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THE SECRET SOCIETY
‘La Sociedad Secreta’ de Pepo Márquez
por
Armando Marín Ruiz - IndyRock
Fotos Tomás Osborne - IndyRock
Abril 2010 Sevilla sala Obbio
Mientras que el intermitente goteo de un grifo mal cerrado
perturba la tranquilidad de una noche que transita sin remedio,
ahí me encuentro, tirado en un mullido colchón, mirando a ese
desconchado techo, como si la solución al rompecabezas que
perturba mi sueño se hallase en el mellado elemento de yeso que
se ausenta. Aún sigo sin entender como acepté el caso. Será
quizá por mi afán en las causas perdidas, quizá por no saber
negarme ante la evidencia del sufrimiento. Ahora se, que ya no
hay marcha atrás.
Una y otra vez reordeno mentalmente mis pesquisas, se que algo
se me está escapando, tengo que hilvanar más fino. Abstraído en
mis pensamientos, soy súbitamente interrumpido por el teléfono
que rompe el silencio de una cortante oscuridad. Al otro lado,
una grave y afónica voz masculina me susurra antes de colgar de
modo impetuoso: “Pepo Márquez está en la ciudad”.
Se que he escuchado ese nombre antes. Indagando entre mis
recuerdos visualizo ese South Pop Festival del 2008, donde el
batería de ‘Grande-Marlaska’ anteriormente conocidos como
‘Garzón’ (en la actualidad se han tomado un descanso de modo
indefinido), se llamaba Pepo Márquez; me adentro en los créditos
de la revista gratuita Go-Mag, topándome con su nombre; ¿Será
tal vez el autor del blog ‘Un disco al día’?; ¿Tendrá algo que
ver con ese reciente proyecto musical denominado ‘Buena
Esperanza’?; puede que en la discográfica ‘Universal Music
Spain’ puedan arrojar algo de luz a mi investigación, o tal vez
en ‘Gran Derby Records’ pueda hablar con Nacho Ruiz (‘Nine
Stories’ y ex-Seine) y Javi Peña (‘Orleans’), ayudándome a
comprender.
El alba acariciaba mi mejilla cuando fui vencido por las garras
de Morfeo. Alterado desperté al día siguiente y un calendario me
indicaba ser 8 de abril de 2010. De inmediato me puse en
contacto con mi buen amigo y compañero de aventuras, para que a
través de su cámara recogiera en imágenes aquellas certezas que
atestiguasen una imperecedera realidad. Un chivatazo me facilitó
una hora, 22:30; me condujo a un lugar, sala Obbio; me reveló
una contraseña, 6 euros. Y así fue como nos adentramos con
facilidad en lo que a nuestro modo de ver, era una especie de
‘Sociedad Secreta’, pudiendo distinguirse habituales rostros de
la escena local organizada, como Andy Jarman (‘Southern Arts
Society’), David Cordero y Juan Luis Castro (‘Úrsula’), Dani
Llamas (‘G.A.S. Drummers’), Esteban Ruiz (‘The Baltic Sea’),
Diana P. Morales (‘Salieri’), Inés Olalla (‘Blacanova’), hasta
completar un exclusivo aforo de 17 personas. De entre los
presentes, tomó posesión del escenario quien supuse era Pepo
Márquez, el cual arropado de guitarra eléctrica y caja de
ritmos, enunció cantando las nuevas premisas de la sociedad,
recogidas con anterioridad en dos manifiestos titulados Sad Boys
Dance When No One’s Watching (Acuarela, 2005) y I Am Becoming
What I Hate The Most (Acuarela, 2008), y alguna que otra
novedad, aún sin catalogar.
Al amparo de una tiznada penumbra y oculto entre la íntima
presencia, anotaba conclusiones que pudiesen ayudar en el
desenlace del enigma. Errores que intentan corregirse demasiado
tarde ‘A Picture With Fingerprints’; Sinceras historias de amor,
con sus defectos y sus virtudes ‘At Home With Your Daughter’;
Paisajes sonoros llevados a la vida a través de los conflictivos
dominios de la desilusión ‘Lifetime Compromise’; Sensaciones
introspectivas asociadas a un estado de profusa melancolía e
impasible reflexión ‘La casa junto al mar’; Una montaña rusa
emocional, capaz de documentar con honestidad la intensa
búsqueda del equilibrio entre ruido y melodía, con coherencia y
remarcada timidez ‘Have You Ever Felt Ridiculously Happy?‘;
Sonidos folk libres de artificios, y repletos de crudeza y rabia
‘Lights On Don't Mean That I'm At Home’. Evidentes guiños a sus
influencias inmediatas, entonando silencios, denotando
contrastes ‘Jezebel’ y ‘Waltz #2’.
Lacónicas reflexiones colmaban mi bloc de notas: la música
resulta ser un diálogo vivo, una comunicación casi bilateral, en
ocasiones tácita, no siempre explícita, con un carácter
analgésico y terapéutico frente al desamor y la soledad. En éste
frívolo mundo, en el que todo es tratado como un objeto de usar
y tirar, la inmediatez impera y nos empuja a pasar de puntillas
a un ritmo frenético, sin apenas contar con tiempo para mirar a
nuestro alrededor y pararnos a disfrutar de las pequeñas cosas,
humildes detalles capaces de incitarnos a perseguir nuestros
sueños y adquirir el coraje necesario con el que arriesgarnos en
asumir nuevos retos. Madurar no conlleva renunciar y acatar el
rol estipulado.
Siento estar cerca, muy cerca de acabar con el misterio… De
momento, seguiré recapacitando
Darren Hayman + The
Secret Society, Fotos y crónica Madrid
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