EN LA INTIMIDAD DE ARIEL ROT
FESTIVAL (A)PHONICA
AUDITORI DE L'ATENEU DE BAYOLES - GIRONA
17 DE JUNIO 2018
TEXTO Y FOTOS: QUIM CABEZA * INDYROCK
En más de una ocasión Ariel Rot ha confesado que su etapa en
bandas terminó y que con el tiempo cada vez le es más difícil
compartir proyectos. Quizá por ello lleve tanto tiempo en
solitario sin las limitaciones que obliga un grupo. Así es como
se presentó en el Auditori de l’Ateneu de Banyoles (Girona), en
solitario y únicamente acompañado de su guitarra acústica y un
piano.
Son más de cuarenta años de carrera profesional; y es que Ariel
Rot es conocido por su larga trayectoria dentro del rock hispano
a bordo de bandas tan emblemáticas como fueron Tequila en los
setenta y Los Rodríguez en los noventa. A partir de ahí, una
carrera en solitario que arrancó en los ochenta sin demasiada
trascendencia para recuperar esa faceta creativa años más tarde
con aquel “Solo Rot” de 2010.
En el precioso municipio de Banyoles disfrutamos del Rot más
íntimo…, sobre un guión que visualizó su amor incondicional por
el blues y el rock’n’roll mientras transitaba por su relicario
de canción de autor donde encontrar excelentes letras que hablan
de desamores, el paso del tiempo o amistades que ya no están. Un
cancionero versátil e interesante, como la vida de un “tipo” que
ha vivido a fondo, tal y como reflejan sus canciones. Desde de
esa precisa e intima proximidad, y sin efectismos ni florituras
se mostró el Rot más sincero, más adyacente… con canciones como
“Lo siento, Frank”, “Baile de ilusiones”, “Debajo del puente”,
“Vagabundo”, “Una casa con tres balcones”, “Dos de corazones”,
“Bar Soledad”, “Mucho mejor” o aquel himno de la etapa con Los
Rodríguez como es “Milonga del marinero y el capitán”.
FOTO: QUIM CABEZA
ARIEL ROT, NOTICIAS ANTERIORES * INDYROCK
LA DULCE MILONGA DE ARIEL ROT
Concierto en Granada, Sala Boogaclub, 23-05-2015
Texto y foto por Luis Miguel Albarracín / IndyRock
Una leyenda del rock and roll en castellano visitó la Sala
Boogaclub. Con letras mayúsculas. Qué se puede decir a estas
alturas que no se haya dicho ya del gran Ariel Rot. La idea del
show era dar un repaso a todo su carrera, sobre todo en
solitario, lo que consiguió con creces.
Continuaba al mando de las seis cuerdas, esta vez regalando
"Felicidad" y acordándose de Elena, dedicada a Lou Reed. Con un
pequeño homenaje a "Walk on the wild side" reverenció a nuestro
neoyorquino favorito. Y para continuar con dedicatorias, fue el
turno de Joaquín Sabina en "Viridiana", con la que nos
transportó a los tiempos de La Mandrágora. El calor en la parte
delantera de la sala era notable, y Rot no se quitaba la
chaqueta, pese a que una fan se lo dijo bien clarito. Con la
preciosa "Los tipos duros no bailan" cambió de instrumento,
deleitándonos con los teclados, donde tampoco lo hace nada
mal.
Con "Para escribir otro final" (un tema sublime) al
más puro estilo Fito Páez, siguieron sucediéndose grandes
momentos. Con "Dos de corazones" dijo que se trataba de un
público excelente. Llegó otro bonita composición, "La mirada del
adiós", en la que incluyó la melodía de "She´s a rainbow" de los
Stones. Ariel se divertía como un niño pequeño y obsequiaba con
pequeñas perlas. A pesar del calor el señor Rot se puso un
pañuelo que le daba todavía más una pose rock. El pañuelo le dio
alas y unió "I will survive" con "Una casa con tres balcones",
acabando con un "Salta" que nos llevó a los míticos Tequila.
Aprovechó para acordarse de B.B. King, Papo, Julián Infante y
Guille Martín, con los que "algún día tocaré un blues en el
cielo".
Fue el momento de dar rienda suelta a lo que él
denominó "speech", con la excusa perfecta de presentar una
canción que trata sobre las groupies y la "dura" vida del
artista. Una de ellas se abalanzó sobre él y le dio un besazo en
toda regla. Todavía se animaba más el cotarro. Contó historias
varias e hizo las delicias de todos. El club seguía abierto. El
tema en cuestión era "Pólvora mojada", en la que el protagonista
acababa con sus rodillas destrozadas.
Con un público entregado desde hacía tiempo, Ariel
volvió a tocar la guitarra en el "Bar Soledad". Otro gran tema
sonó, "Muñeca rota", en la que nos dice que "la vida era una
fiesta hasta que llegaste a los treinta", finalizada con "El
manisero" (el famoso "cucuruchito de maíz") y una jam session en
toda regla.
Cada vez iba quedando menos, pero claro, venía lo
mejor. Con Los Rodríguez y "Dulce condena" se vivieron nuevas
emociones, e interpretó la canción que le inspiró para componer
su milonga más conocida. "Eche veinte centavos en la ranura",
con el profesor Rot enseñándonos el por qué de la temática y
cómo los tiempos han cambiado. Como el final era inminente,
apostó por un "Mucho mejor" en clave de tango muy
acertado.
Tras más de hora y media sobre las tablas llegó su
primer (y único bis). Decidió despedirse con el piano. Eligió la
triste "Cenizas en el aire", y para no dejarnos con mal sabor de
boca nos puso a bailar con la "Milonga del marinero y el
capitán", una gran elección para una despedida que nadie quería.
Casi dos horas de espectáculo aplacaron un poco a las fieras,
pero el stoniano carácter de Ariel crece con el paso del tiempo,
y cada vez se le ve mejor. ¡Qué bien te sientan los años
maestro!
FOTO:QUIM CABEZA
"NUNCA ES TARDE"
Entrevista con Ariel Rot
INDYROCK
Poco ha durado Ariel Rot metido en casa. Apagados apenas los
ecos del tour que realizó hace unos meses con otros dos
monstruos del rock, Loquillo y Leiva, el músico argentino
vuelve a la carretera para ofrecer una serie de conciertos en
los que resonarán los temas de su último trabajo, 'La huesuda'
y también éxitos extraídos de su vasta trayectoria. Cuatro
ciudades -Valencia, 2 de noviembre; Madrid, 7 de noviembre;
Bilbao, 8 de noviembre; y Barcelona, 15 de noviembre- y una
banda de viejos compinches dispuestos a hacer bueno el lema de
la gira, 'Nunca es tarde para el rock and roll'. El cantante
nos revela todos los detalles.
- ‘
Nunca es tarde para el rock and roll' es el título de tu
nueva gira. ¿Qué buscas transmitir con ese lema?
Estamos en un momento en el muchas bandas de rock tienen que
defender su directo en acústico, en formato reducido. Yo quería
reivindicar y tratar de volver a juntar a la banda en eléctrico
para hacer unos shows. Cuando el rock and roll forma parte de tu
vida, cada cierto tiempo es necesario una nueva dosis y esta va
a ser la mía, la de la banda y espero que la del público
también.
-
¿Cómo te planteas esta tanda de actuaciones?
Va a ser un show largo donde quiero tocar muchos temas del
repertorio y tratar de abarcar todos los ingredientes que tiene
que tener una actuación de este tipo: la emoción, el
romanticismo, el humor, la ironía, el ingenio, la fiesta y la
ceremonia del rock and rol.
-
Cuando uno lleva tantos años de carrera, ¿resulta fácil
escoger los temas que deben entrar en una gira de estas
características?
Bueno, hay un tiempo limitado para tocar, por lo menos el que
aguantamos nosotros e incluso el público. No me hacen demasiada
gracia esos conciertos que se hacen eternos. También hay otra
cuestión que lo determina: cómo suena cada tema. Siempre hay
unos que suenan mejor que otros y a veces los descartes se
producen por eso. De repente hay uno que has puesto en la lista
pero cuando lo vas a ensayar te das cuenta de que todavía le
falta un hervor. Yo tengo mi termómetro para evaluar cuáles son
los temas favoritos de mi público. Hay algunos que había
abandonado y que voy a recuperar para esta ocasión.
-
¿Por qué sólo son cuatro conciertos?
Me gustaría hacer un 'never ending tour' y poder estar tocando
durante un año entero porque me lo paso muy bien con mis
compañeros, no solamente encima del escenario sino también en lo
que respecta a la liturgia del rock and roll y de la carretera.
Pero creo que cuatro shows son ya suficientemente arriesgados.
Vamos a ver qué tal salen para poder ir ampliando poquito a
poco.
-
¿De qué músicos te rodeas en esta ocasión?
Con todos ellos he tocado antes. Uno va armando una especie de
familia musical. Algunos van y otros vienen pero con todos te
terminas hermanando porque se convive de una manera muy intensa,
casi fraternal. Todos están ahí. Y los que ahora no están sé que
dentro de un tiempo volverán a estar. En esta ocasión está Osvi
Grecco a la guitarra, un fijo en la banda desde hace más de diez
años; Toni Jurado, gran batería que ha ido y ha venido; Mauro
Mietta, que entró en la gira de Tequila y ya se quedó; y Candy
Caramelo que fue el primer bajista de Los Rodríguez.
-
Tras tres décadas sobre los escenarios, ¿sigue existiendo
el gusanillo a la hora de echarse a la carretera?
Esto tiene algo de adictivo. Hay gente que no lo puede soportar,
que lleva demasiados años en la carretera y que está deseando
llegar a su casa. Y hay quien está deseando salir de casa. A mí
me gusta mantener un equilibrio. Si no salgo a tocar mi
equilibrio emocional y mi sistema nervioso empiezan a fallar,
por lo que es una necesidad casi física.
-
Tu nuevo disco se llama 'La huesuda'. ¿Cómo se consigue
cantar a la muerte sin sonar excesivamente deprimente?
Para cantarle a la muerte con cierta alegría hay que aprender de
los mexicanos. Creo que hay dos formas de encarar a la muerte:
de una manera muy seria o en broma. Yo lo hice muy en broma.
Banalizo y le quito un poco de hierro al asunto. Por eso la
música de la canción fue desde el primer día un corrido
mexicano. Ni siquiera intenté buscar otra fórmula musical para
el texto que tenía, que es una cosa que muchas veces sí hago.
Salió de una manera tremendamente espontánea.
-
¿Qué te movió a revisar un viejo tema como 'Debajo del
puente' para este disco?
Hizo su reaparición en mi vida, en mis conciertos, de una manera
discreta, disimulada, y fue ganando posiciones hasta que
descubrí que era importante volver a recuperarlo. En primer
lugar porque ahí empezó todo para mí, fue cuando acabé con
Tequila y por primera vez hice un disco en solitario. También
porque es el primer texto adulto que escribí en mi vida y lo
alucinante es que es tan adulto que no desentona con los textos
que estoy haciendo hoy en día. Aparte, creo que la letra se ha
convertido en algo tremendamente actual. Por eso considero que
merece la peña reescucharla y reinterpretarla
-
Este es un álbum más íntimo que los anteriores ¿Influyó a
la hora de componerlo el paso a escenarios más recogidos?
Siempre la atmósfera que vas respirando durante los periodos de
composición influye muchísimo en el disco que estás haciendo. El
disco anterior a 'La huesuda' era sólo rock, muy enérgico y
eléctrico, y lo compuse cuando estuve haciendo la gira con
Tequila. Sin embargo 'La huesuda' la compuse en un momento en
que estaba de gira solo, haciendo unos shows con piano y
guitarra. Por eso está tan presente el piano y hay esa atmósfera
íntima y casi confesional.
-
Además del rock, en 'La huesuda' tocas otros palos. ¿Vas a
seguir por ese camino?
Bueno, la dieta musical se va ampliando, empiezas a escuchar
otras cosas y las incorporas a la hora de crear. Lo que pasa es
que a la hora de interpretar mi lenguaje es el rock y eso
difícilmente cambiará. A pesar de que me meta con géneros
latinos o más jazzísticos, nunca los puedo abarcar de una manera
ortodoxa sino bastardearlos desde mi manera de tocar y de
cantar.
-
¿Qué queda del Ariel Rot de Tequila y Los Rodríguez? ¿En
qué has cambiado?
Quedan muchas cosas. Es muy difícil que uno cambie. Se puede
crecer, pero, desde una perspectiva personal y profunda, creo
que la gente no cambia. Para bien o para mal, lo que soy ahora
tiene mucho que ver con lo que era ya en esa época. Me imagino
que ni los años de psicoanálisis podrán cambiarlo.
-
Vienes de una gira con Loquillo y Leiva. ¿Qué cualidades
destacarías de cada uno de ellos?
Loquillo es una bestia del escenario, hace un despliegue de
muchísimo poderío y cautiva. Por otro lado, es un tipo muy
trabajador que se toma muy en serio lo que hace y a sí mismo. Me
gusta mucho conversar con él porque tiene sus conceptos y sus
preconceptos muy claros y muy personales. No se deja llevar en
sus opiniones. En cuanto a Leiva, aparte de ser un chico
adorable, es un gran músico de rock, súper completo y siempre es
placentero juntarse con él para charlar o para tocar.
MARINERO Y CAPITÁN
Por Enrique Novi - IndyRock
Jueves 26 de abril 2012 Sala Forum Plaza Granada Como dice la
letra de La milonga del marinero y el capitán, la canción de
Los Rodríguez con la que cerró su actuación del jueves en la
sala Forum Plaza, Ariel Rot ya no es joven pero es audaz. Y
tal vez por eso, o quizá para sortear los reveses de la
sempiterna crisis, o puede que por todo eso y mucho más, se
presentó totalmente solo aunque rodeado de guitarras y de un
piano para dar un repaso a algunas de las mejores canciones de
su repertorio al margen de los míticos grupos en los que ha
militado, Tequila y Los Rodríguez, aunque de estos últimos sí
se concedió la licencia de rescatar alguna: la mencionada
milonga y la inevitable Mucho mejor (más conocida como Hace
calor), esta en clave de tango arrabalero, a la manera del
Polaco Goyeneche, ambas bien celebradas por el
respetable. En este caso además Ariel interpretaba todos
los papeles, tanto el de capitán como el de marinero, pues es
lo que toca cuando uno ocupa el escenario sin acompañantes. Y
así presenta sus temas, desprovistos de artificio, eliminando
lo superfluo para centrarse en lo esencial. Y buscando la
esencia es como encuentra su alma de rockero, en la que se
cuela también su gusto por el tango, por el jazz, el blues, el
swing o el funk. De este modo arrancó con Lo siento Frank a la
dio un aire de jazz con su guitarra de caja, como hizo con
Dandy, Felicidad o Te busqué. Pronto la sustituyó por la
clásica Gibson SG a la caza del riff rockero, y con ella
cayeron Sin saber que decir, la más antigua de su catálogo,
alguna inédita, y Los tipos duros no bailan.
Puesto a tomar referencias prestadas, pasó de Norman Mailer a
los rockeros granadinos para suspirar “Granada… la única
ciudad del mundo con nombre de arma”. Llegó entonces el
momento de soltar la guitarra para sentarse al piano y
acometer la parte central del concierto, ocupada en gran
medida por las canciones del que para muchos sigue siendo su
mejor álbum, “Cenizas en el aire”, como la homónima, Todavía
es tarde o Dos de corazones. En todas ellas a Rot se le
desliza su corazón porteño, ese deje que aporta un sabor
tanguero al rock argentino en general y al suyo de manera muy
particular. Aún al piano sonaron Una casa con tres balcones y
Pólvora mojada, una de las canciones de su último disco en la
que reflexiona sobre el paso del tiempo y sus devastadores
efectos, a pesar de que en su caso resulta indiscutible que
las nieves del tiempo han sido rotundamente generosas.
De vuelta a la guitarra, esta vez con la acústica, incidió en
el tema con Manos expertas, y completó el set con Bar soledad,
Geishas en Madrid y Eche 20 centavos en la ranura. Para los
insaciables aún quedaban los bises.