Caballo Loco toma A Coruña
12-07-01
por M.Vilas / A Coruña (Indyrock)
Fotos: Luis Cobelo (IndyRock)
Una experiencia auténtica. El
espectáculo sonoro que Neil Young y su fiel banda Crazy
Horse trazaron sobre el escenario del Coliseum de A Coruña
es antiguo. Pertenece a una música ya clásica, a la
verdadera religión del R&R, lugar sagrado donde no hay
lugar para artificios ni hipocresías. Con unas velas por
todo atrezzo, el vaquero y su caballo cumplieron todas las
expectativas en su primera cita en la Península.
Desde un principio Young dejó clara las diferencias que hay
entre él y otras muchas estrellas del rock. Sin fuegos
artificiales, sin hablar al público más de lo
imprescindible, confirmó que su música está por encima del
bien y del mal. Es cierto que su gana muchos octanos cuando
la toca con Crazy Horse, pero el protagonismo indiscutible
es de su fiera guitarra. Arrolladora en la brutal versión de
Like a Hurricane, hipnótica en Love and only love.
Antes, el público que llenaba el recinto aprovechó la
actuación de Beck para enardecerse quimica y moralmente. La
verdad es que su actuación estuvo muy bien (mejor de lo que
algunos esperaban), llena de alegría y de tanto ritmo que
puso a botar a buena parte de las 7000 personas que
abarrotaban el Coliseo coruñés.
Pero cuando a las 11:15 saltaron al ruedo Talbot, Molina,
Sampedro y Young se produjo un salto cualitativo. Abrieron,
para calentarse, con Don´t Cry, No Tears. Básicamente
repitieron la estructura del resto de la gira europea.
Primera parte eléctrica en la que presentan dos nuevas
canciones de "Toast", lo que parece será el decimotercero
disco firmado por "Neil Young & Crazy Horse". La mejor
se intuye "Going Home", una gran composición en la línea de
las extensas canciones de Ragged Glory.
Cuando los Crazy Horse se retiraron a descansar alguno ya
estaba exhausto, un poco desconcertado ante dos canciones
seguidas que nadie conocía. El set acústico empezó con "From
Hank to Hendrix" y se cerró con una decepcionante versión de
"Pocahontas". Por el medio el canadiense se sentó delante de
un órgano para tocar una fúnebre versión de "After de gold
rush". Lo mejor de esta parte del set fue sin duda "Don´t
let bring you down", en la que el Gran Jefe evidenció que su
lastimosa voz continúa en plena forma.
Con la vuelta de Crazy Horse al escenario el grupo golpeó
definitivamente. Escuchar seguidos Hey,Hey,My,My (into the
black) y Sedan Delivery es todo un lujo, más cuando Neil
Young -oh dios, que guitarrista- se mueve como un poseso
mientras mantiene largos duelos a muerte con la guitarra de
Frank "Poncho" Sampedro. Mientras Talbot, arrinconado contra
la batería de Molina, se pasa todo el concierto de espaldas
al público y tocando las grandes notas de tan enorme
tormenta sonora. Sólo sale a dar la cara en los momentos más
intensos como en Piece of Crap. Entonces, cuando se juntan
guitarras y bajo se les ve entregados, llenos de mugre y
pasión. Sucios, sólo la presencia de otros dos temas
desconocidos calma el ambiente.
Y llegan a las dos horas de
concierto. En el bis se hacen esperar. Cuando retornan el
85% del público rompe el muro de distancia construido por
Young coreándolos durante cinco minutos."Happy be here again
in Spain, again". El otro 10% de la gente se había marchado,
ya que sin duda habían acudido a ver a Beck, que desde hace
tiempo debe vender más discos que Young. Ellos se lo
perdieron, pues lo de los bises fue memorable (hicieron
cuatro canciones en dos tandas, una más que lo que suele ser
habitual en el Eurotour)La primera serie esplendorosa con
"Fuckin´ up". Y continuó con una acojonate versión de Cortez
the Killer, épica canción que provocó que Zuma fuese
censurado en la España franquista. Para lo que trasmitió
Young con tal larga canción de este clásico no hay palabras
suficientes.
Cuando la noche se acababa, Young sacó un último aliento de
su alma: "look out mama, there is a white boat coming from
the river". "Powderfinger" para cerrar con un último
regalito. "Keep on rockin´in the free world", berreaba todo
el público mientras atónitos los fans de Pearl Jam -el grupo
con más camisetas entre los asistentes- aprendían como debe
sonar una auténtica banda de rock.
Si, señor, que poderosos son Crazy Horse. Y del jinete, que
decir, a sus pies, suyos somos, Gran Jefe. Grande Neil
Young.
Neil Young & Crazy
Horse
"La tribu más ruda del Rock"
Por Manuel Vilas para IndyRock
"Crazy Horse son una banda fenomenal. Cuando toco con
ellos no hay nada que se le parezca. Amo a Crazy Horse.
Espero seguir tocando juntos mientras sigamos vivos.
Porque cuando no lo hago me doy cuenta de cuanto añoro
tocar con ellos" Neil Young en Year of the horse, de Jim
Jarmusch, 1997.
Tal elogio nace tras tres décadas de relación. En el camino
quedan una docena de discos firmados bajo el título de "Neil
Young & Crazy Horse". Grabaciones plenas que han servido
para forjar una de las leyendas más auténticas de la música
rock. Y es que cuando Billy Talbot, Raph Molina y Frank
"Poncho" Sampedro (los actuales Crazy Horse), empuñan sus
armas junto al Gran Jefe se desata una magia especial. "Todo
es la misma canción", le confiesa Young al micrófono antes
de arremeter When you dance you can realy love en el
comienzo de Year of The Horse, el documental con el que Jim
Jarmusch inmortaliza toda la intensidad de Crazy Horse en
directo.
Pero estas alabanzas no significan que Neil Young (Toronto,
Canadá, 1945) sea un artista fiel. Ni mucho menos. El áspero
guitarrista, cumpliendo con su fama de genio errático y
stajanovista, ha frecuentado muchas compañías, algunas
peligrosas. Los Stray Gators, the Sockings Pins, The
Restless, Crosby, Stills & Nash y Pearl Jam son algunos
de los grupos que han grabado con Young en sus 37 discos
como solista. "No quiero tocar con ellos en todos mis
discos, ni en todas las giras. Hay demasiadas facetas de mi
música que debo seguir cuidando. Y si no fuera por esas
cosas que hago, Crazy Horse no serían tan buenos", se
defiende el hippie narcisista.
Tiene razón Young al negarse a reducir su obra a la docena
de discos registrados con Caballo Loco. Pero también es
cierto que cada vez que necesita revitalizar su carrera
llama a sus fieles compañeros. Entonces, el vaquero
distorsiona su música hasta llevarla a lugares inhóspitos,
territorios sonoros llenos de mugre eléctrica a los que
nadie más ha logrado acceder. Y de paso reconquista el
beneplácito de la crítica, siempre áspera con sus periódicos
ejercicios de estilo: Rockabilly, Folk, Techno o Country. Ni
siquiera el sin fin de grandes músicos que han aportado algo
a las grabaciones de Young - JJ Cale, Jack Nitzsche, Nils
Lofgren, Ben Keith, Ry Cooder- lograron eclipsar el
esplendor de la alianza.
1969-1979: América despertaba conmocionada por el fin del
sueño hippie. Young había roto -parecía que definitivamente-
con los exitosos Buffalo Springfield. El grupo muere víctima
de la lucha de egos y Young se encuentra un día en un bar de
San Francisco con un combo local llamado The Rockets. El
promiscuo autor no se lo piensa dos veces y los recluta,
como luego haría con otras muchas bandas. En un par de
semanas, The Rockets entran en el estudio para grabar
Everybody Knows this is Nowhere, segundo disco en solitario
del canadiense. Eso sí, lo hacen con otro nombre. Había
nacido la leyenda de Crazy Horse.
Antes de que Young los rebautizara, The Rockets lanzaron un
álbum homónimo, editado por White Whale en 1968. Desde su
renacimiento han firmado otros cuatro discos (Crazy Horse
1971, Loose y At Crooked Lake 1972, Crazy Moon1978
Left
For
Dead 1989). Del grupo inicial Young se queda con Danny
Whitten- a la guitarra rítmica -Billy Talbot- el bajista de
pelos eléctricos-y Ralph Molina - el pequeño batería.
Billy Talbot: Young le otorga la responsabilidad de ser "el
centro del grupo, porque es él que toca las grandes notas.
Billy es el sonido". Sin duda, el bajo de Talbot suena duro
en todas y cada una de las composiciones del conjunto,
incluso en las más country. Talbot es el más inquieto
musicalmente de todos los Crazy Horse, ya que tiene su
propio grupo, donde canta y toca la guitarra. Cuando la gira
que los trajo a la Península acabe, lanzará Stress Release
el primer disco de The Billy Talbot Band. Talbot toca un
bajo mixto, un Fender , un con el cuello de un Telecaster.
En los conciertos, tiene la manía de tocar de espaldas al
público.
Ralph Molina: "Contumaz como una roca" Así define Young la
batería de su compañero, al que ha llamado para aporrear los
tambores en muchos de sus mejores discos, incluso en
aquellos, como On the Beach, donde no participan el resto de
Crazy Horse. El más pausado de todos, Molina es capaz de
recrear con su batería ritmos tribales que arropan en la
épica americana de las letras Neil Young. Pequeño, por su
físico aparenta la encarnación ideal de un extra en un
telefilme yanqui de sobremesa. Molina, Talbot y Whitten
empezaron en la música en 1963 con la banda Danny and the
Memories, formación a capela que afortunadamente abandonaron
para aprender a tocar sus instrumentos.
Everybody Knows this is Nowhere (1969) El resultado
del casual encuentro es magnífico. Por primera vez Young
logra que sus armonías vocales sobresalgan sobre una
tormenta eléctrica, entrelazada por punteos lejanos de dos
guitarras. Everybody Knows this is Nowhere conformó al
sonido del resto de la carrera del díscolo compositor. Por
un lado se escondían largas canciones épicas y ruidosas-
Cowgirl in the sand (10 minutos), Down By The River (más de
9). Por el otro amenazaban composiciones más austeras y
campestres, como la que da título al trabajo. Pero Crazy
Horse no tuvieron tiempo de saborear el éxito, pues la
muerte se cruzaría en el camino del grupo. No volverían a
grabar un álbum con Neil Young hasta seis años después.
Una sobredosis de heroína se llevó Whitten en 1972, cuando
ya llevaba tiempo apartado de la banda. En el primer disco
homónimo de Crazy Horse, Whitten firma la mayoría de las
canciones, brillantes ejercicios de country pop culminados
por la balada I don´t want to talk about to it, que luego
versionaría, entre otros, Rodd Stewart. Su pronta
desaparición con 29 años y la muerte del roadie Bruce Berry
-otra sobredosis- marcaron un antes y un después en la
carrera de esta generación de músicos. "Destrozó mi mente.
Amaba a Danny. Me sentí responsable", reconocería tiempo
después Young , siempre lacónico en una de sus escasas
declaraciones sobre la desgracia.
Leche / sangre para seguir adelante, he visto la
aguja y el daño hecho, una pequeña parte en cada uno, pero
todos los yonkys son como una puesta de sol .
Estas palabras fueron el primer homenaje de Young a su
compañero de guitarra. The Neddle and the damage done, pieza
clave en el exitoso Harvest (1972), es una de las más
escalofriantes baladas creadas con una simple acústica.
Harvest es aún hoy la grabación más vendida de Young, y el
single Heart of Gold su único número uno en las listas
americanas. Buena parte de la culpa la tienen los Stray
Gators de Jack Nitzsche y Ben Keith. Para ser justos, Words
(Between the lanes of age), la lenta agonía eléctrica que
cierra tan espléndido ejercicio de countryes, la cima de la
música de Neil Young en su lado de mayor octanaje.
Tonight´s the night (1975): Grabado antes que On the
Beach, pero publicado después, es deprimente, difícil. La
razón del retraso es que tanta oscuridad no gustó en
Reprise: "Cuando lo llevé a la compañía lo odiaron" Cuenta
el canadiense, por entonces aficionado a las botellas de
tequila José Cuervo, que lo escucharon diez veces seguidas a
todo volumen y que el resultado fue horrible. Tonigth´s the
night es "una historia de droga y muerte. Sobre una estrella
de rock sucia y quemada que está a punto de irse; sobre lo
que la fama y las multitudes te hacen". El resultado es
oscuro y amargo, no apto para escuchar a las once de la
mañana si se desea un buen día. Cuenta con la presencia de
los dos Crazy Horse supervivientes, mientras que la guitarra
de Whitten, la toman sucesivamente Nitszche y Keith.
También participa Crazy Horse, pero con un rol más
secundario, en On the Beach (1974). Es el disco más difícil
de conseguir de su extensa discografía (casi imposible hasta
la popularización de Internet). Un álbum extraño, lánguido y
raramente hermoso. Maldito por su autor, que no lo reedita
porque, dicen, le recuerda a una época difícil. Fruto de la
desolación por la muerte de sus compañeros (y puede que
hundido por ciertos desengaños amorosos) el maduro hippie
entierra su cadillac en la arena y se sienta en la playa
para recapitular sobre lo que ha dejado en el camino. Lo
hace para huir del éxito comercial de Harvest, para volver
al pasado y de paso reinventar el Blues. Unas veces los
resultados son notables, Revolution Blues, Vampire Blues,
otras penosos: Ambulance Blues (tema que escogieron REM
cuando grabaron con Young). Renunciando al presente, tras el
fin de una época dorada, Neil se sienta al borde del mar,
mira atrás y engendra un sonido antiguo y etéreo : Motion
Pictures, See the Sky About to Rain. Joyas melancólicas sólo
a la escucha en carísimos piratas (detalle que ha empujado a
un fan a comprimirlo entero y colgarlo digitalmente de la
Red). Ocho temas en los que Molina le da a la batería
mientras que Talbot sólo hace una breve aparición en la
animosa Walk On. Esta canción, la única composición
optimista de este disco , ha estado alejada de su repertorio
durante décadas, pero reaparece en el último disco, el
directo Road Rock Volume 1, Friends and Relatives (2001). En
On the Beach Young loa al ayer que se esfuma "Recuerdo los
viejos tiempos, tirados toda la noche volviéndonos locos,
entonces el dinero no era tan bueno, pero lo hacíamos lo
mejor que podíamos".
Para salir del bache en el que hundió su carrera comercial
tras Harvest, habría de esperar a la recomposición de Crazy
Horse. Es el momento de la aparición de Frank "Poncho"
Sampedro, un robusto fan de las camisetas de Jimi Hendrix
que le dio al Caballo un sonido más contudente. Sampedro,
natural de Detroit pero descendiente de emigrantes gallegos
y andaluces, merodeaba desde el 68 por los clubes de la
Costa Oeste hasta que fue reclutado para sustituir a
Whitten. Las fuentes difieren en señalar cómo fue el
encuentro, unos dicen que fue reclutado por Talbot en una
fiesta, otros que fue iniciativa del Gran Jefe con quien
compartía amigos. Sea como fuere , Sampedro se encarga desde
entonces de la guitarra rítmica y , en ocasiones, de los
teclados. Su incorporación fue clave para encrudecer el ya
rancio sonido del Caballo. El propio Sampedro ha dicho que "
el motivo por el que la gente ama los discos de Crazy Horse
es que no hablamos de cómo deben sonar las canciones por
adelantado. No hay arreglos, no hay producción. Sólo somos
nosotros pasando un buen rato tocando".
Zuma (1975): la nueva formación borda los viejos
palos, el eléctrico con Danger Bird, el acústico con Througt
my sails. La ruidosa guitarra de Sampedro se acopla a medios
tiempos alcohólicos: Barstool blues y Drive back. La pieza
clave es Cortez the Killer, otra canción extensa en duración
y emociones. Cortez the killer ejemplifica lo que pueden
hacer juntas las guitarras de Young y Sampedro. La épica
visión desoladora de la conquista de Méjico fue el pretexto
para que la España de Franco censurase Zuma: "y sé que ella
aún vive allí, y que me sigue amando hasta hoy, pero no
puedo recordar cuando, o donde perdí mi camino-". Zuma
-extraño apócope de Montezcuma- es, además del debut de
Sampedro, el disco más equilibrado de los 70.
De nuevo en la cima, Young se refugia al campo para
recopilar los resultados de una década. Fruto de esta
retirada son varios proyectos personales no del todo
logrados. Así, graba un discreto segundo disco con Crosby,
Stills & Nash. Acaban los 70 que resume en el
recopilatorio Decade. Recomendable para no iniciados, pues
es la síntesis de un periodo prodigioso para el autor
American Stars & Bars (1997), que originalmente se iba a
llamar Chrome Dreams, segunda tentativa con los nuevos Crazy
Horse, significa uno de los peores trabajos del conjunto. En
parte porque Young reservarlas mejores de entre sus nuevas
composiciones para otros álbumes (Too far gone, Pocahontas)
. Sólo destaca el clásico Like a Hurricane, historia de un
amor imposible compuesta en el bus de la gira.
Cerca del estancamiento, Young decide abandonar la
electricidad para refugiarse en un mundo más personal,
acústico en el bello Comes a time. Arropado en algunos temas
por toda una orquesta sinfónica, entre el folk y el country,
firma alguna de sus mejores canciones, como la que da nombre
al trabajo. Sin embargo son los invitados Crazy Horse los
que crean el momento más intenso del álbum, Look out for my
love . Comes a time es un disco tranquilo y delicioso. Pero
ni crítica ni público entendían tantos bandazos de una obra
ya inabarcable. En 1978, nadie daba un duro por él. Era el
tiempo del Punk, y en el mercado discográfico no había sitio
para los viejos vaqueros.
Entonces, como ave fénix,se reinventa otra vez. Y lo hace
con un disco histórico construido a partir de unas letras
impagables. Rust Never Sleeps (1979) es pieza indispensable
en cualquier antología musical. Dividido en dos partes, sólo
en la segunda aparecen unos pletóricos Crazy Horse, desde
entonces la más ruda banda de R&R. El frenético ruido,
marcado por la intensidad del directo (libre del clamor del
público tras pasar por el estudio) refleja toda la potencia
que pueden generar cuando se juntan sobre el escenario los
cuatro músicos. En Sedan Delivery y Hey, Hey, My, My (into
the black) construyen dos clásicos del rock de guitarras.
Powderfinguer y la misógina Welfare Mothers estaban pensadas
para Lynyrd Skynyrd, con quien Young mantenía una buena
relación a pesar de la cita de Sweet Home Alabama. La
primera parte del disco es acústica donde todas las
canciones superan el sobresaliente. Trasher (desesperada y
épica), Ride my Lama ( una la loa psicodélica), Pocahontas
(donde vuelve a revindicar la cultura de los nativos
americanos) y la romántica Sail Away son verdaderas joyas no
superadas.
Por encima de todas está la versión desenchufada del tema
principal del álbum, retitulado My, my, hey, hey, (out of
the blue). "Es mejor arder que desvanecerse", es un verso
que ha marcado a varias generaciones de músicos engullidos
por el mercado. My, my, hey, hey, (out of the blue) es la
historia del Punk y de los Sex Pistols (sobre quienes versa
el tema) y es la historia de Hendrix (a quien dedica Ride my
Lama) Dieciséis años después, Cobain también la haría parte
de su tragedia. Afortunadamente no ha sido la historia del
superviviente Young, quien ha sabido defenderse de la
industria parapetado en su productividad y en la legión de
ávidos fans, los rusties.
Live Rust (1979) es la plasmación de la gira promocional con
Crazy Horse de Rust Never Sleeps. Recogida también en vídeo,
la gira marca el punto y aparte en la carrera de Young con
los Crazy Horse. Los 70 acaban en todo lo alto. La siguiente
década hundiría a Young en su peor crisis creativa y
personal.
1979-1989: Años ochenta. Tiempo oscuro para el músico
canadiense. Casi ninguno de los discos de esa época merece
la pena, ni siquiera los dos que rubrica con Crazy Horse.
Young deambula cabizbajo por una profunda crisis personal
tras el nacimiento de dos hijos con deficiencias
intelectuales. Las peleas con la discográfica le llevan a
cambiar de sello por primera vez. Tras trece años en Reprise
(filial de Waner), firma un jugoso contrato con Geffen.
Re-ac-tor (1981) es el último disco para Reprise con su
banda favorita. Supone un paso atrás en la línea garajera
consolidada en Live Rust. Si alguna vez los Crazy Horse
sonaron parecido a lo que después sería el grunge fue en
Re-ac-tor . Pleno de poder, rock duro del bueno con mensaje
y música involucionista: "Por eso pasaste toda la noche
jodiéndote en aquel bar de rock and roll" canta en Opera
Star. Amargado por los problemas de su segundo vástago
-fruto de otra esposa-, en la parte de atrás del vinilo de
Re-ac-tor se puede leer una desesperada nota en latín:
"Dios, dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo
cambiar, y la fuerza para cambiar las que puedo, y la
prudencia para reconocer la diferencia". Re-ac-tor es uno de
los seis discos de Neil Young nunca reeditados en CD.
El salto a Geffen fue traumático, una equivocación. Aunque
para su creador Trans y Everybody is rockin´ figuran entre
lo mejor de su discografía, lo cierto es que ni éstos, ni
Life, ni Landing on the Water pasan de ser obras menores.
Young da bandazo tras bandazo. Musicalmente oscila sin
sentido de los sintetizadores de Trans (en el que colaboran
los tres Crazy Horse) al bucolismo country de Old Ways.
Además, el antaño hippie (y ya multimillonario padre de
familia) se declara partidario del ultra conservador Ronald
Reagan. Los directivos de Geffen estallan en 1983 tras
reciben las cintas de Everybody is rockin´. Su estrella,
tras la debacle del artificial Trans, les entrega una
grabación de puro Rockabilly, una revisión del rock de los
cincuenta con versiones de Jimmy Reed, Elvis Presley y Bobby
Freeman.De inmediato lo demandan por dos millones alegando
que hace conscientemente música " no comercial". El confuso
músico les responde con una contra demanda por 21 millones
de dólares. El pleito se eterniza en los juzgados, por lo
que Young se ve obligado a entregar más discos mediocres
para calmar a la multinacional . "Fue el peor periodo de mi
carrera -le confesó a posteriori al escritor Greg Kot-
sentía que me estaban manipulando y yo empecé a manipularlos
también. Todo era anticreativo. Componer música se convirtió
en una pelea". El resultado, el limitado Landing on Water,
está también próximo a lo que el mercado espera de él.
Una de las dos concesiones a Geffen la corubrica com Crazy
Horse. Life (1987) stá entre lo más decente de ese tiempo.
La calidad del material es mediocre, con sobreabundancia de
teclados cercanos a la new age. Inca Queen vuelve sobre las
huellas de Cortez the killer y en la bruta Prisioners of
Rock and Roll la banda suena al filo del tópico: "La gente
dice que tocamos demasiado alto, pero no saben sobre que va
nuestra música, nunca atendemos al hombre de la
discográfica, intentan cambiar y arruinar nuestra banda,
somos prisioneros del rock and roll". Por lo demás, baladas,
peores textos y prescindibles medios tiempos country
aprovechados para cerrar con honra la nefasta era Geffen.
1989-2001:El camino se vuelve de poner cuesta abajo con la
vuelta a casa. Reprise saca el notable soulero This note´s
for you y el EP El Dorado. Pero la total recuperación para
el mundo de los vivos de Neil Young se produce con el
polifacético Freedom. Cierto es que la fórmula del renacer
es conocida, pues se parece mucho a la utilizada en Rust
Never Sleeps. Una gran canción, Rockin´ in the free word, en
sus versiones acústica y eléctrica abre y cierra el disco
grabado en directo. El músico parece salir de su autismo y
se erige de nuevo en cronista de dramas personales y
sociales - camiseta antinuclear incluida - en la urbana
Crime in the City (Sixty to Zero Part 1): "Traedme un
compositor, que esté perdido lejos de casa, aseguraos que
esté hambriento, aseguraos que esté solo, por favor traedme
una hamburguesa de queso, y un nuevo Rolling Stone". Con
Poncho Sampedro a las guitarras, Young consigue rehacer su
carrera dejando claro que es un genio multidisciplinar. Así,
recupera del baúl canciones de los 70 no grabadas, como la
bella Too Far Gone , retorna con más acierto a la épica de
la conquista de América con El Dorado, y roza lo sublime con
la delicada Hangin´ on a limb.
En plena efervescencia creativa, se alía de nuevo con todos
los Crazy Horse para crear Ragged Glory (1990). Corrían los
días en que la televisión bombardeaba a la humanidad con el
vídeo de Smell like teen spirit, cuando Crazy Horse graban
de un tirón otra lección de rock sucio y vitalista.
Fuckin´up, Love To Burn, Love and only Love o Framer John
son los momentos más garajeros de su historia. Escuchar
Ragged Glory de un tirón, como semeja ser grabado, es una
gozada priamria, natural. No hay más condimentos que unos
interminables duelos entre las guitarras de Young y
Sampedro. Magnífica gloria gastada en plena eclosión grunge.
Definitivamente, los 90 iban ser una gran década. El caballo
se lanza enseguida a la carretera.
(1991) es a Ragged Glory lo que Live Rust a Rust Never
Sleeps. Es decir, una revisión en directo de la gira con
Crazy Horse del pasado más inmediato. Destacan las versiones
Love to burn o la lejana Cinnamon Girl. Weld incluye un
homenaje a Bob Dylan, una de las influencias más evidentes
de Young, con una versión de Blowin´ in the wind.
De la gira promocional de
Ragged Glory también nació
Arc (1991). Los teloneros del tour eran Sonic Youth y Crazy
Horse aprovecharon la oportunidad para dejar claro quienes
mandan a la hora de transformar distorsión en melodía. Así,
los habituales desfases entre tema y tema se prolongan más
psicodélicos en la gira de Weld. Tanto, que impresionan a
Thurston Moore, guitarra de Sonic Youth, quien anima a Young
a inmortalizar los desvaríos eléctricos de su banda. El
resultado es un extraño experimento de ruido total. Siempre
inquieto, Young toma partes de las tomas en directo (sobre
todo principios y finales de las composiciones) y construye
una única canción - por así llamarla - de 35 minutos. En
principio, Arc iba a ser la banda sonora de una película
sobre el grupo nunca estrenada, Muddy Track.
Como en los días de paz, amor y empatía de los sesenta -la
patria de la que provienen todos los Crazy Horse- la heroína
puso fin a una época. El reinado de los harapos comerciales
del grunge se acaba con el suicidio de Kurt Cobain. Era
1994, y la carta de despedida confirmaba la paternidad del
grunge, que la crítica había endosado en el haber del Young
más sucio y eléctrico - es decir, del que graba con Crazy
Horse. Todos pensaron en él cuando el 6 de abril de 1994
Courtney Love leyó la nota de sucidio de su esposo. La cita
a My, my, hey, hey (out of the blue) era evidente: "its
better to burn out than to fade away". Otro yonkie más se
quedaba en el camino. De nuevo en la cresta de la ola, en el
punto de mira de la industria musical.
Algunos han acusado a Young de aprovecharse del tirón
comercial de la revolución musical que lideró Nirvana. El
hecho es que nunca se ha pronunciado sobre tan funesta cita.
Es más, desde entonces es extraño verle interpretar My, my,
hey, hey (out of the blue). De lo que tampoco hay duda en
que el grunge le valió para revitalizar sus resultados
comerciales al entrar de golpe en el universo una nueva
generación de oyentes, esta vez a escala mundial.
Así, muchos ven en
Sleeps with Angels (1994) un
homenaje a Cobain y a su generación. Apoyado en los Crazy
Horse más domados, Young dibuja un universo cansado, pleno
de derrotas en textos nihilistas. No hay rastro de homenajes
a nadie, sí una clara atracción por lo trágico. Incluso la
composición que da título álbum parece un reproche a la
mujer del suicida. Sobresale entre tanta decadencia la
poderosa Blue Eden, una de las pocas piezas compuesta por el
pleno de Crazy Horse: "sé que algún día nos encontraremos
otra vez, volveremos por ese camino mi amigo, es parte de
mi, es parte de ti". El resto mantiene un nivel notable,
desde la hipnosis total de Change your mind hasta la rabia
de la punk Piece of crap. Aún así, Sleeps with Angels es
difícil por su cadencia sosegada, un disco al que jamás le
podrán acusar de ser comercial (aunque fuera nominado a los
Grammy).
.
Mirror Ball (1995) sí ayudó a aumentar su presencia
mediática. Aunque la banda no aparece como tal en los
créditos, todo Pearl Jam participa, incluso Eddie Vedder
berrea en un par de canciones. El resultado supone un disco
más para Young, con buenas canciones como Downtown, y uno de
los mejores momentos de la carrera de Pearl Jam. La crítica
lo alaba y algunos rebautizan a los de Seattle,
transformados en banda de directo de Young, como los nuevos
Craziest Horse. Preguntado sobre esta la exitosa alianza,
"Poncho" Sampedro los alaba con reservas "suenan muy
directos, con un montón de energía. Pero no creo que
consigan la magia. Para mí suenan como una joven banda
rabiosa acompañando a un tío mayor que canta sobre la paz y
el amor".
Desde entonces, Young se encuentra en un receso creativo,
que nunca editorial, pues sigue a disco por año. Ha
entregado a sus viejos compañeros, las mejores composiciones
de Looking Forward (última aparición de la saga Crosby,
Stills, Nash & Young) y antes, grabó dos álbumes
dispares y menores con Crazy Horse.
Broken Arrow (1996) se abre con Big Time, homenaje
del grupo a su manager muerto de cáncer. Dispar y corto,
está dividido en dos partes, una eléctrica que incluye la
dósis habitual de hipnosis con Slip Away. Predominan las
canciones largas que fluyen candentes. La segunda parte es
más reflexiva, a veces con un sonido directo más propio de
un pirata.
Year of the horse (1997) es a la vez un disco y un
filme. El responsable es Jim Jarmusch, interesante cineasta
neoyorquino para el que Young compusiera la banda sonora del
western Dead Man. Muy pocos documentales han logrado plasmar
el verdadero espíritu de una banda de rock. Year of the
Horse lo logra apoyado imágenes de archivo de las giras de
la banda. Hay escenas desternillantes. Por ejemplo, se ve
como prenden fuego al centro de mesa de un hotel en pleno
almuerzo alcohólico-cannábico. Jarmusch hurga con tiento en
las heridas más profundas de la familia. El metraje incluye
una tremenda bronca tras una actuación y aborda sin tapujos
la muerte de Danny Whitten. Muy recomendable, sobre todo la
versión cinematográfica. Sólo cuatro canciones, Big Time,
Slip Away, Sedan Delivery y Barstoll Blues repiten en el
disco homónimo.
Year of the horse es la última aparición de Crazy Horse en
la carrera del orgulloso trovador canadiense. Pero, según
confesó Young en la rueda de prensa previa al festival Rock
in Río ya tienen material para un nuevo álbum, al que
seguramente llamarán Toast (2001?). Alguna de las nuevas
canciones (Hold you in my Arms, Standing in the Light of
Love) aparecieronen el vibrante Eurotour 2001 que por tres
veces pisó la Península en el veranop de 2001. Going Home y
I´ve waiting for you aseguran que la magia que les ha
acompañado durante tres décadas no se ha esfumado.
"La gente me pregunta que nos mantiene
unidos. Creo que es sólo porque no hemos acabado lo que
debíamos hacer. Tenemos que dejarlo hecho, cuando tienes
una misión y la empiezas debes acabarla", declaraba
Billy Talbot en la gira de Broken Arrow. Sampedro le da
una vuelta más: "Creo que los Crazy Horse vienen del
mismo lugar que Neil. Aún tenemos ese sueño
hippie-cósmico rodando por nuestras cabezas. De ese
sueño es de donde viene nuestra música". Sigamos
soñando.