FOALS
30 de noviembre de 2008 Sala Mynt Madrid
por
Alvaro Marcos - IndyRock
Fotos Aaron Palazón - IndyRock


La noche no pintó bien para Men Called Him Mister, que con una
sala que empezaba a rebosar tuvieron la malísima pata de tener
que lidiar con unos problemas de sonido que acabaron dejándolos,
literalmente, sin voz. De nada sirvió el empuje y la actitud que
pusieron y, acosados por el horario, tuvieron que abandonar el
escenario sin poder resolver los problemas y con un cabreo
encima más que comprensible. Por entonces no eran pocos los
asistentes que estaban aún avanzando parsimoniosamente en la
cola para poder entrar (¡no diga cola, diga Sinnamon!).
Así las cosas, la salida de Foals se hizo esperar lo suyo entre
nuevas pruebas de sonido y reajustes técnicos: ahora bien, en
cuanto Jack Bevan le sacudió unas cuantas veces al bombo para
chequearlo, la reacción enfervorecida que acompañó su gesto
debió darles ya a los de Oxford una pista de la entrega
incondicional con la que podían contar esa noche por parte del
respetable. Aunque en el arranque del concierto aún les faltaba
algo de chispa y relajación porque seguían aprovechando para
controlar volúmenes de micros y monitores, avisaban ya de la que
se venía encima, y, ya a la segunda, con French Open, una de sus
mejores canciones, de cadencia obsesiva, casi tribal, comenzaron
su puntillosa demolición sonora de la discoteca Mynt hasta no
dejar piedra sobre piedra (que es lo que tienen toda la pinta de
llevar haciendo allí por donde pasan). Y es que Foals son muy
buenos. El viernes pasado lo demostraron también en
Madrid.
Cuando están tocando, cada uno de ellos irradia energía e
inteligencia a partes iguales. Son uno de esos grupos con la
rara cualidad de generar la sensación de que en el escenario
siempre está pasando algo y que ese algo merece la pena, de que
la inercia nunca depreda la intención. Como sección rítmica,
Jack Bevan y Walter Gervers componen una columna vertebral
granítica y poderosa (la batería está siempre a un volumen
bestial), sobre la que se cruzan cómodamente los punteos
afilados y limpios de Yannis Philippakis y Jimmy Smith (herencia
de su antigua militancia math rock en The Edmund Fitzgerald),
mientras que Edwin Congreave colorea las partes más ambientales
y espaciales con su Korg MS20, un teclado y su batería de
pedales. De esa particular mezcla de precisión quirúrgica y
cerebral por un lado, y de desenfreno teen y raver por el otro,
brota un estilo propio, repetitivo y no particularmente
complejo, pero potente hasta apabullar, endiabladamente rítmico,
efectivo y muy disfrutable. De hecho, en directo están mucho más
cerca de las pistas de baile que de Battles o influencias
confesas como Can o Harmonia, pero se pulen de largo al flamante
batallón brit de bandas post-punk.
En Madrid tocaron como salvajes y de memoria, con la entrega y
la precisión propia de un grupo de veinteañeros que llevan 18
meses recorriendo todo el planeta con su primer disco, Antidotes
(Trangressive 2008) y a punto de regresar a sus islas natales.
(Si te lo perdiste no sigas leyendo que viene la parte que
duele).
La audiencia bailó, gritó, saltó desde el escenario y coreó hits
como Cassius, Two Step, Twice y Red Socks Pugie... Mientras, el
pequeño Philippakis, erigido tras su modernísimo flequillo en un
maestro de ceremonias carismático y eléctrico, supo bien donde
apretar las tuercas: guitarra en ristre, salió a darse un garbeo
entre la muchedumbre sudorosa ya en Balloons, para acabar, en
Hummer, recorriendo cuan larga era la barra del bar, para
jolgorio y delirio absoluto de toda la sala (exceptuando tal vez
camareros y encargados). Regresaba con puntualidad inglesa de
sus aviesas escapadas en el preciso instante en que le tocaba
volver a cantar sobre el escenario. Ambas canciones fueron
posiblemente el clímax de una actuación vibrante e intensísima,
que duró una hora escasa y supo a poco a la mayoría, que pedía
el bis. A que no lo hubiera pudieron contribuir varias razones,
desde que apenas les quedaba repertorio, a que los encargados de
la sala no tuvieran ganas de más paseos por las alturas...
Eso sí, nada más acabar, ya se podía ver a los miembros
saludando a la gente y departiendo con quien se les acercaba.
Encima, amables y atentos. Bravo.
Foals – Total Life Forever 2010
por
Abel Guerola - IndyRock
Si por algo se ha caracterizado la música de los últimos años es
por la gran cantidad de bandas que publican discos de debut
excelentes y que, desafortunadamente, se desinflan tras su ópera
prima. A esa larga lista puede que haya que sumar a los
británicos Foals, cuyo segundo álbum cogerá por sorpresa a los
que les gustó su debut.
“Antidotes”, su opera prima, se convirtió en un disco magnético
y muy efectivo por conseguir conjugar el math-rock con el rock
para pistas de baile que tanto gusta hoy en día. Tal vez se
aprovechó un poco del momento y de lo coyuntural, pero funcionó,
y de qué forma.
En “Total Life Forever”, resulta evidente que el cuarteto de
Oxford ha querido crecer en casi todos los sentidos. En su nueva
grabación todo suena más serio, más ambicioso y también más
profundo y arriesgado. De hecho, más de un oyente se quedará
perplejo al comprobar que hay varias canciones de más de seis
minutos de duración y que abundan los sintes de sonido
ambiental.
Indudablemente, el grupo ha ganado en originalidad y se intuye
que han hecho lo que realmente han querido, pero en esa maniobra
han perdido mucho gancho. Y no se trata tan sólo de que “Total
Life Forever” no tenga la vocación rompepistas de su predecesor,
es que demasiado a menudo el disco se sumerge en un fanguizal
atmosférico en el que es fácil que se acabe perdiendo el interés
y desconectando.
FOALS, banda formada en 2006 por Yannis Philippakis (voz,
guitarra), Jimmy Smith (guitarra, teclados), Walter Gervers
(bajo), Jack Bevan (batería) y Edwin Congreave (teclados) es sin
duda uno de los grupos de rock del momento con un directo tan
arrollador como sutil.
Autores de los álbumes de estudio: 'Antidotes' (2007), 'Total
Life Forever' (2010), 'Holy Fire' (2013) y el flamante ‘What
Went Down’ (2015)
Para este nuevo álbum, los autores de éxitos de la talla de
'Balloons', 'My Number', 'Inhaler' o 'Spanish Sahara' reclutaron
a James Ford (productor de Arctic Monkeys, Florence & The
Machine, Jessie Ware o Mumford & Sons) y se retiraron juntos
al sur de Francia para grabar las nuevas canciones en un
molino-fábrica rural del siglo XIX. El resultado es un álbum
intenso que en momentos suena desgarrador hasta los extremos,
hasta rozar la locura. En cuanto a las letras, Yannis se ha
centrado en temas como la identidad cultural, la ansiedad
generacional, el cinismo, el pesimismo y la angustia. "Quería
aprovechar mi locura interior y sentir que estaba canalizando
una especia de criatura febril", declara el líder de la banda.
‘Inhaler’ ha sido producido por la pareja de
ingenieros de rock más célebre de la pasada década, Flood y Alan
Moulder (Depeche Mode, NIN, Smashing Pumpkins, U2, etc). Grabado
en los míticos estudios Assault & Battery de Willesden,
Londres; convertidos en jardín botánico para la ocasión con tal
de subir el nivel de humedad creativa; el tratamiento que Flood
y Moulder han aplicado a las canciones consigue edificar un
vasto espectro de texturas oscuras (The Cure is there) y tintes
progresivos… Materia épica como lazo último y ornamental a unos
textos que rebozan existencialismo, mezcolanzas de iconografía
bizantina y delirios pre-apocalípticos.
Discografía
Antidotes 2008
Total Life Forever 2010
Holy Fire 2013
What Went Down 2015
Everything Not Saved Will Be Lost - Part 1 2019
Everything Not Saved Will Be Lost - Part 2 2019
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