera Michel Legrand para la película Les Parapliues de Cherbourg. Entonces Chano dejó solo al Niño Josele que bordó Alma de Mujer, una colombiana del propio Chano a la que extrajo todo el dulzor y la melancolía de los cantes de ida y vuelta, y que emocionó al auditorio. 

Chano se la devolvió interpretando en solitario ¿Es esto una bulería? tema de Josele bautizado por Paco de Lucía que le preguntó eso justamente al guitarrista almeriense cuando este se lo presentó. Continuaron juntos en un diálogo por derecho en la parte más caliente de su actuación con Lua Branca, un clásico de la pionera Chiquinha Gonzaga que popularizara Maria Bethânia, y con Two For The Road, que sonó como si Henry Mancini la hubiera compuesto frente a la Bahía de Cádiz. Hasta ese momento estuvieron repitiendo, punto por punto, el repertorio que presentaron en Almuñécar, pero la uña rota de Josele le hizo ausentarse y Chano afrontó en solitario la interpretación de Rosa, un viejo tema choro de Pixinguinha que en sus manos adquiere todo el sabor de los tangos gaditanos. Con Josele repuesto resolvieron con Luiza, una pieza poco conocida de Antonio Carlos Jobim que ellos aflamencaron, y remataron con Solitude in Granada, la soleá incluida en su álbum conjunto. 

El público pidió más y el dúo entregó la Canción de Amor de su admirado Paco de Lucía, con la que concluyó la trigésimo quinta edición del Festival de Jazz de Granada, como las primeras, en el Manuel de Falla.


Retorno a lo esencial
Tom Harrell Trio of Life
Sábado 15 de noviembre 2014  Teatro Isabel la Católica 
Aforo: 600 personas. Calificación: ***
Crónica por Enrique Novi- IndyRock
“La música de jazz comenzó originalmente como acompañamiento para que la gente bailara. Había por tanto más ambiente de fiesta. Ahora, muy a menudo, el entorno es similar al de un concierto de música clásica”. Son palabras que pronunció el propio Tom Harrell hace unos días en una entrevista. Y para que nadie se llame a engaño digamos que a continuación añade algo que indica lo cómodo que se siente en la situación actual. Así fue exactamente el sábado por la noche. Un concierto esencial, casi austero, con dos músicos, el pianista Danny Grisset y el contrabajista Ugona Ugkewo, firmemente determinados a no salirse del carril y absolutamente resueltos a cumplir su papel de sparrings de su líder, y un Tom Harrell inquietantemente inmóvil y hasta rígido, concentrado en la música y ausente del entorno, silente y en apariencia ajeno a cualquier cosa que no fuera la creación musical de cada instante. Con una puesta en escena sobria y una iluminación minimizada, prácticamente en penumbra y rodeados por el silencio solemne de la música seria, apenas roto por los más entusiastas que jalearon algunos solos, la actuación se condujo por el más estricto respeto hacia las notas que salían de sus instrumentos.
Sin que ningún elemento externo, ni siquiera el de los puentes comunicativos que otros establecen con el público, alterara el discurso musical. Esa parece la elección de Harrell, al que cuesta imaginar formando parte de la colorista escena del jazz contaminado de la segunda mitad de los sesenta, cuando comenzó a destacar como trompetista, y más aún enrolado en las filas de un grupo de jazz-funk y latin rock como Malo, el fallido intento de Jorge Santana en los primeros setenta por emular a su hermano Carlos. Es verdad que su presencia como parte de la sección de viento del grupo que lideró el menor de los Santana fue fugaz, pero viendo al Harrel de hoy se hace difícil ubicarlo con comodidad en un entorno tan lúdico y dado a los excesos como el del rock de los años setenta. Una gran parte de la explicación del hieratismo de Harrell hay que buscarla, seguramente, en la medicación que parece que lleva años tomando para mantener controlada la esquizofrenia que le diagnosticaron con tan solo 18 años. Y en esas condiciones resulta meritoria no solo la entrega y el cariño que pone al servicio del jazz sino el toque fino y vigoroso que aún mantiene a sus sesenta y ocho años, y a los que parece reservar sus energías. 

Por lo demás el concierto estuvo confeccionado por un repertorio centrado casi exclusivamente en las composiciones del propio Tom Harrell (Bouquet, Chalcedon, Sea, There o Carnaval), excepción hecha del Blue ‘N’ Boogie de Dizzy Gillespie y Straight Ahead de Kenny Dorham, que intercaló entre sus piezas con las que los integró a la perfección, en una interpretación que siguió los cánones de exposición del tema, solo consecutivo de cada solista, -en el caso de Grisset a veces con el piano, correctísimo, a veces con el Fender Rhodes, brillante-, y vuelta a la exposición para acometer el final, sin desviarse un ápice de los raíles marcados. Con un Ugkewo que proporcionaba con las notas de su contrabajo un colchón seguro sobre el que la trompeta y el fiscorno de Harrell pudieran volar. Así el Festival de Granada añadió otro nombre legendario a su nutrida hoja de grandes del jazz.

Porque esto es África 
Javier Colina Cuarteto 
viernes 14 de noviembre 2014 Teatro Isabel la Católica  Granada
Aforo: 600 personas. Calificación: ****
Crónica por Enrique Novi- IndyRock
Sensacional concierto el ofrecido por el cuarteto de Javier Colina el viernes por la noche. Un excelente y variado repertorio al que le dio coherencia con un planteamiento muy africanista, con ritmos sencillos, primarios, firmemente ligados a la tierra, y una elegante y muy comedida interpretación, en la que primó la belleza de las composiciones, la expresividad de cada melodía por encima de las exhibiciones de virtuosismo a las que otros muchos se entregan sin remordimiento. Todo ello confluyó en una actuación soberbia, una hermosa noche de música esencial, sin alardes superfluos, de jazz minimalista que nos paseó por las islas del Caribe, por las llanuras de Kansas, por las dunas del Magreb o las praderas de México conectando cada uno de los lugares con sus ancestros africanos, aplicando el axioma del menos es más. Así, desde la naturalidad y la humildad, Colina y sus músicos demostraron que el jazz hecho aquí puede mirar de igual a igual a cualquier propuesta internacional y el propio festival que la inclusión de artistas nacionales no siempre se corresponde con un descenso del nivel artístico. El cuarteto abrió la noche con Epistrophy, un tema de la mejor etapa del maestro Thelonious Monk, siempre un valor seguro, que llevó al terreno de lo latino a ritmo de samba. La interpretación fue medida, sugerente, contenida.
Como una muestra de por donde iría el tono general del concierto. Y, efectivamente, en esos parámetros desarrollaron el resto de los temas. Empezando por el estándar You Don’t Know What Love Is, un clásico de los repertorios de Miles Davis, Ella Fitzgerald, Chet Baker y tantos otros, que en las manos de Colina y sus muchachos vino a convertirse en una seductora melodía de sabor latino, o como sería el jazz si en lugar de en Nueva Orleáns hubiera nacido en las calles de Barranquilla. Aún más espaciada y emotiva fue la versión de Verdad Amarga, un bolero de la autora de Bésame Mucho, la mexicana Consuelo González. Entonces Ariel Bríngez, que no dio ni una sola nota de más en toda la velada, cambió el saxo tenor por el soprano para acometer los compases de Belén, una nana a ritmo de tango-conga del maestro cubano Eliseo Grenet que comenzó con el contrabajo de Colina marcando el compás para sacarle toda la autenticidad africana que llevaba dentro. Otra de las cosas que hay que agradecer al navarro es la exquisita elección de antiguas canciones de compositores olvidados pero esenciales. Igualmente comedido estuvo Pablo Gutiérrez al piano, algo que se evidenció aún más cuando el cuarteto decidió sumergirse un poco más en el África ancestral con un tema Gnawa, la música de los esclavos subsaharianos surgida en el Magreb, que vendía a ser algo así como el blues del norte de África. 

Tras él, volvieron a apostar fuerte con el tema La Pasionaria, del contrabajista Charlie Haden, un referente para Colina. Por si con eso no molestaban lo suficiente a estos que ahora nos asustan con la llegada del comunismo y el modelo castrista, la versión desprendió un inequívoco sabor cubano, como la siguiente, Cinco Hermanas, que precedió al tema con el que se despidieron, un calypso de Dexter Gordon llamado Soy Califa, seguramente el más dinámico de la noche, con el que se lució Daniel García Bruno, perfecto a la batería. Tras un set delicioso, el grupo volvió al escenario para recrear una versión que no lo fue menos, la sobrecogedora The Wedding, del sudafricano Abdullah Ibrahim. Con ella completaron una noche de música maravillosa.
 
Reivindicación del arreglista
Ool-Ya-Koo Big Band con dirección de Ramón Cardo 
sábado 8 de noviembre – Teatro Isabel la Católica Granada
Crónica por Enrique Novi
La segunda noche del programa central del Festival de Jazz de Granada tuvo unos indiscutibles protagonistas. A pesar de no estar sobre el escenario, de la impecable interpretación desplegada por la Ool-Ya-Koo Big Band, magistralmente dirigida por Ramón Cardo y del incansable trabajo del granadino Guillermo Morente para darle vida al proyecto, el protagonismo recayó sobre los nombres de Iñaki Askunze, Alex Cassanyes, Fernando Wilhelmi, Sergio Pamies y Leandro Perpiñán, todos ellos arreglistas de obras propias -en algunos casos- o ajenas -en la mayoría-.
Como resaltó Ramón Cardo, la tarea de los arreglistas se encuentra casi siempre oscurecida por la de los intérpretes y los compositores, pero es en muchas ocasiones su labor en la sombra la que hace resplandecer muchas melodías y que estas se queden impregnadas en nuestra memoria. Este fue el objetivo del proyecto, el de premiar los arreglos más audaces, los de mayor calidad, y a pesar del poco tiempo que tuvieron para difundir el concurso y el limitado número de obras presentadas como consecuencia, Cardo se mostró muy satisfecho del resultado y confiado en que en próximas ediciones la muestra pueda ser mayor. Hechas las presentaciones por parte de Arturo Cid, la banda abrió fuego con Doo Doo, un tema de aire latino original de Sergio Pamies. En general casi todo el repertorio desprendió aromas de jazz latino, ritmos caribeños y sabor hispano como era de esperar por el origen de sus autores. 

Así ocurrió con Ahora Es Ahora, tema con mucho tumbao de Fernando Wilhelmi en el que destacaron los solos de Voro García con la trompeta y de Valentín Murillo con la flauta travesera, uno de los instrumentos por los que Wilhelmi tiene debilidad. Continuaron con el clásico Río Ancho de Paco de Lucía, un tema incluido en su álbum “Almoraima” de 1976, una de las cumbres de su carrera, que se transformó gracias al arreglo de Iñaki Askunze en una especia de samba en la que volvió a adquirir protagonismo la flauta de Valentín Murillo, y que acabó a ritmo de rumba tras el solo con el saxo de Carlos Ligero. Otra composición de Fernando Wilhelmi, uno de los más prolíficos autores del jazz granadino, tomó el relevo.

Con el curioso nombre de Stage Donde Stage, se trataba de una elegante y sofisticada melodía que recordó al mejor Henry Mancini y permitió el lucimiento otra vez de la trompeta de Voro García, el trombón de Víctor Colomer y de Guillermo Morente al contrabajo. Tras el arreglo de Leandro Perpiñán sobre un tema de Perico Sambeat, que obtuvo el tercer premio del concurso y dejó constancia del buen hacer con el saxo tenor de Tete Leal, se volvió al trabajo de Wilhelmi con una composición de querencia tropicalista, Luna de Agosto, en la que los percusionistas comandados por Jesús Santiago se entregaron a una bacanal de tambores batá pero que también permitió lucirse al maestro Pedro Cortejosa con el tenor y al guitarrista Pedro Andrade. 

La recta final llegó con Cilantro y Comino, un original de Chano Domínguez arreglado por Iñaki Askunze, probablemente el tema más decididamente flamenco de la noche en el que volvió a brillar el saxo de Cortejosa, y con el arreglo ganador del concurso, una adaptación de un tema tradicional catalán, El Testament D’Amelia a cargo de Alex Cassanyes , sencillamente deliciosa. El concierto se cerró con otro arreglo del saxofonista Iñaki Askunze sobre Rumba Pa Jerry, tema que compuso Chano Domínguez en homenaje al genial Jerry González.


Brandford Marsalis . Foto: Ramón L. Pérez * IDEAL

Inauguración a lo grande con B. Marsalis
El concierto de Brandford Marsalis fue una extraordinaria apertura para la edición de 2014 del Festival de Jazz de Granada. Un lujo para los amantes del jazz que contaron con el saxo de Marsalis, acompañado por  Joey Calderazzo (piano), Eric Revis (contrabajo) y Evan Sherman (batería).

¡Esto es jazz!
An evening with Brandford Marsalis 
viernes 7 de noviembre 20014 Teatro Isabel la Católica –Granada
Crónica por Enrique Novi- IndyRock
Afirmaba el propio Brandford Marsalis estos días en la entrevista que publicó este periódico que la mayor parte del jazz que de hace hoy en día no es realmente jazz. Una afirmación que puede comprobarse echando un vistazo a los carteles de los festivales de jazz de los últimos años en los que junto al jazz riguroso que ofrecen unos pocos artistas, suelen completar los programas otros muchos de los que practican unos géneros más discutibles, normalmente los que nutren en las tiendas de discos –las que quedan- los apartados con las infames etiquetas de “músicas del mundo” u “otras músicas”. No es, desde luego, el caso de Brandford Marsalis, que viene demostrando en cada actuación la inventiva y la creatividad que aún es posible extraer de los instrumentos tradicionales sin salirse de los márgenes del jazz ortodoxo. 
Parece que es costumbre suya arrancar con un comienzo trepidante y arrollador de música. Así lo hizo en su concierto de hace cinco años sobre las mismas tablas, y así ocurrió el viernes. Lo hizo con el tema The Mighty Sword, un exuberante y frenético ejercicio de hard bop, composición de su compinche al piano, Joey Calderazzo, que también abría el álbum “Four MFs Playin’ Tunes” (Marsalis Music, 2012), el último trabajo de estudio firmado por el BM Quartet. Sin soltar el saxo soprano atemperó el ritmo con Maestra, otra pieza del mismo disco atribuida al contrabajista Eric Revis, elegante, espaciada, casi mística, tras la cual volvió a despertar a los aturdidos con una estrepitosa versión de Baker’s Dozen para cuya interpretación se colgó por primera vez el saxo tenor. Con él se lució como también lo hizo con un soberbio solo el batería Evan Sherman, un dinámico y fino baquetero tan insultantemente joven como lo era el jazz hace un siglo. Para el mayor de los Marsalis debió suponer un reto sustituir a Jeff ‘Tain’ Watts, que hasta que abandonó su compañía en 2009 era un pilar fundamental del sonido del cuarteto. Para sustituirlo apostó por un jovencísimo Justin Faulkner que tenía entonces 18 años y con él afrontó la grabación de “Four MFs Playin’ Tunes”. 

Y no debe ser casual que ahora se haya decidido para esta gira por otro pipiolo. Musicalmente mantuvo el tipo con absoluta seguridad junto a sus contrastados compañeros, de modo que habemus batería. El grupo continuó con My Ideal, otra balada incluida en el álbum mencionado, de una delicadeza que recordó a los fraseos con los que Coltrane acompañaba a Johnny Hartman. Tampoco es casualidad que los pocos temas no pertenecientes a su último disco fueran escogidos del magistral “Contemporary Jazz” (Columbia, 2000), un álbum que también marcó un hito en la historia del saxofonista de Nueva Orleans, pues tras la muerte del que hasta entonces había sido su más fiel compañero, el gran Kenny Kirkland, demostró que el nuevo tándem que formaba con Joey Calderazzo en nada desmerecía. De este tomó In The Crease, la vigorosa pieza que abría el álbum, y la asombrosa versión en clave bop del Cheek To Cheek que nos sirvió como bis. Entre ambas, acometió la audaz As Summer Into Autumn Slips para satisfacer a los que gustan del jazz más elástico y disonante.



Festival Internacional de Jazz de Granada 2013
del 7 al 15 de noviembre en el Teatro Isabel la Católica.
Eric Alexander Quartet 
viernes 15 de noviembre 2013 Teatro Isabel la Católica Granada Festival de Jazz de Granada: 
Una correcta despedida
por Enrique Novi - IndyRock
 
Del entusiasmo que contagió la noche anterior China Moses, pasamos a la corrección personificada que encarnó el viernes Eric Alexander al frente de su cuarteto. Si esta reducida edición del Festival de Jazz de Granada comenzaba la semana pasada con los exabruptos de Christian Scott, un tipo dispuesto para la confrontación, capaz de plantarle cara a la autoridad, ya venga esta representada por un agente de policía o por el trompetista más influyente de los últimos setenta años, el cierre, al menos en su programa central, pues los conciertos en paralelo continuarán hasta final de mes, estuvo protagonizado por el comedido Eric Alexander, un saxofonista dotado como el que más para hacer diabluras con su instrumento, pero que en cambio prefiere centrarse en una ejecución formalmente perfecta, saludar y dar las gracias como un buen chico. 
Y ciertamente, en el aspecto formal, el concierto que ofreció la noche del viernes fue intachable, se podría decir que impecable, tanto en la elección del repertorio, un excelente muestrario de las principales corrientes, como en la ejecución, que fue sencillamente perfecta, con las notas precisas y cada una en su sitio, inmaculado, lo que los críticos llaman un concierto aseado. Digamos que uno preferiría actuar aunque después tenga que disculparse, mientras que el otro se inclinaría siempre por pedir permiso. Así pues, con un aspecto elegante, bien trajeados y dirigiéndose al público con simpatía -y en un muy correcto castellano- pero muy educadamente, el norteamericano cubrió el expediente sobrado de capacidad. 

Comenzó el cuarteto dejando el protagonismo en manos de Joseph Farnsworth, un excelso batería cuyo aspecto de empleado de banca no le impide fundirse con su instrumento como si ambos fueran uno solo. Al igual que el resto, cubrió su parcela impecablemente, y como una encarnación moderna de Gene Krupa, arrancó dando espectáculo y ejerciendo de solista en el primer tema, un ejercicio redondo de be bop atemporal cortesía de uno de las mayores influencias de Alexander, el gran George Coleman, al que volverían más tarde interpretando Apache dance. Fue uno de los momentos más genuinamente jazzísticos de todo el festival, clasicismo en estado puro. 

Y poco se desviaría el cuarteto de ese camino, pues tocando varios palos infalibles, el resto del repertorio estuvo enfocado a ejercitarse con cada uno de ellos como en una lección académica de jazz canónico. Por supuesto hubo bop, un tema de base blues, unas gotitas de afro y latin-jazz que condimentó Fabio Miano al piano, y por supuesto una sentida balada con saxo tenor y piano que reservaron para el consabido bis. Con siete temas en apenas hora y media despacharon su lección de clasicismo y con ella clausuraron la edición 2013 del Festival de Jazz. Hasta noviembre de 2014.

China Moses y todas las damas del jazz
China Moses & Raphaël Lemonnier.- Jueves 14 noviembre 2013 Festival de Jazz de Granada Teatro Isabel la Católica
por Enrique Novi - IndyRock - (China Moses en IndyRock (+ datos y fotos)
www.chinamoses.com
Una locuaz y comunicativa China Moses, impecablemente respaldada por su trío de acompañamiento, se metió al público en el bolsillo a las primeras de cambio y acabó por ofrecer una de las noches más intensas y emotivas, también más divertidas, que se recuerdan en el ya veterano festival granadino. Desde que nació, China mamó tanto el jazz, por parte de su madre, la cantante Dee Dee Bridgewater, como algo tan intrínsecamente relacionado con el jazz como es la lucha por la igualdad racial y los derechos civiles en los Estados Unidos, pues su padre, el realizador Gilbert Moses, fue uno de los directores de la célebre serie Raíces. Ambas influencias quedaron reflejadas en su actuación del jueves. Por un lado dejó constancia de su dominio del espacio escénico y del pulso que debe imprimirse a un espectáculo, algo que no solo debió aprender de su padre, sino a lo largo de su trayectoria como presentadora de televisión en su país de residencia, Francia. 
Por otro, de su profundo conocimiento del género, con una personal selección de temas popularizados por damas, no solo del jazz, sino también del blues, de la chanson e incluso de la disco music, que abarcaron desde la época de las pioneras, con una sentida lectura de Crazy Blues, un tema grabado en los años veinte por Mamie Smith, hasta la adaptación a la estructura de jazz del viejo llenapistas Hot Stuff de Donna Summer. Entre una y otra, una China Moses elegante y seductora, repasó algunas de sus canciones predilectas de la historia del jazz vocal femenino sin descuidad su imagen llena de sensualidad y glamour. 

El concierto comenzó con la sorprendente voz de Pee Wee Marquette anunciando la actuación de Art Blakey en el Birdland neoyorquino -y que popularizaran US3 en la intro de su éxito mundial Cantaloop- y continuó con diversos fragmentos de presentaciones y melodías, como se escucharían si alguien estuviera moviendo el dial de una antigua radio. Fue un simbólico anticipo de lo que vendía a continuación. Inolvidables temas de Dinah Washington, Peggy Lee, Esther Phillips o la mencionada Mamie Smith, junto a piezas de composición propia de Moses y Lemonnier, que igualmente rendían pleitesía a toda una era, como Dinah’s Blues o la picarona The Mailman, The Butcher and Me (la versión norteamericana y sofisticada por el halo del jazz de nuestro mito del repartidor de butano, pero ampliada a trío, nada menos). 

Protagonismo especial tuvo la figura de Édith Piaf, de la que se interpretaron tres temas, tal vez por aquello de que el concierto venía patrocinado por la Alliance Française y se celebraba el Año Édith Piaf. Ya cerca del final, y con la excusa de Worksong, hubo tiempo para el lucimiento del comedido Fabien Marcoz con el contrabajo y del finísimo Jean Pierre Derouard con las baquetas. Para entonces se llevaba más de hora y media de actuación, pero el entusiasmo que la propia China Moses había inyectado en la sala la obligó a volver para redondear la noche con Can’t Stand The Rain de Tina Turner y Move over de Janis Joplin. El homenaje a las damas del jazz había eludido con estilo el tópico en un concierto de excelente factura.


Eric Alexander Quartet  en IndyRock (+ datos y fotos)



 

Foto: Susan Stocker / Sun Sentinel
Dr. Lonnie Smith
Las manos mágicas del Doctor
Viernes 8 de noviembre
Por Enrique Novi
Con su perenne sonrisa y su irrenunciable turbante, un complemento que utiliza sin ninguna razón aparente desde que, mediados los años setenta, decidiera empezar a firmar sus discos incorporando el apelativo de Doctor a su nombre, Lonnie Smith deleitó durante más de dos horas de concierto a un público que no tuvo más remedio que rendirse ante la avalancha de buena música que regaló el organista. Dentro del jazz el estilo conocido como soul jazz, una irresistible combinación de jazz y ritmos más bailables como el funk, el soul o el boogaloo, que se caracteriza por la prominencia del órgano Hammond, no siempre ha gozado del reconocimiento de los entendidos pero con los años sí que ha demostrado tener una aceptación más resistente al implacable paso del tiempo. Y dentro de esa corriente, el Dr. Lonnie Smith es, por su dominio incontestable de tan particular instrumento, y con el permiso del desaparecido pionero Jimmy Smith, la figura que con mayor fundamento lo representa.
Así pues, parapetado tras el omnipresente Hammond B-3, y flanqueado por otros dos colosos de sus respectivos instrumentos, el batería Jamire Williams y el guitarrista Jonathan Kreisberg, Smith comenzó su actuación granadina con una introducción tenue, apenas susurrada que fue adquiriendo cuerpo, presencia y prestancia conforme avanzaban los compases para entrar en una dinámica de temas enlazados en los que apenas dejaba espacio para que el público se tomara un respiro y pudiera aplaudir a su gusto. De este modo fue colando melodías conocidas a su antojo, según apetencia, en ese contínuum torrencial de música. Entre los sobresalientes solos y acompañamientos de Kreisberg, la excelencia del toque de Williams, prodigio de dinámica y de ritmo, y los dientes de sierra del órgano, que igual atronaba chirriante con sus agudos o hacía retumbar el teatro con los graves que sugería con sutiliza líneas melódicas casi imperceptibles, fuimos descubriendo tonadas reconocibles como Keep Talkin’, The Turning Point, Slouchin’, And The World Weeps o Pilgrimage.

Cuando cerca del final del concierto los músicos se levantaron para saludar, el público se descubrió aplastado contra su butaca por el vendaval de música que le había ofrecido el trío. Habían pasado casi dos horas desde el comienzo pero nadie iba a renunciar al regalo del bis. Ahí volvió a aparecer Lonnie Smith que agarró su bastón como si fuera una guitarra y sin ninguna otra ayuda instrumental se marcó una pieza que acabó por ser Move Your Hand. Y con el respetable aún boquiabierto el trío se despidió con el clásico Alligator Boogaloo, el clásico que Smith grabo con Lou Donaldson antes de debutar en solitario. Puede que el de este año sea un festival reducido en cuanto a fechas por imposiciones presupuestarias, pero si el nivel se mantiene como en estas dos primeras actuaciones del cartel central, nadie podrá decir que fue una edición menor.

Christian Scott Quintet
Abre bien tus oídos, p*** madero
Jueves 7 de noviembre
Por Enrique Novi

http://christianscott.tv/

Christian Scott nos dejó a todos sobrecogidos cuando lo descubrimos en su primera visita a tierras granadinas. Fue en el Parque del Majuelo de Almuñécar, y además de por su dominio y su pegada, nos cautivó por su actitud, poderosa, desafiante, casi bravucona. Vino entonces precedido por sus provocadoras declaraciones sobre Miles Davis. “No tengo nada que aprender de él” había dicho a una revista poco antes de aquella actuación. Y aunque no parecía la mejor forma de ganarse las simpatías del público jazzístico, tan tendente a la sacralización de sus ídolos, denotaba una actitud que se echaba de menos en el jazz moderno, como es la de pisar fuerte y no disculparse por ello. 
El jueves por la noche ofreció un concierto lleno de garra que sacudió las viejas butacas del Teatro Isabel la Católica, el mejor inicio posible para un certamen mermado por el presupuesto. Comenzó como un huracán, o como un terremoto, que era precisamente lo que sostenía Cecil B. DeMille sobre las películas, que debían comenzar con un terremoto y a partir de ahí ir subiendo. Así mismo fue como se presentó Scott al frente de su quinteto, con una fuerza arrolladora y demostrando que su soplo es tan demoledor y exquisito al mismo tiempo como el del mejor Miles Davis. Lo hizo con Jihad Joe, un tema de su último trabajo, un álbum doble llamado “Christian aTunde Adjuah” donde deja constancia de su enciclopédico conocimiento del jazz tradicional y simultáneamente ofrece múltiples vías de exploración para su evolución futura. No cabe duda de que Christian Scott es una figura fuera de categoría que recupera el orgullo de los grandes maestros de los cuarenta y los cincuenta en más de un sentido. 

Y no le hace ascos a ninguna influencia de la que pueda sacar provecho. Así continuó con West Ok West, un tema con un riff de guitarra por el que hubiera pujado el mismísimo Jimi Hendrix que acabó llevando a ese territorio de fusión con el rock que tan bien dominó el Miles Davis, -sí, otra vez él- de los atuendos imposibles, igualmente fascinado por la energía y el dramatismo de Hendrix. Una música excelsa pero firmemente apegada a la tierra, de vocación urbana y nocturna. Cuando Scott decide tirarse al rock lo hace sin tapujos, a lo grande y sin desvirtuar su jazz. Después siguió con el inevitable Herbie Hancock y con un par de temas de su alabado disco de 2010, “Yesterday You Say Tomorrow”, Isadora y la recurrente KKPD, una canción que ya formó parte de su repertorio en su anterior visita y cuya génesis volvió a compartir con los presentes. Sus siglas son un acrónimo de Ku Klux Police Department, y parece ser un ejercicio de exorcismo frente a una traumática experiencia que sufrió por los abusos de un agente de la autoridad en los Estados Unidos. A juzgar por la mala baba y el poderío con el que soplaba su trompeta, debe guardar aún mucho rencor hacia aquel tipo del que todavía parece estar vengándose.

El concierto lo culminó con una soberbia lectura de Cumulonimbus, hermosa despedida del primer gran nombre del género en lo que llevamos de siglo.



2014
Viernes 7: Branford Marsalis
Sábado 8: Ramón Cardo
Viernes 14: Javier Colina
Sábado 15: Tom Harrel
Domingo 16: Chano Domínguez
2013

Eric Alexander Quartet
China Moses & Raphaël Lemonnier
Dr. Lonnie Smith Trio
Christian Scott Quintet
2012 
Jorge Pardo Sexteto Huellas 
Omar Sosa & Paolo Fresu 
Miles Smiles
2011 

McCoy Tyner Trio con Jose James & Chris PotterChristian McBride Trio 
Stacey Kent 
Dave Holland & Pepe Habichuela con Josemi Carmona
Enrique Valdivieso Band con Ryo Kawasaki & Edith B.
Toumani Diabaté Quartet
Jazz Viene del Sur: David Liebman & Dani de Morón con Guillermo McGill
Roy Haynes Fountain Of Youth Band 
Ray Lema African Jazz Trio


Edicion 2010
Crónicas
Esperanza Spalding 
Chano Domínguez 
Parkerland Nonet con Perico Sambeat 
Charles Lloyd New Quartet
Kurt Rosenwinkel Standards Trio 
Nils Petter Molvaer 
Lovano Europa Quartet 
Wayne Shorter Quartet
Edición 2009

Crónicas
Eddie Gómez Trio
Richard Bona
Brandford Marsalis
Abdulah Ibrahim Trio
Overtone Quartet
Speak Low
Cassandra Wilson
The Missing Stompers
Granada Blues Band con Otis Grand
Disassembler
Erik Truffaz Quartet
Nicola Conte Jazz Combo



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