Tras un paréntesis de un año en el que ha estado volcado en la exitosa gira de resurrección de 091, Lapido vuelve a retomar su carrera en solitario. Y lo hace con la grabación de un nuevo álbum, que será el octavo en su carrera.
El viernes 8 de septiembre se pone a la venta Cuidado, adelanto lo de lo que será el nuevo disco del granadino, ‘El Alma Dormida’.
El compositor, cantante y guitarrista granadino ha empezado a grabar sus nuevas canciones en los estudios Producciones Peligrosas acompañado de su banda habitual, Víctor Sánchez, Raúl Bernal y Popi González, a la que se ha incorporado Jacinto Ríos. De los controles técnicos se ocupa Pablo Sánchez.
2016, EL AÑO DE LA RESURRECCIÓN
091 Especial Resurrección
091 ESPECIAL WEB - RESURRECCIÓN 2016
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El maestro volvió a dar una nueva clase magistral. A las diez y cuarto de la noche saltaron al ruedo del rock and roll Lapido y sus secuaces, con más balas que nunca. Se trataba de un concierto muy especial, por ser el último que José Ignacio daba antes de la Maniobra de resurrección de 091. No faltó nadie a su cita. Allí podía verse la cara de todos los seguidores que le han jurado fidelidad eterna. (..)
FOTOGALERÍA: LUIS MIGUEL ALBARRACÍN * INDYROCK
(..) Para ir entrando en calor nos fuimos a "El más allá", bonito tema inspirador que daría paso a uno de sus hits, "Luz de ciudades en llamas". Después de "Algo falla" Lapido aprovechó para saludar a su público. Cada vez se le ve más suelto y a gusto sobre las tablas, más cómodo que nunca. Llegó el momento de "Cosas por hacer" y un tema rescatado del siglo veinte, el que daba título a su primer álbum en solitario, "Ladridos del perro mágico". Un gran slide de Víctor Sánchez marca de la casa imprimía el sello de calidad. Sonaron muchos temas de su último disco ("Formas de matar el tiempo"), pero hubo canciones de todos sus trabajos anteriores. De esta forma José Ignacio rescató "Nadie besa el perdedor", una de sus perlas más duras y potentes. Tras una intro que sonaba a un "Nubes con forma de pistola" llegó "La ciudad que nunca existió" y una composición que según el autor de "En el laberinto" serviría para reflexionar de cara a las elecciones generales, "Escrito en la ley". Con un racimo de temas muy bien escogido la velocidad de crucero era perfecta. Viento en popa.
Fue el momento de "La antesala del dolor", un tema redondo. También sonaron partituras que José Ignacio ha llevado menos en sus directos, como "Lo creas o no". En la sala El Tren se seguía respirando un aire melancólico por lo emotivo del concierto. Lapido aprovechó para dar las gracias a sus fieles seguidores, porque volvía a ver de nuevo las caras que tantas veces habían compartido noches con él.
El tiempo se mataba de la forma más dulce posible, y nadie quería encontrarse "Muy lejos de aquí", sino todo lo contrario. "No hay vuelta atrás", todo un principio de declaraciones, venía como anillo al dedo. Llegó otro precioso tema, como es "La hora de los lamentos", tras el que José Ignacio dio las gracias a los músicos que lo han acompañado hasta este parón (al que no puso una fecha concreta de vuelta), algunos de los cuales llevan compartiendo sus melodías más de diez años. Antes de acabar el grueso de la actuación hubo lugar para "Cuando por fin" y la primera de las dos canciones de 091, "Zapatos de piel de caimán". Había transcurrido una hora y cuarto de un gran show que se estaba pasando en un abrir y un cerrar de ojos.
Los toreros volvieron al ruedo, pero no todos a la vez. Llegó el momento más emotivo de la noche. Sin duda. José Ignacio a la voz y Raúl Bernal conduciendo a las teclas. "Con la lluvia del atardecer" sirvió de homenaje a Jesús Arias, hermano de Antonio y compañero de fatigas de José Ignacio desde sus inicios. Se vio a un Lapido más cómodo que nunca, impregnando de su complicidad con Raúl a toda la sala. Lo bueno si breve dos veces bueno, y aquí fue lo que ocurrió. Pero la velada continuaba, y volvieron el resto de músicos para continuar rocanroleando de nuevo. Las canciones escogidas para acabar la fiesta fueron espectaculares. "En el ángulo muerto", "Cuando el ángel decida volver" con un final vocal apoteósico, y la rescatada de su primer disco en solitario "El Dios de la luz eléctrica", con unas guitarras altas impresionantes. El grupo se dirigía de nuevo al backstage, pero con billete de vuelta.
Si el momento emotivo de la noche había pasado, ahora era el turno del momento sublime: la jam session que se marcaron todos los músicos a su vuelta con "Espejismo nº 8". Lapido presentó a sus compañeros de viaje. Comunión total en la sala. A estas alturas de película qué se puede decir de ellos. Raúl Bernal siempre me ha parecido un músico muy auténtico por su imagen de reverendo setentero que vende su alma al diablo en forma de teclas. Una química con su "jefe" que no se puede esconder. Popi González dejando su poso de buen baterista al servicio de las mejores melodías; el último fichaje del equipo es David Herrera, teniendo la mala suerte de que en medio de la actuación se estropeara su amplificador. Y por último, y no por ello el menos importante, Víctor Sánchez. Siempre lo he visto contenido con su guitarra, y la química con Lapido también es mucha. En la jam session salieron a relucir todos los sentimientos que la noche reunía, y cada uno tuvo su momento de protagonismo. Genial. Unos diez minutos de Espejismo que fue la guinda del pastel. Más de cien minutos de gloria que hicieron las delicias de todos.
En la sala estaba presente la base rítmica de 091 (el fundador Tacho González a la batería y Jacinto Ríos al bajo). Se aparca temporalmente el proyecto de Lapido en solitario y comienza el año de los Cero, 2016. Son muchas las emociones que se quedan atrás, pero nacen sentimientos que guardados en un cajón parecían no poder volver. Parece que rezarle tanto a Fray Leopoldo ha dado resultado.
LAPIDO + QUIQUE GONZÁLEZ: ESTADO DE GRACIA
28 noviembre 2014 Auditorio Manuel de Falla Granada
Por Luis Miguel Albarracín - IndyRock
Ante el penúltimo concierto de la gira “Soltad a los perros” la acogida no pudo ser mejor. Aunque es en Sevilla donde la dupla Lapido-González termina su gira, Granada es mucha Granada, y el ex 091 triunfó como antaño. Con un “localidades agotadas” en las puertas del Manuel de Falla todo quedaba por disfrutar. Con una mezcla de edades y patillas por aquí y por allá, a las nueve y diez de la noche comenzó todo. Un auditorio repleto hasta la bandera deseaba ser uno más de la banda que ha hecho las delicias de muchos por varias ciudades españolas. “Ladridos del perro mágico” y “La luna debajo del brazo” dieron el pistoletazo de salida. A las primeras de cambio, con el sarcasmo característico de Lapido, éste dio las gracias a todos los presentes por haber elegido su show antes que el de Maldita Nerea o el tan ansiado Black Friday. Malafollá granaína en estado puro.
“El carrusel abandonado” sería la siguiente perla en aparecer en escena, con una nueva introducción que saboreaban los fieles fans de ambos músicos. Quique aprovechó para dar las gracias a todos por su asistencia, contando un poquito del proyecto que se gestó comiendo en el Albaicín mientras contemplaban la Alhambra, y que se ensayó en Capileira durante cinco días, en la bonita Alpujarra granadina. “Me agarraste” la interpretó Lapido, porque cantaban más las composiciones del otro que las de uno mismo, un ejemplo de generosidad y diversión con todas las de la ley. A continuación vendría uno de los temas más logrados del granadino, “Luz de ciudades en llamas”, al que siguió “Se equivocaban contigo”, ésta del madrileño afincado en Santander. “Deslumbrado” la atacó Jose Ignacio, quedando como si fuera suya, porque la conexión y la química eran tremendas.
Paulatinamente se fue rindiendo homenaje a la banda, pero no todos a la vez. Cada equis tiempo se mencionaba a uno o dos de los componentes de la formación. Así, el primer músico presentado por Quique fue el murciano Raúl Bernal, teclista de Lapido que crece cada vez más y que se hizo indispensable. Más tarde llegarían las menciones a los demás integrantes de esta súper mega band. Ricky Falkner al bajo, prestigioso productor entre otros de Niños Mutantes, y el único de los músicos que no pertenece ni a Lapido ni a González. Por supuesto, el inseparable guitarrista del poeta eléctrico, el sempiterno Víctor Sánchez (que próximamente sacará disco en solitario); por parte de Quique González forman la banda Pepo López a la guitarra y Edu Olmedo (componente de Señor Mostaza) a la batería.
A parir de aquí llegó el grueso de la actuación. Todo empezaría con “Antes de morir de pena”, a la que siguió “Kid chocolate” que sirvió para que Lapido sacará lo mejor a su Gibson SG y dejara a todos con la boca abierta. Las bromas y la complicidad fluían de forma natural, entre ellas cuando González y Lapido hablaron del boxeador malafollá, que para eso estábamos en Graná. El momento más rock se hizo presente con “Hotel Los Ángeles”, con un Quique sin guitarra y balando como le daba la gana. Momento súper divertido. Se volvió a medios tiempos con “En el backstage” con un solo de Jose Ignacio para quitarse el sombrero, y “El más allá”, una de las canciones favoritas de González, según él mismo confesó. “Dallas Memphis” puso el toque más country de la noche, con Quique tocando la armónica a lo Dylan. Lapido presentó una canción grabada hace cinco años, en la que el autor de “Los conserjes de noche” aportó con su voz su granito de arena: “En medio de ningún lado”. Los siete músicos sonaban como una verdadera banda, muy compacta y solvente. Me recordaron mucho a las actuaciones del Grupo de Expertos Solynieve por su amor a la música y no a otro tipo de intereses.
“Clase media” también fue muy bien recibida, al igual que “Algo me aleja de ti”, una verdadera joya que desprende tanta esencia como verdad. “De espaldas a la realidad” quedó perfecta en directo, al igual que “Cuando por fin”, con un Quique sintiéndose el rey de la pista, un solo de Lapido espectacular, y unas palmas del público que llevaba en volandas a una banda en estado de gracia.
Tras hora y media de buena música, el grupo se despidió de sus seguidores. Entonces apareció Quique González con su guitarra acústica y su armónica, solo ante el peligro. La canción que iba a tocar se la dedicaba a Raúl Bernal, la cual nunca había tocado tan desnuda en directo. “Nos invaden los rusos” supuso una comunión con el público. Un silencio que mereció la pena. Como había tiempo para todo, Quique se marchó y aparecieron sobre las tablas Lapido, Bernal y Sánchez. Ellos se dieron el capricho de interpretar “En el ángulo muerto”, otra preciosa canción. El show empezaba a vislumbrar su fin, pero lo mejor estaba por llegar. Con todos sobre el escenario, González presentó lo que para él es una canción visionaria, y además una de las últimas que Lapido compuso para 091, “Nubes con forma de pistola”. El público empezó a corear a los Cero, y no era para menos. Además, en el auditorio se encontraba Tacho González, mítico baterista de la banda granadina. “Vidas cruzadas” fue otro de los temas calientes, en el que Víctor Sánchez tuvo la oportunidad de cantar, y la verdad es que no lo hizo mal.
La banda se despidió de nuevo. Volvieron a aparecer pero el final había llegado en un abrir y cerrar de ojos. “Cuando el ángel decida volver” y “Dónde está el dinero” fueron las últimas joyas. Habían transcurrido dos horas y nadie iba a pedir que le devolvieran los euros gastados. No es fácil encontrar una gira de este tipo y menos con un público entregado y siendo profeta en su tierra. Sin duda, una gran idea que no ha defraudado a nadie, porque la entrega y el reconocimiento de su público así lo demuestran.
(...) Sesion doble en el Teatro de La Axerquia, el granadino Jose Ignacio Lapido compartiría cartel con una de las figuras actuales del Pop-Rock juvenil, el ex-Pereza Leiva, quien sorprendentemente pocos dias antes abriria para los mismisimos Rolling Stones en el Bernabeu, dos músicos con dos estilos diferentes y pienso que con muy poco en comun, en primer lugar apareceria el llamado poeta electrico, ante la expectacion de un buen puñado de seguidores de una generación diferente a la del madrileño, sin muchas florituras pero con la efectividad que te da una carrera forjada a base de buenas canciones y composiciones para nada comerciales que llegan al público por su talento y su sinceridad musical, el ex-091 nos ofreció un repaso a su discografia en solitario incluyendo temas de su trabajo editado en 2013 "Formas de Matar el Tiempo", acompañado de músicos de su confianza y con la sobriedad y personalidad que le caracteriza el guitarra, compositor y cantante granadino mostraría durante algo mas de hora y cuarto su experiencia musical acumulada a lo largo de mas de treinta años de carretera, mas electrico que en ocasiones y como no, incluyendo algunas piezas del recordado combo andaluz, los 091.2014
FESTIVAL DE LA GUITARRA, CÓRDOBA
José Ignacio Lapido en concierto en el festival de los grandes de la guitarra internacional
(Fragmento de la crónica del festival de A. Vázquez / IndyRock)
(..) Crónica completa
“Nadie supo decirme la verdad”, con este tema abrió el concierto Lapido en Granada, en una sala El Tren llena. Concurrió una hora después de la previsto ante un público en el que conserva muchos seguidores todavía de los cero, pero mezclados con gente joven, incluido algún niño. Otro tema antiguo clásico sonó y de ahí dijo “vengo a presentar mi nuevo disco” (Formas de matar el tiempo) y comenzó a desglosar prácticamente todos los temas de este su último trabajo, eso sí, algunos con arreglos más rápidos y otros más lentos, tocados estos últimos, con su guitarra acústica. Tras varios titubeos, Cartografía y este último disco son los más interesantes, con mayor atrevimiento rítmicos. “Está que arde”, “Muy lejos de aquí” y “Cuando por fin” se convertirán seguro en himnos para sus fieles seguidores. A pesar de que lleva poco tiempo el nuevo disco en la calle, la gente ya coreaba estos temas.
LAPIDO 1, EUROVISIÓN 0
18 mayo 2013 sala El tren Granada
Crónica por Miguel Angel Alejo - IndyRock
Fotos Rosa Moliné - IndyRock
“Mu bonica la canción” le gritaron desde el público y es que Lapido en este caso jugaba en casa a pesar de la oposición de varios actos en Granada, incluidos otros conciertos y la televisiva Eurovisión. En este caso, salió ganando Lapido. Llama la atención además que el concierto coincidiera con la fecha de la separación de los cero, eso sí, 18 años después. Y hablando de los cero, acabó el set que dio lugar a ambos bis que tuvo que realizar con tres temas de su antigua banda. Temas llevados eso sí a “su terreno”. Por supuesto, los más cantados por el público y es que no olvidan las raíces.
Sobrio concierto, con la guitarra eléctrica como protagonista, resumido en su tema “el díos de la luz eléctrica”. En ese aspecto le acompañó Víctor Sánchez, que supo exprimir también su guitarra. El resto de la banda Popi a la batería, Raúl Bernal a los teclados y Paco Solana en el bajo estuvieron sólidos. El público esperaba a ese poeta eléctrico y él no defraudó, con esas letras repletas de referencias y ese sonido de la guitarra protagonista. Nos volveremos a ver, no sé cuando, eso sí, “cuando ponga en hora mi reloj de arena”…
Con un nuevo disco, "Formas de matar el tiempo, el compositor y letrista granadino, José Ignacio Lapido, vuelve a mostrar lo mejor del rock hecho en español, nos enseña que la creación tiene objetivos, entre ellos dar motivos para pensar, contar historias y mostrar sentimientos. José Ignacio, sabe que el rock, la música urbana ha estado siempre muy cerca de los movimientos sociales, pero convivir con las crisis no es algo nuevo, y hace dos décadas que ya escribía versos sobre comedores sociales y desempleo... (...)2013
ENTREVISTA con JOSÉ IGNACIO LAPIDO
"NO NECESITO APUNTARME AL CARRO DE LA CONCIENCIA SOCIAL SOBREVENIDA... hace 20 años hablaba de las colas del paro y de vender pañuelos en los semáforos"
Entrevista por Juan Enrique Gómez / IndyRock
FOTOGALERÍA: LAPIDO 2013. FOTOS: MERCHE S. CALLE
(...)
-Siete discos en solitario es todo un récord, ¿Son la esencia Lapido?
-Los discos se van acumulando y a uno mismo le abruma un poco el peso de su obra, que ya va siendo considerable. En todas mis grabaciones he intentado dar lo mejor de mí mismo, esforzándome en dejar canciones que pudieran sobrevivir al tiempo en que fueron registradas.
-Un dominó dispuesto para caer en cadena... ¿Es alegórico, o simplemente estético?
-Sí, es una alegoría con una gran fuerza visual. Su te fijas todas las fichas son la doble blanca. Me gusta que las cubiertas de mis discos den motivos para pensar. El responsable de la portada es Alfonso Aguilar, Perroraro, que ya ha trabajado conmigo en anteriores discos y que creo que capta muy bien el sentido de mis canciones.
-Estamos en tiempos difíciles para la música... y para todo, ¿Crees que el rock se expresa mejor en tiempos de crisis?
-Desde que empezó el rock’n’roll a principios de los años 50 se han ido sucediendo periodos expansivos en la economía y periodos de crisis. Sería muy interesante que alguien escribiera sobre la relación entre la música popular y los ciclos económicos. El rock, ya de por sí, tiene una impronta urbana que le hace estar muy cercano a las problemáticas sociales. Así ha sido históricamente. Yo, desde luego, nunca he sido ajeno al mundo que me rodea, y así lo he expresado en mis canciones desde hace muchos años. La situación por la que pasa ahora mismo nuestro país es muy dura pero hace años tampoco era un jardín de rosas. Canciones mías de hace 20 años ya hablaban de las colas del paro o de la gente que va los comedores sociales o que sobreviven vendiendo pañuelos de papel en los semáforos. No necesito apuntarme a ningún carro de “conciencia social sobrevenida”.
-Las letras siguen siendo la clave de la creación de Lapido, ¿La palabra aún tiene la capacidad de cambiar las cosas, de generar nuevos universos?
-Nunca he pensado que la letra de una canción pueda cambiar el mundo. Lo que si puede hacer es influir individualmente. A mí me pasó con las letras de lo Beatles, de los Stones, de Dylan o de Leonar Cohen. Fueron todo un descubrimiento cuando yo era muy joven y de alguna forma cambiaron mi forma de enfrentarme al mundo.
-Inicias una nueva gira... y ya van...
He perdido la cuenta. Yo empecé a tocar en el año 79 del siglo pasado, así que mejor no hacer números porque nos deprimiríamos. Esta la iniciamos en mayo y vamos a tocar en 8 ciudades.
-Son muchos años con la expresión musical como bandera. Desde los 80 hasta ahora, ¿Es cierto que hay una regresión hacia esa época por parte de la mayoría de los creadores musicales?
Pues no lo sé. Creo haber escuchado algunas cosas, sobre todo provenientes de eso que se llama indie, que utilizan muchos manierismos que ya me mortificaban en los 80, es decir, sintetizadores de baratillo y ritmos programados. Para mi gusto, lo peor de los 80. Si eso es lo que se quiere rescatar, lo siento, no va conmigo. En los 80 hubo buenos grupos como REM, Long Ryders, Green on Red, Godfathers… pero el tema techno y derivados nunca me ha interesado lo más mínimo.
-Lapido siempre ha llevado consigo una gran banda, ¿Es la misma, qué ha cambiado?
-La banda que ha grabado el disco, que va a ser la que me acompañará en los conciertos, es la misma de siempre, afortunadamente. Víctor Sánchez, Raúl Bernal, Popi González y Paco Solana, llevan conmigo, y yo con ellos, desde hace muchos años, En todo este tiempo creo que hemos conseguido generar un sonido identificable, y yo les agradezco enormemente su dedicación a la causa.
2012
EL HOMBRE AL QUE LE GUSTABA VER LLOVER
28/04/2012.
Teatro CajaGranada
Fotos: Merche S. Calle / IndyRock
Crónica: El hombre al que le gustaba ver llover - Por Enrique Novi
El tiempo meteorológico, primaveral y apacible durante los días previos, se tornó tormentoso el día que José Ignacio Lapido había elegido para presentar sus canciones en un formato más íntimo del que acostumbra con su banda de rock. Como si el cielo descargando su lluvia incesante quisiera sumarse al reverencial respeto que la ciudad profesa a su hijo pródigo y adecuarse así al tono melancólico y desolado de su cancionero, que es una crónica sentimental de la derrota, de la amargura, del desencanto, el fracaso y también de su superación, y de cómo llevar con dignidad tantas sombras. La actuación formaba parte de una serie de conciertos por teatros en clave acústica. Con la formación reducida a los teclados de Raúl Bernal, la batería sin bombo de Popi González y la sutil y efectiva guitarra eléctrica de Víctor Sánchez, además de la acústica del propio Lapido, la propuesta se plantea más desnuda y recogida que en sus habituales conciertos eléctricos, y aunque se gana en solemnidad también se crea un cierto ambiente frío y constreñido que al menos durante la primera parte de la noche hizo añorar esa fuerza que sí se genera con la tormenta eléctrica. El grupo soslayó el handicap con su mejor activo, las canciones. Y además aprovechó el novedoso formato para hacer un repaso por algunas de las que menos protagonismo obtuvieron en su momento. Así abrieron fuego con No sé por donde empezar (una pequeña ironía, para que luego digan que este tipo carece de sentido del humor), Nada malo, El carrusel abandonado y Hasta desaparecer, aquel tema escondido en un single de 2006. Continuaron con El más allá, de las pocas de su disco más reciente, y unas cuantas de Ladridos de Perro Mágico, Pájaros, En algún lugar de la medianoche y Cuando las palabras vuelvan del exilio, entre ellas se coló Humo, de Música Celestial, otro de los álbumes a los que más se recurrió.
El público se vino arriba con el ritmo irresistible de Nadie sabe, y el cuarteto se contagió del entusiasmo, con el motor funcionando a pleno rendimiento. Entonces José Ignacio, que pretendía un concierto contenido, tiró de las riendas y pidió calma con un gesto similar al de CR7 en el Camp Nou, aunque sin tanta chulería, faltaría más. Llegó el turno de El principio del fin y Por sus heridas, y en ese momento trató de romper el hielo del teatro sugiriendo al respetable que se admitían los cánticos. Lo hizo consciente de que llegarían con La canción del espantapájaros, la primera concesión con una de las más excelsas composiciones que creara en tiempos de 091. Con el patio de butacas aún soliviantado atacaron Cuando el ángel decida volver antes de retirarse a la espera de los bises, que llegaron generosos con otra de los Cero. A Nubes con forma de pistola le siguieron la magnífica En el ángulo muerto y La hora de los lamentos y La antesala del dolor, ambas de De Sombras y Sueños, para volver a despedirse con La Torre de la Vela, la de más solera que sonó el sábado y también la que hizo atribuirse más protagonismo al público, que impuso la melodía del estribillo por encima de la banda. De vuelta por última vez al escenario y con la sala entregada, culminó una noche fría y perfecta con tres más de regalo: Con la lluvia del atardecer, Olvidé decirte que te quiero y la última recuperada del repertorio de los Cero, la sensacional Espejismo Nº 7 que terminó de dibujar una sonrisa de satisfacción en los rostros de sus muchos incondicionales.
2011
EL MAESTRO SUMA Y SIGUE
por Luis Miguel Albarracín - IndyRock
9 abril 2011 Granada Industrial Copera
Foto González Molero - Ideal
De nuevo se cita la palabra MAESTRO en una crónica de Lapido. Pero qué le vamos a hacer. Cada cierto tiempo, cuando Lapido deja de aullar en soledad y decide ofrecer una nueva paleta de colores nos deleita con un concierto todavía mejor al anterior. Porque eso fue lo que ocurrió. Daba igual que empezara con un tema no nuevo (“Escrito en la ley”, en el que Raúl Bernal se marcó unas notas espectaculares), que siguiera con una cara B de su primer disco en solitario (“Me voy”), para la que cambió de guitarra, algo no muy usual en él, o que continuara con un clásico de su repertorio (“Luz de ciudades en llamas”).
Las viejas y flamantes composiciones funcionan tan bien que todo lo demás no importa. Fue a partir de la cuarta canción cuando comenzaron a sonar las preciosas canciones de “De sombras y sueños”. Salvo tres composiciones sonaron todas las demás, siendo cada una de ellas muy bien acogidas por todos. “Algo falla”, “El más allá”, “Antes de morir de pena”, “Sueños que dejamos ir” y “En medio de ningún lado” sonaron del tirón. A priori no se sabía a ciencia cierta cómo defendería las nuevas composiciones Lapido, pero a tenor de lo mostrado queda claro que el examen lo pasó con nota. Lleva tiempo tocando con una banda muy solvente, y eso es más que una simple garantía. Se notó toda la energía de la banda con “El Dios de la luz eléctrica”, uno de los momentos álgidos de la noche. El frontman dijo que hacía como ocho años que no la tocaban, a lo que el público respondió con un gran derroche de energía y con su aprobación total.
A continuación se volvieron a mezclar temas de sus anteriores entregas y canciones nuevas. “Nunca se sabe”, “Sigo esperando” (otra de las canciones importantes de la velada), “Olvidé decirte que te quiero” (acercándonos a sus queridos músicos de blues), “La canción del espantapájaros” (la primera interpretada en honor a 091), “Vuelta a empezar” o “Lo creas o no”. Un concierto redondo. Ahora que no se puede fumar en las salas, la cerveza se consume por litros, y con un local entregado a la buena música era una delicia saborear un repertorio tan sólido en un ambiente ávido del mejor caviar. El ritmo de la noche iba creciendo por momentos, y cada vez el listón estaba más alto.
Para acabar con una hora y media llena de grandes sensaciones llegaron más temas que pueden considerarse como clásicos. “En el ángulo muerto”, “Cuando el ángel decida volver”, “La antesala del dolor”, “Más difícil todavía” y “Otros como yo”, otro pildorazo marca de la casa con el que se llamaba a la policía. Ahora que se hacen tantas concesiones para que la gente acuda a las salas para escuchar discos de culto, no estaría mal que “Tormentas imaginarias” se interpretara de nuevo, aunque sólo fuera en unas fechas muy concretas. Dicho queda maestro.
El sábado noche estaba llamado a permanecer en la memoria de todos. Mientras el Almería ponía las cosas difíciles en Barcelona, llegó otra media hora para saborear lentamente. “Paredes invisibles”, otro de los grandes temas de sus sombras y sueños abrió el set. “No digas que no te avisé” y “Nadie besa al perdedor” subieron todavía más la temperatura. “La hora de los lamentos” hizo de enlace para llegar a “Zapatos de piel de caimán”, en uno de los momentos de más exaltación de la noche, con una sala volcada con un repertorio sin desperdicio. Quedaba poca tela que cortar, pero hubo tiempo para que los músicos salieran una vez más ante su entregada audiencia.
Como broche a la noche sonaron dos composiciones más de 091, perfectas para cerrar una reunión inolvidable. “Esta noche” sigue tan bien como siempre, como si hubiera sido compuesta ayer mismo, y “Espejismo número ocho” es otra canción que gana con los años, como el buen vino. Con un Lapido pletórico, sonó realmente bien. Con el paso del tiempo Jose Ignacio se va soltando más en el escenario, transmite más que antes que disfruta con lo que hace, y hasta ríe más veces que en todas sus actuaciones anteriores juntas. Y eso el público lo agradece, porque se produce más empatía con todos los que escuchan sus canciones. Está claro que es uno de los mejores compositores de la escena española, y que cada vez se va sintiendo más a gusto con su voz y con su rol de frontman. Si todo sigue según lo previsto, los mejores conciertos de Lapido están por venir, aquellos en los que su acercamiento sea mayor, y no tenga miedo a sonreír con sus amigos, aunque sea en una sala llena de seguidores. Tras más de dos horas de puro show se dio por acabado lo que se daba, hasta el día que Lapido decida sacar otra hornada de buenos temas. Lo dicho. El maestro suma y sigue.
2010
TERRITORIO DE SUEÑOS
Concierto presentación de "De sombras y sueños", Teatro Isidoro Máíquez, Granada
Museo de la Memoria, CajaGranada
17 diciembre 2010 Teatro CajaGranada, Granada
Por Juan Enrique Gómez / IndyRock
Fotos: Merche S. Calle / IndyRock
José Ignacio, en el Máiquez, colgó el cartel de no hay entradas, rindió un homenaje a quien fue su amigo y técnico de sonido en la época de los Cero, "Fonfi’ y al mago del flamenco, Enrique Morente, y contó con la ayuda de uno de sus músicos más admirados, Miguel Ríos, que subió al escenario para cantar dos canciones con Lapido. Y con Quini Almendros, el que fuese compositor y guitarrista de La Guardia. «Apareció un día en la cueva donde ensayábamos los Cero, siendo un niño. Todos éramos niños», que aportó sonidos de "Steeel guitar’ a la música de José Ignacio.
El título del nuevo disco de Lapido resume mejor que ningún otro la particular esencia del compositor de los Cero. «De sombras y sueños» siempre ha estado llena la carpeta de ideas de José Ignacio, que ahora toman cuerpo, se hacen presentes, sin ataduras ni complejos. Pasaron ya los tiempos de la timidez y Lapido crece, imparable, hacia mitologías omnipresentes en ese universo paralelo en el viven los genios. José Ignacio sabe concentrar sentimientos, aflorar pasiones y por encima de todo, contar historias, porque para el poeta, la existencia, sobre todo la que no se ve, es la base fiel de la creación. Es lo que hizo José Ignacio en su concierto de presentación de «De sombras y sueños» en el Teatro CajaGranada de Granada, contar historias. No cabe duda alguna de que Lapido ha encontrado su banda, que en esta ocasión no podemos hablar de un creador acompañado de unos músicos, por buenos que sean. Tenemos que hablar de banda, de verdadero concepto de banda. Víctor Sánchez, Raúl Bernal, Popi, Paco Solana y Josdé Ignacio, lo bordan en el escenario, lo pasan bien tocando sus canciones, y eso no puede pasar desapercibido porque es una de las bases del rock and roll. En el teatro del Museo de la Memoria, Lapido hacía un repaso por las canciones de su nuevo disco, pero sin olvidar toda su trayectoria en solitario, e incluso algunas referencias muy señaladas a la magia de 091.
Vivimos un momento especial, una noche de inmersión en el particular mundo de Lapido, en su territorio de sueños.
Lapido ha crecido en personalidad, autoestima y saber hacer para sí mismo. Con una formación de trío, con su inseparable Víctor Sánchez a la guitarra eléctrica y el genial teclista Raul Benal, forman un grupo compacto, al que se le nota que disfrutan sobre las tablas, itnerpretando temas que se han convertido en verdaderos himnos y que mejoran con las escuchas. Un repaso por algunos de sus mejores temas, tanto de la etapa de los Cero, como "Nubes con forma de pistola", los principios de aires punk, con 2Zapatos de pield e caimán", y la incomparable "La noche que la luna salió tarde", sus inicios en solitario, con Luz de Ciudades en Llamas, y un magnífico recorrido por las cotas y coordenadas de su último "Cartografía", cargado de temas intimistas, donde José Ignacio marca un nuevo rumbo a sus composiciones. Sus seguidores, fans apasionados de la música de Lapido, asentían cada nota y cada inflexión de voz, con canciones como "En el ángulo muerto", toda una lección de misticismo poético y creación con mayúsculas. "Cuando el ángel dedide volver", o "En algún lugar de la media noche".
Presentación en Madrid de "De sombras y sueños"
10-12-2010 Sala El Sol, Madrid Por Javier F Pollán - IndyRock
Fotos: Oscar López Sánchez - IndyRock
Exactamente cinco años antes del viernes pasado, Lapido presentaba “En otro tiempo, en otro lugar”. En efecto otro tiempo, pero el mismo terreno. Después vendría la gira de “Cartografía” y ahora la de “De sombras y sueños”, última entrega del rockero granadino. José Ignacio Lapido se mantiene fiel a El Sol en sus periódicas visitas a Madrid. Las cosas no cambian entre él y su público. Su reiterativo universo lírico, su sempiterno gesto serio y su invariable sonido siguen convenciendo a su abnegada legión de seguidores, siguen dejando en ellos huella, disco tras disco. “De sombras y sueños” vuelve a confirmar expectativas y fortalece la trayectoria de un artista con peso específico en el rock nacional, cuya condición de ex 091 ya no lo define, sino que da un valor añadido a una carrera en solitario iniciada hace más de diez años, y caracterizada por la autoedición y la autoproducción. En este sentido, “De sombras y sueños” aporta una novedad: la producción del alemán Paul Grau. Las colaboraciones de Amaral o Quique González, entre otros nombres, dan también un nuevo impulso a la discografía de Lapido e inducen además a una reflexión: la de lo bien que suenan sus canciones en otras voces. Al fin y al cabo, las virtudes de este andaluz contrarrestan su punto flaco, que no es otro que su voz.
José Ignacio Lapido se presentó a las diez y media en punto sobre el escenario, con camisa negra y su Gibson SG color vino, ante un lleno absoluto. Su banda fija desde hace años está integrada por Popi González (batería), Paco Solana (bajo), Raúl Bernal (teclados) y el extraordinario guitarrista Víctor Sánchez.
“Paredes invisibles” fue el pistoletazo de salida, un medio tiempo que cierra el disco. Siguió con “No digas que no te avisé”, para pasar a la incendiaria “Luz de ciudades en llamas”, una de las perlas de su catálogo. Lapido y sus chicos se sumergieron a continuación en “De sombras y sueños”, con temas como “El más allá”, “Cansado” y la poderosa “Sueños que dejamos ir”, uno de los mejores cortes. Al margen de este último trabajo, Lapido recuperó varias canciones de “Cartografía” y algunos de “En otro tiempo, en otro lugar”, su obra cumbre desde mi punto de vista. “La antesala del dolor” y “Más difícil todavía” dieron paso al recuerdo de 091 con “Zapatos de piel de caimán”, que exaltó a los más curtidos del lugar. Sus primeros discos parecen quedar hoy muy lejos, pero hubo espacio para la infalible “Ladridos del perro mágico”, que titulaba su debut. De “Música Celestial” interpretó “Nadie besa al perdedor”. Llegaba el fin de fiesta y Lapido despedía los bises con “Cuando el ángel decida volver”. Pero aún quedaba tiempo para rememorar a los “Cero”, con la coreada “Esta noche” y “Espejismo nº 8”, que le sirvió para presentar a la banda en medio del éxtasis guitarrero.
El público le regaló una ovación; un cálido hasta luego a uno de los valores seguros del rock’n’roll en nuestro país. Un músico que se mantiene en plena forma junto a su banda, y demuestra que, a pesar de sus pesimistas letras llenas de confusión y perdedores, él es un ganador con las cosas claras.
2009LA NOCHE TEMÁTICA
por Luis Miguel Albarracín - IndyRock
30 noviembre 2009 Planta Baja, Granada
Plantabaja comenzaba una nueva aventura con el denominado “Plantabásico”, es decir, conciertos con la firma de autor que aportan el lado más íntimo de temas posteriormente electrificados. Para abrir boca sirvió la actuación de Fe, un dúo que en media hora derrochó canciones suaves y melódicas, dando las gracias a todos los presentes por disfrutar de una noche tan especial.
A las once de la noche, con una sala abarrotada como en sus mejores veladas, aparecieron Lapido y sus secuaces. Un trío formado por el incombustible Víctor Sánchez desgranando guitarras acústicas y eléctricas, el reverendo Raúl Bernal a los mandos de su teclado murciano, y cómo no, el que alguno por tales lares consideró “el mito”, Jose Ignacio Lapido.
El repertorio del granadino ha tomado los colores de su guitarra, y no desentonan en el desarrollo del guión canciones nuevas y antiguas. Así, “Nubes con forma de Pistola” fue la carta de presentación elegida, a la que siguió “Luz de ciudades en llamas”. El resto, un punto y seguido que duró lo que un sueño de casi dos horas menos cuarto. Con un público que sabía de qué iba el concierto, que cantaba de forma coral, fueron apareciendo temas de todos sus discos en solitario, como “Ladridos del perro mágico” o “El principio del fin”. A estas alturas de trayecto, la sintonía con sus músicos es la más óptima, y aunque sólo eran tres artistas sobre el escenario, aquello parecía, nunca mejor dicho, música celestial.
Lapido se encontraba en su casa. Dijo que la primera vez que tocó en “ese garito” fue en 1991. También dedicó una de las canciones a Antonio Lomas, y no se olvidó de sus dos músicos que no subieron a las tablas: Paco Solana y Popi González. Sobre su taburete deleitaba con sus hermosas poesías y músicas que encajan como anillo al dedo, con fieles que acudieron como si se tratara de la parroquia de San Tancredo. Al cabo de una hora de cánticos y fiesta, acabó una primera parte con “Espejismo número 8”, una canción que tiene un lugar muy importante en el corazón de todos sus seguidores. Quizá sea porque en ella un cartel anunciaba el concierto de “los Cero”.
Tras su vuelta del camerino cayeron otras grandes composiciones del maestro, como son “Con la lluvia del atardecer”, “Cuando el ángel decida volver”, y “Zapatos de piel de caimán”. Cada vez encajan mejor las canciones de 091 y las de Lapido en solitario, el todo es cada vez más fluido, sin fisuras. Y como guinda final, nueva comunión con el público gracias a “La noche que la luna salió tarde”, y una de las canciones que tocó en aquella actuación del año 91, “Esta noche”, otra paleta de sonidos y letra para tener siempre en cuenta. A sus discos en solitario les pasa como a los buenos vinos, que ganan con el tiempo. De ahí que los directos que realiza dejen siempre tan buen sabor de boca. No se puede reparar en una o dos canciones buenas, sino en el conjunto, porque no hay material de relleno y nada que tenga desperdicio. La crisis está arrasando con mucho de todo, pero esperemos que no acabe con la música, que nos ayuda a seguir con más fuerza el camino marcado.
LAPIDO EN ACÚSTICO, LA ESENCIA DE UN CREADOR
17 enero 2009 Teatro MunicIpal Armilla, Granada
Por JUAN ENRIQUE GÓMEZ
Fotos Merche S Calle © IndyRock
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José Ignacio Lapido le gusta sumergirse a gran profundidad en sus sentimientos, permenecer en el ángulo muerto, para volver a sorprender y demostrar su intensidad poética y musical. No es fácil encontrar a José Ignacio en un concierto acústico, en un set en el que se expresa con la sencillez de las canciones desnudas, sin aditivos electrónicos, donde la música, la poesía y el saber estar toman el escenario. Lapido volvía a conseguir la simbiosis perfecta con sus seguidores en el Teatro Municipal de Armilla, en un concierto organizado por el Club Deportivo Arenas de Armilla, en el cinturón metropolitano de Granada, la ciudad donde Lpaido creó 091 y desde donde ha lanzado al mundo algunas de las mejores canciones de la historia del rock.
Tras los fuegos artificiales de la canción del Caimán llegaron "Nada malo" y "En mil pedazos", dos canciones realmente buenas que hicieron que nadie quedara indiferente, a las que siguieron más canciones del nuevo disco, como "El truco (en qué consiste)", y otras de trabajos anteriores como la también muy rockera "Más difícil todavía", "La antesala del dolor" o "De espaldas a la realidad".
Y para acabar un set que duró una hora y media, una nueva descarga para los fieles al número de la policía: "Espejismo nº 8". Con una sala llena hasta la bandera, y con muchas ganas de seguir disfrutando de buen rock and roll, la banda de Lapido volvió al escenario para deleitarnos con "Algo me aleja de ti", "No queda nadie en la ciudad", un nuevo hit de los Cero, "Sigue estando Dios de nuestro lado", y "Roto", una de sus mejores canciones de power pop de su primer disco en solitario, "Ladridos del perro mágico". Otros veinte minutos que hacían que el público disfrutara como nunca. Porque Lapido ha mejorado mucho en su faceta de comunicador. No es aquel músico tenso, responsable y preocupado de todo lo hecho y por hacer. Se le nota con mucha más soltura, más relajado, incluso sonríe a menudo, y por encima de todo disfruta, que de eso se trata, sin dejar su impronta de rockero incorruptible a nada ni a nadie. Ahora más que nunca se puede decir que su sonido es el de una banda, nada más y nada menos. Víctor Sánchez sigue divirtiéndose como siempre tocando su guitarrita y alternando los solos con el Maestro. Una mención muy especial para Raúl Bernal; con su indumentaria nos transporta a la época de The Byrds, The Doors o The Beatles, que al frente del piano y el órgano mueve las caderas y aporta muchísimo. Las canciones de Lapido se han impregnado mucho de los matices de Bernal, y es algo que se agradece. Y la base rítmica también es muy sólida. A estas alturas no vamos a descubrir el oficio de Popi González a la batería, aportando voces que llenan de texturas los temas en directo. Paco Solana al mando de su bajo va más allá de lo que sería su cometido, que cumple a la perfección y consiguen entre todos formar UNA BANDA, con lo difícil que es decir eso.
Tras "Roto", el grupo se despidió por segunda vez. Pero la vuelta no se hizo esperar, y la fiesta concluyó con un broche de oro. Jose Ignacio no tiene reparos a la hora de tocar canciones de 091, así que para que todo el mundo se fuera con un gran sabor de boca, no dudó en regalar temas antiguos que no han perdido ni una chispa de frescura y de actualidad. Con los arreglos del compositor han quedado muy bien y parece que han sido grabadas este mismo año. "La noche que la luna salió tarde", "Esta noche" y "Qué fue del siglo veinte", ¿alguien da más?
Una velada muy completa que sigue demostrando que las listas de ventas están faltas de Jose Ignacio, que el sur siempre está de moda, y que su discografía es indispensable, más si cabe en tiempos de crisis, en los que necesitamos aferrarnos a lo realmente esencial. Además, "Cartografía" está lleno de mucho más optimismo que sus anteriores trabajos, y respira de una cadencia que no hace ver las cosas tan negras, con un toque folk muy sugerente para escuchar con una copa en la mano mientras el olor a salitre nos golpea en la cara.
2007
XI Edición Música y Poesía Supervivientes
24 febrero 2007 José Ignacio Lapido - Circo del Arte - Granada
Fotogalería: Merche S Calle © IndyRock
Solvente. Ésa es la palabra con la que se podría resumir el concierto de Jose Ignacio Lapido. Comenzó con "No sé por dónde empezar", "Luz de ciudades en llamas" y "Alguien vendrá". El resto fue un despliegue de música elegante, sin fisuras, una actuación perfecta. Un sonido envidiable, un ensamble de temas muy bien pensado, y una noche en la que todo parecía que iba a salir bien. Con el paso del tiempo, Lapido ha ido elaborando aun más algunos de sus temas, y el resultado ha sido todavía mejor. Y los coros que arropan su voz también han sido un gran acierto.JOSÉ IGNACIO LAPIDO, LA SOLVENCIA
Por Luis Miguel Albarracín / IndyRock
24 febrero 2007
Por supuesto, tuvieron cabida en su puesta en escena las canciones de su último álbum ("En otro tiempo, en otro lugar"). Temas como "Escrito en la ley", "No digas que no te avisé", la fabulosa "Bellas mentiras", "La antesala del dolor", la que da título al disco, "De espaldas a la realidad", o la más rockera de todas, "Más difícil todavía", sonaron como nunca. Víctor Sánchez acompañó muy bien en todo momento al maestro, y Popi González (nuevo miembro de la banda) hizo lo mismo al frente de su batería.
Tras un pequeño impás, aparecieron sobre las tablas Lapido (sólo a la voz) y Raúl Bernal (en el piano). Bordaron "Con la lluvia del atardecer". Impecable. Jose Ignacio se muestra más relajado y cómodo que en anteriores ocasiones, y la inclusión de Raúl Bernal ha aportado un salto de calidad a la formación que antes no tenía. En "Más difícil todavía", por poner un ejemplo, la magia del piano se nota y mucho. Los medios tiempos también fueron para enmarcar.
Jose Ignacio hizo mención al hecho de tocar en un circo. Contó que los primeros conciertos que se organizaron en España fueron en el Circo Price de Madrid y que, de alguna manera, al tocar él en el Circo del Arte se cerraba un ciclo. Además, anduvo muy agudo y cínico en los comentarios que realizó entre canción y canción.
Se sucedieron temas de todos sus discos, incluso algunos que hacía tiempo que no se escuchaban (como "Ladridos del perro mágico").
Por supuesto, también hubo lugar para recordar a su grupo de siempre, 091. Lapido ha sabido dotar a sus composiciones de una textura homogénea, que hace que todas suenen actuales y sacadas de la misma hornada, sin desentonar en ningún momento por el paso del tiempo, que en ocasiones crea auténticos desastres. De los Cero sonaron "Espejismo número ocho", "Esta noche" y "Zapatos de piel de caimán", la última del concierto, del que todo el mundo quedó muy satisfecho.
Sin embargo, como no todo podía ir bien, Lapido no pudo tocar todo lo que quiso, ya que la Policía Local, llamada por vecinos de la zona a quienes molestaba el sonido, acudió al recinto para pedir al organizador que suspendiera el concierto, algo que no hizo ya que tenían permiso municipal hasta las doce. Los últimos minutos fueron de escasísima luz y a las 12 en punto. Acabó. José ignacio se disculpó por no poder continuar más tiempo compartiendo melodías, y la velada concluyó.
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