Leonard Albert "Lenny"
Kravitz llegaba a Madrid para presentar su nuevo y décimo álbum,
"Strut". Pero no fue así, fue un pequeño repaso a su carrera,
solo once canciones, que se alargaron con infinitos solos. No es
por desmerecerlos, pero se echaron en falta nuevos temas y otros
más de su extensa trayectoria.
Lenny sigue siendo una bestia sobre el escenario, pero puede que
en esta gira todo parezca demasiado preparado. Excesivos
contoneos y saludos al público, aunque se los puede permitir
este sex symbol, convirtieron la actuación en un pequeño circo
de rock and roll.
Con un escenario sobrio, pero auténtico y lleno de luminosidad,
y tras veinte minutos de retraso sobre el horario, aparecía
Lenny acompañado de toda la banda. Con esta banda de lujo
formada Cindy Blackman a la batería, Gail Ann Dorsey al bajo y
el guitarrista Craig Ross. Este último casado con la actriz Goya
Toledo, que se encontraba en las inmediaciones del escenario
junto con su amiga Penélope Cruz, como dos fans más Lenny.
También sobre el escenario un trío de coristas extraordinarias y
otro trío de viento-metal, pusieron el alma a las canciones del
neoyorquino.
Arrancaron la noche con "Frankestein", único tema de "Strut" que
incluirían en el setlist. Tras la histeria inicial del público,
comenzó el show de movimientos sexys de Lenny, que lograría que
muchos y muchas se derritieran a sus pies. Y con los acordes de
"American Woman" el recinto estalló literalmente. Las guitarras
de Craig pusieron la fiereza a los temas, junto con la potente
batería de Cindy.
La sensualidad nos atrapó con "It Ain't Over 'Til It's Over",
"Dancin' Till Dawn" (se despojó de la chupa roja de cuero),
"Sister" (final interminable) y "Believe". La trompeta quedó
perfecta en estos temas. Aunque quizá disminuyeron en exceso la
intensidad de la actuación.
Los guiños al público, los saludos y los paseos de un lado al
otro del escenario, le bastaron para hacerse con sus fans.
Las guitarras y el sonido más crudo volvió de la mano de "Always
on the Run", en el que se sucedieron los solos de los distintos
instrumentos sobre el escenario.
Llegaron el turno de "I Belong To You" y "Let Love Rule", en la
que desató la locura cuando bajó corriendo por la pista
custodiado por los de seguridad. Y para poner el broche de
oro acabó con "Fly Away" y todo el público coreándola.
Tras un respiro saltó de nuevo al escenario para regalarnos un
último aliento con "Are You Gonna Go My Way", tema de uno de sus
mejores discos, "Circus". Se despidió de su público y para
delirio de sus fans se despojó de la camiseta, logrando algún
que otro desmayo final.
Varias décadas más tarde,
y un día después de cumplir unos 48 años por los que venderían
su alma al diablo los siete mil asistentes a su torrencial
concierto, Lenny Kravitz vino a desmontar algunos tópicos que
rodean al viejo negocio del rock.
El primero, que por más milimétrica que sea la planificación de
un espectáculo de estas dimensiones, donde cada segundo y cada
movimiento está programado, siempre quedará un hueco por el que
pueda colarse la antigua magia del rock primigenio, cuando la
transpiración del artista alcanzaba la pituitaria de su
entregado público. Así lo hizo el norteamericano, que terminó
genuinamente entusiasmado con la respuesta de sus seguidores
granadinos, dándose un baño de masas al final de la actuación,
cuando ya todos los miembros de su banda se refrescaban en los
camerinos.
El segundo tópico derribado fue el que más comentan los
promotores hoy en día. Que el negocio no marcha y que hay que
pelear cada entrada. A final de mes, en domingo y con el país al
borde del colapso, un artista que no suele ser de los más
mencionados cuando se habla de grandes estrellas capaces de
agotar localidades en tiempo récord, llenó hasta el último
asiento de la grada. Viendo lo que pasó en el Coliseo de Atarfe
cualquiera diría que estamos en época de vacas flacas. Lo
estemos o no, los que pasaron la noche del domingo frente a su
escenario seguro que olvidaron durante un par de horas las
estrecheces.
Rock con mucha pegada, soul desbordante, los imprescindibles
guiños funk y algunas gotas de arreglos de jazz para todos los
públicos, las completaron con una lista de apenas 15 temas
estirados a veces hasta el paroxismo.
Cayeron algunos recientes, como Come and get it, con el que se
inició el concierto, o Rock star city life, pero el grueso del
repertorio lo compuso su estuvo compuesto por sus clásicos de
los noventa, que fueron los más celebrados y coreados por todos,
desde Mr. Cab driver o una interminable Let love rule con la que
concluyó, ambas de sus inicios, hasta las ineludibles Stand by
my woman, Fly away, Are you gonna go my way o la rotunda versión
de American woman. Pasada con creces la medianoche, el público
volvió satisfecho a sus casas pero también el señor Kravitz
regresó al camerino encantado de la respuesta de su público.
Seguro que para muchos hubo dulces y húmedos sueños.

8 JULIO 2008
PABELLÓN OLÍMPICO DE BADALONA
Fotos
Dunia Ibrahim - IndyRock



Lenny Kravitz presenta en directo su nuevo disco "It Is
A Time For A Love Revolution"! Declara que es el momento para
una revolución y lanza un mensaje musical para hacer
precisamente eso con la publicación de su octavo álbum de
estudio, una ensordecedora llamada a las armas de rock 'n roll,
ofreciendo una mezcla universal de ritmos soul, funk y jazz y el
innegable lirismo que ha sido su marca hasta la fecha.
Considerado como uno de los músicos de rock preeminentes de
nuestro tiempo, Lenny Kravitz ha trascendido géneros, estilos y
clases a lo largo de una carrera musical de 18 años, una carrera
que se revela en la riqueza de influencias de soul, rock y funk
de los años '60 y '70.
Los múltiples talentos de Kravitz como compositor,
multiinstrumentista y productor han resonado a través de siete
álbumes de estudio en un catálogo atemporal, todos ellos
consiguieron el certificado de disco de platino o multi-platino.
Desde 1999 al 2002, ganó cuatro premios Grammy consecutivos,
estableciendo un récord por mayor número de premios en la
categoría de "Mejor Interpretación Vocal de Rock Masculino" por
su single "Dig In" (habiendo ganado previamente por "Again",
"American Woman" y "Fly Away"). En el 2004, recibió su sexta
nominación a los Grammy en esa categoría por "If I Could Fall In
Love" de su sexto álbum de estudio, Lenny. El atractivo de
Kravitz ha sido reconocido también por sus colegas de profesión;
sus colaboraciones son tan variadas como sus propias
influencias, habiendo trabajado con Madonna, Slash, Aerosmith,
Jay-Z, N.E.R.D., Mick Jagger, P. Diddy y Alicia Keys.
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