Al frente de Deer Tick, John J. McCauley, un notable frontman que bajo su frágil
apariencia esconde una áspera voz con la que trata de fijar una nota distintiva en sus
composiciones, canciones de aire country con letras de tristeza y desamparo o
arrebatadas piezas de rock rabioso, en las que su propuesta ha quedado a menudo
ensombrecida por las múltiples influencias que la impregnan. En su tercer disco,
"The Black Dirt Sessions", su obra más personal hasta la fecha, McCauley parece haber
conseguido, al fin, alzar su voz por encima de la de sus referentes y quiere demostrarlo en
cada concierto. El viernes, en Planta baja, tuvimos una excelente ocasión para comprobarlo. O
no.
FOTOGALERÍA, DEER TICK. PLANTA BAJA. FOTOS: MERCHE S.
CALLE
Los de Providence, Rhode Island, son capaces de cumplir celosamente los mandamientos del rock
vintage, respetar en sumo grado la dignidad y virtudes de Hank Williams, Gram Parsons, The
Band o Tom Petty, cuyos ecos se perciben fuerte y claramente a lo largo de toda la actuación.
Sobre el escenario, el quinteto descarta la quietud y el sosiego predominantes en su último
disco y opta por la electricidad descarada, un impecable trabajo de voces y la confianza
en sus aptitudes como instrumentistas. El grupo perfecto. O no.
No, porque, para quien suscribe, hay en Deer Tick algo de amaneramiento, efectismo y
afectación que impide disfrutar plenamente de su propuesta.
Los granadinos Jordan, a cuya nueva y reducida formación se incorpora Gonzalo Jiménez
(Varaverde, Bisagra), abrieron el concierto con un breve set que bastó para dejar constancia
del carácter versátil, en el sentido más amplio del término, de un grupo que ahora coquetea
con el pop y opta por el vigor a la hora de interpretar en directo unas canciones que
descienden del emorock y las tendencias más experimentales del rock independiente de las tres
últimas décadas y ofrecen una desenfadada lectura de lo cotidiano. A tener en cuenta.
Biografía y datos
Liderados por uno de los 'frontman' más carismáticos del nuevo rock estadounidense, John
McCauley, esta banda de Providence (Rhode Island), solo ha necesitado dos discos -"War
Elephant" (2008) y "Born On Flag Day" (2009)- para seducir a los pesos pesados de la crítica
de su país, con David Fricke -editor de 'Rolling Stone'- y el legendario Greil Marcus al
frente de su club de fans. También a la del nuestro, desde que los descubrieron en el Tanned
Tin de 2008. Su música tiene un pie en el country alternativo, pero prefiere caminar con de
The Shins, Modest Mouse y Bright Eyes que pagar deudas a la de Uncle Tupelo. En ese sentido,
es significativo que para sustituir a su guitarrista hasta la fecha hayan fichado al de Titus
Andronicus. Su ya famoso directo, apoteósico en la entrega y rebosante de espontaneidad,
vendrá a España este año para presentar "The Black Dirt Sessions" (2010), que reflexiona,
emocionando, sobre Dios y la muerte.
El 8 de noviembre de 2010 Houston Party publicó "The Black Dirt Sessions", el tercer disco de
Deer Tick, que han presentado en España en 2011.
Se trata de un álbum especial, por muy esperado y por muy acabado. No en vano estamos ante un
cuarteto que, liderado por uno de los 'frontman' más carismáticos del nuevo rock
estadounidense, John McCauley, y provenientes de Providence (Rhode Island), solo ha necesitado
dos discos -"War Elephant" (2008) y "Born On Flag Day" (2009)- para seducir a la élite de la
crítica de su país. Hablamos de gente como David Fricke, el editor de 'Rolling Stone', y del
legendario Greil Marcus, ambos fans absolutos. Ahí también milita Brian Williams, el
presentador y editor de "NBC Nightly News", melómano reconocido y considerado por la revista
"Time" una de las cien personas más influyentes del mundo. Insistimos: todos fans absolutos de
McCauley y compañía. Pero ellos, Deer Tick, ni se inmutan ante tanto halago VIP. Porque siguen
alimentando su apoteosis a ras de suelo, con conciertos que caminan sobre el alambre de la
espontaneidad y el incendio rockero y aseguran lluvia de cerveza y confeti a las primeras
filas.
Viven en la carretera y se ganan el crédito de la calle en la calle, no en los despachos. Y
mientras, siguen creciendo en el estudio, como confirma "The Black Dirt Sessions" (llamado así
en honor del estudio neoyorquino donde lo grabaron, a finales de 2009), que suena al dente,
con el cuarteto, al que se ha incorporado Ian O'Neil, hasta ahora guitarrista de Titus
Andronicus, desparramándose sobre los surcos, disfrutando en medios tiempos en estado de
gracia. Solo hay que escuchar la versión que hacen en el nuevo disco de "Christ Jesus", un
tema de su debut, para ver cómo han avanzando por la senda del estremecimiento.
Deer Tick editan Negativity a través de Partisan Records el 1 de octubre de 2013 en
España. Al álbum le precederá un nuevo single, y cabecera del disco, “The Rock”
Negativity marca el quinto álbum en la discografía de Deer Tick, y divino sucesor del aclamado
Divine Providence (2011).
Cada nuevo disco de Deer Tick ha constituido un progresivo peldaño hacia nuevos frentes
musicales para John McCauley y la banda de Providence, Rhode Island (guitarrista Ian O’Neill,
bajista Christopher Dale Ryan, teclista Rob Crowell, y batería Dennis Ryan), pero Negativity
representa un avance épico en virtualmente todos los frentes. Grabado a principios del
presente año en Portland, Oregon, con el legendario productor/músico Steve Berlin (Los Lobos,
The Blasters, e integrante del proyecto paralelo de John McCauley el pasado año, Diamond
Rugs), este álbum es el trabajo más personal hasta la fecha de McCauley, a la vez que el más
innegable e universal del grupo, su famoso estilo musical despreocupado se refina aquí en un
todo gloriosamente cohesionado.
Negativity se forjó sobre el curso de un cargado año 2012, un annus horribilus, en el cual el
padre de McCauley fue proseguido por conspiración y fraude fiscal, y finalmente sentenciado a
prisión. Por si no fuera suficiente, el compromiso matrimonial de McCauley se derrumbó por el
peso de su propia conducta plagada de excesos y su imposible estilo de vida. Como todo
auténtico artista, McCauley canalizó su furia, tristeza y pesadumbre en su obra artística,
resultando en lo que puede declararse con toda seguridad como su más fina colección de
canciones hasta la fecha, ferviente y personal y pináculo de madurez, tanto como vehículo de
expresión emocional como de pureza compositiva.
Deer Tick – sonando tan seguros de sí mismos como uno podría esperarse de un grupo conocido
por pasarse un par de centenares de noches al año sobre el escenario – hacen más que igualar
la fuerza del material, tomando un ángulo más detallado que en algunos de sus vertiginosos
álbumes del pasado. Desde su brillante pop barroco en “The Dream’s In The Ditch” (El Sueño
Está En La Cuneta) hasta el sensacional “Trash” (Basura) al puro estilo Memphis, Negativity
abre un puente estilístico que cabalga entre un punk ebrio, AM gold, bar-and-blues, country
soul, y cualquier otro género que guste al grupo, fusionándolo con su característico e
inconfundible rock’n’roll profundamente americano.
Pese a que Deer Tick han sido justamente loados por sus juergas estrepitosas y su combustión
fervorosa, Negativity arroja un cañón de luz sobre el lado más tierno y matizado del grupo,
con notables puntos destacados que incluyen su balada sobre una ruptura emocional lacerante,
“Hey Doll” (Oye Muñeca) e “In Our Time” (En Nuestro Tiempo), un country lacrimógeno atemporal
que presenta un dueto vocal con una buena amiga de McCauley, la cantante/compositora Vanessa
Carlton. Primordialmente desgarrador, victorioso, y ciertamente, colmado de vitalidad,
Negativity representa el punto más álgido de Deer Tick – la colección definitiva de un grupo
irremediablemente dirigido por una fe inmortal en el perenne poder redentor y transcendente
del rock’n’roll.
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