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Jazz- Funk de baile fácil y calidad instrumental
por Diego Soto-IndyRock
Mediante la combinación de una excelente puesta en escena y la calidad instrumental, The Cherry Boppers llegaron a la BoogaClub para presentar su último disco( 'Play it again') con la agradable excusa de celebrar su concierto número cien. Y es que esta formación empieza a sorprender a propios y extraños debido a su buen hacer encima de los escenarios allá por dónde prefieren sorprenderse con un grupo que se inspire en la música negra y el jazz en detrimento de los grandes nombres.
El concierto, todo un lujo para los asistentes, comenzó como lo suelen hacer las formaciones con un concepto claro de lo que deben hacer para sorprender a su público. Es decir, comenzar de una forma tranquila, como quién no quiere la cosa, para progresivamente ir atrapando a los escuchantes, como así lo hicieron, terminando con un apoteósico desmelene de la formación y de los asistentes.
Una hora y media de vibraciones a lo Mojo Club puramente instrumental con tintes vocales, sin alardes líricos, que realmente parecían proceder de los suburbios de New York. Por movimientos, sorprendió la variación del viento con el enhiesto protagonismo del Hammond dándole un toque realmente cálido y fantasioso, poniendo la piedra del desaforado baile de los asistentes. También la influencia de la trompeta, junto al saxo de Mihail Goldfingers realmente fue una delicia, permitiendo que la flauta travesera fuese una visitante por sorpresa de bienvenida justificada.
Si hablamos del bajo de la mano de un soberbio Lando Stone, nos quitamos el sombrero ya que mediante la altura imprimida a los temas, es decir, no dejando al instrumento en un mero acompañante sino en un intérprete de alta talla guiado, lo convirtió en un elegante invitado. Una verdadera delicia que marca desde el comienzo de los temas, la pauta por la que debe girar la interpretación del track. Aunque atrás no se queda su vibrante guitarra del gran Xixo Yantani con la que evalúa los solos con una frescura realmente inusitada.
En ocasiones, cuando se presenta la oportunidad de ver a grupos de tal calibre, difícil es la elección de cual de los intérpretes de la formación llena más. Pero sin duda y también, sin ánimo de fundamentar un protagonismo instrumental de la formación, mencionar por su juego continuo, por su disfrute contagioso y por su heterogeneidad de movimientos, texturas y colores, al gran batería Txeo K-Billy.
Joya tras joya. Así se podrían calificar los temas de The Cherry Boppers. Desde su apasionante "Play it Again Funk", un auténtico temazo con claras reminiscencias a los buenos tracks de Maceo Parker, con una envolvente mezcla de sonidos amenizados magistralmente por la potente batería y la elegancia del Hammond, hasta "Black Lolita",en el que las palabras sobran ya que como si de la enfermedad del movimiento se tratase, el asistente no puede dejar de moverse. Así, en "Laying in the cut", la cosa se desmadra. Texturas de mil colores inundan la sala. Todo disfrute al continuado ritmo de compases Herbie. H. entremezclados con las melodías de un Hammond realmente protagonista. Gusto y regusto, deleitarse con tal bombón, en un concierto por seis euros a la altura de una gran formación.
Puede que si procedencia viniera marcada desde la Francia o sus nombres formasen parte del cirucuito del New Jazz Londinense o americano, mil serían las menciones fuera de nuestras fronteras ante una formación de tal talla interpretativa. Para ello, estamos, para decirle al lector que las miles de palabras no sirven para calificar la grandeza de esta joven-formación-bilbaína puesto que únicamente queda rendirse a comprar su excelente último trabajo o buscar en el calendario sus próximos conciertos.
Sude con nosotrosHabía expectación en Granada por contemplar el vivo de The Cherry Boppers. Los bilbaínos llevan cuatro años dando que hablar y cosechando laureles. Es un secreto a voces en la incipiente comunidad española de la 'black music': los triunfadores del Villa de Bilbao en 2007 ofrecen un directo aplastante, sudoroso, incontestable. El quinteto -esporádicamente elevado a sexteto con el trompetista y cantante El Reverendo- propone nutritivo jazz-funk. Puro músculo en estado de excitación desorbitada.
Sala Booga Club - 24 enero 2009
Por Eduardo Tébar / IndyRock
Lo avisaban el mismo sábado en IDEAL: "Prometemos baile, fiesta, locura, sexo.". Y en efecto, cumplen la ofrenda con una ferocidad indomable. El público local, algo frío al principio, acabó desgastando suela a pie de escenario y pidiendo más en el Boogaclub. La maquinaria de The Cherry Boppers no esconde grandes misterios. Su falta de pretensiones más allá de la música por la música, el afán comunicativo y la filosofía lúdica de sus canciones provocan una empatía directa con el oyente.
Pero además son buenos. Instrumentistas colosales. Blancos de sangre negra, capaces de engordar el libro de estilo con elegantes ejercicios de bogaloo, 'rare groove' y acid-jazz. Una base rítmica de bombeo revolucionado aderezada con el manto colorista del Hammond y la pegada de los metales. Así son ellos, hábiles calentadores de ambiente a través de la aplicación de trucos locuaces y métodos radiofónicos. ¡El bajista Lando Stone arrasaría con su particular show en las ondas!
De paso despacharían más discos. En Granada impulsaron la venta post concierto del lujoso 'Play it again' (Keep on Boppin' Records, 2008), un cuidadísimo vinilo verde de 180 gramos. Producido por los ilustres Fernando Pardo (Sex Museum, Los Coronas) y Kaki Arkarazo (Negu Gorriak), el álbum se ha convertido en un clásico inmediato. No innovan, ni adoctrinan. Sólo divierten con buen gusto y ánglica añoranza por los años setenta. Después de telonear a Sly and The Family Stone, temas como 'La pulguita' -que precedió al bis en Granada-, auguran momentos de júbilo. "¡Tóquenla otra vez!".
Play it again!
Los discos se dividen en tres categorías.
Los que, tras intentar los tres cuatro primeros cortes, destierras para siempre al estante de las basurillas. Los que consigues acabar, pero te dejan una sensación átona, insípida o simplemente poco interesante en las orejas, con lo que calculas que rara vez vuelvas a ponerlos, aunque pudiera darse el caso alguna vez quizá.
Finalmente, están los que no tienes inconveniente en poner una y otra vez e incluso tus seres queridos pueden llegar a odiarte por ello. Este Play it again! de The Cherry Boppers pertenece claramente a esta última clase; y no sólo por su título.
¿Jazz funk en 2008? ¿Tocado por músicos blancos? ¿Y de Bilbao? ¿Sonando así de bien? Pues si, amigos. Puro jazz funk, música para bailar a cargo de uno de los combos más incendiarios del estado español en este joven siglo. Se instituían en el 2004 y dos años después se bautizaban con el disco Dressin' the Puppet. Maceo Parker y James Brown les supervisaban desde la lejanía. Para el 2007 rubricaban con fuego instrumental el concurso Villa de Bilbao, que se llevaban de kalera. Incluso y todo telonearon a Sly & The Family Stone en el festival de jazz de San Sebastián de 2007, lo cual no es cualquier cosa.
Para y desde entonces militan en The Cherry Boppers Mihail Goldfingers en saxo y flauta, Txefo K-Billy percutiendo los parches y su socio, el bajista Lando Stone, dándole lustre a la sección rítmica; Xixo Yantani en las seis cuerdas e Ignatius Jhonny aplicando los diez dedos al Hammond leslieficado completan este pequeño regalo sonoro a reventar de soul auténtico.
Abre la batidora y vierte en ella rock, psicodelia, jazz, funk, rap, cine blaxpotation, melenas de rizo y la belleza a la vez elegante y macarra de un tiempo tan violento, como inocente: los 60 y 70. La dirección musical del grupo viene desde la colección Blue Break Beats, que recoge las mejores grabaciones de jazz funk y rare grooves del sello Blue Note, realizadas por artistas como Donald Byrd, Reuben Wilson, Grant Green, Lonnie Smith, Jimmy McGriff... Casi nada. Con una producción firmada por dos sabios veteranos, el Sex Museum Fernando Pardo y el exNegu Gorriak Kaki Arkarazo, The Cherry Boppers han montado un artefacto sonoro que, sin dudarlo una miaja, les convierte en una de las propuestas musicales de este 2008 que se nos escurre como arena entre los dedos. (Información remitida por la sala Boogaclub)
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