1997 - 2022 * XXV ANIVERSARIO * Pioneros de la información musical on line

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GRUPOS EN INDYROCK * Archivo histórico




Curtis Eller
French Quarter
P.A.F
Reeve Carney
Sxip Shirey
Geoff Berner
Kris Angelis
The Kitchen Syncopators
The Neins Circa
Mad Tea Party
Fishtank Ensemble
Vermillion Lies
Andru Bemis
Hypnotic Clambake
Lusitania 
Novillero
Immacultae machine


Curtis Eller`s American Circus Taking up Serpents Again AC 1891
por Hugo Roca - IndyRock
Curtis Eller es nostálgico, toca el banjo y su taimada pluma, cáustica y sardónica, cobra vida a través de un canto acendrado que en vivo acompaña de acrobacias y cabriolas; su complexión física es enjuta y sus ojos aguzados como ascuas; su rostro enérgico, casi explosivo, esconde una arcana tristeza que sofoca en su rojiza y rizada cabellera.
Le canta a todo lo que extraña, sus añoranzas se convierten en la pulsión primordial que lo inspira y hace gritar; Buster Keaton murió antes de que él naciese, ecuante es el caso de Elvis, pero este músico oriundo de Nueva York los recrea en su mente y, en cierta forma, idealiza para posteriormente escribir sobre el pasado perfecto que cobra vida en su último álbum: Taking Up Serpents Again.
Acompañado por su banda, American Circus, en éste, su tercer disco, presenta 10 canciones que logran conjugar la sátira burlesca, impetuosa y dionisíaca, con la disciplina académica, rigurosa y correcta, creando una de las mejores propuestas sonoras de los últimos cinco años.
A diferencia de tantos otros grupos llamados alternativos que mezclan géneros y ritmos creyendo que la creación es endógena, Curtis Eller parte de la técnica para describir los procesos creativos y obtener un sonido particular, atrayente en abundancia para quienes buscan salir de tanta música popular consuetudinaria.
En la canción que abre, bautizada bajo el mismo nombre que el álbum, el banjo es acompañado por un templado bajo; la simplicidad estructural exige enorme expresividad vocal, que se alcanza gracias a una técnica atildada que consigue diferentes módulos en una misma línea melódica. Para el climax de la copla, un coro formado por tres mujeres cantando en tiple ornamenta  la tonada, matizándola con distintos relieves sonoros, haciendo de Taking Up Serpents Again el epítome perfecto para lo que se viene. 
En Hide that Scar el coro se convierte en un eco blusero que parece perseguir a la voz principal al tiempo que el canto frenético sugiere "darle a los niños cocaína para que aguanten despiertos las noches"
Canciones más lentas como Coney Island Blue, Amelia Earhart y Stagecoach permiten centrarse en la descripción de situaciones, lugares, sentimientos, ciudades o, como es el caso de Buster Keaton, la mejor balada del álbum, la disección de un recuerdo que nunca ocurrió.
Sugar in my Coffin puede que sea la canción más emblemática, junto con la homónima, ya que líricamente engloba las diferentes facetas que se manejan a lo largo del disco: melancolía, crítica política, ironía y energía, "cuando esté muerto quiero un poco de azúcar en mi ataúd, si tengo que irme quiero un poco de azúcar en mi ataúd", ese es el deseo de un joven adulto inconforme con su presidente, con la sociedad y que lleva una vida pasional que encuentra reposo en la comicidad; musicalmente, la canción incluye la incursión de coros y variación en la instrumentación conforme los versos avanzan.
Finalmente, en Stephen Foster, Curtis se convierte en un trovador con espíritu de juglar al narrar la muerte de uno de los villanos del pueblo con una composición propia, con cierto aire noble, pero siempre buscando divertir, "éste es el lugar donde Stephen Foster murió, y ésta la canción que le quitó su honor", canta mientras el pueblo baila.
www.curtiseller.com

French Quarter Overpassing Arbor /www.arborcdr.com
www.myspace.com/frenchquartermusic
por Hugo Roca - IndyRock
French Quarter es el pseudónimo que utiliza Stephen Steinbrink para grabar discos; en su último álbum, Overpassing,  se reunió con músicos injertos en la escena artística de Arizona para grabar nueve canciones que en menos de media hora exploran y traducen los íntimos avatares emocionales que suceden en el interior de cualquier persona que a la vida llegue.
Antes de escribir sobre el contenido me gustaría hacer mención del boato; es decir, el empaque que contiene al álbum. Las necesidades del mercado de consumo imposibilitan que a nivel industria se puede invertir en el diseño que acompañará un disco; naturalmente la imagen puede ser de alto nivel artístico, pero siempre se presenta bajo el mismo prototipo de caja; y, en las ediciones especiales, la variación es inocua, tanto en el material como en la forma. 
La disquera independiente Arbor hace de cada una de sus producciones una pieza única de artesanía: Las cataduras de sus lanzamientos son hechas a mano y de edición limitada; ejemplo de ello es Overpassing.
La portada, trazada con pinturas de aceite sobre una base de cartón, presenta en su centro una plasta blanca que se extiende hasta casi tocar los márgenes, arriba del níveo se enhiestan dos mitades de tubos añil con sus bases entrecruzadas, la estructura de cada uno es particular: el izquierdo es robusto y de trazo recto, en su cabo, un círculo lo ornamenta; el derecho es alargado y deturpado, su cabo es deforme y casi toca las letras manuscritas, del mismo color que los tubos, que indican el nombre del grupo; abajo a la derecha y entrecomillas, con igual tipo de grafía, se lee el mote del disco.
Mi copia es la 99 de 100, todas presentan el mismo concepto de portada; empero, cada una varía en algún detalle que la hace única. Creando así, antes siquiera de escuchar la música, una reliquia musical que predispone al escucha a penetrar de buen talante a la significación que la obra abrirá en algún punto de su proceso creativo.
Ahora sí, iniciaré mi reseña. Como dije en el primer párrafo, el disco explora y traduce los avatares emocionales que eclosionan en un individuo; pero la magnitud de los sentimientos y la percepción de las cosas y la jerarquía y respuesta que se le den a las mismas dependen de qué clase de individuo sea. 
Y el hombre que intima en Overpassing es un melancólico, uno de perfil romántico, burgués e intelectual contemporáneo, que su tiempo lo gasta en Espronceda, Goethe, Baudelaire y Proust; y sus problemas, al no conocer realidades sociales ni compartir problemáticas generales, los encuentra en el amor imposible de las letras y la batalla de muerte entre el hombre y el arte.
En la obra no hay crítica social, no funge como espejo de realidades. Se desprecian los problemas y se apuesta a una profunda interiorización, que nada exhibe que pueda interesar a la sociedad y nada revela que algo aporte para una mejor humanidad. Sólo se  puede aspirar a identificarse con el hondo pesar. 
La primera canción se titula Seasons (songs) y le canta a una partida. El idealizado concepto de bella amada deja al enamorado. El amor en odio se torna y el despechado rompe fotografías casetes y cuanto vestigio queda de ella, "una canción por cada lágrima, una lágrima por cada canción. Y esta canción lo es todas, todas las lágrimas y todas las canciones;  al final, agotado, se pregunta: "¿A dónde vas sin tu canción?". Las temáticas de las canciones varían sobre una misma base, con el mérito de no tocarse unas a otras y en caso de hacerlo, mantener la esencia que las individualiza. En cortes como Being Late y Bury my old bones la discusión filosófica es la predominante, en la primera se afirma que en la vida "no hay tiempo para preocuparse, no hay tiempo para sufrir",  la segunda se cuestiona, "¿por qué festejar la vida?, es tan aburrida, ¿por qué vivirla?, sólo por ella transitamos. La muerte, ¡festejemos a la muerte!, a ella no la conocemos pero despierta nuestro interés".
Keep the faith hace pensar en días menos frondíos y cavila cómo conservar la fe; es en Hope, última canción del disco, que se contesta y la respuesta la haya en las diarias fruslerías, en ellas se encierra el misterio de la vida, por ellas se continúa viviendo; las fruslerías que tanto se desprecian son las que dotan de belleza a la existencia.
Musicalmente el disco contiene una rica y bien lograda instrumentación; violines, tuba, contrabajo, guitarra acústica y una rústica batería acompañan el agrio canto de Steinbrink. Se logra crear un matiz general, presente en todas las canciones, un ambiente común que integra las partes en el todo, por lo que el disco consigue funcionar como tal. Las canciones logran su individualidad partiendo del hecho que se suceden y cada canción responde a un planteamiento que se hizo su sucesora;  y no sólo temáticamente, sino que también musicalmente las canciones continúan algo que plasmó, abrió e invitó a entrar la anterior. Y al final, el círculo se cierra cuando Hope encaja en Seasons (songs). Como el romántico que es a partir de sí mismo y sus problemas responden a las mismas características endógenas, Overpassing es un registro de un ciclo cerrado y fielmente reproducido en nueve canciones que se alcanzan unas a otras y resuelven, de alguna manera extraña, el misterio de una vida arcana.

P.A.F / P.A.F New World of Sound www.myspace.com/paf
por Hugo Roca - IndyRock

Durante los primeros años del nuevo milenio, Scott Pinkmountain, músico con larga trayectoria dentro de la escena alternativa independiente, se reunió con el bajista Eric Carlson y el baterista Gene V. Baker para formar una agrupación a la que bautizaron con el nombre de P.A.F. En el 2006, bajo el sello discográfico New World of Sound, el grupo editó un disco homónimo que reúne ocho temas; el resultado es una propuesta naturalista de corte minimalista que durante poco menos de una hora le quita el ornato a los sentimientos y los presenta tan crudos como pueden llegar a ser. El sonido rudimentario de la batería y la guitarra, el bajo acelerado que con progresiones simples acompaña a la voz desgarrada, pelada, que baladra exaltada; todas estas características mucho se han explotado, sobre todo en estos últimos cinco años, aunque en la mayor parte de los casos, el fin estético o la pretensión retro han ocasionado que los intentos fracasen, con la excepción de Black Cat Music, me parece que nunca antes se había logrado un disco tan fiel y honesto. Si se van a denudar los sentimientos, si se les va a quitar el embozo, la hipocresía y se van a transmitir directo desde el alma cariada o lacerada de un hombre posmoderno, es necesario, en primer lugar, deshacerse de cualquier tipo de pretensión musical, entendida ésta, en el caso de un disco que busca expresar un sentir inclemente y directo, como cualquier intención por lograr un sonido ribeteado o melodías agradables. Y es en verdad difícil escribir canciones donde la asonancia es la guía y la desentonación aparente la proximidad al oyente. El estilo de PAF es rudimentario, atrevido, crudo; sus canciones: latas, sufridas, exigentes y alarmantes. Tal pareciese, al escucharlas, que se está ingresando en una mente adolescente, perturbada, hastiada, desesperada por identificarse y encontrar un camino. La canción que abre, To love you, en contrapunto a lo que podría deducirse de su nombre, no refleja un amor estético, de melodías bellas y palabras buenas que claman por la mano de la dama deseada, no, en lo absoluto; es un amor de pasión que se desborda y cae en el cause de la frustración. Para ello, la voz lo es todo, los instrumentos sólo acompañan y fungen como eco trastornado de la indecible agonía que con alaridos se expresa y llega trashumante, inestable, intensa y por lapsos violenta: deambula ligera por la ira, la ternura, la criminalidad y al final se sacia con locura. Blue Plate, segundo corte, continúa expresando el sentir de un ser que en su interior agoniza por la falta de un motivo por el cual vivir, ya no es amor lo que expresa, su veleidosa condición, lo lleva ahora a lamentarse de nuevo, sin aparenta causa o razón; pero musicalmente se logra la canción más sobresaliente del álbum: todos los sonidos reducidos a lo esencial, la voz es respetada, nunca sofocada en los acorde, la batería, a partir de la disciplina, crea su ritmo en avenencia con un bajo que fosco otorga el matiz en el que se desenvuelve la guitarra y, la voz, que por momentos es un continúo estertor, que anuncia la llegada de una fatalidad que nunca aparece, que el oyente espera sin obtenerla. y así el disco continúa, largo y tenso, siempre captando la atención y manteniéndola ahí, a la mitad, sin dejarla ir pero sin ofrecerán desenlace, una tensión que no cede, que siempre permanece y que al final, uno se da cuenta que durante 54 minuto el alma continúa tirante, tal vez permanezca sí, destinada a nunca safarse.

Reeve Carney I The Revolving Band Live at Molly Malone´s DVD
por Hugo Roca - IndyRock
Desde párvulo, Reeve Carny demostró pericia en la guitarra, melífera voz afinada, pero, a diferencia de muchos infantes talentosos en el boato, poseía también sensibilidad acendrada que adecuada salida encontró en las palabras, con las que intentaba plasmar lo que en su interior eclosionaba. 
Entrado en la puericia, comenzó a buscar la forma de compaginar sus precoces poemas con los acordes: había ingresado a clases de guitarra y cada vez las melodías lo convencían más de ser el acompañamiento ideal para sonorizar sus poemas cantados, que al principio semejaban cuplés y romanzas bucólicas; sin embargo, el peculio dejó de correr en su familia y sus clases de guitarra con abrupción terminaron. De pronto, la candidez trocó en  melancolía y los pastizales verdecidos en mujeres hermosas de garbo distinguido: la pubescencia y la pobreza le llegaron a  Reeve al mismo tiempo.
 La confusión primera desembocó en  inspiración perfecta que, a la postre, lo llevaría a integrar a su hermano Zane, su hermana Paris, el bajista JD, el tecladista Charles Jones y el baterista David Salmon en una agrupación bautizada con el nombre de The Revolving Band, avocada a enriquecer las canciones compuestas y cantadas por Reeve Carny.
El salón Molí Jalone le permitió a la novel banda tocar sus primeros conciertos; a los tres meses, las presentaciones esporádicas se habían transformado en semanales y al medio año, un lleno total recibía cada presentación de Revé Carnes I i.e. Revolving Band.
Sus presentaciones en el lugar se transformaron en  acontecimientos, donde magnates de la industria discográfica, artistas de alcurnia y fanáticos entregados, presenciaban los conciertos con pretensiones que surcaban territorios tan diversos como la mera curiosidad auditiva como la intención de volver  al grupo  vulgar producto.
La historia trillada, del líder pobre que funda una banda que al poco tiempo se hace famosa, suena en la radio, firma contrato millonario y despega hacia el estrellato, se ve truncada en este caso, ya que, como antes mencioné, Revé Carnes no es un talentoso en boato, lo es en esencia y, a pesar de contar con múltiples ofrecimientos discográficos, continúa presentándose en el Molí Jalone sin disquera y disfrutando la frescura despreocupada de quien toca por placer y sin contrato.
Una de sus sesiones, la del 22 de marzo del año 2006, fue grabada y recientemente editada en un  DVD titulado Live at Molí Malone´s.
El concierto inicia con Easier said than done. Circunspecto parece al principio el cantante, con voz de bajete algo balbucea e inmediatamente se levanta sonora pleitesía que a su vez es contraatacada por la banda que ofrece los primeros acordes, a los cinco segundo, lo voz, arcana, tierna, ligera de Revé parece dimanar de algún profundo lugar para emerger y dominar a la música; su tono algo tiene, indefinible, solemne, inocente pero extraordinariamente sabio; es tal vez eso lo que hace que i.e. Revolving Band no sea una banda más con la que se puede hacer dinero porque "suena bien", de esas que se fabrican y salen decenas mensuales, no, esta banda no es de esa ralea, las canciones van más allá de la normalidad, la compenetración de la batería y el bajo, la improvisación en el piano y la guitarra y siempre la voz serena que por espasmos torna energético al matiz hierático, de secretos profuso. 
There she goes comienza con un órganos simple y secuencias vocales escalonadas, el bajo se une e inyecta líquido tiloso, la voz sigue baja, el piano la exalta, in promptu, con toda la calma, parsimoniosamente, el redoble de la batería prepara el coro: la voz ahora es atiplada y ohhhhhhh there she goes, se retoma la estructura primera pero ya nos mostró en lo que desemboca; cuando se espera el mismo desenlace y se está escuchando el mismo desenlace, la canción alcanza un módulo ignoto, inesperado, fantástico, fabricado a partir  de un caos que resulta perfecto y otra vez, fastuoso, el coro de nuevo, el público canta y ella sigue y sigue.
En Resurrection hay un extenso puente musical, donde los instrumentos  relucen por separado, cada uno respetando el tiempo ajeno y ayudando al lucimiento; intrínseco trabajo de grupo, se supera la perfección técnica, que sólo desemboca en academismo vano, y se llega a la penetración total, humana, cercana, fraternal, de hermanos musicales, que comparten una experiencia espiritual, que disfrutan improvisando y creando y se emocionan interpretando; se rebasa cualquier ornato fatuo o exigencia esteta, es un trabajo que rebasa cualquier encasillamiento y sólo debe ser disfrutado.
No sé cuánto tiempo este gran grupo seguirá en su sano escondite, como gema que se niega a ser vista, pero estoy seguro que cuando lo salga, será porque las condiciones necesarias están dadas para que nunca se opaque y mantenga por siempre ese brillo que alumbra las paredes del Molí Jalone hace ya algún tiempo. 
www.reevecarney.com www.myspace.com/reevecarney
Sxip Shirey Sombule /Charm Productions 2006
por Hugo Roca
¿Qué pasa cuando los instrumentos se tienen que fabricar, no existe referente alguno de cómo deben ser tocados y su estudio interpretativo descuella por inexistente? Si bien, interpretar cualquier herramienta musical establecida implica exhaustiva practica hasta llegar a su dominio y renovación sistemática para conservar las creaciones frescas, es también cierto que la carencia de objetos creados ex profeso para ser tocados acabaría con las aspiraciones musicales de la abrumadora mayoría de los que ahora se desempeñan como intérpretes. La creatividad, por ejemplo, de un guitarrista es encomiable, no hay duda de ello; a partir de un sistema de estudio establecido comienza la exploración del objeto y llega a utilizarlo de maneras impensable, logrando secuencias armónicas delirantes; pero, ¿qué pasaría si ese innato guitarrista, con dedos armiños esculpidos en oro, de una sensibilidad sonora tan acendrada que le bastaría únicamente una cuerda para embelesar a Terpsícore, no tuviera guitarra? ¿Qué pasaría si él tuviera que buscar la forma de expresar sus inquietudes rítmicas a partir de los objetos que lo circundan? Yo me contesto: muy probablemente terminaría de oficinista. ¿Por qué? Porque su talento existente sólo puede ser desarrollado a partir de un instrumento que cumpla ciertas características muy concretas, un instrumento ya elaborado y probado, con un sistema de aprendizaje determinado y patrones fijados. Tal vez Cristo pudo haber sido un gran pirata cibernético, pero no tuvo la posibilidad de demostrarnos esa faceta, lo crucificaron por beodo y comelón antes de que pudiera conocer las computadoras. Sin más preámbulos presento a Sxip Shirey. Algunos datos superfluos que nada tienen que ver con lo que quiero expresar sobre él son que nació en Ohio y desde pequeño escuchó gospel; creo que aquí es donde los nescientes críticos musicales dicen algo como "su temprano contacto con la música gospel marcó definitivamente al pequeño Sxip." o alguna estulticia del género. Sin embargo, puede parecer un comentario símil al anterior, pero no lo es, lo que sí determinó el futuro de lo que se convertiría en Sxip Shirley fue haber insertado clips en las cuerdas de su guitarra metálica cuando párvulo; al hacerlas vibrar, el sonido que obtuvo fue una campanada alienada, algo así como el hijo de Bird, el personaje de Oé en Una cuestión personal, convertido en tañido. A partir de ahí inició frenética saga con fines exploradores para extraer los sonidos más órdagos e ignotos de los objetos más desvariados y excéntricos jamás imaginados. En su primer disco When Joy Conquers Sorrow (actualmente fuera de impresión) despertó el interés de críticos musicales, cabe aquí un escordio: no fueron críticos de rock (con todas sus variantes), fueron críticos de música clásica, pintura y ballet los que en Sxip vieron a un genial hacedor de sonidos. Ya después, como siempre es, los pasmarotes periodistas rockeros alumbraron su sendero: Historia tan consuetudinaria que aburre: en las revistas de música alternativa nunca se descubre, nunca se busca, sólo se absorbe lo que alguien, en alguna estación de conductores pueriles poseedores de una ignorancia pasmosa (entiéndase Reactor) decidió programar. Se le edifica una escultura sin peana, que se enhiesta a base de ditirambos absurdos una y otra vez escuchados y una y otra vez repetidos por merolicos tardos, y así se crean los iconos de arestín que son seguidos por las masas de adolescentes que, por no seguir a RBD, siguen a otra muchedumbre igualmente idiota: esa que llena los conciertos en el salón 21 y que de los Strokes o Cold Play crean un concepto (ropa, cabello, forma de ser, de pensar, de caminar, de crear, de hablar) idéntico al de cualquier grupúsculo prefabricado. Naturalmente los Strokes y Cold Play no son grupúsculos de fondo, lo son en la forma, gracias al montón de homúnculos que los siguen y transforman en vulgar mercancía. Muy bien, he terminado el sano ejercicio de condenar a todo aquel que no admira a las Ondinas en la Siesta de un fauno. Prosigamos las pleitesías y el pláceme al creador de Sombule, editado en el 2006 bajo el sello Charm. En su último disco, Shirey, entrega una amalgama preclara que surca en volutas los regimientos absolutos de la inherente capacidad humana por generar ritmos. Decir que es una mezcla klezmer con música gitana y folk con tango y punk puede servir en una instancia inmediata y práctica, mas considero necesario decir que con una cuchara, campanas, copas de cristal, cajas de música, sillas friccionando con el piso y la respiración, no se puede hacer música catalogada, como es el caso de la canción Pandora: esperpéntico drama teatral que desciende y asciende en diversos módulos escénicos, creando el efecto de estar viendo una coreografía de Balanchine. En All Babies Must Cry es imprescindible marcar la clara tendencia al blues, de la voz en tiple de Aimee Curl, que inspira confianza y propone yermo apacible para dar inicio al misticismo y a la sensación de que las palabras imperan y se arropan en la verdad, de pronto es todo tan diáfano: hay que llevar a los bebés al río, ahí es donde deben llorar, porque todos los bebés deben llorar, efectuando así, junto al agua dulce, el acto más amoroso jamás descubierto por los hombres. En The Train, en colaboración con el grupo de country The Velmeers, se recorre a horcajadas un pastizal indómito custodiado por arbustos y paja, y, a lo lejos, la maternal mirada protectora de la agreste granjera que en cuidarnos se añeja. Las dos últimas canciones a las que hice referencia son vivas muestras de que el compositor al que dedico esta reseña puede salir de su mundo sonoro de estridencia perfecta y batahola egregia y continuar deambulando en los rangos inhabitados de la genialidad. Para no caer en la pretensión de los limitados, no diré que es un disco genial, únicamente les pido que nunca en su vida lo vayan a escuchar sin haber antes descubierto cómo rayos puede tocarse el silencio. hay otra posibilidad: que algún día, antes de comprar su disco, vean en vivo al hacedor de sonidos, cuentista, teatrero y mimo llamado Sxip Shirey.

www.sxipshirey.com
The Kitchen Syncopators Underwood
por Hugo Roca - IndyRock
El entorno con el cual se crece es determinante en todas las facetas a desarrollarse. La forma de pensar, lo que se pretende lograr, la personalidad, moralidad, entendimiento, percepción de la realidad y acepción de lo circundante, dependen de lo que un niño vio, sintió, olió, aprendió y palpó. La actual tendencia a homogenizar logra su cometido, a partir de los medios de comunicación masiva, en las sociedades de consumo. Un infante ranchero en Canadá puede presentar afinidad con su coetáneo citadino de Singapur: ambos crecieron viendo los mismos programas, jugando los mismos juegos y adorando a los mismos deportistas. Y tal vez ese niño canadiense no comparte nada con su vecino de cuadra, ya que éste se preocupa por regar las plantas, arrear a la borregada y leer cuentos sobre animales de Kipling. 
En terrenos musicales, la industria se adecua rápidamente a los vertiginosos avatares de los consumidores, ante tanto mercado, se podría pensar que las necesidades a cubrir son extensas y diversas, pero no es así: el comportamiento de la mayor parte de los escuchas presenta características símiles a la de una vacada, lo que facilita su complacencia.
Las tendencias retros a nivel radial son fluctuantes e inmediatas, responden a intereses, circunstancias históricas y hasta efemérides. Según el momento, una runfla se postra  mansa e idolatra al grupo que mejor aprovechó la novedad, en espera, claro está, de que llegue la nueva tendencia que de una novel pulsión anegue su instinto consumidor.

The Kitchen Syncopators surgió en 1998, en sus nueve años de existencia han sacado siete álbumes; todos ellos con la clara consigna de plasmar el intenso amor que sus integrantes le profesan a la vieja escuela de la música sureña de los Estados Unidos de América. 
En su más reciente disco, Underwood, logran venerar la presencia pretérita, mas no en la clásica manera unitiva de fusiones y mezclas. Logran mantener intacta la peana y a partir de ella construir una extensión que en creatividad y nostalgia se divisa forastera.
La vetusta banda de cuerdas es retomada y en el sonido se marcan respetuosamente y con ribetes parsimoniosos las dos tendencias: la urbana, más estridente y vigorosa,  y  la rural, siempre bucólica y artesanal. Ragtime, Jug band, blues y todos los sonidos creados en cielo abierto conforman los cimientos sonoros de las 11 canciones que Underwood contiene. Folk en su explicación, jazz primero en su estructura, el séptimo álbum de The Kitchen Syncopators interpreta a la perfección el old southern sound , pero su verdadero mérito radica en, habiendo logrado reproducir feténmente el sonido surgido en el lluvioso Oeste de Oregon y en las fuliginosas avenidas de Nueva Orleáns, progresar y dotar a lo ya conocido y mil veces reproducido de cuerpo nuevo, voz distintiva y formas propias.
Angel of mine, canción que abre, es un escordio de lo que allende acontecerá: un villorio de los años cuarenta; parva entidad, los habitantes se conocen y absolutamente cualquier acontecimiento que suceda en el terreno que los aloja es, invariablemente, connosco. Regresa el, mucho tiempo ausente, indómito adolescente que lunas atrás, varias ya, en imperdonable afrenta abandonó el pueblo que hogar le dio. Pasado el revuelo y desvanecido el guirigay, cuenta lo que conoció en la ciudad y con ojos ajenos critica la vida rural. En sus palabras acrisoladas hay nostalgia, demasiada, sabiduría, de esa velada, y resignación, por siempre accionada. La imagen funciona a partir de la técnica vocal de Frank Lemon que logra mostrarse triste y cambiar a sobria, en tonalidades disímiles y dejando invariablemente una estela amarga. Al final, confiesa por qué dejó el pueblo, "¿Cómo te puedo perdonar, me robaste el tiempo; está bien, te veo en el infierno, pequeño ángel mío".
Ya confieso, borracho y solo, acompañado por las cigarras y la luna llena recuerda y confunde recuerdos del pasado con ilusiones futuras que jamás se cumplirán, a partir de metáforas montaraces, recrea la vida transmontana de ciega fe cándida y sentimientos del todo cálidos, el miedo en el campo que lleva al odio en livor repleto; habla sobre el amor agreste, tierno y de pasión lleno que experimenta quien creció entre nubes, evónimos, caballos, briznas y cierzo. 
Retro en cada pieza, Underwood es la tristeza, belleza y gentileza que entre ríos y montañas se expresa.
www.kitchensyncopators.com
Sonidos http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendID=54838604

Kris Angelis
Estornino que canta con los sonidos del árbol
por Hugo Roca
Vivir en el campo, respirar aire cerril, emprender largas caminatas cuando apenas albea, recoger nísperos por las tardes cuando el esbozo del crepúsculo pinta al cielo con matices arrebol y atraviesa las nubes en forma de largos y puntiagudos hilillos luminosos, actividades todas realizadas por una niña campesina; todo el ensueño que la rodea lo intenta dilucidar en la casa del árbol, a la que por las noches sube con su hermana gemela para unir sus compatibles voces de tiple en una loa que no hace más que acompañar el trino de los dantos. Las párvulas son ya parte del trazo natural del ambiente, lo son porque han jugado tantas veces en la ciénaga que el pantano las acepta como extensiones, los durazneros ceden mansos a las infantas sus hijos preciados, que dejan el cálido y rugoso brazo paternal para llenar con su aterciopelado cuerpo el cuévano que las gemelas llevan aterido a sus codos en el que coleccionan sus frutos preferidos.
Solaz paliativo hallan en los paseos a caballos, a horcajadas recorren los interminables pastizales mientras el rútilo solar obliga que las pestañas se cierren y  formen celosía protectora. Montar las transporta a esa otra dimensión desde las cual se puede observar la realidad desde un promontorio, desde un lugar jamás maculado que permite recibir a plenitud los goces que el astrago ofrece. El frenético mistral en sentido contrario se estampa belígero y despeina las crenchas que peinan el leonado cabello de las hermanas.
De pronto, un día, veo de nuevo a una de esas niñas, a Kris Angelis, ahora ya es una joven adulta y con extremo regocijo escucho lo que hasta ahora ha hecho.
Resulta que continúo cantando, poco después de que yo partí ingresó en el coro de la Iglesia y aprendió a tocar el violín. A los 19 años tuvo el primer contacto con una guitarra, a las dos semanas ya cantaba dos docenas de canciones propias. Actuó en múltiples comerciales y tuvo apariciones en programas de televisión. ¿se volvió pueril? No, nunca dejó de bailar, ¿alguien que creció en el campo puede dejar de bailar, siendo el baile la expresión primera, antes que la palabra, para eclosionar una sensación de alegría? 
Con la intención de estudiar una licenciatura en psicología, se trasladó a la ciudad de Los Ángeles, planeado para terminarse en cuatro, Kris terminó en tres años el "degree". 
Aburrida, tal vez, de tanto cemento, desasosiego y caos, decidió grabar canciones, empacar su guitarra y recorrer el país. 
Su Ep debut se llama Brief Sounds y se compone de la canción homónima, el sencillo Long Way Down, I Wish y Remember the Rain. 
Alguien tan acostumbrada al arte, no necesariamente por haberlo creado, simplemente por haber convivido con la pulsión primera de toda creación artística, tiene la cualidad de expresar y resumir los sentimientos de una manera tan libre y sucinta que pareciese que hablando estuviera de su primera borrachera o de su inaugural noviazgo, pero habla de misterios sobre el alma y el amor y lo hace de manera tan natural que para los escuchas acendrados no puede haber reproche a su música, no puede haber recriminación alguna por que con tanta intensidad de pasión y fuerza de imaginación e instintivo impulso por nunca estatizarse, todo es perfecto, no la perfección que diligente que persiguen los críticos baladíes, la perfección en la comprensión humana, esa que muy pocos logran y que a muy pocos les importa. Ahora es cantante, mañana seguirá estudiando y luego. luego sólo la naturaleza lo sabe. 

Geoff Berner 
The Wedding Dance of the Widow Bride Jericho Beach Music 0701
por Hugo Roca para IndyRock
En el 2005 Geoff Berner escribió el primer capítulo de una obra artística cuyo objetivo es: arrastrar el klezmer hasta las tascas, que ahí permanezca y haga eclosionar pendencias y boruca entre cufifos. Esa primera entrega se tituló Whiskey Rabbi: los beodos se pelearon y el bullicio, conformado por patadas, gritos, exclamaciones triunfales y contritas, se expandió por tabernas, manflotas y tugurios. En beata correspondencia con la premisa que indica carestía de evo en los apotegmas, este acordeonista oriundo de Vancouver escribió un segundo capítulo con la intención de continuar e inyectar de nueva pulsión a su misión. 
A poco más de un mes de haberse lanzado, The Wedding Dance of  the Widow Bride ya arroja resultados: las catervas de avilantez han aquilatado con fruición  auditiva esta segunda parte y en su asnuno proceder está el resultado. Sin conocimientos de cinésica, al entrar a un bar en el que suene el álbum del que hablo, es posible dilucidar, a partir de los visajes en rostros de alcohol tumefactos, la temporal anodinia que lleva a la brega, al denuesto y al proceder malhadado. Todos ellos pelean, se insultan, patalean, plañen, retoman la amatividad que poco después convierten en agresividad. Aviesas miradas de torvas pupilas, la música crea ambiente de riñas, entre personalidades agriaces acostumbradas a utilizar navajas en vez de palabras; con la única diferencia que es ahora el kelzmer quien los provoca. El capitulo dos contiene más maculas, gana profundidad, desarrolla lo bonítalo y se convierte en trasgresor redomado.
Ya hemos hablado sobre la aportación del álbum al objetivo general de Geoff Berner, ahora centrémonos en la temática particular de The Wedding Dance of the Widow Bride. Todas las canciones, exceptuando el cóver a Queen Victoria de Leonard Cohen, son originales, inspiradas en los ritos judíos cuyo fin es el connubio. La jarana alegre, de baile y fraternalismo, de carrillos encendidos por el alcohol y sonrisas permanentes que luego se convierte para unos en desdicha y para otros en plena, aunque inmediata, felicidad. Me parece que la concepción del álbum va enfocada en el cataclismo de las bodas, cuando los asistentes comienzan a trastornarse y los contratiempos y disgustos que cubren a un sector alimenta la celebración de la sección contraria. Normalmente este fenómeno ocurre cuando el amanecer perece y suele confrontar a la parte frondía con el complemento frenético.
Todas las canciones están ligadas y describen las diferentes posturas adoptadas por los protagonistas de una boda cuando el clímax ha llegado. ¿Hasta qué punto nuestra alegría se basa en el infortunio de los otros?, con buen lirismo y la áspera voz de Berner, el díscolo violín de Diona Davies y la percusión aquieta de Wayne Adams, la pregunta es respondida.
Es el momento de bailar, las parejas se forman y el ritmo guía los pies; las piezas avanzan y las parejas cambian;  la novia cae en brazos del que siempre la amó, quien, con casi un litro de tequila cumpliendo su función como depresor del sistema nervioso, le suelta a bocajarro: "tu esposo es un marxista que piensa que el matrimonio es un estado de prostitución, así que vas a tener que cogértelo sólo para que se calle y te deje dormir".
En la mesa de los intachables, delectos y diligentes hombres cuyos principios les impiden degradarse al grado de bailar, la discusión es harta interesante, hay uno, el que posee en su timbre mayor resonancia, que intenta dehortar a sus amigos, "recientemente me han dicho que el nuevo papá morirá pronto, en cuestión de la sucesión, África a mi ver tiene promisión, tendrá que esperar en la línea de batalla".
De imágenes como las anteriores está repleto el segundo disco de este regio acordeonista que a partir de la recreación de un solemne convite denuncia y critica formalismos sociales a la vez que confronta atavismos mundiales.
www.geoffberner.com

The Neins Circa Please Fell Free to Enter the Tipi
por Hugo Roca - IndyRock
Para un grupo independiente, emancipado y gozoso, el estigma comercial de la asechanza al segundo álbum es inexistente. No hay presión por repetir el éxito logrado, ya que éste es atildado; es decir, se basa en una relación directa entre los creadores y los oyentes. No hay intermediación mediática ni radiodifusoras cobistas, o ensañadas, que manipulen al mercado fláccido que descuella  por mudable y beocio.
Es un pequeño mundo acendrado e indecible, conformado, yendo a sus peanas, por artistas que abstraen vivencias, las transmiten en acordes y son recibidas por runflas selectas, que tuvieron a bien atravesarse en fetén momento.
El aticismo musical del producto, claro que indispensable, no es predominante para seguir a la agrupación. Hay cosas mucho más recónditas y sublimes que intervienen para que los seguidores de un grupo independiente sean tales. Y es que si la calidad fuera el patrón, probablemente un grupo "mainstream" la iguale o supere, pero existen minorías encomiables que no buscan perfección técnica, material, y por lo tanto mundana, sino que es solazarse espiritualmente lo que  indagan en la música, los discos son potenciales remansos, los cuales, conformados por mareas y dársenas, les facilitan el ingreso, o en algunos casos el disfrute, a la entelequia de la identificación sentimental, el saberse entendidos en estado de quimeras, en escuchar a lo que alguna vez atisbaron el esbozo.
Por favor siéntete libre de entrar al tipi, la puerta está abierta en señal de cálida bienvenida. ¿Por qué te niegas? En el interior encontraras cómodos sillones y mesas de juego, nada te faltará adentro; los cuentos sobre animales de Kipling predominan en cuanto a literatura, pero muchos son los temas de los que puedes platicar. Las canciones de este álbum de Neins Circa son eso, una invitación ecuménica para formar parte de una comunidad tribal, para conocer el interior de la tienda, para saber qué hay ahí. Pero no todos la aceptan, de hecho son pocos los que siquiera se interesan, pero es que órdagos  son los aptos para sentirse en su hogar cuando para acceder a la tibieza de los objetos es necesario poseer intelectos escarpados y espíritus mondados, y el gran alud de las personas que escuchan música no buscan, sólo reciben lo que se les da, no emprenden sagas por encontrar lo suyo, sólo seleccionan de un muy limitado abanico. No se exigen, se adecuan. Tal vez por eso el arte multitudinario sea casi siempre tan vacuo, insulso y chabacano.
Los invitaría a entrar al tipi, pero sería una banalidad. Pláceme a quien ya lo hizo. http://www.theneinscirca.ca/ http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendID=43521294



Mad Tea Party Big Top Soda Pop WTR05
por Hugo Roca - IndyRock
Big Top Soda Pop es el cuarto álbum de  Mad Tea Party, agrupación oriunda de Ashville, N.C. Al escucharlo, la sensación de estar ante la musicalización de la novela Alicia en el país de las maravillas es instantánea. Una voz de fémina anacrónica acompañada de un exótico ukelele, una guitarra que añora y una sólida base de bajo pernea el ambiente con recuerdos de épocas sepultadas. A lapsos regresa el sonido jazz de la vieja escuela, a otros la peana en la cual se desarrolló el roots se aparece por fugaces instantes para dar pie a ribetes del rock en la década de los cuarenta y finalmente presente arreglos de cuerdas modernos que suenan a la corriente refinada del indie-pop reciente, pero que no logran derrocar el sentimiento retro que las canciones encierran.
Es difícil pensar que en su infancia, Ami Worthen no se obsesionó por Lewis Carrol, pareciera que éste dio pie a que su díscola imaginación de párvula curiosa volara tan alto como las ilusiones se lo permitieron, rompiendo todas las barreras en las cuales se estrellan los sueños de muchos infantes, que, al no desarrollar sus inquietudes con la lectura y sí con la televisión, bloquean el horizonte de los pensamientos con obstáculos banales.
La llegada de la pubertad y la posterior aparición de los síntomas adolescentes no sacudieron como vorágine la cabeza de Ami; al contrario, le brindaron la emoción de una meta: Conservar inmortales las emociones y quimeras que tuvo de chica, acumular conocimientos y vida y, cuando esté preparada, rendirle tributo a su infancia, esa etapa llena de jardines gigantes, cuerpos que caminaban sin cabeza, juegos con animales ataviados de gala y fiestas de té en donde todos los comensales estaban destinados a escuchar permanentemente el plañido desesperado de un ratón que perdió su abrigo.
Con este, su cuarto álbum, el tributo es encomiable: encierra nostalgia embelezada por la pureza de la inocencia, es como entrar al cerebro de una nonagenaria, en él cohabitan los pensamientos primeros, cándidos y serenos, combinados con la experiencia de toda una vida. 
Big Top Soda Pop es estar en la sala estrecha de una casa para enanos: las paredes están pintadas con colores llamativos y las teteras histéricas discuten hirvientes con las tazas subversivas. Es un cuarto donde la irrealidad asciende a la dimensión de lo posible y la dispersión es el orden perfecto; pero, sin embargo, las tazas de té que acaban de ser servidas encierra todos los misterios de eso que llaman realidad: el vapor que de ellas emana esconde qué hay detrás de amor, muerte, dinero. De pronto la cotidianidad de la vida mundana se emancipa absurda y anodina.
Cuando salen de esa casa, Ami Worthen provocar cambios sociales en Ashcille, N.C, su ciudad natal; el guitarrista del grupo, Jason Krekel´s, realiza postales a mano así como arte urbano y Lora Pendelton, quien toca el bajo, ejerce el oficio de barbera. Pero tan pronto vuelven a entrar, estos creadores de música añaden a la vida terrestre una dosis concentrada de alegre fantasía. www.themadteaparty.com
Fishtank Ensemble Super Raoul 2002
por Hugo Roca - IndyRock
La taberna está encallada en el centro de la ciudad de Bucarest. Al entrar, un intenso  olor a ginebra escarpa mis fosas nasales y el humo de los cigarros deambula como calígine y nubla mi visión por latos instantes. Los comensales son responsables de una estentórea batahola deforme donde invectivas aisladas abandonan la boruca general para enhestarse triunfantes en medio de la boruca; el peligro de que una brega estalle en cualquier momento es inherente. 
Es una tasca pequeña y la estuosidad que presenta se contrapone con el frío allende. El lugar en el que me encuentro seguramente anfitriona tertulias de facinerosos y bellacos, o al menos esa es la primera impresión que me he formado.
Mis cavilaciones deambulan errantes meditando lo símil del barrio donde Fagin vivía con este bar cuando el grupo comienza a tocar, la música me sume en un letargo exultante en donde lo circundante se desvanece, el tiempo se pierde y el espacio transmuta. No estoy ya en un café viciado, me encuentro, de la mano del violín, en una caravana gitana recorriendo el verdor de los campos rumanos. La guitarra flamenca me mete una torta de aceite de oliva por la boca y me inserta en Sevilla desde donde veo mayestática La Giralda; im promptu, una voz atiplada me sube a un promontorio desde donde observo una casa, en la sala una mujer canta klezmer con atavismo judío puro, finalmente el sonido del acordeón me avisa que estoy observando un grupo de polca callejero en los callejones de Bohemia. 
La melodía cesó, mi espíritu sosegó y yo yacía cuan largo era en el sillón de mi cuarto, ¿nunca estuve en un pub húngaro?. entonces, ¿qué ocurrió? Simplemente que el álbum debut de Fishtank Ensemble, Super Raoul, había finalizado.
La historia de este ensamble es tan bizarra que, al conocerla, no se me hizo tan raro que experimentara un éxodo alucinante cuando los escuché por primera vez. Fabrice Martínez nació en Francia, el llegar de la adolescencia trajo consigo deseos e impulsos en el joven que lo llevaron a viajar por varias regiones europeas, fue en una de ellas donde encontró una caravana gitana la cual lo sedujo con su misticismo milenario y, sin mucho cavilarlo, decidió unírseles. Recorrió Rumania, Hungría, Suecia y Polonia donde aprendió folk tradicional de los Balcanes y se convirtió en dómine del violín. Por caprichos del sino que dicta los senderos que las vidas deben seguir, viajó a California en donde conoció a la vocalista Ursula Knudsen, el acordeonista Aaron Seeman, el guitarrista Douglas Smolens, el percusionista Adam Stacy y un intérprete del shamisen llamado Kevin Kmetz. Todos ellos concordaron en una sala de conciertos en Oakland llamad Fishtank donde charlaron amenamente sobre música y acordaron dar un concierto días después en el mismo lugar. Hasta ese punto, vieron el acuerdo como un palomazo divertido o una improvisación interesante. Su estupor fue grande al encontrarse en el escenario tocando canciones ignotas que surgían exactas y fluidas. Parecía que llevaban largo tiempo tocando juntos, todos en la audiencia imaginaron estar presenciando el espectáculo de una banda experimentada y con vasta trayectoria, nadie creyó que era la primera vez en la que aquellos músicos tocaban juntos. Compaginaron tan bien que al bajar del proscenio se les pidió que grabaran un álbum. Emocionados por la imantación de acordes, grabaron  Super Raoul después de 3 semanas de estar juntos. El resultado es un álbum amalgama lleno de folclor nórdico, música gitana, cantos judíos y picardía española, que, como bien lo describen sus propios integrantes, conjuga "el espíritu de antaño con el sonido del mañana".
El disco debut del Ensamble de la pecera cuenta con arreglos instrumentales mondados, talento en cada uno de los instrumentos y esa chispa de energía que evita caer en perfección estática y contemplativa donde no hay reproches técnicos pero sí muchos en la laxidad imaginativa. Una auténtica reliquia capaz de transitar de un sombrío bar en Bucarest a una caravana gitana sin salir de un enorme acuario. Hopa di Vida eternamente.www.fishtankensemble.com
Hypnotic Clambake desde Boston
Square Dance Messiah - CD
Por Hugo Roca
La posmodernidad, con su olor acre y álgido tacto, apareció en la música rock mucho después que en otras disciplinas artísticas; Boddy Holly, The Doors, Led Zeppelin y The Clash, grupos que eliminaron futuros ribetes de innovación, son culpables de propiciarla.
MTV, sin dejo a incertidumbre, encarnó lo posmoderno y enarboló su bandera; el canal dio cabida a miles de grupos heterogéneos: bandas americanas que fusionaban cuanto ritmo escuchaban y los volvían parte de un alud musical de proporciones colosales en donde géneros, en apariencia y esencia contradictorios, podían fraternar boyantes.
En la actualidad es difícil encontrar un grupo, ya no digamos paradigmático, si no, simplemente interesante; esto debido a que los medios musicales de difusión masiva se centran en lo que los escuchas, gregarios arrastrados por  gustos baladíes producto de sus espíritus zafios, piden. ¿Y qué piden?: canciones pueriles de melodías plagiadas y propuesta anodina.
El panorama es yermo, lo sé, pero me es fausto saber que sigue existiendo música fetén, el problema es que hay que buscarla en los rincones más recónditos del orbe.
Maury Rosenberg nació en Boston y es fundador de una de estas  bandas posmodernas con la capacidad de crear excelente música: HYPNOTIC CLAMBAKE. Escuchar su disco Square Dance Messiah es recorrer un páramo de pasto azul en Kentucky a caballo y sombrero de mimbre cubriendo la cresta. Sus canciones son cerriles, no la parte vituperante del vocábulo, remiten a pasto, vegetales, rednecks y animales. Ilustran la calma provinciana de algún rancho, el atardecer entre montañas, en fin, un disco vaquero.
No puede ser considerado Blue grass tradicional, como muchos críticos lo han encasillado, no puede serlo por el simple hecho de haber salido en 1991; es country posmoderno, el mejor country posmoderno que jamás se haya creado. Con un violín abrupto, una base rítmica de 4 por 4 y guitarras inquietas, Maury Rosenberg recorre todas las variantes del género que se caminaron en los años 60, mezcla, en una batahola prócer, las delicias de la tradición Folk americana.
La canción que da nombre al disco, Chef Mobie's Gumbo Gator, A message from mother y In the Middle son piezas dotadas de una capacidad de fusión y cabida para activar el ritmo interior, que, al escucharlas, es improbable que un retractor de lo posmoderno siga ostentando esa visión.
Vermillion Lies "Separated by Birth" A small tribe records 2006
por Hugo Roca- IndyRock
Comúnmente la concepción que se tiene de un grupo es el de la unión de varios músicos para escribir e interpretar canciones; en el proceso de grabación no se persigue un fin específico ni se sigue una línea determinada, es decir, las canciones son concebidas de acuerdo a la inspiración inmediata, la libertad de inventiva es absoluta en el sentido de que cualquier cosa puede salir y será aceptada siempre y cuando se le considere bella o acorde. Por ejemplo, grupos como Cold Play o U2 se juntan durante cierto lapso, erigen múltiples canciones y cuando tienen bastantes, seleccionan un par de docenas para incluirlas en su álbum. Los patrones acordados para la selección corresponden a una línea empresarial, una concepción mental del líder o simplemente democracia entre los miembros. A este tipo de agrupaciones me gustaría bautizarlas con el mote de desconceptualizadas.
Por otra parte, una minoría son los grupos que adoptan  una idea como premisa vital  y se adecuan cabalmente a ella; su forma de actuar y  proceso de creación están regidos por esa idea y todo producto es resultado directo de ella. Es así como los grupos conceptuales toman vida. 
Vermillion Lies es justamente uno de estos grupos conceptuales. Dos hermanas que se separan; en el  2004, después de añales incomunicadas se reencuentran y al no tener nada más puro que decirse, se comunican por medio de música, la intercambian y mezclan, al darse cuenta que la batahola es lo bastante agradable, se fusionan en una misma sustancia y Vermillion Lies cobra vida: una arpía únicamente separada por el día de nacimiento. 
Su disco debut se titula Separated by Birth y fue producido por el afamado Myles boisen. Dividido en dos actos complementarios, el disco invita a sumergirse en un espacio donde la música es exclusividad de aquellos que cubren con sombreros sus cráneos y saben que una máquina de escribir puede producir el acompañamiento más fetén que jamás se haya escuchado.
Las hermanas Kim y Zoe Boekbinder, acompañadas de sus amigos, tocan toy piano, acordeón, cacharros de gas, mandolín, manzanas felices, oboe y muchos instrumentos (y adecuaciones de ellos) más. Los arreglos de cuerdas son especiosos y ocasionan en el que escucha una rara sensación exultante de melancolía. 
Música que corresponde a la idea de un mundo quimérico que surgió de la fausta unión de dos estorninos, no son canciones bonitas como individualidades, no, no existe un sencillo llamativo o algunas "rolas padres"; es un disco perfecto si se logra entrar a ese mundo de gemelas; si no se logra, tal vez se catalogará con la simpleza de "un disco raro". 
 "He pensado por algún tiempo y debería volar, cansada de caminar con mis pies, estoy cansada, muy cansada. arriba en el cielo hay personas, aquí sólo mentiros, facinerosos y ladrones", con esas palabras abre el disco y desde ese momento puedes ver todo desde arriba, donde la vista es más bonita y menos fuliginoso el horizonte. www.vermillionlies.com
Andru Bemis Rail To Reel Wepecket Island Records, 2006
por Hugo Roca
El don de escribir canciones hermosas es exclusivo de espíritus sensibles, entendida la sensibilidad como la capacidad de sublimar lo ignoto y apasionarse por lo bello. Aquí es cuando surge la incógnita: ¿qué es la belleza?, ¿quién la determina? Ante este cuestionamiento me parece que todo puede ser bello siempre y cuando exista alguien que lo pueda enaltecer; así que, lo que en apariencia es una fruslería pueril, puede adquirir dimensiones mayestáticas si una mano creadora lo catapulta a esa superficie. Esmirra, la zorra que persigue a Okka y su bandada en El maravilloso viaje de Nils Holgersson, florece la venganza y felonía porque en ello pone entera pasión y encamina con denuedo sus acciones a dicho fin. El hecho de que algo sea lo suficientemente poderoso para dar razón a una vida, que enhieste pensamientos y obligar a utilizar la creatividad al máximo, es tan inenarrable que es dador belleza. Ahora, si esa pasión abandona la inherencia personal y es expresada con abstracciones, ya sea de imágenes, sonidos, colores o letras, el arte sale a escena y las emociones afluyen como rauda corriente: lágrimas descienden tristes al tiempo que el livor se encamina a la liza.
Andru Bemis tiene 25 años, nació en el Sur del Cielo (provincia de Michigan) y ha grabado 3 álbumes: Plays past his bedtime, Singer y Rail to reel. Toca la guitarra, el banjo y canta en timbre de bajete depresivo; su voz es incomparablemente expresiva y de beldad tal que la historia de la música tardaría en buscar dentro de su acervo una que se le asemeje. 
Al comienzo de cada año compra cientos de boletos de tren y agenda una presentación en cada uno de los pueblos en los que parará. Cundo el invierno es todavía párvudo, las frondas mondas y las personas llenan de buenas intenciones sus mentes, Andru aborda un vagón en el cual permanecerá los próximos 6 meses acompañado de sus instrumentos, novelas y melancolía en el corazón que aflora con su voz.
Es por ello que nunca he escuchado canciones más hermosas que las que él canta, su melancolía es pura, surge de esa sensación en la que se desconoce el destino, donde se avanza sin saber a dónde se llegará. Las vías del tren y la naturaleza: los únicos puntos de referencia. Pero los estorninos, el crepúsculo, los corzos y las gullas son inalcanzables, un vidrio te separa de ellos, un vidrio ígneo en movimiento perenne, cristal receloso que protege lo verde; sólo deja apreciarlo más nunca poseerlo. 
Así se inspira Bemis, con el alma transida y atribulada, con todos los secretos allende de una ventana, con la eterna frustración del síndrome  Stendhal, donde sólo puede enamorarse del aspecto formal más nunca comprender el misterio que encierra.
La melancolía perfecta, escarpada y pulida, eso es lo que este cantante de folk presenta en Rail to reel, canciones resultado de las múltiples cartas de amor con destinatarios inciertos, el saberse cinco millas lejos del hogar y las rememoraciones de las lecturas pasadas en libros de Twain. 
"Si tu pierdes un tren en el que yo esté, sabrás que me he ido; podrás oír el eco del chillido a cien millas de distancia", se le oye plañir en la primera canción, pero como lo anuncia, el eco de su voz permanece reverberando en el interior de cualquiera que lo escuche cantar.
Lusitania Summer 2005 Recordings
por Hugo Roca- IndyRock
Lusitania nos presenta una recopilación de demos, canciones inéditas, material en vivo y cóvers. Este dúo conformado por Wyatt Shibley y Ben Richter emergió hace 2 años de la escena folk independiente de New London, Connecticut. Al paso de los años se han convertido un grupo de culto y su creciente base de fans exigía un material grabado de la banda, de ahí surge Summer 2005 Recordings.
A lo largo de los 16 temas, Lusitania presenta su sonido folk con tendencias oscuras que los ha caracterizado en sus famosas presentaciones en vivo. En las grabaciones no se pierde ese misticismo presente en sus presentaciones en vivo, el grupo conserva en plenitud sus raíces.
Canciones como Old Man, Robot Boy, A Happy Song y en especial Wyatt´s Song, muestran claramente las influencias de grupos como Neutral Music Hotel (que por cierto hacen un cóver de su clásica canción Bucket), Dresden Dolls y en especial el acordionista Jason Webley.
Si bien la calidad de la grabación dista mucho de ser perfecta, la propuesta de Lusitana es fresca y propositiva, valiente e irreverente. Sin duda alguna, Lusitania es en potencia uno de los grupos con más talento en la escena de folk oscuro. Con canciones acerca de muerte y situaciones fantásticas, el dúo invita a un viaje a través de mundos trágicos y situaciones adversas.Una pieza imprescindible para todos aquellos coleccionistas de joyas underground todavía sin pulir.

Novillero Aim Right for the Holes in Their Lives 2005, Mint Records MRD-084
por Hugo Roca - IndyRock
El pop es un género que se ha visto gravemente deteriorado por el mal uso que se le ha dado al término. Grupos plásticos y solistas prefabricados ha contribuido en gran medida a relacionar al pop con mala música o música mal hecha.
Partiendo de que el pop se define como popular, grupos como The Beatles, The Who y hasta Elvis Costello encajan perfectamente en esa definición. Pero ateniéndonos a lo que recientemente se ha considerado pop, nos encontramos muy buena música como lo fue Placebo en sus primeros discos, Mary Timony o Ryan Adams. 
Novillero presenta en su segundo álbum, Aim right for the holes in their lives, 12 temas magistralmente ejecutados con una fuerte carga pop. Probablemente desde Warning de Green Day no había surgido un disco pop tan brillante. Novillero rememora a los Beatles en su corte Abbey; Laissez-faire System da un aire al Elvis Costello de finales de los setenta, y canciones como Dean o The Hypothesist presentan una estructura más moderna con muchos teclados y hasta saxofón recordando a A.C Newman.
Si bien el disco no es innovador o propositito en ningún aspecto, la ejecución de las canciones es perfecta. Logran plasmar a lo largo del disco el sonido que definió a toda la generación de bandas pop de los años setenta. El gran mérito de Aim right for the holes in their lives radica en conseguir un sonido que definió a toda una generación, pero no sonando descaradamente a algo ya hecho. Dan un sonido a esa época pero no plagian descaradamente.
Un homenaje impecable al pop de los setenta, eso es lo que Novillero logra en su segundo álbum.
Immacultae machine Ones and zeroes Mint Records MRD-087
por Hugo Roca - IndyRock
La oleada de grupos desatada por el éxito comercial de grupos como The Strokes, The Vines y The White Stripes (por nombrar los principales), generó una inmensa cantidad de bandas con sonido de garage que acabó catalogándose como "indie". Más allá de lo acertado o erróneo de ese nombre, ese tipo de grupos consisten predominantemente en una base rítmica sencilla, guitarras con sonido sucio y letras acerca de problemas cotidianos.
Si se analiza la historia de la música con un poco de atención, nos podemos dar cuenta que el grupo pionero del garage fue Neutral Milk Hotel a finales de los ochenta y su disco paradigmático In the Aeroplane Over the Sea es de los mejores en el género. Durante la década de los noventa aparecieron miles de bandas con sonido similar al que los Strokes llevó a la fama.
Immaculate Machine, grupo canadiense surgido en el 2004, editó su disco debut Ones and zeros bajo el mítico sello Mint Records. Para poder entender a plenitud el álbum, es necesario conocer que Immaculate Machine es un grupo que absorbió a la perfección toda la música "indie" que ha surgido a partir de Neutral Milk Hotel y la plasmó a lo largo de 13 cortes. Si la única referencia que se tiene son las bandas que la radio comercial programa, va a ser difícil entrar a las entrañas de Ones and zeros.
El álbum empieza con Broken ship, excelente corte donde la tecladista Kathryn Calder rememora a Dolores O'Riordan y plasma a la perfección el lamento.
"Estamos remando en un bote roto y sólo uno de nosotros puede sobrevivir, no me quiero ir si eso significa que morirás", es la primera frase que emana de la boca de Kathryn y con eso basta para emocionar lo suficiente al escucha.
Después de un corte tan prometedor, no se encuentra otro con la misma belleza hasta Invention 77 en donde se habla de la invención del punk y critica ferozmente a todos aquellos grupos que con la bandera punk lograron éxito comercial cuando su música no corresponde realmente a lo que es en sí el punk.
Otra canción cumbre en el disco es So cynical donde el guitarrista Brooke Gallupe canta. La canción transita por varios ritmos ya conocidos, llega peligrosamente a sonar como Pete Doherty cantado What became of the likely lads y por ende suena un poco a The Strangles. Pero la canción sabe cuando apartarse de esos lugares conocidos tomando forma por sí sola. Una gran canción en verdad.
Debut fuerte de un grupo que promete cosas grandes. Recomiendo visitar  www.immaculatemachine,com y www.mintrecs.com para más información acerca de este talentoso nuevo grupo.



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