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FOTOGALERÍA, OCEAN COLOUR SCENE, LA RIVIERA, MADRID 2013. FOTOS: JAVIER ALONSO Y MARINA SANZ * INDYROCK




OCEAN COLOUR SCENE


Ocean Colour Scene, reencuentro

Sala Apolo de Barcelona / 1 de diciembre de 2017
Crónica y fotor por: Quim Cabeza / IndyRock

Los británicos Ocean Colour Scene están celebrando el 20º aniversario de la edición de su segundo trabajo de estudio, “Moseley Shoals”, donde aparecían piezas fundamentales de su relicario como “The Day We Caught The Train”, la inmensa “The Riverboat Song” o la imprescindible “The Circle”. 
Surgidos de la disolución de otras dos bandas de Birmingham de la década de los 80 –The Boys y Fanatics-, Ocean Colour Scene supieron encontrar su espacio entre una nueva generación mod que buscaba referentes. Aunque “Moseley Shoals” cosechó excelentes críticas en todo el mundo, la sombra de grupos coetáneos como Oasis o Blur relegaron a bandas como Ocean Colour Scene a un inmerecido segundo plano. 
Pero el tiempo está para poner a todo el mundo en el lugar que merece, y en este caso y después de 20 años de la edición de aquel majestuoso trabajo, los seguidores siguen valorando su contenido, llenando una sala como el Apolo de Barcelona para corear el legado melódico de este cuarteto británico. Ya en su momento, Paul Weller fue uno de sus principales valedores y el propio Noel Gallagher habló de Ocean Colour Scene como “…la mejor banda británica del momento”; así de claro. 

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FOTOGALERÍA, OCEAN COLOUR SCENE,  APOLO, BARCELONA, 2017. FOTOS: QUIM CABEZA * INDYROCK


Así y además de las citadas, sonaron en retahíla todos los cortes del disco como la obligada “Lining your pockets”, “One for the road”, “It’s my shadow”, “Policemen & Pirates”, “The Downstream”, “You’ve got it bad”, “Get Away”, “Foxy’s Folk Faced”, “So Low”, “Get Blown Away” y aquel “Travellers Tune” para completar dicho trabajo al que sólo faltó “40 Past Midnight”. Como cierre otros imperativos de la banda como son “Robin Hood / Live Forever” y la enorme “Hundred Mile High City”. Actualmente Ocean Colour Scene está representado por Steve Cradock (guitarra y voz) –sublimes sus parámetros psicodélicos en las seis cuerdas-, y el liderazgo vocal de Simon Fowler; y es que hace años que tanto Oscar Harrison como Damon Minchela abandonaron el barco. Sea como fuere, es un auténtico placer el poder rememorar en directo un disco creativamente tan preciso y conmovedor como es “Moseley Shoals” con dos tipos entregados a la causa como son Cradock y Fowler. Perfecto reencuentro…


OCS. un regalo para los sentidos... de nuevo
Ocean Colour Scene + Stay
22/04/13. Sala La Riviera. Madrid
Fotos y crónica Marina Sanz Domínguez y Javier Alonso Juliá 
El lunes podría parecer un día un tanto extraño para un concierto, pero llegaba a la Riviera, uno de los grupos con más solera del britpop, Ocean Colour Scene. Llevábamos tres años sin saber nada de ellos, pero en 2013 han vuelto con "Painting". Este trabajo no ha tenido mucha repercusión, pero mantiene la esencia de los de Birmingham. 
Sobre las 20.30 y con puntualidad británica aparecieron los teloneros. Los barceloneses Stay fueron los elegidos, y nos dejaron con ganas de ver un concierto completo. El sonido Madchester rezuma por los poros de estos apasionados de lo analógico. Su último trabajo "The Fourth Dimension" es un regalo para los oídos y disfrutarlo en directo no deja duda de lo que son capaces sobre un escenario. 


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Pasadas las 21.30 apareció Simon Fowler y tras él, el resto de los componentes de esta gran banda que en los 90 nos regalaron himnos generacionales. Para los que crecimos escuchando los álbumes "Moseley Shoals", "Marchin' Already", "One From The Modern" o "Mechanical Wonder", es todo un privilegio poder volver a verles sobre los escenarios y rememorar momentos muy especiales. La edad media de los asistentes rondaba los treinta y muchos.
La sala no estaba al completo, pero presentaba un buen aforo. En un inicio se había programado en la sala Joy Eslava, pero se hubiese quedado un poco justa para todo el público que finalmente acudió. Arrancaron con "Painting", tema que da título a su nuevo álbum. Comprobamos que la voz de Simon sigue en forma y no ha perdido su garra. 
Todos los asistentes esperaban escuchar los temas de siempre y no tardaron en llegar, porque le tocó el turno en segundo lugar a "The Circle". El público empezó a cantar tímidamente pero poco a poco se fueron calentando sus gargantas viendo lo que se avecinaba. 
La banda comenzó ciertamente fría, pero el buen hacer de Steve Cradock a la guitarra y la batería de Oscar Harrison consiguieron meter al grupo en el concierto, que en ciertos momentos parecía estar programado como un robot. 

Sonaron "So Low", "Second Hand Car", "Weekend", "Give Me A Letter", "Doodle Book", "Emily Chambers" o "Jane she Got Excavated". Nuevos y antiguos temas se fueron intercalando para disfrute de sus fans. 
El rumbo del concierto cambió cuando se escucharon los primeros acordes de "The Riverboat Song". Todo el público comenzó a dar palmas y a corear al unísono uno de los mejores temas de la banda. Siguieron con "Profit in Peace" un himno que ha cruzado fronteras. Muy adecuada para los momentos que corren actualmente.

Continuaron en tono acústico con "Goodbye Old Town" o "We Made It More" y se lanzaron de nuevo con "If God Made Everyone". No podían faltar "This Day Should Last Forever" o "One For The Road", esta última desató las emociones del público más acérrimo. Y como colofón de la noche llegaron "Travellers Tune" y "Hundred Mile High City", para retirarse al backstage.

El público no paró de ovacionar a la banda y consiguieron hacerles saltar a escena para regalarnos tres temas más. El primero de ellos, "Robin Hood", lo interpretó Simon solo con su guitarra acústica. Ciertamente emocionante y relajante, en el que incorporó un guiño al tema "Live Forever" de Oasis. Tras la calma llegó un final vibrante y lleno de recuerdos con "It's My Shadow" y la electrizante "The Day We Caught The Train". 
Los que conocemos a la banda desde hace tiempo sabíamos que no iba a ser el mejor concierto de OCS, porque lo que nos dieron antaño fue algo irrepetible, aunque tenerles de nuevo en los escenarios es un regalo para los sentidos, ya que los recuerdos que despiertan en cada uno de nosotros son impagables. Acabar el lunes con esta banda sonora te da fuerzas para afrontar la semana.

Industrail Copera Granada, 16-02-2000 

Organiza Musiserv




OCEAN COLOUR SCENE
Barcelona, Hard Rock Café, 24/3/2009
por  Elisenda Hernández Janés - IndyRock


Todavía no puedo acabar de creer lo que sucedió ayer en el concierto de Ocean Colour Scene. Me cuesta creérmelo, porque nunca antes había visto un espectáculo tan lamentable, y mira que he ido a conciertos y he visto a gentes acabadas y pasadas de vuelta. Pero tal vez por el contexto estridente y desmadrado en el que éstos se llevaron a cabo, en el que los excesos del rock’n’roll hacían más justificables el perjudicado estado de los artistas, o tal vez por no tener tantas espectativas puestas en ellos como las tenía en Ocean Colour Scene, nunca me habían hecho sentir la vergüenza ajena que ayer por la noche me hicieron sentir Simon Fowler y Steve Cradock.
Anunciado como un concierto acústico e intimista en beneficio del hospital de Sant Joan de Deu, en un restaurante de aforo mucho menor al que ellos estan acostubrados a llenar, el concierto ya empezó con mal pie cuando Steve Cradock y su mujer salieron al escenario y estuvieron más de media hora aburriéndonos con las insípidas canciones de su album de debut. Pronto, la agresividad que caracterizó al músico toda la noche se hizo patente cuando Steve espetó a un sector de la audiencia con un desagradable: "Can you stop the fuckin chatting!?" (algo así como: ¡¿podeis cerrar la puta boca!?). Su mujer pone cara de circunstancias. ¿Pero qué se ha creído este imbecil?, pensamos todos. 

 Finalmente, aparece Simon. Abren su actuación con las mitiquísimas "The riverboat song" y  "The circle" y desde el principio queda claro que el hombre está como una cuba, ya no tanto por su interpretación, que a pesar de que carente de cualquier sentimiento, no deja de ser afinadísima, sino por sus sonrisas bobaliconas y sobretodo, por sus balbuceos ininteligibles entre canción y canción. Las siguen "Traveller's tune", una versión de Paul Weller que no reconozco y la nostálgica "So low". Esta vez, menos mal, la canción no pierde toda su personalidad y belleza como sucedía unos minutos antes con la delicada "The circle", una de mis favoritas, sino que consigue conservar algo de su natural espenditud e incluso arrancar algún canturreo entre la audiencia. Dedican su himno en contra de la guerra "Profit in peace" a los niños que necesitan cuidados en los hospitales, a los cuales van dirigidos la recaudación del concierto. Sin embargo, todo lo encomiable de su mensaje pierde total credibilidad mientras el “we don't wanna fight no more" del estribillo es tatareado por un Simon abotargado con el brazo en alto sujetando una pinta de cerveza. 

 "Nort atlantic drift" "Foxy's folk faced", "Better day", el público se va animando pero Steve no está contento: alguien en las primeras filas le perturba. Le vemos hacer muecas y gestos amenazadores, lanzar improperios y miradas fulminantes. Simon, por su parte, más conciliador, se limita a cambiar la letra de las canciones  (tal vez para hacerse el gracioso, tal vez porque con la cogorza que lleva encima no se acuerda de la letra original, es difícil saberlo) y entre "la la las" y murmuros que no tendrían que estar, va incluyendo palabras de mofa hacia el misterioso personaje. Muy ofensivo tiene que ser este hombre de las primeras filas, me digo, pero por muy ofensivo que pueda llegar a ser, nada justifica lo que sucede a continuación: Steve baja del escenario y le pega una bofetada. 

Nos quedamos todos helados con aquel gesto, se suceden abucheos y aplausos, se escuchan risas pero también se palpa consternación y desconcierto. Lo absurdo de la situación resulta cómico, no voy a negarlo, pero al mismo tiempo, nos sentimos tristes al ver a un músico al que admiramos convertido en un hooligan agresivo y borracho. Suerte que no querían luchar nunca más, comentamos entre dientes con una risa amarga. 
 Como para dejarnos recuperar del surrealista sobresalto, los dos desaparecen por unos minutos, tras los que aparece Simon sólo y protagoniza un nuevo bochornoso episodio: al subir el escalón que le lleva al escenario, pierde el equilibrio y se cae al suelo. En aquel momento yo, de verdad, siento pena. Le ayudan a levantarse, se sienta de nuevo y empiezan a sonar los primeros acordes de "Robin Hood", una de mis canciones favoritas, su triste y desgarrado lamento hacia la infancia perdida que tantas veces me ha emocionado en la soledad de mi habitación... pero la verdad, tras todo lo sucedido, aquello ya no emociona a nadie.
  Tras "The day we caught the train", se despiden como si nada hubiera pasado, thank you very much, muchas gracias, el público sale del recinto y atrás queda, probablemente, el concierto que más me ha decepcionado en mi vida. Y de acuerdo, cierto es que todos hemos bebido alguna noche más de la cuenta y nos hemos puesto en ridículo en más de una ocasión, pero yo nunca he ido a trabajar completamente borracha y he agredido físicamente a los que me pagan el sueldo, por muy mal que éstos me trataran. Y eso es exactamente lo que se dedicaron a hacer los Ocean Colour Scene. Ayer por la noche, en aquel restaurante de hamburguesas y pintas gigantes, un mito de mi adolescencia y juventud se me cayó al suelo. Literalmente. 


OCS, canciones sencillas 
Cronica 29-05-2001. Madrid. Sala Divino Aqualung.
Por Jesus M.Marcos - IndyRock
Ir a una sala incrustada en una especie de complejo deportivo-comercial gigante le quita todo el feeling a cualquier concierto. Encontrar Aqualung, una especie de Mall (como dirían los yanquies) estilo Kevin Smith con restaurantes (la mayoría yanquies), tiendas (idem) y un complejo deportivo anexo, ya es de por sí difícil, y eso que ocupa una superficie gigante. Una vez dentro y entre familias que acaban de salir del cine y se toman un helado en una terraza o una pareja que sale de jugar su partidito semanal de Squash, localizar la sala Divino también lleva su tiempo. Ya en el interior del recinto y a salvo de domingueros pegajosos y franquicias chupasangres se huele a concierto (al fin) con un casi lleno abrumador. Los chicos de Ocean Colour Scene, lejos de mojarse demasiado, amarraron el concierto a las primeras de cambio abriendo con una incendiaria "100 mile high city", seguida de "Profit in peace", primer single de su anterior trabajo "One for the modern", y del primer sencillo de su recién estrenado "Mechanical Wonder", "Up on the down side". Tras tres canciones la gente ya era suya. 
Por si acaso, tras una espléndida "In my field" que bien puede lindar con los últimos Pink Floyd, decidieron el envite a su favor con "Traveller´s Tune". Ahora sí que lo tenían en su mano. Una voz poderosa, una guitarra incandescente y un bajo peleón mantuvieron durante más de hora y media la tensión alta en la sala. Mención aparte para una batería dinámica, precisa y juguetona que, instrumentalmente hablando, es lo mejor de este grupo. Porque musicalmente hablando no se debe olvidar la calidad de sus canciones. Para mí, casi se pueden contar con los dedos de las manos. Para el resto del público OCS tienen muchos más himnos. Y es que nunca imaginé que este grupo fuera a tener una legión tan apasionada de seguidores. 
Ya en el concierto de Benicassim en el año 1999 pensé que lo que había visto había sido un espejismo, pero no. Aquí estaban todos ellos otra vez, coreando cada canción, saltando y gritando a medida que el grupo iba desgranando nuevas canciones como "Biggest thing" o la propia "Mechanical wonder", éxitos como "Better day" o "The riverboat song" y dos temazos: "I am the news" y "July". Vamos, una maravilla. Una maravilla que a lo largo del concierto llegué a entender. Porque con tres acordes OCS demuestran que saben hacer muchas más cosas y mejor que otros grupos con más pretensiones. Simplemente hacen canciones sencillas y bonitas, casi preciosistas, trabajadas y con garra. Para empezar los bises, y conociendo cual es la relación entre los miembros de OCS y los hermanos Gallagher, el cantante Simon Fowler cantó dos párrafos de "Live Forever". Pese a ser una grandísima canción (que lo es, y lo seguirá siendo), sigo pensando que, pese a los piropos de Noel Gallaguer sobre OCS, el estrechar lazos con Oasis después de echar un vistazo a su trayectoria como grupo y como personas no creo que sea la postura más acertada. Acierto que sí se vio en la comunión entre artista y público a lo largo de la veintena de canciones que el grupo presentó, y que finalizó con "get away", la última canción de su primer trabajo. 
Quizás les falte esa profundidad, esa evolución (maldita palabra) y esa compensación necesaria en todo repertorio, pero si nos ofrecen seis joyas y unas cuantas buenas canciones, tampoco les vamos a pedir más. Eso sí, cuidado, porque los sesenta pasaron y la maquinaria de hacer himnos a alguno que otro le ha acabado fallando.


Fotos: J. E. Gómez 2001 © IndyRock

Formación
SIMON FOWLER - Voces / Guitarra 
STEVE CRADOCK - Guitarra / Piano / Voces
DAMON MINCHELLA - Bajo 
OSCAR HARRISON - Batería.


BIOGRAFIA
"Llevamos juntos más de una década, y el mes que viene iniciaremos una gira de conciertos por toda Inglaterra con lleno absoluto de público. Por lo tanto, podríamos decir que estamos en un momento bastante importante de nuestra carrera. Es fantástico haber vuelto. Al final, acabas cansándote de jugar a las amas de casa", afirma Simon Fowler. 
Este año, el grupo Ocean Colour Scene cumplen doce años, un camino que ha resultado largo e intenso. Como suele ocurrir, han pasado por momentos difíciles, que sin embargo han conseguido superar con éxito. Actualmente son una de las bandas más famosas y con mayor prestigio de su país, y también uno de los mejores grupos del momento. Recordar todos y cada uno de los capítulos de su carrera podría resultar demasiado largo, así pues será mejor resumir los momentos más importantes. Al final descubriremos que "Mechanical Wonder", su quinto álbum, es el mejor álbum, y también el más fuerte, de cuantos han grabado hasta ahora. Por ejemplo, fijándonos únicamente en el tema que da título al disco nos daremos cuenta de que se tratan de los mejores tres minutos que hemos escuchado en muchos años. Sin embargo, teniendo en cuenta la enorme calidad que el grupo nos ha ofrecido en todos sus discos, parece lógico que fuera así. 
En primer lugar, retrocedamos un poco en el tiempo, concretamente hasta 1989. Estamos en Birmingham, Inglaterra, donde los cuatro futuros componentes de OCS actúan con frecuencia en bares y pubs. Se trata de Simon Fowler, Steve Cradock, Damon Minchella y Oscar Harrison. Fowler había sido el cantante de un grupo local llamado The Fanatics, con una imagen influida por la música de Velvet Underground, aunque nunca llegaron a conseguir demasiado éxito. Cradock tocaba en un grupo de estilo "mod" llamado The Boys. 
Por su parte, Minchella, nacido en Liverpool aunque de familia italiana, se pasaba el tiempo tocando el bajo en su habitación, y actuaba los sábados junto a Everton en diversos bares y terrazas de la ciudad. Harrison, que, curiosamente, nunca ha sido fotografiado sin sus características gafas, aunque sólo él conoce la razón, formaba parte de un grupo de reggae de once miembros llamado Echo Park, y que durante un breve período compartieron el mismo sello discográfico que UB40. Cada uno de ellos por separado se mostraban algo confusos respecto a su estilo y su futuro, pero juntos ofrecían una calidad extraordinaria. Cantante, guitarrista, bajista y batería unieron sus fuerzas y escogieron tres palabras del diccionario que les parecieron especialmente atractivas, concretamente "Océano", "Color" y "Escena", y poco después empezaron a trabajar juntos como grupo.

Todo surgió poco a poco. Manchester era la ciudad de moda, y Liverpool se encontraba en medio de uno de sus habituales "renacimientos" musicales. Desde su pequeña isla Brum, OCS mezclaban la personalidad de los grupos de Manchester con el estilo de los artistas con base en Liverpool, todo ello acompañado de una dosis alucinógena de psicodelia, especialmente en su primer single, "Sway", que se publicó en septiembre de 1990. Desde el principio, los críticos mostraron un auténtico entusiasmo hacia sus canciones, algo muy poco frecuente, sobre todo cuando se trata de un grupo nuevo. Cuando publicaron el segundo single, "Yesterday Today", parecía claro que OCS tenían ante si un futuro muy prometedor. Sin embargo, las cosas salieron rematadamente mal. El primer álbum del grupo, titulado sencillamente "OCS", se retrasó, y fue grabado de nuevo varias veces, hasta que poco a poco las canciones fueron perdiendo fuerza. Por una razón u otra, el disco no llegó a las tiendas hasta febrero de 1992, y vendió menos copias que otros grupos tan poco conocidos como The High o Northern Uproar. Increíble pero verdad. 
Aunque las cosas parecían complicadas, el grupo nunca perdió la confianza en sus posibilidades, y siguieron trabajando para salir de aquella crisis. El manager de OCS, que además era el padre de Steve, el guitarrista del grupo, volvió a hipotecar su casa para asegurar el futuro de OCS, y poco después empezaron a trabajar en el álbum que cambiaría sus vidas para siempre. Mientras tanto, Paul Weller colaboró con Cradock, y el bajista Minchella participó en la grabación del álbum de Cradock "Wildwood", publicado en 1993. Impresionado por el talento de ambos músicos, les llevó con él de gira, y les invitó a participar en sus tres álbumes siguientes. 
En 1996 estrenaron el nuevo disco de OCS, "Moseley Shoals", que incluía el single "The Riverboat Song", que se convertiría en su tema-estrella. 
Aunque su popularidad se ha ido apagando poco a poco, sobre todo después de que la canción se utilizara como tema principal en "TFI Friday", aún sigue siendo una canción especialmente fuerte, y se mantiene como la representación del auténtico renacimiento del grupo. "Moseley Shoals" se convirtió muy pronto en un auténtico objeto de culto que incluía un buen número de temas considerados nuevos clásicos, entre ellos "The Circle", "You've Got It Bad" y, por supuesto, "The Day We Caught The Train". Noel Gallagher siempre les ha considerado el mejor grupo del país; las entradas para todos los conciertos de sus giras por Inglaterra se agotaban tan sólo unas horas después de ponerse a la venta; actuaron como teloneros de Oasis en el festival de Knebworth, de The Who por toda Norteamérica, y, por si fuera poco, en medio de tanta actividad consiguieron vender más de un millón de discos.

Arropados por tan enorme éxito, OCS vivían un momento imparable. A principios de 1997 publicaron un álbum de edición limitada titulado "B-Sides, Seasides and Free Rides", y seis meses después consiguieron llegar al número 1 de las listas con su tercer álbum de estudio, "Marchin' Already. Los aficionados a los datos y las cifras se alegrarán de saber que "B-Sides..." vendió las 200.000 copias que se editaron en tan sólo un mes; "Marchin' Already" alcanzó un millón de unidades, y la gira de conciertos que realizaron en 1998 fue la más importante de aquel año. Doce meses después llegó el cuarto álbum del grupo, "One From The Modern", con el que alcanzaron un éxito similar. El single "July" se convirtió en el tema principal de la serie de televisión "Lock, Stock & Two Smoking Barrels". Además, Simon regresó a la actualidad, y compuso el single "I Am The News", y Oscar, el batería del grupo, siguió luciendo en público sus famosas gafas de sol. Todo ello nos lleva prácticamente hasta hoy. Estamos a principios de 2001. "Mechanical Wonder" sigue siendo el disco más reflexivo y profundo del grupo, lleno de la madurez que sólo surge de la experiencia y la regularidad.
"Esta vez hemos hecho las cosas de forma diferente", afirma Simon. "Tardamos nueve meses en grabar "One From The Modern", lo cual, cuando echamos la vista atrás, nos parece un gran error. Este disco ha surgido mucho más rápido, en sólo tres meses, y lo hemos grabado en Gales, y eso nos ha permitido concentrarnos más en el trabajo. Birmingham se ha convertido en una ciudad que todos relacionamos con la marcha y la diversión. Nos encanta cómo ha quedado este disco. Suena exactamente como lo que somos, un auténtico grupo".
Sin duda, a ello contribuyen temas como "Up On The Downside", "In My Field" o "Sail On My Boat", en los que resulta evidente la gran experiencia del grupo. El resultado es un disco lleno de calidad de principio a fin. "Todo ha resultado como una especie de feliz accidente para todos nosotros", afirma Simon. "Es algo que mucha gente no sabe, pero en un principio, "Moseley Shoals" se iba a publicar solamente en Japón, con una edición de sólo 10.000 o 15.000 copias. MCA cambió de opinión a última hora, y un par de meses más tarde ya estábamos en el número 1 del "Top of the Pops" británico. De repente nos habíamos convertido en uno de los grupos más importantes del país". 
Desde entonces las cosas no han parado. "Ha sido algo genial", añade Fowler. "A veces nos parece que llevamos en esto toda la vida, y ahora en cambio compartimos las listas de éxitos con grupos cuyos nombres están llenos de números y nombres raros, cuyos componentes apenas tienen 20 años. Sin embargo, para darnos cuenta de lo populares que aún somos, sólo tenemos que salir de gira. Entonces nos damos cuenta de que también nosotros estamos creciendo, y sentimos que tenemos muchas cosas por hacer". Sin duda, Ocean Colour Scene aún tienen ante si un largo camino lleno de éxitos. (Iguapop)
Discografía
Ocean Colour Scene 92
Moseley Shoals 96
Marchin' Already 97
One from the Modern 99
Mechanical Wonder 2001
North Atlantic Drift 203
A Hyperactive Workout for the Flying Squad 2005
On the Leyline 2007
Saturday 2010
Painting 2013


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