El mundo de la música llora la muerte de George Moustaki
Francia se viste de luto.
París, 23 may (EFE).- Francia llora la muerte del cantautor Georges Moustakis, artista de
origen griego nacido en Alejandría que se convirtió en una de las grandes plumas de la
"chanson française", convirtiendo el idioma de Victor Hugo en su vehículo de libertad
universal.
Moustaki, viajero de verbo libre y comprometido, amante de la vida y de sus placeres, falleció
hoy, a los 79 años, en Niza, a orillas del Mediterráneo que le vio nacer.
La enfermedad pulmonar incurable que se lo llevó, le había apartado de los escenarios en 2009,
tras un último concierto en el Palacio de la Música de Barcelona. El presidente de Francia,
François Hollande, le recordó como un "inmenso artista cuyas canciones populares y
comprometidas han marcado a varias generaciones de franceses".
"Letrista excepcional, inspiró a algunos de los cantantes más importantes de la segunda mitad
del siglo XX como Edith Piaf, Yves Montand, Barbara o Serge Reggiani", agregó el jefe del
Estado que acogió a Moustaki, un cantante que "reivindicaba la riqueza de sus orígenes
marcados por Europa y por el Mediterráneo".
El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, trazó, en un comunicado, parte de la biografía de un
"viajero infatigable (...) letrista, compositor e intérprete con un talento, una precisión y
una sensibilidad constante".
"Nacido en el crisol cultural que fue la ciudad de Alejandría, llegó a París a los 17 años,
donde su encuentro con Georges Brassens y Edith Piaf fue determinante. Del texto comprometido
a la poesía más refinada de 'Milord' o 'Métèque', Georges Moustaki abrazó todas los oficios de
la canción", declaró el jefe del Ejecutivo francés.
Entre quienes lanzaron una última mirada a la vida de Moustaki, pupilo de Brassens y amante de
Piaf, se cuenta la cantante Juliette Gréco, a la que se conoce como "la musa de los
existencialistas", quien lamentó en los micrófonos de "RTL" la pérdida de "un hombre
absolutamente exquisito".
"Era un hombre refinado y elegante que tenía una dulzura infinita y, además, talento. Era como
todos los poetas, alguien un poco diferente. Las diferencias siempre hacen el talento",
comentó Gréco.
La ministra francesa de Cultura, Aurelie Filippetti, aseguró en Twitter que estaba sumida en
"una inmensa tristeza".

BIOGRAFÍA
Nació en 1934 en Alejandría (Egipto), hijo de padres griegos, su padre trabajaba como
librero y su madre era ama de casa. Cursó estudios de bachillerato en el Liceo Francés de
Alejandría y se trasladó a París en el año 1951, para continuar con sus estudios. Pero es allí
donde se encuentra con su verdadera vocación, la música, a la que se dedica mientras vende
libros a domicilio, escribir columnas en los periódicos parisinos y una crónica semanal para
un periódico egipcio en lengua francesa.
En un principio empieza como instrumentista, pero pronto comienza a componer canciones
que encontrarán una buena acogida entre los cantantes más importantes de esta época: Piaf,
Reggiani, Barbara, Dalida, Montand, Salvador, por citar algunos de ellos. El hecho de grabar
"Le Métèque" en el año 1969, le da notoriedad como intérprete. Esta nueva faceta de su arte le
permite presentarse en una cincuentena de países que conocen su repertorio y sus obras, que
van desde "Milord" a "Sarah" pasando por "Ma Liberté" y "La Marche de Sacco et Venzetti", por
citar solamente algunas.
Entre giras y álbumes compone música para el cine ("La Fiancée du Pirate", "La Temps de
Vivre", etc...), para teatro ("Les Capriches de Marianne", "Les Caisses qu´est-ce", "Le
Cadeau",etc...) y televisión ("Cités a la Dérive", "Du Côté des Musiciens", etc...)
Así mismo también es autor de dos libros: "Questions á la Chanson", y "Les Filles de la
Mémorie" (del cual su amigo Jorge Amado ha escrito el prefacio), de vez en cuando expone
dibujos y acuarelas que le inspiran sus viajes y cede a la tentación de actuar ocasionalmente.
Su deporte favorito es el tenis de mesa del cual es un consumado jugador.
Mientras prepara su reaparición en París, recorre Francia y el planeta para encontrarse
con sus amigos, conocer gente nueva y cantar su revolución permanente.
Tras más de 25 años de giras, ha realizado una veintena de álbums, alrededor de
trescientas canciones para los más grandes y para sí mismo, música para teatro, bandas sonoras
de películas, etc...
La UNESCO le nombró EMBAJADOR DE LA CULTURA DE LA PAZ para el año 2.000.
GEORGES MOUSTAKI Ha dado conciertos en más de cincuenta países y desde hace más de treinta
años vive en la Isla de San Luis, donde pasa los días, escribiendo, leyendo, dibujando,
componiendo y jugando al ajedrez y al tenis de mesa.
Su álbum Le Metéque lo grabó a instancias del Director General de una casa de discos cuando
aún no imaginaba una carrera de cantante, pero su trabajo Mediterraneén lo grabó a
petición del público, un álbum que fue catalogado de actual e intemporal al mismo tiempo. Lo
componen diez canciones escritas por Moustaki, con la colaboración de Maxime Leforestier, Joe
Rossi, Françoise Rauber y Keizo Mutsumura (compositor japones codiscípulo de Henri Dutilleux).
Tout reste à dire, grabado en los estudios Gang con acompañantes habituales: Muriel
Boisson, Marc Bertaux y Luiz-Augusto Cavanni (voces, bajo y batería), conjuntamente con
Arnaud, Méthivier, Yvan Cassar, Olivier Louvel, Cacào (acordeón, piano, guitarra, saxo-flauta)
y una sección de cuerda, reunida por Jean Marie Leau, merodea una vez más por el espacio y el
tiempo.
Su trabajo "Moustaki" editado con Virgin en 2005
Ocupación: Cantautor - Nacionalidad: Griega - Filósofo de café - Intelectual con tendencias
izquierdistas - Abuelo - Pintor en domingo (Pero ¿Quién no pinta solamente los domingos?) -
Motorista ocasional - Viajante.
El hecho de cantar me da vida y viceversa. Utilizo las ideas que merodean por mi cabeza,
cosas que he visto, experiencias vividas y soñadas para crear versos y música. A cambio recibo
lo suficiente para comer, beber, dónde alojarme y para vivir acomodado. Recibo lujo y respeto.
No sé cuál es mi mérito o quién sale ganando con el cambio, pero estoy satisfecho. Jamás luché
por esto. A veces lo he provocado. Más a menudo, simplemente lo he aceptado. Así que, acepto
lo acordado. Mis quejas están en otro lugar.
Entre Piaf y Moustaki, entre Milord y La Métèque, el agua ha pasado por debajo de los
puentes de San Louis, donde vivo. También crucé el desierto. Un desierto repleto de multitud
de gente y de eventos. Un desierto que me dio el tiempo necesario para pensar sobre mi llegada
a París en 1951. Rastignac de Alejandría, el músico errante del mundo oriental, que llegó para
enclavar sus fuerzas en París.
Cuando descubrieron mi estilo mítico de cantar, los creadores de estrellas y sus
cómplices de los medios de masas empezaron a frotarse las manos. Estaban delante de un
verdadero caso: Un cantante con barba gris, un hombre maduro de 35 años, un barítono casi sin
voz, regresando con un estilo propio de los 50, quién estaba viviendo una vida bohemia y se
desplazaba por medio de una motocicleta.
Siendo medio Oriental, quise conocer a fondo el Oriente Medio. Mi profesión me dio a
conocer el Japón y mis amistades me enseñaron el sur de la India, también me dejé seducir por
ese viejo cliché: viajar a la India. Nada tenía que ver con el idealismo hippy, preferí ir a
dejar que mis barbas flotasen por las playas de Pochidery o a meditar sobre la tumba de Sri
Aurobindo.
Pero lo que me queda de ese viaje, es un enamoramiento loco por la música oriental en
general y en particular por la música india. El sitar y el sarod son los primos indios del
bouzouki y del laúd arábigo. Me encontré a mí mismo en un país (musical) de sabiduría y de
descubrimiento. Por otra parte, siendo de origen Mediterráneo es una manera de sentirse como
en casa aún estando en otros continentes: En Argentina donde quise encontrarme con Piazolla,
pero no pudo ser hasta más tarde en Brasil. Brasil, donde esperé encontrarme con Jobim
con el cual terminé trabajando en Nueva York. Nueva York, donde yo "reventé"
el Carnegie Hall, con un lleno absoluto de hermanos de las más diversas razas, motivados de
manera secreta por mis deseos de cantar con unos cuantos amigos que se habían establecido en
Manhattan.
Desde los aeropuertos hasta autovías, he estado dando vueltas por el mundo, yo, quien
era considerado como un cantante "confidencial" (yo también lo creo), reservado para una
audiencia iniciada, me encuentro ahora sobre los escenarios del tamaño de un palacio de los
deportes, destilando mis canciones intimistas delante de miles de espectadores que en
ocasiones no comprenden una palabra en francés.
Pero el viaje continúa. ¿Qué hace que Moustaki corra? La sensación de no encontrar el
equilibrio en el movimiento, la precipitada urgencia para escapar del peso de la edad,
de la rutina, de la proyección... el deseo de escuchar ciertos sonidos, de comer ciertas
frutas, de amar a ciertas mujeres. La perpetua liberación, como solía decir André Breton, el
principio de la libertad.
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