Por
Roberto Garza
Iturbide El 28 de septiembre de 1991 es una fecha que
llevo tatuada en la memoria. Ese día murió Miles Davis, escuché
por primera vez el Nevermind de Nirvana y observé una tormenta
eléctrica tan impresionante que de sólo recordarla se me eriza
la piel.
Tenía diecinueve años, las pilas bien puestas y la conciencia en
proceso de expansión. Desde enero me había instalado con tres
amigos en Cozumel, irredenta isla caribeña y paraíso del buceo,
a la que de broma llamábamos "Hotel California" por aquello de
que "puedes registrarte cuando quieras, pero nunca te puedes
ir", como dice la rola homónima de los Eagles.
A esa edad es posible combinar el trabajo con la fiesta sin que
el cuerpo pague las consecuencias. De martes a domingo nos
aventábamos jornadas de ocho horas como meseros en un
restaurante llamado El Tapanco. Eran unas buenas chingas pero
las propinas llegaban en billetes de color verde. Vivíamos en
una casa prestada, buceábamos por lo menos tres veces a la
semana y casi todas las noches salíamos a cotorrear a los bares
de la costera.
Resulta que la noche del 28 de septiembre le caímos a la casa
del Fish, un buzo local de unos cuarenta años y el más ferviente
admirador de Miles Davis que he conocido en mi vida. El compa
estaba bien sacado de onda por la muerte de Miles, pero también
se le notaba feliz porque horas antes había llegado su chava,
Erin Brazoni, una rubia de Seattle que se enamoró de él un par
de meses antes cuando estuvo de vacaciones con su familia y que
ahora había regresado sola para quedarse una temporada.
La tormenta eléctrica era inminente, así que por común acuerdo
decidimos lanzarnos al faro de la punta norte de la Isla.
Pasamos la noche en la playa, bebiendo alrededor de una fogata,
brindando por Miles y echando humo hasta por los oídos. Una
hielera repleta de chelas, la grabadora, suficientes pilas, un
montón de casetes y compactos, dos perros que adoran el mar y,
como telón de fondo, la tormenta. "Jamaican sky en Cozumel,
Miles", gritaba el Fish entre risas cada vez que una andanada de
rayos pintaba el cielo de colores.
Fue en algún impasse entre rayos, truenos y trompetazos cuando
Erin sacó de su mochila el Nevermind. Nos lo mostró con el brazo
extendido y soltó una frase en inglés que se me quedó garbada:
"Do you know Nirvana?... Well, this album will blow up your
fuckin' minds".
La imagen de la portada con el bebé flotando frente a un billete
se me apareció tan poderosa que casi doy un brinco cuando el
cielo tronó tras una descarga de rayos en secuencia. Erin jaló
la grabadora, interrumpió un solo de Miles, metió el disco de
Nirvana, subió el volumen al máximo y picó el botón de play.
"Smells Like Teen Spirit" exaltó los ánimos de la reunión. Erin
hacía la guitarra de aire y sacudía la cabeza con furia. Sólo
traía puesto el top del bikini y una falda larga que se
transparentaba cuando separaba las piernas. La invitación a
bailar era innegable. Unos segundos después, todos -menos el
Fish- sacudíamos el cuerpo y la cabeza con ella. Poco a poco, la
música se fue apoderando de nuestros sentidos.
El Nevermind se nos metió por los poros, directo al corazón y al
cerebro, y explotó glorioso en nuestras mentes. Cada pieza nos
llevó a un estado de ánimo distinto: con "Breed", por ejemplo,
nos entró el acelere del slam; con "Come As You Are" Erin bailó
cachondísima; con "Lithium" de plano enloquecimos y con "Polly"
caímos rendidos en la arena.
Cuando la grabadora finalmente enmudeció, noté que Erin sonreía
como toda una reina de la escena grunge y que en voz baja
repetía el dilatado coro "something in the way, uu uu". La
imaginé con su camisa de franela a cuadros, un gorro de leñador,
jeans desgarrados y unas botas todoterreno. Le sonreí mirándola
a los ojos y solté un estúpido "¡wow!" Ella volteó la cara hacia
el buzo: "Did you like it?" Tumbado en la arena boca arriba, el
Fish alzó el brazo derecho, extendió el pulgar y le respondió
con una pregunta filosa: "¿Cómo dices que se llaman?" Erin soltó
la carcajada. "Are you kidding?"
Al cabo de unas cervezas, el sol se impuso en el horizonte al
suave ritmo de "So What" de Miles Davis. La tormenta eléctrica
había pasado, la brisa soplaba fresca y el cielo se pintó de un
azul tan claro como las notas del Kind Of Blue. Uno de los
grandes músicos del siglo XX había muerto y lo despedimos con
una fiesta en su honor.
Hacia el mediodía nos colocamos los equipos de buceo y bajamos a
un grupo de turistas al arrecife de Palancar. Sumergido en las
cálidas aguas del Caribe mexicano, como a unos siete metros de
profundidad, empecé a divagar con el coral, con sus alucinantes
formaciones y colores, con la luz caprichosa que refleja, con
los millones de microseres que lo habitan.
Ahí estaba, inhalando dosis de aire comprimido, flotando en el
agua teñida de azul como la solitaria criatura del Nevermind,
ensimismado frente a una maravilla del mundo submarino, cuando
en mi mente apareció Erin Brazoni sacudiendo el cuerpo con furia
y cantando "Smells Like Teen Spirit".
Esa imagen, síntesis de lo experimentado la noche anterior, se
instaló para siempre en mi memoria. Hoy evoco ese recuerdo con
enorme gratitud y brindo por la trascendencia de Nirvana, por la
inmortalidad de Kurt Cobain, por los poderes catárticos del
Nevermind, por la ruda belleza de las reinas grunge y por la
genialidad de Miles Davis.
El mundo está ahí fuera y es todo mio, pero no lo
quiero
por José Luis Maestro Coronas
Kurt Cobain no decía la verdad cuando en la canción "Come as you
are" recitaba con insistencia "No, I don't have a gun. No, I
don't have a gun...". A pesar de este comienzo -de finalidad
exclusivamente efectista-, vaya por delante el respeto por la
memoria del ser humano que tuvo que padecer hasta el extremo de
acabar quitándose la vida, aparte del reconocimiento por el
artista.
Seis años desde la desaparición del grupo a raíz de la muerte de
Kurt Cobain.
Nirvana o contemplar el mundo de la música rock desde distinto
prisma, antes y después. Nirvana significó innovación, un estilo
inaudito hasta entonces. En septiembre de 1991 apareció en el
mercado el disco que posiblemente es considerado por la
generalidad de aficionados y críticos de rock como el más
redondo de la pasada década: Nevermind; calidad y comercialidad
iban esta vez unidas. Escuchar música aquellos meses posteriores
a su salida no habría sido lo mismo si ello no hubiese ocurrido.
Fue una aparición de las que señalan un ciclo, de aquellas que
quedan como capítulo para la enciclopedia de la música.
Abanderados de una tendencia que se convertiría en género y que
transformaría el rock, NiRVaNa fue, a nivel internacional, el
germen y primer fruto de lo que se denominó grunge (que viene a
significar algo así como "chapuza") y, más ampliamente, rock
alternativo o rock de los noventa. La tendencia musical se había
originado a finales de los ochenta, alcanzando trascendencia
internacional con la difusión masiva por MTV de "Smells like
teen spirit" (que podría traducirse como "apesta a espíritu
adolescente" -y eso que los tipos no habían visto "Al salir de
clase"...-).
Como corriente que fue/es tuvo también implicaciones estéticas y
cierta presunta ideología. La imagen grunge se nutría de prendas
de ropa deliberadamente viejas o gastadas, con rotos incluidos,
presentando un aspecto general de pretendido desaliño; las
camisas de leñadores se hicieron muy populares (la industria
maderera es de las más importantes en la zona donde se originó
el grunge): todo parecía lleno de leñadores del bosque.
El cuartel embrionario del movimiento fue la ciudad
estadounidense de Seattle, de la que surgieron otras importantes
bandas alternativas como Pearl Jam, Alice in Chains o
Soundgarden (que no tienen musicalmente nada en común, excepto
eso: que son alternativas.., o diferentes).
Aparte de la gran calidad de la irrupción internacional de
Nirvana, lo más relevante fue la creación de un estilo de rock
nuevo, regenerando el clásico, y dando el espaldarazo universal
y definitivo al brote. El rock alternativo, y Nirvana en
particular, rompen con el patrón lineal de la música
tradicional, con composiciones que presentan pronunciados e
inesperados giros, incluyendo frecuentes variaciones en el ritmo
y la intensidad. El sonido resultaba diferente a todo lo que se
había oído hasta ese momento. Se trataba de música rock, pero se
ofrecía un híbrido entre el rock duro, el punk, el heavy metal y
el pop. Podemos encontrarnos con acordes que contemplados
aisladamente son plenamente pop, y con otros que los siguen tras
unos segundos convirtiendo inesperadamente el estilo en punk,
punk-rock... Todo lo dicho fusionado o combinado con gran
fluidez.
A lo largo de la pasada década, solamente el desarrollo de la
música electrónica puede equipararse como tendencia regeneradora
al rock alternativo, lo que suscriben los analistas de
tendencias.
Nirvana presenta en el mercado seis discos básicos: Bleach
(1989. El coste de la grabación fue de 606 dólares. Se trata de
un álbum básicamente punk), Nevermind (1991. El cenit del
grunge), Incesticide (1992. Con canciones poco conocidas y
rarezas), In utero (1993. El más importante tras Nevermind, en
su línea), Unplugged in New York (1994. Acústico. Con temas ya
conocidos del grupo y algunas versiones de temas de otros
autores) y From the muddy banks of the Wishkah (1996. Selección
de canciones grabadas en conciertos y actuaciones).
La banda desde Nevermind = Kurt Cobain (voz y guitarra) + Krist
Novoselic (bajo) + David Grohl (batería). El artista preeminente
en el grupo era Kurt Cobain, líder, cantante y artífice máximo
en la composición de las canciones. De todos modos, Grohl &
Novoselic han demostrado que también ellos dejaban notar sus
aptitudes. En la actualidad Dave Grohl lidera Foo Fighters,
formada con los antiguos componentes de la prestigiosa aunque
poco conocida Sunny Day Real Estate, demostrando que compone,
canta y puede tocar diversos instrumentos con gran habilidad.
Por su parte, el grupo actual de Krist Novoselic es Sweet 75.
Todo era muy bonito y el horizonte tenía color de rosa (rosa
desgastado), pero la cosa se torció, y consumada la tragedia la
misma parecía algo casi predeterminado.
La naturaleza agració a Kurt Cobain con un superlativo talento,
a la vez que lo condenó a una existencia atormentada merced a
una difícil personalidad. Ello vino agudizado por algunos
acontecimientos producidos en su vida. El divorcio de sus
padres, cuando él tenía ocho años, fue, según declaraba él
mismo, el evento que más afectó su vida. El timbre desgarrado de
su voz parecía emanado directamente de sus entrañas. Kurt Cobain
sentía un vacío existencial que no se llenaba con una vida que
habría colmado a casi cualquier otro ser del planeta. El 5 de
abril de 1994, y tras un sprint de choques con las drogas que
casi acaba con él antes (¿supuestos intentos de suicidio?), se
quitó la vida con una escopeta de caza en su casa de Seattle, en
la más absoluta soledad. A la edad de 27 años, Kurt Donald
Cobain moría dejando viuda e hija de un año. El mito estaba
servido, y el icono de los noventa, como otras décadas habían
tenido los suyos, se había creado.
Los Cobain tenían dos antecedentes de suicidios recientes en su
árbol genealógico.
Parece algo clásico en ocasiones: especialmente dotado para el
arte y castigado con una psique complicada hasta el extremo,
todo ello abocado a la fatalidad.
Kurt Cobain era un romántico, pero no en el sentido lírico de la
palabra, sino en el del movimiento romántico del segundo cuarto
del siglo XIX, caracterizado por sus postulados individualistas
y su independencia frente a los preceptos clásicos. Dicha
actitud influyó a muchos autores, algunos de los cuales
acabarían decidiendo que la vida no valía la pena, al sentir un
vacío similar al que sentiría el cantante ciento cincuenta años
después.
Yo estuve pegando botes en el concierto que tuvo lugar en
Barcelona el 9 de febrero de 1994, poco antes del desenlace.
Kurt Cobain se mostraba distante y sin pretender acercarse al
público, sin hacer concesiones a la audiencia ni gestos para la
galería. Parecía solamente interesado en cumplir con el trámite
y terminar. Sin duda, aquello no tenía el aspecto de llenarle.
Su viuda, Courtney Love -artista relevante también pero con
arrebatos de vulgaridad que la deslucen-, leyó públicamente en
su vigilia fragmentos de su nota de suicidio en la que lo
exponía claramente. Sus palabras mostraban una gran
sensibilidad.
Según un diccionario de fiar, Nirvana significa, en el budismo,
el anonadamiento final del individuo en la esencia divina.
Una de las desapariciones importantes para la música. Menos mal
que en estos tiempos modernos sus interpretaciones quedaron
registradas para la posteridad, lo que no pudieron hacer Mozart
o Farinelli, por poner dos ejemplos.
NiRVaNa eran/son muy buenos, de todos maneras, no creo que
consiga convencer a mi padre para que los escuche.
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