ROCKIN' RACE JAMBOREE!!
Regreso a un pasado actual
Sábado 4 de febrero 2017 Torremolinos, Málaga
Crónica Por Luis Miguel Albarracín - IndyRock
Disfrutar del Rockin´Race Jamboree en su vigésimo tercera edición es como volver cincuenta
años atrás. No necesitamos el Delorean de Marty McFly y Doc para sentir cómo sería la vida que
no hemos experimentado. Cada festival celebrado en Torremolinos supone una vuelta a los
orígenes, un reencuentro con todos los amigos que no se conforman con llevar una vida de
vecino al uso, que no se preocupan de los quehaceres que tanto tiempo nos ocupan; en
definitiva, se centran en vivir haciendo aquello que más les gusta.
La estructura del festival es similar a la del Bluescazorla. Al mediodía puedes
empezar a saborear muy buenas bandas en la Plaza de la Nogalera, en el centro del pueblo, con
seguidores vestidos para la ocasión y bailando como nadie. En esa franja horaria tocaron los
TT
Syndicate, un grupazo, elegante como el resto y con una dosis notable de saber estar
sobre el escenario.
El día incitaba a seguir en una línea ascendente, así que la mejor opción era
pasar la tarde en el Hotel La Barracuda, muy cerca de la playa. Lo primero que te encuentras
al llegar son coches de época, cadillacs verdes que permanecen bien aparcados mientras la
pareja que hasta ese momento iba dentro no para de bailar viendo a
Rhum Runners. La
pista se convierte en el epicentro de la fiesta donde los chicos con patillas, barbas, tupés,
chalecos, sombreros y pantalones vaqueros (también se coló algún mono de cuadros tipo
granjero) bailan como si no hubiera un mañana con las chicas más monas de la ciudad, con sus
faldas, gafas, pañuelos y diversos complementos que ayudan a continuar la velada durante más
tiempo. Hasta aquí la parte del festival que es gratuita, llena de calidad y gusto exquisito,
lo cual es un grandísimo plan.
Pero si hay ganas de más música siempre tenemos que ir al Auditorium Municipal
Príncipe de Asturias. En este caso sí que se cobra una entrada, y por supuesto que merece la
pena. El cartel era de aúpa y no se podía faltar. La cantidad de público fue perfecta, porque
se notaba el calor de los rockers, pero sin ningún tipo de agobio, incluso puedes sentarte si
te apetece y así recargar fuerzas para la explosión que llegará con el siguiente grupo.
Otra de las características del festival es su puntualidad. Ninguna actuación se
salió del horario, con una organización a la que hay que felicitar. Y encima con la entrada te
regalan un cedé con grupos representativos del sonido del festival. Definitivamente, esta cita
tiene que ser de obligada asistencia.
Los primeros en hacer sonar sus acordes fueron
Smokestack Lightnin’.
Siguiendo el paralelismo con el Bluescazorla, aquí no hay ningún grupo de relleno; desde el
primero hasta el último su calidad es excelente. Entre sus músicos se encuentra un gran
guitarrista solista, que en ocasiones alternaba melodías con el otro guitarra, a modo de
duelo, donde sonaron "Seven nation Army" de The White Stripes o el clásico "Smoke on the
water" de Deep Purple. El cantante tuvo el detalle de cantar un poco en español con un "This
is for Spanish People", con un sonido más latino, así que se arrancó con "Canción del
mariachi". La verdad es que les quedó muy bien. El cantante toca el contrabajo y su voz
recordaba algo a la de Mark Knopfler. El cuarteto consiguió su objetivo, que no era otro que
caldear el ambiente para los próximos músicos.
Cada grupo tocó cuarenta y cinco minutos, y entre actuación y actuación varios
Dj´s se encargaban de que la noche no decayera, sonando canciones de los más grandes, como fue
el caso de Roy Orbison y su "Claudette".
Era el momento de ver en directo a
The Cactus Blossoms. La esencia del
cuarteto son los dos hermanos que llevan la voz cantante, uno más que otro, por cierto
exquista. A nivel artístico utilizan apellidos diferentes, pero en la realidad son hijos de la
misma madre y del mismo padre. Cosas de la vida. Su último disco se grabó hace un año en
Chicago ("You´re dreaming"), y había ganas de verlos. Era su primera visita a España, y nos
felicitaron por nuestro estupendo sol. Se les considera los nuevos Everly Brothers, y se nota
que han mamado del folk, el blues de Chicago de los años treinta y del viejo country. Son de
Mineápolis y les encantan las melodías del mundo rural. Suenan muy bien y canciones como
"Stoplight kisses", "Change your ways or die" o "Happy man on a gloomy day" merecen ser
escuchadas. También hubo lugar para versionar a sus queridísimos The Kinks con "Who´ll be the
next in line".
A continuación llegó el momento de
"The big six". Este veterano grupo
puso a las primeras filas a bailar sin parar. Se visten con el mismo traje a cuadros, y su
show es irremediablemente pegadizo. Con canciones como "Where is my sombrero?" es imposible no
pasárselo bien. El cantante se puso un sombrero pequeñito en la cabeza y las ganas de
disfrutar hicieron el resto. También sonó "Blue moon", con unos músicos muy polivalentes,
donde además del cantante principal los demás componentes también aportan su granito de arena,
haciendo que los pies no dejen de moverse en ningún momento. Y seguramente con ellos llegó el
momento de la noche. Una espontánea subió al escenario y bailó como una auténtica diva. Un
diez para ella porque fue el broche a una gran actuación.
Si seguimos nuestro paseo por los grandes sonidos del Rockin´Race Jamboree la
siguiente parada era en
Dale Watson and His Lone Stars. Podemos imaginar que paramos
en un bar cercano a una carretera secundaria del más profundo estado de los Estados Unidos.
Allí seguro que nos podríamos encontrar a Dale tocando tranquilamente con su banda mientras
pedimos un whisky o un poco de soda. Un músico de una larga trayectoria que dejó su impronta.
No podía ser de otra manera. Su último disco se titula "Me insane", y siempre se le ha
relacionado con Johnny Cash, Willie Nelson o Waylon Jennings. Sus tres acompañantes visten la
misma ropa tejana y la guitarra de Dale se reviste de monedas de diferentes países, aunque
puede que lo más llamativo de su puesta en escena sea el sonido que le imprime el pedal steel.
No podía dejar de tocar temazos como "Jonesin´for Jones" o "Whiskey or God".
Para acabar nuestro paseo por la Avenida del Rockabilly llegó el momento de
The
Rhythym Shakers. Puede que fuera la banda con más energía, lo que hizo que el público
diera rienda suelta a las pocas fuerzas que les quedaban. El cuarteto de Los Ángeles,
California, cuenta con una gran frontwoman que imprimió alma en todos los temas, y hasta cantó
en español en alguna que otra ocasión. En todo momento se mostró muy comunicativa. No olviden
su nombre: Marlene Pérez. Y muy bueno también el contrabajo de Víctor Méndez, un instrumento
que es muy utilizado por la mayoría de los grupos asistentes.
Una gran día incluido dentro de un festival que duró de miércoles a domingo, con grupos,
recintos, ambiente y actitud que son la envidia de todos. Estamos deseando saber qué cartel se
confeccionará para la vigésimo cuarta edición. ¡¡Larga vida al Rockin´Race
Jamboree!!!
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