Julio 2010 sala Supersonic Cádiz
Verificando la tercera Ley de Newton.
por Armando Marín Ruiz. - IndyRock
Fotos Angel Albandea -IndyRock
Nunca segundas partes fueron buenas, quijotesca expresión a la que, en tantas ocasiones, habremos recurrido si alguna secuela cinematográfica no ha sido de nuestro agrado, si se yerra al dar una nueva oportunidad al amor con alguna expareja, o si nos planteamos los por qués del regreso de cualquier formación tras tomar en su día la, innegablemente, ardua decisión de decir adiós. Ajeno en labores críticas a lo que al séptimo arte se refiere, y con las ideas bastantes claras en cuanto a lo que al amor concierne, afirmando que todo el mundo merece una segunda oportunidad, sólo me queda teorizar con criterio durante las próximas líneas, facilitando argumentos con el fin de poner en crisis inicial tópico, en pos de discernir conceptos entre los más dubitativos y discrepar de tajantes opiniones entre los más reacios, siempre desde la humildad y el respeto que caracterizan al arriba firmante.
Resultaba complicado dejar escapar una inmejorable ocasión para vivir en primera persona un histórico momento, el regreso de una de las bandas que atestiguan la época heroica del Indie patrio. Tras una inexplicable desaparición de la escena, sin dejar huella alguna, allá por 1999, fecha en la que los historiadores musicales pueden toparse con su último directo, Amphetamine Discharge anunciaban a principios del mes de julio del presente año su vuelta a los escenarios. El lugar escogido, la sala Supersonic ubicada en la entrañable tacita de plata. La hora para especial cita, las 23:00. Conocedor del recinto, de aquellos que pueden describirse como íntimos, cercanos, familiares, etc. que tanto acostumbran a gustar a los artistas por sentir el estímulo del público ubicado a pie de escenario, con relativa puntualidad, me dispongo a adquirir mi pertinente colocación, con el fin de evitar dejar escapar cualquier detalle, por mínimo que éste fuese. Lástima que el comienzo se demorara en demasía, viéndome obligado a luchar contra el cansancio y el aburrimiento para que éstos no hiciesen mella en mí (no lo conseguí). Tras escuchar de forma íntegra el disco 2 del ‘Forty Licks’ de los Rolling Stones, ‘Colossal’ y ‘Woman’ de los australianos Wolfmother y ‘God save the queen’ de los aguerridos Sex Pistols, las luces se apagan para dar paso a la entrada de la banda de un modo escalonado, puesta en escena de personal agrado, abriendo con una ‘intro’ instrumental iniciada a la percusión por Manolo ‘Mao’ Gómez, seguida por Joaquín ‘Loco’ Díaz a la guitarra solista, completándose la sección de ritmos con Jose Antonio ‘Prima’ López al bajo y cerrando la formación su hermana Aurora, con la estridente bienvenida por parte del respetable. Breves palabras de agradecimiento por nuestra presencia “Gracias por participar en nuestra vuelta después de varios años de ‘Tranquilidad’” y tras un conciso sólo de batería, el espectáculo comienza en formato implacable y visceral con ‘Pleasure’, ‘Brain to brain’ y ‘999’.
Rodeado de un centenar de treintañeros enmarcados en la generación del ‘Teen Spirit’, capaces de mantener por sí solos, el actual circuito de eventos nacionales, esperábamos ser deleitados por un directo, recopilatorio de grandes éxitos por parte de los sevillanos, recogidos en hasta la fecha, sus tres únicos trabajos ‘Rotaflex’ (Roto, 1994), ‘Parking’ (Roto, 1996) y esa rareza titulada ‘We come to smash this time’ (Pussycats, 1998) que reunía revisiones de temas de sus grupos favoritos; inmediata seria nuestra sorpresa al descubrir canciones sin ubicación en nuestros recuerdos y que daban muestras de la inminente preparación de un nuevo trabajo discográfico, seguramente editado con la entrada del nuevo año. Novedosos títulos como ‘High & Low’, ‘“Black-Eyed Nympha”, o “Sand Moon Palace”’ daban muestras de la intención de retomar una tendencia punk-rock de crudeza y primigenia cercanas a sus conocidos espejos (Fastbacks, The Muffs, L7), alternándose con clásicos como ‘Fuzzy rabbit’, ‘Elephant dreams’ o ‘Born hammer’, ejemplos que se alejan de cualquier virtuosismo musical (nunca lo pretendieron), demostrando un excepcional estado de forma cuya apuesta se centraba meramente en lo físico, potencia sin control, y volumen al máximo, anhelando en puntuales instantes, aquellos tapones regalados para el concierto de My Bloody Valentine en el Primavera Sound’09.
Aurora, convertida en una auténtica ‘riot grrrl’, se mostró enteramente desatada, desbocada, y no dudó en desgañitar su característica voz en cada estribillo. Y que decir del incombustible Joaquín con sus espídicos e incendiarios riffs, incitando a desatar toda rabia incontrolada. Por no dejar sin reseñar la intensidad en la sección de ritmos, registrando semejantes niveles de obsesión y sonora agresividad. En mi opinión, la actuación contó con dos momentos clave: ‘Glamour’ esa exquisita joya de su repertorio, en su día escogida por Alejandro Amenábar para la banda sonora de su segundo largometraje ‘Abre los ojos’ (1998) y en cuyo inicio, su distorsionado riff de bajo es capaz de adentrarte en una onírica dimensión lisérgica y evanescente, toda una experiencia colmada de misticismo; la artillería pesada con la que cerraron su primer bis, en donde saltaron a colación ‘Gonna be alright’, su gran hit recordado por todos, en aquel anuncio de KAS, ‘I just wanna kiss’ y dos nuevos temas que prometen ser de lo mejor en su próximo álbum, ‘Heroin look’ y ‘El sapo’ un perfecto compendio de noise, shoegaze e indierock, que harán las delicias de los amantes del género.
Tras 100 minutos de actuación, quedando clausurada por un segundo bis con ‘Molly’s lips’, ‘Teenage’ y ese categórico grito final repleto de furia ‘Action-Reaction’, y demostrando una inusitada seguridad sobre las tablas, la que fue una de las bandas fetiche del underground noventero junto a coetáneas (ya extintas) como The Killer Barbies, Aerobitch, The Pleasure Fuckers o Psilichon Flesh, mostraron interesantes credenciales para recuperar el reinado del Punk-Rock patrio. El regreso de Amphetamine Discharge es ya una realidad y sin lugar a dudas, vienen para quedarse.
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