SUMMERCASE 2008
"El que critica en mayúsculas, que pise otro festival"
19 y 20 de Julio. Parc del Fòrum Barcelona
Crónica por:
Francesca Tur / IndyRock
Fotos Dunia Ibrahim - IndyRock



Blondie



Grindeman
Interpol


Ian Brown

Sex Pistols


Kings of Leon


Mogwai



The Strangles
Al Summer, le precedieron los mil comentarios, el que critica en
mayúsculas que pise otro festival, el que cree que se equivocaron al coincidir con el
concierto del "Boss", el de esos "scottish guys" que consideran tiene el mejor cártel de los
festivales europeos de este año, o el de los jóvenes fiesteros que, al compararlo con el
festival que acontece a unos kilómetros más abajo o con el que cierra la Primavera, lo ven
demasiado comercial. Y entre esta marabunta de voces llega el Summer a la capital condal
convirtendo el Fórum en un Barcelonicássim, lleno de guiris, llenos de fans que vienen por
una de las bandas (véase los Pistols punkfans), lleno de españolitos que recorrieron parte
de la península para disfrutar de unas vacaciones musicalizadas y repleto de todo lo que
significa un festival de verano. Eso sí, falta la arena que consigue el punto que cierra un
festival estival. Falta esa arena de cuando uno pasa en pocos minutos de la playa a los
escenarios (!se ven pocos atrevidos a bailar con restos de arena en los pies!).
Así que aquí empieza una reflexión a compartir, una historia en voz
alta sin más pretensiones que pretender relatar lo que dio de si este festival que llegado a
su tercera edición mantiene su "querer ser grandes" con un cartel donde no hay a quien no le
suene el nombre de una de las bandas. Un festival que, osado, decidió, para mal bien de
todos los amantes de la música y los "festivals lovers" pisar las fechas al Festival de
Benicàssim, uno de los grandes por antonomasia, al que hasta ahora se le había mantenido
respeto. Aun así, no se sabe si por que cada día más gustan los festivales urbanos o por que
su cartel atraía a multitud de público dispar, ha sido todo un éxito de convocatoria.
Llegada la fecha, llegada la tarde del viernes, uno empieza a sentir que se acerca a un
festival, con europeos del norte con pieles aun blancas que lucen sombreros de paja y buscan
como entrar al recinto, españoles con ganas de fiesta que entran bebiendo cerveza pues han
venido a disfrutar y jóvenes con sus wayfarer y ganas de fiesta. Una vez dentro, uno
descubre un festival que coge detalles del Fib (como la primera carpa que se encuentra uno
al cruzar la puerta donde cambian las entradas por pulseras) y que sigue la misma estructura
y organización de escenarios que hace poco acogió a Radiohead en el Daydream Festival (y es
que ambos tienen a Movistar por medio). Al atravesar el dintel, uno se situa, mira el mapa y
se prepara para saborear un cartel que se mueve desde grandes perlas flashbacks (desde los
grandes Pistols a la rubia Debbie Harry), grupos cuyos videoclips no paran de salir por la
teles más indies (CSS, The Foals o The Kooks), legendarios (Grinderman o Ian Brown),
apuestas por el panorama estatal de calidad (Dorian, Mishima o Antònia Font) y nuevas bandas
que en forma de nuevos talentos se enclavan en las horas tardías del festival (Peter Von
Poehl o Shout Out Louds).
Abren Els Pets, una especie de perla autóctona en un festival
de estas características. Ellos mismos, entre temas lo dejaron claro "Hemos venido a ver que
se sentía al tocar con gafas de sol y para transformar el indie de una vez para siempre". Su
lider, Gavaldà, dedicara "Agosto" al sol que aprieta. Tras ellos, una de esas piezas que
Sinammon relanza con fuerza. El Guisante Mágico, con toda la banda (y no como en su
gira norteamericana) consiguen cargar de ganas a los primeros asistentes de la tarde.
Consiguen ese estilo desenfadado y conquistan a un centenar de congregados con los santos
locos de su encorbatado frontman quien acabará dedicando la última canción a su novia
(demostrándonos que hasta los más rockers son un tanto sensibles). Hydrogenesse será
otro de los encargados de decir hola al festival. Actúan en la carpa que está justo al
atravesar la entrada, el escenario Levi's. Allí se amontonan curiosos que acaban de entrar y
aprovechan para empezar a hojear el programa (!se palpan ganas!) a ritmo de "Disfraz de
trigre", ingleses que rien sin poder disimular que bailan mientras escuchan "El de mis
tejanos" y los de siempre, esos fans que están cada vez que suben el telón y que ahora
saltan con la energía que tiene un festival al ritmo de la canción de los ponnis y
caballitos. Y enfrente ellos, serios pero divertidos, que nos deleitan con estos discursos
que cantan en voz alta, con sus cuentos psicódelicos y ese estilo gramuroso. Aparecen con
hombreras y varias prendas rojas, manteniendo esos movimientos frágiles, ese ritmo tan suyo
y se dejaran llevar, pero tampoco demasiado, por el hecho de estar en un festival.
Tras ellos, uno atraviesa el espacio, se acomoda, situa puntos básicos
y se adentra en el anfiteatro, el escenario Sony, que se aleja de esa posición privilegiada
de otros festivales, que nos deja ver, mientras actúan las bandas, el mar de fondo, a un
lateral. Allá arranca un concierto, de lejos tránquilo: un Edwin Collins sentado
sobre un altavoz, de verde, demuestra que acaba de ganar el pulso a unos problemas de salud
y que, pase lo que pase, sigue siendo ese cantautor de pseudovoz americana que consigue
levantar a los más sentados cuando empieza a entonar "A Girl love you". Unos fans apretados
a primera fila, consiguen arrancarle una energía que transmite con esa voz tan
característica. Le sigue, en el escenario de arriba, el británico Ian Brown,
quien meses atrás compartió cartel con el Guisante Mágico en Madrid. Aparece de rosa, con
ese estilo de frontman de los que marcan época y tras un "Hola Barcelona", quien fuera la
cara de "The Stones Roses" , conseguirá un gran público por ser tan temprano (aún no rozan
las 8 de la tarde y la noche pinta para largo). Toca en el Escenario Movistar y se mantendrá
fiel a unas raices noventeras deleitándonos con su britpop, mezclando soul, mezclando rock,
y tocando algunos de los temas de su ex-banda haciendo rememorar a los que bailan.
Tras esas canciones doradas por una luz cada vez más naranja, aterriza,
de negro, clásico y con ese puesto tan suyo Nick Cave y su rock duro repleto de palabras
malas, insultos, alusiones sexuales y un aire violento mesurado. Es el momento de Grinderman.
A medida que avanzan, el día es más oscuro y su iluminación más loca, más lila y es que
consiguen la noche, consiguen hacernos bailar con su country psicodélico donde Cave está a
los teclados, a la vez que canta, a la vez que habla, a la vez que toca esa especie de
maracas electrónicas que dan un toque auténtico mientras unos fans gritan y elevan sus
carteles de "temazo". Cave, con ese aire macarra y peligroso, lanzará su dedo indice a una
fan de la que dirá haberse enamorado y hablará entre temas quitándose su americana quedando
con una camisa blanca que poco a poco irá sudando."Go tell the women" y "Get in on"
resumirán la hora que nos regalaron de seriedad con comienzos tranquilos y elegantes que se
transforman con el desgarro de esa voz que deja de ser sexy para ser brutal. Sus potentes
guitarras acabaran los temas desde las alturas, cuando uno esta en pleno extasis dejando a
la pista con los brazos arriba. Se apagaran de repente, sin más, cuando nos tenían a todos
arriba, dejándonos con eso que tienen los festivales, no hay bis, no hay más, esto se acabó.
Desapareció el inquieto e incombustible Cave dando paso a un concierto que nos dejará con la
boca abierta. Y es que antes de que cerrasen ya había empezado Blondie. Quien, o por
coincidir con el fin de otro concierto, o porque la gente al final tiene de bailar esos
temas de siempre o porque el escenario y la hora son los propicios consiguen "el" lleno del
festival. Deborah Harry aparece elegante, entre luces de colores y una ovación de las
que emocionan. Enfundada en un traje de licra blanco y negro y con unos tacones de impresión
Harry demuestra que conserva la energía de pasear de un lado al otro del escenario (¿se
preparará para la gira que conmemorá el 30 aniversario de su Tour Parallel Lines?) y de
levantar una masa imponente como si estuviéramos en la discoteca más inn de los setenta (aun
y que buena parte del público no llegará a los treinta).
El público abarrota las escaleras que dan acceso a la pista frente el
escenario, es imposible bajar y la gente se amontona para bailar los himnos de Harry que aun
y algun desafino y problema de sonido, consigue una vibración máxima. Se escucha,
constantemente, ¿Ese tema también es suyo? en un público que disfruta como loco con sus
hits, pero pierde el ritmo en esas canciones que no pasaron a la historia. Eso sí "!Sunday
Girl!" y "!Heart of glass!" consiguieron unos cantos que demuestran que el pasado gusta y
atrae y que los indies, rockeros, punks, alternativos y festivaleors canten a la par. A
media actuación y entre parte del público que tiene sus dudas si su voz es en directo (hay
quien dice que seguro pues hay muchos desafinos en "María", mientras hay quien al ver la
pantalla tiene claro que Debbie canta a modo de karaoke) se quita los tacones y los tira al
público. Se acomoda sobre unos zapatos más corrientes para su edad y continuna saltando,
animando y dando todo de sí. El público, entre la dificulad de salir de la masa y los saltos
frente viejos clásicos, se contiene para moverse a un Interpol, donde fans, ajenos a
lo que pasaba más abajo, guardan lugares al son de los temas de entreconciertos.
Paul Banks y su banda aparecieron puntuales (siguiendo la tónica
general del festival), cargados de energía y desprendiendo su atmósfera, que envuelve
a un público, ahora masivo, que tiene ganas de saltar, bailar, sudar y disfrutar. El
festival empieza a vivir sus momentos cumbres y un temprano "The Heinrich Maneuver" y "No I
in threesome" marcarán la tónica y el ritmo de su casi hora de concierto. Aceleran
guitarras, profundizan en los estribillos y pasearán sobre sus tres discos de manera dispar.
"Evil", "Not Even Jall" lograron ganarse a los no fans, invadidos por esa atmósfera que
consiguieron. Interpol sonríe dentro de esa seriedad que les caracteríza y consiguen ser uno
de los imperdibles del festival gracias a esas guitarras que retruenan, a esa voz acorde,
fuerte y dulce, lejana y sonora, suave y cercana. Manos arriba que no bajan y constantes
guitarras que puntean melodias estructuradas demostrarán que están a nivel de lo que el
público esperaba, deseaba y quería bailar.
Tras una pequeña pausa, donde uno se asoma a coger aire suena Mäximo
Park, con un Paul Smith trajeado que saltará sin cesar. En el escenario Movistar el
público no se alejó demasiado, pues querían mantener posiciones para The Verve,
quien reaparece tras su años de separación. La banda apadrinada por Oasis, mantiene el
estilo de sus padrinos, la seriedad en el puesto de todo el grupo y ese ritmo tan
manchesteriano que consigue tenernos en constante movimiento. Richard Ashcroft, fiel a su
espíritu oscuro, tan de los noventa, eleva su voz con auge, al son de una guitarra más
fuerte de lo normal y con unos problemas técnicos que hacen que a momentos su voz sea la
protagonista y que luego pase desaparcidibida. Aun así, el público delantero baila extasiado
dejándo claro que no hay rupturas que valgan y que mantienen su estilo, su música, su pasión
por los temas y el dominio de la música. "Love is Noise" hará que los más alejados se
amontonen a la masa y coreen ese himno generacional, mientras que "Sonnet" demostrará que
son algo más que vértigo y auge, que también dominan los mundos que están más abajo. Se
apagan de repente, de nuevo sin bis, sin historias, sin más. Y aquí contínua la noche, con
un Cornelius, del que dirán asombró por su puesta en escena, su juego de luces y su
lenguaje audiovisual, más que por su propuesta musical, unos Etienne de Grecy que
dejaron que desear y un Primal Scream que mantuvó el ritmo que llevaba la noche de
la noche. La que escribe, no llegó a estos tres y tuvo que perderse a los divertidos 2Many
dj's por una sobredosis musical que requería volver a casa a esbozar lo vivido y
preparase para el segundo día, donde el cártel pintaba, aun si cabe, más repleto.
La segunda parte del festival arranca, con más sol si cabe, más gente a
primeras horas de la tarde y con un cartel en mayúsculas desde el comienzo de la segunda
jornada. Los mallorquines Antònia Font consiguen hacer bailar a un público que se
aglomera en el Escenario Walkman. Los fans cantan "Mecanismes", "Love Song" y se emocionan
con las alegorías mallorquinas de estos galácticos que cierran con un apoteósico "Wa yeah"
que les recompensará con una ovación en mayúsculas. Ellos rápido empatizaron con el público,
agradecieron, sonrieron y trasmitieron, gracias a su carisma, al verde que vestían y sus ya
grandes himnos, buena energía para un día que pinta repleto. Tras ellos The Kooks,
movieron a gruppies y fans jóvenes, en su mayoría extranjeros, a las primeras filas. Estos
se emocionarán frente sus momentos de guitarras acústicas dejando ver que no sólo se va a un
festival a saltar frente las propuestas más electrónicas y punks. Tocarán elegantes, a la
vez que divertidos, energéticos y potentes, con sus chalecos y ese aire folk que se
convierte, a son de los primeros acordes duros, en el sublime de temas para compartir en voz
alta. Aires de los noventas y ese toque revival que les da una frescura depurada, alternando
sus hits de ambos discos en un concierto que congregó a buena parte de los que estaban en el
festival. "Eddie's Gun" "Sofa Song", "No Love me" y sobretodo "Naive" y "She moves in her
own way" hicieron bailar, saltar y sudar, pues el sol aun picaba con fuerza. En las otras
esquinas del gran recinto mientras sonaban las conversaciones de esos que los ven demasiados
comerciales y poco indies como merecer sus saltos.
Se verá entre el público parte de los mismos fans que corearan horas
más tardes a los Kaiser Chiefs. Tras ellos, uno observa la masa, que se mueve de
lado a lado del recinto, a modo de borregos que buscan las campanas. Una revuelve al
escenario de abajo las escaleras y encuentra a unos Dorian brillantes y sonrientes,
pues tienen ante sí una masa grande, las escaleras a rebosar y la pista repleta de quien
baila, quien canta y quien se deja llevar con su pop hoy más psicodélico, más cuidado y más
festivalero. Sus temas, suenan más electros que pop y "A cualquier otra parte",
"100.000 metrópolis" y sus hits, retumbaron sobre el mar. Dorian se aleja así de esas horas
tempranas y esos escenarios pequeños donde los veíamos en festivales de años pasados. Tras
ellos, los míticos The Breeders que sorprendieron con esa atmósfera que nos recuerda
a ese mundo tan Pixies. Un público de media más mayor, admira ese micro distorsionado, unas
canciones tranquilas e inquietas que aun y su ritmo atmosférico consiguen enloquecer
al público, levantar manos y hacer bailar. Las gemelas Deal cantan con un sonido clásico que
tiene retoques punk gracias a los toques de la banda. "Night of joy" llamó la atención a los
que los miraban de lejos y consiguió que el grupo, ya más que consagrado, consiguiera fans
actuales.
El comienzo de "Bang on" trajo uno de los momentos brillantes de la
actuación, cerrando con su gran tema "Cannonball". A la par que ellos acababan, empezaba The
Stranglers, con un público dispar, mayores en primeras filas que abarrotan las vallas
y jóvenes nuevos fans, curiosos, motivados y acompañantes de los primeros. El resultado: un
ambiente genuino para ver a esta banda americana que consiguió divertir, sorprender y
emocionar. Sus canciones pegadizas de melodias nada complicadas y guitarras poco
distorsionadas, hicieron bailar sin parar al son de sus grandes "Peaches" o "Golden Brown".
Mucho público joven cantando, tatareando y emocionado no sólo al son de sus grandes hits
sino también al ritmo del disco que publicaron el año pasado. Antes de que acabarán el
público ya se amontonaba para uno de los esperados, los de Nashville, Kings of Leon
que aparecen tras el requiém de Mozart que es la señal que nos indica que empieza la
actuación.
Tan sólo salir los hermanos (y el primo) Followin enchufan ese hype interesante, ese ritmo
negro, esa sensación oscura, cantando baladas rockeras con actitud en mayúsculas junto a
sus guitarras sólidas bajo. Les acompaña un juego de luces que flashean colores a la vez que
tienen de telón de fondo una luna imponente. Concadenan temas eléctricos y consiguen ser uno
de los que no se olvidarán. Pasean sobre su "garage rock", que en directo suena más duro pero
cercano, de su primer disco "Youth And Young Manhood" a la vez que no abandonan "Because of
the times". Sus temas son grandes éxitos coreados, sudados y bailados. "Fans" arranca como una
especie de himno, "Charmer" reparte locura, gritos y albororto y "On Call" demuestra que
tienen voz, que dominan el escenario y que son lo que se esperaba. Tras ello,s un silencio
corto, una música a tope y se descuelga una lona amarilla con uno de los letreros más punks de
la historia de la música. Y es que llega Johnny Rotten, con cierta antelación de la hora
pactada, con su puesta en escena muy suya y precedido por un tema clásico.
Los
Sex Pistols nos darán un espectáculo más que un concierto demostrándo, con su
desgarro, sus banderas tras ellos, sus fans alocados, sus gargaras de whisky, sus saltos y su
look de invierno en verano, que aun son lo que eran y que el punk tiene pilas para rato. Serán
los únicos que se permitirán, tras decirnos que si queremos más lo gritemos, un bis, una
reaparición, más punk si cabe. Mientras suenan estos jóvenes disfrazados de abuelitos, una
tiene la decencia de dejar a estos grandes, míticos e históricos para apostar por
The
Raveonettes, que sonarán, en contraste, felices, totalmente naïves. Su duo de voces
bisexuales, sus panderetas, su estilo afrancesado y sus dos grandes temas harán que el
escenario, que es el queda más alejado, sea una fiesta para lo más indies.
CSS consiguen
un público colorado y ya adentrado en el festival, que sale radiante de unos Pistols que nos
dejaron enloquecidos y tras ellos, en el mismo escenario unos
Foals que demuestran que
no son una banda del momento. Ellos se mueven a base de movimientos que parecen espasmos con
unas guitarras fuertes, un bajo potente y una voz carismática con un ritmo que lleva su
sello.
Los alocados
Kaiser Chiefs aparecerán con su estética hooligan, sus temas locos y
rebeldes, sus himnos proletarios y un aluvión de público que suda con una de las bandas más
comerciales del cartel. Su frontman se entrega, se sube a las columnas del escenario, salta
casi encima de la batería, nos pasa el micro y suda sin cesar. Los de Leeds arrancaran con
"Everything is average nowadays" y "Love's not a competition" y agotaran a buena parte del
público que caerá tras ellos después de muchos saltos. "Ruby" les coronará para los más fans y
"The Angry mob" hará que todos los asistentes levanten los puños.
Tras ellos, una pausa larga y un retraso para ver a los
Planetas, que están
programados a las tres de la noche, hora rara para escuchar a los de Sevilla. No harán una
sesión, por la hora que tocan, un tanto falta de rimto. Mantendrán un show tránquilo donde el
protagonista será su último disco con perlas de sus hits, que harán enloquecer a los fans que
lucen sus camisetas por todo el festival. Al acabar ellos, la que firma decide que fue
suficiente y se prepara para redactar esta pequeña historia en voz alta, donde más que
transmitir el carisma de las muchas bandas que tocaron lanza una sensación general para que
los que leen se transporten a este festival que mantuvo, a pesar de las críticas, un cartel de
excepción.
Así que después de dos días de conciertos, observaciones, saltos y divagaciones entre fans,
detractores y seguidores de las bandas más peculiares que rebosa el Summercase 08, una repasa
sus notas y encuentra muchas páginas abarrotadas de frases que se escuchan, ritmos que aun
retumban, guitarras que aun sostienen un eco potente y sensaciones que se viven durante dos
días de calor que convirtieron el Parc del Fòrum en un Barcelonicàssim con horchata fresca
incluida.
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