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LOS GARDELITOS
Familia, barrio y rocanrol
por Tomás Astelarra - IndyRock
Llenan estadios con producciones independientes, no dan
entrevistas, no hacen videos, su público tiene la fama de
marginalidad que alguna vez cargaron los Redonditos de Ricota.
Korneta (cantante y líder de la banda) se ha transformado en un
mito que algunos comparan con el de Luca Prodan. A cinco años de
su muerte, la banda estrena Oxígeno, su primer trabajo en
estudio desde entonces. Tomás Astelarra se acercó a verlos,
charlar y descubrir porque algunos dicen que es la última banda
con mística del rock argentino.
Según cuenta la historia, el Korneta (Eduardo Suárez) vendió la
rotisería familiar y la camioneta con la que hacía los fletes
para grabar el primer disco de Gardelitos. Había formado la
banda tres años antes, en el 95, con sus dos hijos adolescentes
(Eli en guitarra y Bruno en batería), además de Jorge Rossi
(bajo). Su mujer July se hizo cargo del lugar del manager.
Arrancaron con una larga serie de shows domingueros en Parque
Centenario, ante las críticas de los artesanos por convocar un
público que fumaba “faaaaaaaso”. Presentaron Gardeliando con una
gira interbarrial por el conurbano. Hicieron un rito de tocar
los 25 de Mayo para los pibes de Ciudad Oculta repartiendo
chocolate con churros o locro.
Después firmaron con Sony.
Dicen que el Korneta convenció a la compañía de grabar dos
discos por el precio de uno. Pero no pudo convencerlos de que le
financiaran una gira veraniega por la patagonia (había que
esperar a la salida del material, sostenían prudentemente en la
disquera). Dicen que Korneta usó el adelanto de la grabación
para comprar una camioneta y salir rumbo al sur con la banda.
A pesar de la salida de “Fiesta Sudaka”, el contrato termino por
romperse. Dicen que en Sony Estados Unidos todavía preguntan a
la filial argentina donde están las grabaciones originales de
esos dos discos que ellos tienen registrados de un tal
Gardelitos con un gasto de unos cuantos miles de dólares sin
ninguna contraparte a cambio.
La Banda
En el 2002, luego de que Bruno dejara la agrupación tras una
serie de ataques de esquizofrenia, la formación quedó conformada
por dos parejas de padre e hijo. Korneta y Eli, más Horacio y
Martín Ale (batería y bajo respectivamente). El 12 de mayo del
2004, después de varios días de desaparecido, Korneta apareció
muerto. Se había golpeado la cabeza borracho con un medidor de
gas.
Su figura comenzó a crecer entre los seguidores de la banda
hasta convertirlo en un mito que orilla el de Luca Prodan o
Tanguito. “Oh oh oh es el Korneta rocanrol”, gritan los
fanáticos de Los Gardelitos guardando en imagen de estampita (o
sello postal) el recuerdo de ese viejo que se vestía de traje
para tocar en las villas, el Borda o la cárcel de mujeres de
Ezeiza.
Pocos días después, la banda en forma de trío presentaba en
Cemento “Tierra de Sueños”, aquel disco de la promoción 2x1 para
Sony.
Salvo “Ahora es nuestra ciudad” (en vivo en Obras en el 2006),
no volvieron a grabar otro disco. Siguieron tocando los mismos
temas (incluso con el mismo orden) durante casi cinco años. Pero
el público siguió creciendo hasta llenar, con una producción
independiente y sin gran difusión, el estadio de All Boys con
10.000 personas en el 2006.
No suelen hablar con la prensa, no graban videos (pero el año
pasado Adrián Caetano se acercó para filmar un documental sobre
su carrera). Su público tiene la misma fama de marginalidad que
alguna vez cargaron las huestes ricoteras.
Octubre 2008. En Flores, entradita la tarde, los bares de las
cercanías se protegen con rejas a la espera del concierto.
Adentro la banda prueba sonido. Eli, aquel hijo adolescente de
Korneta, ahora transformado en cantante y líder de la banda, se
acerca a saludar.
A pesar de sus treinta sigue teniendo cara de adolescente.
Quizás uno de esos pibitos que se acercan a la feria de Parque
de Centernario en busca de una pulserita. De pelos largos y
enrulados, barba, jeen y un saco de motivos jujeños.
Habla despacito, como si estuviera a punto de quebrarse.
Pregunta por Hecho en Buenos Aires, por la situación de Bolivia,
por Genoveva, que es la vendedora a la que todos los meses le
compra la revista, habla de Pizarnik y Violeta Parra, de las
traiciones de la mayoría de los ídolos rockeros, parece más
interesado en preguntar que en ser interrogado.
Dicen que es extremadamente meticuloso, formal, que no habla con
muchos, que rechaza (sin importar el dinero) fechas que sean
demasiado esfuerzo físico para la banda y sus colaboradores.
Cuentan aquella vez que fue imposible convencerlo de dejará de
lado al menos por una vez el mítico traje de la banda. Era pleno
verano. Mediodía. Y sólo había veinte personas para verlos en un
plaza de un pueblo perdido de Mendoza.
Está leyendo “Corazones Cautivos (La vida en la cárcel de
mujeres)” de Marta Dillon. Quiere estar informado, porque hay
una propuesta para tocar el día de la madre en Ezeiza.
En el camarin hay yogur, leche chocolatada y facturas. En la
puerta a las nueve en punto se escucha la orden de empezar.
“Pero apenas tenemos 400 entradas cortadas y hay por lo menos
1000 vendidas”, se queja uno de los organizadores. “Viste como
es Eli. Quiere empezar puntual. Habrá que acostumbrar a los
pibes a llegar temprano”, le responde sin inquietarse Gustavo,
el actual manager de la banda.
Es abogado. Korneta le cayó un día a su estudio de barrio.
Quería hacerle un juicio a Sony. Le dijo que en un rato volvía
con su hijo. Pero que él simulara conocerlo (su hijo era medio
desconfiado). “¿Qué haces Trompeta?”, cuenta Gustavo que fue el
efusivo saludo con el que lo recibió. Desde entonces es parte
fundamental de la banda. Él y toda su familia. Todo es familia
en Gardelitos. Y barrio (Bajo Flores).
El público
El show es el de cualquier power trio moderno (“es solo rocanrol
pero me gusta”, dirían los stones). Las letras hablan del Che
Guevara, el Subcomandante Marcos, Latinoamérica, la marihuana,
los jóvenes sin futuro, la sociedad consumista, las telenovelas
y los cien barrios porteños. Nada especial, pero dicho con una
claridad abrumante. Aunque sin el uan, tu, fre, for de los
Ramones, los temas pasan uno detrás del otro sin un solo
comentario del cantante. De vez en cuando algunos momentos de
silencio mientras se acomodan las pedaleras. Los pibes (que no
pasados los veinte minutos de show ya colmaron la sala) se toman
alguna birra, las chicas se trepan a los hombros, cantan las
letras con devoción. No hay riñas, siquiera algún barandazo de
paraguayo.
El show transcurre sin sobresaltos.
¿Y por qué tanto mito con su público?
La fama de bardo es más prejuicio que otra cosa. Porque
los pibes hace varios años que son re tranquilos. Larralde decía
que a la gente que es pobre se le dice gente humilde, y una cosa
es ser pobre y otra es ser humilde. Pobreza es lo que sobra,
humildad es lo que falta, decía el tipo. Te quieren hacer sentir
que porque sos pobre hay que bajar la cabeza. Así también cuando
quieren te escrachan y te dicen vos por ser pobre sos un bardo.
Yo vi una vez un músico de rock popular muy importante diciendo:
yo me quiero sacar de encima a la villa. Es parte de los mismo
que es dividir, cuando el rock se supone que rompe barreras
sociales, generacionales, culturales, tiene una tendencia a
atravesar esas fronteras.
Fue siempre lo que irradió Korneta en el escenario y en las
canciones y es la base de Gardelitos: para diferenciarte del
resto simplemente tenes que ser vos mismo. Hay bandas que no
disfrutan la música sino que están más pendientes de lo que el
éxito genera. Y es bastante triste ver que un músico piense así.
Gente que te dice: porque no le das un sonido mas así que es lo
que está pegando. Y capaz ni le gusta eso. Pero ellos piensan
que te están tirando una como decirte: che por qué no te pones
un negocio de pollo al spiedo que es lo que está saliendo. Y el
arte fundamentalmente me parece que fue, es y va a ser lo que
uno siente. No solo es por criticar a las demás bandas. Es
también para que no nos pase a nosotros, cualquiera puede tener
esas debilidades.
Quizás ahí está el apoyo del público que los ha bancado
tantos años sin un disco nuevo, sin prensa, sin grandes
compañías apoyándolos.
Ha tenido mucho que ver con el hecho de que sigamos adelante con
el grupo. Es como que te va cargando de una energía que no
estaba prevista. Uno a veces le cuesta bastante seguir adelante
en una situación así. Pero como que van marcando un camino, eso
está bueno. Nos aceptan como somos. No están pidiendo que seamos
una copia de los Redonditos o los Ratones. Respetan nuestra
identidad. Nos da libertad a nosotros para jugar con la música.
El tema que se transforme en algo exitoso el rock es un arma de
doble filo. Porque también empezó a entrar en una comodidad que
puede llegar a ser muy contraproducente con el hecho de generar
cosas. Hay que ser concientes de los tiempos que corren. Y a
veces te terminas aislando pero las cosas se van dando para eso.
Uno trata de encajar y no encaja, y no podes forzarlo.
Lo de la independencia fue más una consecuencia que una decisión
o una bandera para levantar. Llega un punto donde te sentís
rechazado, pero igual querés seguir para adelante con lo que
tenés para decir. Y hay que utilizar tu instinto de
supervivencia a todo esto que está tan impuesto y empezar a
buscar caminos alternativos. Nosotros nunca decimos que no a
nada. No decimos que no vamos a trabajar más con una
multinacional. Pero hoy por hoy la libertad que estamos teniendo
está buena y aparte va avanzando cada vez más esa especie de
maquinosidad con respecto a la música y el sonido y a las
posturas de las bandas de rock y cada vez te dejan menos margen
para expresarte. Porque más que una expresión termina siendo
casi como una caricatura de si mismo. A pasado a formar parte de
la falta de propuesta general. Está más cerca de despertar un
bostezo que un grito de rebeldía. Eso es peligroso para
todos.
A pesar de la rebeldía se ve una postura de contención en
ustedes hacía el público desde lo escénico. No tanta arenga y
más mensaje.
Siempre existió una actitud dentro de nuestras limitaciones de
respeto a la gente. La idea de incorporar los trajes al show
tiene que ver con eso. Además de ser una especie de homenaje a
lo que es la generación de nuestros abuelos y el tango, tiene
que ver con una cuestión de respeto. Hemos ido a tocar a Ciudad
Oculta o a Villa Jardín, barrios de bajos recursos. Y no porque
estamos tocando en una villa vamos a subir con el pantalón roto.
El tema de estar más tranqui en el show fue decantando con el
tiempo. En un momento estábamos bastante sacados con una
necesidad de comunicarnos de forma compulsiva. Fue una etapa pre
Cromagnon, donde estaba esa sensación de a punto de explotar.
Justamente hay un tema en el disco que se llama Mezclas Raras,
que es el que yo escribí. Es de unos meses antes, y habla de esa
falta de unión que podemos llegar a tener nosotros como
sociedad, o como banda de rock o como movimiento, parte de un
todo. Esa actitud de mandar todo a la concha de su hermana, no
nos importa nada. Como una especie de abandono de esta
generación que está necesitando un lugar y creer que puede
existir un mañana. Durante dos mil años se viene acumulando una
paranoia sobre el fin del mundo y nosotros terminamos pagando el
pato sobre unos miedos que se vienen arrastrando hace un montón.
Y parece que nunca tuviéramos oportunidad de poder ver un
horizonte. Eso produce también como una especie de angustia que
se transforma en bronca y sale para cualquier lado. Es verdad
que uno termina meando fuera del taro. Pero tampoco es que uno
de la nada salió con esa forma.
El disco.
En una pensión de Once (donde vive Maxi, familia, barrio,
productor independiente que organizó el show de All Boys, ahora
encargado de distribuir Oxígeno) florecen cajas de discos con la
ilustración de una bella mujer embarazada a punto de parir el
mundo en medio de una tormenta. El 17 de octubre Gardelitos sacó
a la calle su primer disco post Korneta (todos los temas salvo
uno son composiciones de él). Lo van a presentar en noviembre en
su ciudad natal, San Martín, Mendoza. Y en diciembre en el
Microestadio de Argentinos Juniors.
“No podemos quedarnos en una eterna nostalgia o en un homenaje a
lo que fue sin tener en cuenta lo que puede llegar a ser. Yo me
había enterado a través de un programa que tiene Galeano en la
tele, de unos indígenas que cuando uno fallecía no los nombraban
más, borraban ese nombre de su vocabulario, porque esa persona
pasaba a formar parte de ellos pero con otro nombre y otra
forma.
La etapa de la banda pasa por ese lado. Cuando uno mira hacia
delante, el horizonte puede aparecer bastante incierto teniendo
en cuenta que siguen siendo prácticamente todos los temas del
Korneta. Uno se puede llegar a preguntar esta banda hasta donde
puede llegar así. Sinceramente lo que más tenemos en cuenta es
lo que sentimos y lo que nosotros hemos asumido como compromiso.
La gente tiene un concepto a veces bastante ridículo de lo que
es el éxito, y que va de la mano con lo que sería el fracaso. Y
uno por suerte trata de sacar sus propias conclusiones. Y no
guiarte por lo que tenés que pensar.
Es bueno que halla este tiempo justamente para eso. El trabajo
no nos agarra de sorpresa. En los dos sentidos, ya si el disco
tiene éxito (entre comillas) y genera ciertas situaciones que
nosotros creemos falsas. Vamos a tratar de no creer en esas
situaciones y seguir siendo fiel a lo que nosotros todos
llevamos adentro. Y si genera un fracaso (entre comillas) porque
no tiene la respuesta que se espera, los mismo vamos a tener un
concepto sobre eso. Ya la palabra éxito no es muy buena, pero el
éxito nuestro a es poder seguir adelante. Si hiciéramos cosas
que no nos gustan a nivel musical o social nos volveríamos a
plantear si tenemos que seguir adelante. Pero si eso como
consecuencia genera que podamos vivir de la música, bárbaro.
Pero no es la revés”.
La voz pausada y pacita de Eli sale entre sorbos de café en un
porteñísimo bar de Caballito. Sin embargo sus palabras firmes
pero sin juzgar (y cierta paciencia en el relato de su caminar
al margen de los ritmos que impone el presente) me hacen
relacionar por momentos al pibito con algún un joven líder
indígena de esos que abundan por Latinoamérica. En La Guajira,
esa península al norte de sudamérica a donde quería llegar el
Che Guevara en sus diarios de motocicletas, la etnia wayuu
realiza dos entierros. Los dos son celebraciones familiares (de
barrio, comunidad) con mucha música y comida. En el tiempo entre
las dos es permitido invocar al difunto cuantas veces sea
necesario. Después del segundo entierro, los mayores comienzan
su viaje transformados en estrella. Ya son parte del todo.
¿No se te hace muy pesada la mochila? Digo, esta herencia de
tu viejo, el grito de rebeldía del rock, los pibitos que los
siguen, la sociedad…
La verdad que uno siempre duda bastante pero le da para
adelante. Siempre estás tratando de redefinir desde vos mismo
ciertos términos. Aún a la hora de componer. Yo puedo componer
las músicas, lo he hecho. Pero las letras las hacía el Korneta,
y las hacía bien. No tuve necesidad de eso. Igual que el lugar
de líder que es algo de lo que siempre hemos renegado por una
cuestión ideológica. Después lo vi como que un líder no
tiene que ser una especie de patrón o gobernante, sino que es
más un servidor a favor de todos, una guía. Bastante me tocó
asumir el lugar en la banda. Pero esa timidez se termina
transformando en temor. Por suerte como que nos vamos apoyando
entre todos. Me gusta bastante consultar las cosas. A veces los
vuelvo locos porque soy medio dudoso, pero me doy cuenta
también que es algo que hay que superar. Hay que tomarlo con más
calma. Igual a veces me pongo un poco loco. Pero estoy tratando
de bajar un cambio con eso. Porque a la confusión no le podes
responder con confusión. Hay que encontrar un poco de calma en
medio de la tormenta. Tengo que respetar no solo mis propios
tiempos sino también el de los demás. En el Champaquí (el cerro
cordobés) había un dibujo y una frase en idioma indígena, y me
contaron que los tipos tenían un dicho que decía: si yo soy
feliz y mi hermano no es feliz, entonces yo no soy feliz. Eso es
algo que hace falta a nivel humanidad. Esta bueno ir
juntos. Hay culturas que pueden aceptar a la muerte como parte
de la vida, de un todo.
(revista Hecho en Buenos Aires, Marzo 2009)
Estadio Pepsi Music (Ex estadio Obras).
Junio 2006.
Crónica:
Gastón Moreno
Fotos:
Agustina Morillo
Era la segunda de tres funciones que Los Gardelitos realizaron
en el templo del rock argentino, esa banda que supo fusionar el
rocanrol con una de las expresiones culturales más argentinas:
el Tango. La fecha del recital muy emblemática por cierto, se
cumplían 71 años de la muerte de Carlos Gardel; ese que cada día
canta mejor.
Para cualquier banda llegar a tocar en Obras es un paso
importantísimo, ¨Los Gardeles¨ hacia tiempo que podían llenar el
estadio con su gente y su música. Pero esperaron el momento
justo, la idea fue aprovechar para grabar disco en vivo y un DVD
con las imágenes registradas en las dos primeras
presentaciones.
Faltaba poco menos de media hora para el inicio del show y el
estadio aún no albergaba a más de 500 seguidores. Pero a nadie
le preocupaba era claro que el único motivo que retrasaba a la
gente era que la Selección Argentina jugaba en el recién
terminado Mundial de fútbol, hasta en el estadio se pudo ver el
partido que fue proyectado en las pantallas.
Para cuando las luces se apagaron no entraba un alfiler,
plateas, populares y campo cubierto de miles de seguidores, que
disfrutaban de una escenografía increíble simulando el infierno
mismo a cargo de Daniel Cardell escenógrafo que también decora
los escenarios de LA RENGA y CALLEJEROS.
La lista de temas parecía interminable, este festejo gardeliano
por los diez años de historia de la banda repasaría muchísimas
canciones. Todo comenzó con "Introducción Gardeliana",
donde el conjunto fue acompañado por un grupo de cuerdas, una
pareja de bailarines de tango, teclado y percusiones ubicadas
por encima del escenario simulando que bajaban de los cielos
como un coro de ángeles. En contraposición con tanto demonio de
la escenografía. ¨Anabel", "Los chicos de la esquina", "Amando a
mi guitarra", "Serás mi mujer" y "Lo que mis vecinos creen",
"Llámame", "La calle es un espejo", "Libertad condicionada", "No
puedo parar mi moto" y "Máquinas viejas", "Hay que enterrarlos
vivos" y "América del sur". Uno tras otro con solos de
bajo y guitarras de mas de 3 y 4 minutos.
"Ciudad descalza", "¡Y todavía quieren más!" y "El reloj"
tendrían un invitado de lujo: el señor Willy Crook los
acompañaría con su saxo.
La lista seguía y seguía, nadie podía parar de saltar y de
querer dejar sus gritos plasmados en la grabación.
El cierre del show fue desbastador con "El sobreviviente"
(tema nuevo), "Cobarde para amar", Los Querandíes", "El último
hombre del bar" y "Gardeliando".
Las sonrisas de los presentes brillaban en la oscuridad,
acababan de presenciar uno de esos shows que marcan un antes y
después en una banda. A los Gardelitos los golpeó la desgracias
con la muerte de "Korneta" pero la fuerza y el compromiso no
declinaron jamás.
Desde arriba "El Korne" se debe haber juntado con "El Zorzal
criollo" para ver cómo eran homenajeados, sus memorias se
mantienen bien enaltecidas igual que sus canciones.
Biografía:
por
Juan Babino
La historia de "Los Gardeles" (como lo llaman sus
seguidores) habla de una familia de Bajo Flores. En realidad,
varias familias que dejaron todo por la música.
Corría el año 1995 cuando Eduardo "Korneta" Suárez, vio en sus
hijos (Eli y Bruno) el mismo talento que él. Pero Korneta
descubrió algo más, un proyecto a largo plazo que iba a
involucrar a todos: la formación de una banda.
Ante la falta de recursos económicos, "el Korne" no dudó en
arriesgarlo todo al vender la camioneta fletera y la rotisería
familiar. Junto con Jorge Rossi (hoy Intoxicados) a cargo del
bajo, se presentaron en forma gratuita durante más de 50
domingos en el Parque Centenario de Capital Federal, lugar
utilizado por las bandas under para pisar escenario y hacerse de
su primer público.
Los Gardelitos sufrieron algunos cambios, Bruno y Jorge se
fueron a probar suerte por otros rumbos. Juan Carlos Medina que
había ingresado para encargarse del bajo, después de varios
años, también dejó la banda. Entonces en una presentación
realizada en el festival Ciudad Oculta Rock, el 25 de mayo de
2002, ingresaron Horacio y Martín Ale (padre e hijo).
Tras infinidad de recitales, Los Gardelitos crecían a pasos
agigantados, los lugares más reconocidos les abrían sus puertas
y el poder de convocatoria aumentaba en cada presentación. Pero
el 12 de mayo de 2004, tras ausentarse de su casa durante 10
días, el líder de la banda muere en un confuso episodio.
Según el manager del grupo, Korneta se había caído en la calle y
su nuca golpeó contra las cajas de cemento que recubren los
medidores de gas.
La pérdida fue durísima para la banda, además de tener
confirmada una fecha en Cemento (el mini-estadio ubicado en la
calle Estados Unidos de Capital Federal) para el día 25 de ese
mes que no quisieron cancelar.
En una semana tuvieron que realizar el duelo, rearmar la
agrupación y prepararse para tocar. Eli se cargó al hombro la
banda y tuvo que salir a cantar sin mayores antecedentes que
haber realizado coros en algunas canciones.
Nunca pensaron en incorporar a otro integrante, quieren
afianzarse como trío, aunque la presencia de Korneta se
manifieste siempre en cada una de las presentaciones. Sus temas
ahora suenan en las radios y son escuchadas por cada vez más
cantidad de personas, como siempre había querido. El sueño sigue
intacto y aunque él ya no esté físicamente lo debe estar
disfrutando desde el cielo.
Los comienzos:
En el año ´96 queda conformada la primera
formación oficial de Los Gardelitos: Korneta Suarez , voz y
guitarra, Eli Suarez, guitarra y voz, Jorge Rossi, bajo, y Bruno
Suarez en batería.
Con esta formación se graba
“Gardeliando” (1998 – Edición Independiente), el que es
presentado en una gira interbarrial, recorriendo los barrios que
menciona la canción y en su mismo orden. Además, sale el segundo
disco “Fiesta Sudaka (Parte I)” (1999 – Sony) que fue presentado
en la Federación de Box en Diciembre del mismo año.
Cambio de formación:
En el año 2002 se produce un nuevo cambio de
formación siendo: Korneta, voz y guitarra, Eli Suarez, guitarra
y voz, Martín Ale, bajo y Horacio Ale, batería. La banda
con esa formación sigue rodando por todos los escenarios
porteños hasta que el 24 de abril del 2004 se presentan en
Hangar, último show con Korneta Suarez.
En material discográfica a principios de mayo
del 2004 sale “En Tierra de Sueños (Parte II)” por la Plantita
Producciones.
Nueva Formación
El primer show de la actual formación: Eli
Suarez, voz y guitarra, Martín Ale, bajo y voz, y Horacio
Ale, batería, fue el 25 de mayo del 2004 en Cemento.
Este material fue presentado el 3 de julio del mismo año
en República de Cromañón.
En Abril del 2006, Los Gardelitos hacen
su primer estadio en la cancha de All Boys. A mitad de año la
banda llegó por primera vez al mítico estadio Obras Sanitarias,
brindando tres recitales (viernes 23, sábado 24 y domingo
25 de junio). En los primeros dos días grabaron su primer
disco en vivo mientras que el domingo fue una fecha para los
fanáticos, con algunas figuras invitadas.
De estas presentaciones surgió el disco en
vivo "Ahora es nuestra la ciudad", primer material grabado con
la actual formación de trío de la mano de La Plantita
Producciones. La presentación oficial de “Ahora es nuestra
la ciudad” fue el 11 de noviembre en el Microestadio Atenas de
La Plata a lleno total. Finalizando el año la banda encaró
una gira por el interior del país.
El 2008 es un año de gira permanente para Los
Gardelitos, visitando ciudades del país, tal es el caso de
Rosario, San Juan, Mendoza, Mar del Plata, Bahía Blanca, entre
otras. Y durante el invierno del mismo año, comenzaron a grabar
lo que sería OXIGENO.
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