CONCIERTOS EN MACANUDOS* CIUDAD DE GATOS
BAR MACANUDOS * C. del Ave María, 39, 28012 Madrid
CHARLES LAVIGNE & LINNEA WEISS, EXPLOSIÓN ÍNTIMA
Macanudos, enero 2023
VÍCTOR R. BELTRÁN
Ya me habían avisado hace días del concierto acústico que iba a dar Charles Lavaigne en el bar
Macanudos en Lavapiés y cuando llegue un poco antes de las 8 estaban levantando la
persiana. Entre con un amigo y salude a Sendoa, camarero, entrevistador, crítico musical
y el que iba a hacer los honores de presentar el concierto, al cual ya se le notaba con los
nervios de tener que presentar a Charles. Mientras mi amigo y yo nos tomábamos unas
cervezas el bar se iba llenando sin darnos cuenta, tanto que llego un momento que nos costaba
movernos. Este tipo de acústicos atraen un público que los disfruta, y es que estos
artistas se sienten como en casa tocando en bares que ya conocen. Y se nota que el
público está a gusto. Hay buen rollo en el ambiente, que es algo que se quedara durante
toda la velada.

Charles Lavigne, Linnea y Sendoa Bilbao
Se acerco Sendoa al centro y, con Charles y Linnea, la chelista que
le iba a acompañar, sentados en el sofá, empezó a realizar una pequeña presentación y
entrevista. Muy interesante para dar algo más de contexto a los que sean ajenos a todo
aquello y solo estén de paso. Entre otras cosas hablaron de que en dos semanas llevaban
tres conciertos en España y que este había sido quizá el más improvisado de ellos, hablaron de
la amistad que les une a los dos, de su trayectoria, de cómo se conocieron Charles y Linnea y
cómo decidieron trabajar juntos en una apuesta arriesgada como era meter un chelo en sus
composiciones. Y lo usaron para “Train to Toledo” por primera vez, gustó y
repitieron. Y se les nota que tocan a gusto juntos, que se conocen, porque esa calidad
conjunta no se improvisa, se tiene que trabajar.
Y se hizo silencio, porque empezó a sonar la guitarra. Al poco
de arrancar con los primeros acordes ya podía observar como el público estaba metido de lleno,
los que más cerca se encontraban, cerraron los ojos para poder sentir mejor la armonía que
transmitía. Y la acústica del lugar ayudaba. El público no solo escuchaba, si no
que vivían la música. Y eso es algo que no pare de notar hasta el final.
Sonó la tercera canción, “Train to Toledo” con la que empezaron a colaborar
juntos chelo y guitarra, hacia el final de la misma. Se notaba que la gente se iba
animando, se la conocían, tarareaban los ritmos y se podían ver muchos pies moviéndose en el
sitio. Se podía ver como la música se movía a través de los cuerpos hasta llegar a los
pies, y más en el subidón hacía el final que pega la canción.
Después de una canción más tranquila vuelve el ritmo y la gente se
motiva, la melodía se mueve sola, por alguna razón escucharla apoyado contra la pared me
transmitía la palabra mecerme, porque eso es lo que me produce “Balloons”. Y al final me
despega de esa misma pared la intensidad del chelo, que se añade con fuerza. La voz hace
un juego subiendo la vibración en seco y de forma muy fluida, dejando una sensación agradable.
Y luego llego otra canción con la que la gente empezó a sonreír.
Había gente en el suelo sentada y todos se movían al ritmo del tema, se les notaba que
disfrutaban en paz, que transmitía buen rollo. Era como escuchar música tranquila en un
viaje en carretera, que es melancólico, pero sin ser triste. Me llego como si fuera una
tristeza alegre. Una voz profunda, con un chelo ayudando a ambientar, parecía que estábamos en
otro escenario. Y entonces Charles se alejaba del micrófono y cantaba la parte más animada de
la canción mostrando la potencia que pueden tener sus cuerdas vocales. “Women in tso
pema” es una maravilla en directo.
Al acabar la canción y tras los aplausos la gente se puso a comentar
entre ellos y me sorprendió que cuando Charles empezó a hacer sonar la guitarra el público se
mando callar entre sí para poder escucharle. Esta vez el chelo mostraba una melodía más
alegre y cuando la voz daba paso al sonido de los instrumentos empezaban una conversación
genial entre ellos. Un dialogo similar, aunque muy distinto, se llevo a cabo con la
siguiente canción, que junto al espacio recogido y la luz y el ambiente del bar se podía ver
perfectamente miradas de ensoñación entre los asistentes.
Y la siguiente canción, "E la nave va", que era en español, se
sucedió con unos punteos que me encantaron y me hicieron vibrar, una progresión de acordes
sencilla pero que se unía a la melodía de una forma muy fluida. De repente se ponía
entonar un cante para al final terminar en susurros. Un cambio drástico que le daba
fuerza, emoción y pasión, a todo el conjunto.
Quedaban dos canciones, y primero atacó con “Two rivers” que era el
preludio relajado a “Margarita y el volcán”, una canción, al estilo folk, que narra un cuento
con un sacrificio, una bruja y la fuerza de la naturaleza. Ritmos que hicieron bailar a
dos chicas de la primera fila, conforme avanza la canción, todo el mundo se pone a seguirle
con palmas, creando una sintonía entre todos increíble. Charles se aleja del micrófono,
su voz llega de sobra, los cambios de registro, de ritmo y de intensidad hacen que sea un
final muy bien elegido para un concierto acústico de estas características.
Para acabar, como añadido y por estar cerca del aniversario del
nacimiento y la muerte de David Bowie, salió Hernán Elicabe, el dueño, del bar Macanudos junto
al guitarrista Alberto Santos Veloso a cantar “Rock’n’roll suicide”, y con Charles Lavaigne,
como el mismo bromeo, cantando la parte más complicada. Bowie ha sido siempre una referencia
vital en Macanudos. Cada año han celebrado este aniversario con homenajes, versiones y
festejos y este año esta canción fue el guiño a la figura omnipresente del Duque Blanco.
Una velada de jueves de las que ya echaba en falta, en una calle que
siempre se ha mostrado muy musical y todo gracias a la organización del bar Macanudos y del
colectivo Ciudad de gatos.
LUCÍA TRENTINI, EMOCIÓN, RAÍZ Y FUTURO EN MACANUDOS
Experimentación sonora se dieron cita en la salita de Macanudos en el concierto de Lucia
Trentini en Ciudad de Gatos.
Un Lucía Trentini, emoción, raíz y futuro en Macanudos
Por SENDOA BILBAO * INDYROCK
Minutos después de las 19:30 emprendí la presentación. Lucía, natural de Durazno, Uruguay, es
actriz, directora, dramaturga, compositora y cantante
Es un animal escénico, con pocos años sintió la fuerza y la pulsión de la música de mano sus
abuelas, poco tiempo después decidió que su labor estaría sobre un escenario combinando
siempre teatro y música. Como actriz y compositora trabajó activamente en la compañía de
teatro “La Morena” realizando giras por Chile, Venezuela, Colombia, Brasil, Argentina, Estados
Unidos y España, entre otros.
En Montevideo fue frontwoman de la famosa banda de rock uruguaya “La Tabaré”
En 2017 publicó su álbum como cantautora titulado “Cicatriz”.
En la pequeña entrevista que le hice delante de una una audiencia respetuosa, curiosa y
atenta, me decía que en estos momentos acababa de soltar un ancla, “
llevo un tiempo siendo
de muchas partes, así ocurre con la persona que migra, es inevitable sentir el corazón
dividido entre el lugar en donde vives con su trajín y pulsión y l corazón desgarrado
del lugar que dejas. Ahora estoy encontrando un lugar donde habitar y sentir como propio y
aprovechar a favor cada circunstancia de la vida”
Cuando le hablo de la sincronía entre teatro y música me cuenta que “
la dramaturgia te
enseña un proceso en el que uno supera los problemas a partir de error y son justo las
limitaciones las que te hacen crecer.
Le pregunto a ver cómo siente la escena de Madrid y me dice que ninguna escena es fácil, el
que llega debe buscar su hueco, ganarse la confianza no es sencillo pero que hay una línea
maravillosa en inventar lo que no existe y moverse en lo alternativo.

Hablamos de si son importantes conciertos como este y me dice que
“un acto como el de hoy
consiste en dar y recibir y a mí me gusta cantar”.
Luz apagada en el fondo embaldosado y apenas un tubo de neón y pequeñas luces en el suelo
acompañaron a los sonidos atávicos, la fuerza desgarradora del sentimiento y susurro, el
llanto y el canto onírico sobre loops, teclados y ritmos.
“Necesario” fue la primera canción en la que descubrimos la voz de Lucia sumándose
simultáneamente a otros tarareos y creando un coro de voces distantes. Una perfecta carta de
presentación sónica convertida en llamada de atención al público y la masa:
“Déjame
expandir mi raíz, déjame ser libre como el viento, deja mi pulso latir, sábanas en el
viento”.
El sintetizador y un pequeño xilófono, ruidos metálicos y una atmósfera baja nos introdujeron
en el universo de la canción “Hiroshima”. Voces y palabras entre explosiones dan lugar a
ritmos que nos llevan a levantar los pies sobre el suelo. Como un hilo endeble nos quedamos
pegados con la versión del “Currucucú, paloma” que se fue perfilando mientras que sentíamos
que la niebla de las explosiones se disipaba. Fuerte y firme la dulce versión de Trentini.
“Me gustan las cantautoras mujeres” nos dijo confesando que en su infancia solo se
daba espacio a cantautores hombres y que no conoció a mujeres creadoras de canciones hasta
tiempo después:
“hubo que escarbar para dar con todas ellas”.
Violeta Parra se mostró en la sala sobre la voz de Lucia sobre insertos sintéticos y bases de
ritmos con la preciosa tonada “"Qué he sacado con quererte”.
Siguieron canciones que con las que nos sentimos plácidamente inmersos en el mundo de Lucia,
una mezcolanza de sonidos y voces, con denuncia, ironía, feminismo y una llamada a sentir el
vórtice en el cuerpo, en lo diferente, en la raíz y el recuerdo buscando un futuro en el que
el eco de lo ancestral conviva con el color del porvenir apoyado en el sonido sintético y la
tecnología.
En la quinta canción entró en escena Ismael Quirós con su
hangpan, este extraño
instrumento que consiste en dos caparazones de metas pegados rodeados por círculos que al
rozarlos y golpearlos crean notas con eco y resonancia que van dando lugar a armonías y
ritmos.
“Noche de luna” fue la canción, que bajo el manto sonoro de este instrumento sumado al ritmo
del bombo legüero que toca Lucía (un tambor de tronco), nos fue introduciendo en un
mundo onírico y mágico. La luna es el astro favorito de la artista y la canción nos habla del
río en el que la luna se acerca al arroyo que mira el astro mientras se oyen versos de amor.
La tonada se convierte después de un acorde cíclico del hanbang en una sentida y sincera
versión “Volver a los 17” de Violeta Parra. Bravo.
“Cumbia por la vereda” sonó firme y ancestral frente al público de Macanudos. “
Quiero
volverme hombre para caminar tranquila por la vereda” marca el estandarte que da lugar
a una declaración de derechos, una declamación de un credo rapeado, un pronunciamiento de
libertades, un código contra la injusticia y por la libertad autodeterminación de la mujer con
cantos que dicen “
que la diferencia radique en el pensamiento, no en el tamaño el
pulso o el pantalón” empujados por el mantra que dice
“que se mueva todo de la
cabeza a los pies, nos dibujen alas”.
“Larga vida a este espacio” dice Lucía,
“ojalá podamos seguir compartiendo acá,
es una belleza el lugar y el corazón y el detalle que le ponen la gente que lo lleva y
que lo gestiona. Estoy más que agradecida y espero que hayan disfrutado conmigo”.
El tiempo había terminado pero el público pidió otra más con fervor y aplauso. Lucia volvió a
la alfombra para interpretar sobre el loop de su propia inspiración y respiración la canción
“Copita de Jeréz” una canción para aceptarse o ser consciente de lo que el sistema nos pide.
Distintas voces de la propia Lucia nos muestran la multipolaridad en la que vive nuestra mente
y de la que debemos buscar una voz, la nuestra
Ahora sí, de vuelta al origen y el pulso, vuelven los aplausos, las voces, los abrazos, los
vinos y los agradecimientos eternos que se dan cuando la emoción se da en la corta distancia y
la escena se muestra en la voz, ritmo, sonidos y letras que vienen de dentro y se quedan
tiempo en la impresión del público sensible. Gracias Lucia.

LUCIA TRENTINI
MACANUDOS, MÚSICA EN DIRECTO EN 'CIUDAD DE GATOS'
Acústicos de media hora que presentará Sendoa Bilbao, quien antes de cada concierto hará una
pequeña entrevista sobre la creación musical, la situación de la escena y referencias del
artista.
INDYROCK
El jueves 24 de marzo la música en directo volvía a ser protagonista en Macanudo.
Durante años
Macanudo Espacio Arte desde calle Limón en Madrid ha sido
altavoz de decenas de músicos como Victor Herrero, Moses Rubin, Xisco Rojo, Charles Lavaigne,
Anna Martínez, Ni, Bestia, The Emigrants, Inés Faneka, Luca Fiore, Pitu, The Nono, Canciones
Otegui, Paul Zinnard, Erik Sjoholm, Aida Blanco, Anthony Ocaña, Matt Rivers, Martin Amecconi,
Manu Hattom, Jay Rivera, Chimangos, Agustín Funes o Félix Lineker.
Macanudo cerró sus puertas en agosto de 2020 y las abrió en enero de 2022 en el número 39 de
calle Ave María, en Lavapiés. La nueva localización sitúa el bar en una calle que lleva
años siendo protagonista de buena música y escenario de la escena de esta ciudad con lugares
como la tienda de libros y discos Bajo el volcán, el Olivia o el bar La Aguja.
Desde esta nueva localización, Hernán Elicabe, vuelve a programar bajo el nombre
“Ciudad
de gatos” acústicos de media hora que presenta Sendoa Bilbao, quien antes de cada
concierto hace una pequeña entrevista sobre la creación musical, la situación de la escena y
referencias del artista. Ciudad de Gatos lleva años creando flujo musical y cultural en
La
Plata, Argentina y Macanudos toma su testigo
para dar vida a otra Ciudad
de gatos en Madrid.

Sendoa Bilbao presenta a Félix Lineker. FOTO: Julia Capriglione
FÉLIX LINEKER, DESTELLOS ACÚSTICOS, INTIMISMO Y ESTRATOS SONOROS
24 marzo 2022
Félix Lineker fue el encargado de abrir estas nuevas sesiones. A las 20:00 una
leve llovizna caía fuera del bar y Sendoa se disponía a presentar estas sesiones musicales,
recordando lo creado en el anterior emplazamiento, agradeciendo un público de unas veinte
personas, sentados en sofás y sillas, que se hubieran acercado a este recital en un día de
lluvia y presentando finalmente al músico.
Con tres discos en su haber Lineker transita el camino entre el músico indy y el cantautor con
canciones que hablan sobre cavidades, tragedias y ensoñamientos pero también de bares, amistad
y destellos de amor. Es fácil adivinar influencias de Kurt Vile, Neil Young o Quique González
aunque en su propuesta siempre hay lugar para la experimentación, juego de bucles y ecos que
llevan las canciones hasta una cima compuesta por capas, vetas y estratos sonoros.
Mientras nuestra fotógrada Julia Capriglione registraba la presentación Sendoa le preguntó a
Lineker por su proceso creativo y respondió que un músico muy famoso cuyo nombre no recordaba
tenía una teoría que le parecía alto interesante: “Él decía que el músico vivía en una
habitación y en cuarto contiguo sonaban canciones y que en esos momentos de inspiración se
entreabría una puerta y por la rendija se filtraban las canciones nuevas como si te las
cantaran al oído y que había que estar preparado para aprovechar esos momentos llenos de luz y
recoger esas melodías y esas palabras”.
Para terminar la entrevista Sendoa le hizo la obligada pregunta: “¿De la carta de Macanudos
que es lo que querrás tomar esta noche?”
Casi sin pensar Félix respondió: “Un sandwich Ferre, sin duda”. Apuntó el dato en la libreta
para pasarlo a cocina y el público aplaudió entre risas.

Félix Lineker. FOTO: Julia Capriglione
Félix abrió el concierto con una nueva y preciosa canción titulada “A casa“. Desde la mitad de
la sala sonaba resuelto y firme, la voz limpia, un acierto haber elegido no amplificar, la
acústica de la salita con el fondo embaldosado es más adecuado.
Siguieron canciones como “Las horas” de su disco “Los años luz” o la crítica “Han matado una
canción” o “Maletas” de Nuevo Estadio Sonoro. La crepuscular y onírica “Tijeras y ojos” marcó
la subida hasta el primer alto en el camino.
Félix llamó a Sendoa para acompañarle con la armónica esa canción tan Neil Young que es “En
calma”, una canción que se abre camino entre delicada y constante donde el autor rememora los
días de descanso al sol en las playas del norte.
Suena entonces “Déjalo estar” con ese nudo de arpegios en el que Félix nos habla de la soledad
del desvalido, esos días de bajón y desastre en los que lo mejor es esperar un rato que acalle
el ruido.
Felix entonces nos habla de lo especial que fue Macanudo, aquellos tiempos prepandémicos en
los que en la zona de Conde Duque se creaba una familia entre bares, música y amigos. De eso
habla la canción aún no grabado “Calle Limón” (la calle donde se situaba el antiguo Macanudo).
Termina el show con la llegada a la cima que es “Ocho mil” donde volvió a llamar su amigo
Sendoa para acompañarle hasta el final con otra rueda de notas a la armónica, esta vez más
robusta y psicodélica al final. Se despiden con un abrazo y Sendoa le dice que queda tiempo
para una canción más. Termina el acto con “Mi error” que nos abría la luz hacia el exterior,
un aliento hacia una todavía posible esperanza.
Al salir sonrisas satisfechas, más abrazos… En la barra nos esperaban chapas con el logo de
Ciudad de Gatos y Macanudos, una buena colección de cervezas artesanas, hamburguesas y
emapanadas caseras y cómo no, un sandwich Ferre para Félix.
Y la música vuelve a sonar.
Félix Lineker. FOTO: Julia Capriglione
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