La hermana pequeña del Primavera Sound ya ha dado sus primeros pasos. Y lo ha hecho de manera más o menos firme gracias al buen hacer de un Festival que, independientemente de dónde se organiza, va dejando su sello allá por dónde va. Oporto ha sido en este sentido todo un acierto: una ciudad viva, bella, misteriosa. Mientras que el Parque da Cidade, verde y frondoso, a pocos minutos del centro y al lado de las playas, es un espléndido paraje para disfrutar de los conciertos. No ha habido en todo caso una actuación memorable, como pudo ser la de Surfjan Stevens en el Forum de Barcelona en la edición de 2011. Por último, dos cuestiones no precisamente menores que se deben mejorar para 2013, ahora que se ha confirmado su continuidad: el sonido deficiente de los escenarios, con constantes acoples incluidos, y la ausencia de grandes DJs para rematar las noches del Festival.
Jueves, 7 de junio
En teoría era la jornada más floja y, visto lo acontecido después, se convirtió en el día grande. Yann Tiersen, gracias a los discos "Skyline" y "Dust Lane" anda metido en terreno más electrónicos de los que nos tenía acostumbrados. Superada ya la etapa post-Amelie, el compositor y multiinstrumentista francés se ha sabido reciclar convenientemente. Lo bordó en un fantástico solo de violín y acertó en rescatar canciones de "Le Phare". Más rodados y con un Jonathan Pierce también más centrado, The Drums dieron un concierto correcto, si tenemos en cuenta actuaciones anteriores. Dijeron que el de Oporto era el final de una gira de tres años en el que han editado un EP y dos álbumes. Acabaron con "Lets Go Surfin" y "Down By The Water", de su primera y mejor entrega.
Lo de Brett Anderson es para dar de comer aparte. A sus 44 años se mantiene en un espectacular estado de forma, con un chorro de voz que está al nivel de, al menos, la época de "Head Music", a finales de los 90. En su vuelta a los escenarios, Suede ha ganado además algo de punch rockero gracias al mayor protagonismo que ha cobrado una segunda guitarra. Pero este no es un comeback al uso. Tiran de los grandes éxitos de sus primeros tres discos, pero no hay en ellos rastro de nostalgia o impostura. Entre las novedades, "Sabotage", un nuevo medio tiempo, la cara B de "The Drowners" ("To The Birds") y, tal vez, la última gran canción de Suede, "Stay Together". Para el recuerdo, ese épico final con "Still Life", el poderoso cierre de "Dog Man Star".
The Rapture también lo bordaron. Suyos fueron algunos de los mejores momentos del Festival, confirmando que están tocados por la varita mágica del dance-rock, post-punk o como se le quiera llamar. Da lo mismo. Pueden ir por el camino del éxito reciente ("How Deep Is Your Love", "In The Grace Of Your Love") o del de hace algunos años ("House Of Jelous Lovers", "Whoo! Alright-Yeah...Uh Huh") que el triunfo está asegurado.
Viernes, 8 de junio
Si alguien puede salir vestido para matar, ése es Rufus Wainwright. Pantalones de rayas a lo Mick Jagger a mediados de los sesenta, flor en la solapa de la chaqueta y demostración vocal a las primeras de cambio en una desnuda interpretación de "Candles". Su talento es incuestionable, aunque a veces se eche de menos un poco más de ritmo en un concierto que tiene puntos emocionantes ("Going To a Town") y otros más anodinos, sobre todo en un extraño final a cargo de "14th Street" y "Bitter Tears", ésta extraída de su reciente disco "Out Of The Game". Para aburridos, los también norteamericanos The Flaming Lips. Ya va siendo hora de que Wayne Coyne y los suyos renueven repertorio y, sobre todo, concepto del espectáculo. Repitieron exactamente el mismo show de Barcelona en 2011, confetis, globos hinchables y demás cargamento multicolor incluidos.
Los que también siguen haciendo el mismo concierto una y otra vez son los Black Lips. Pero en su caso, ese garage lo-fi, ellos prefieron llamarlo flower punk, supone siempre un verdadero soplo de aire fresco. Canciones inmediatas, rebosantes de energía punk y espíritu Rock and Roll que revolucionó las primeras filas del escenario cubierto, Palco Club. Alguien podría pensar que con "Arabia Mountain" se habían domesticado, pero que nadie se equivoque. Estos chicos no se amansan así como así.
Con las pilas puestas, llegaba uno de los platos fuertes. Wilco, desde aquella magnifica actuación en 2006, tiene asegurado un puesto de honor en el Primavera Sound. Y parece contraproducente discutir el trono del rock experimental y la americana, los dos terrenos en los que se mueven, a la excelente banda de Jeff Tweddy. Más aún cuando uno queda automáticamente deslumbrado con joyas como "At Least That´s What You Said" o "Impossible Germany". Pero ya va siendo hora de que se rebaje la euforia: Wilco aburren. Sobre todo, tras hora y media larga, en el que fue el concierto más largo del Optimus.
Por su parte, Beach House no merecían semejante castigo. Favoritos de la escena indie, muy de moda, quedaron arrinconados en el escenario más pequeño, en donde por supuesto no cabía un alfiler. Quizás falta cierta perspectiva para determinar si "Teen Dream" y "Bloom" merecen tantos parabienes, pero lo que quedó totalmente probado es que la voz de Victoria Legrand juega en otra liga. Para cerrar la noche, todas las esperanzas estaban puestas en M83, otros que también están en boca de la hinchada moderna. Puede que "Hurry Up, We´re Dreaming" cuente con la eufórica "Midnight City", pero, ay, su concierto no es el pop sinfónico y electrónico que nos han vendido. Hortera, totalmente desfasado (no hay más que escuchar los "oooh" de "Reunion"), como si Van Halen y Astrud se encontrasen en un camino improbable, ha sido el gran "bluff" del Festival.
Sábado, 9 de junio
Malas noticias. Llueve y no para de llover. Death Cab For Cutie se ven obligados a cancelar su concierto "debido a problemas técnicos", una baja que se une a la de Bjork y que deja un poco huérfana la jornada final. Los noruegos Kings Of Convinience sustituyeron a la islandesa como una versión actualizada de Simon and Garfunkel. Su formato acústico requiere de silencio y atención y tuvieron que lidiar con el sonido de otros conciertos. Elegantes, emocionantes y divertidos con una música de lo más sencilla, se echó de menos mayor protagonismo del violín que acompaña habitualmente a la banda. Antes, Baxter Dury, el hijo de Ian Dury, y que ha cogido cierta fama con el notable "Happy Soup", habia salido con un elegante traje gris y copa de vino en mano para ofrecer un buen concierto de art pop. Jarvis Cocker y Paul Weller lo adoran y no les falta razón.
Los suecos I Break Horses podrían funcionar perfectamente como teloneros de Beach House o The XX. Practican algo así como dream pop, extrañas atmósferas que crean cierta adicción, como en sus singles "Winter Beats" y "Hearts". Merecen la pena. Por último, y rodeados de una gran expectación, el ahora trío The XX sufrió un sonido horroroso que terminó por estropear su actuación. Caían "VCR" o "Cristallised", pero lo que ahí sonaba era un horrible acople de instrumentos.
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