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PRIMAVERA SOUND 2009


28 y el 30 de mayo de 2009 en el Parc Del Forum de Barcelona.
Fotos EFE  / Ideal

 

Neil Young / Spiritualized / Bloc Party


El Primavera Paso a Paso
Por Rafa Carazo / IndyRock
Jueves
Viernes
Sábado

El éxito en tiempos de crisis no está al alcance de cualquiera. Crisis es una coyuntura de cambios que tienen impacto en una realidad organizada pero inestable y sujeta a evolución. La crisis no ha acabado con el circuito de festivales, simplemente ha puesto a cada uno en su sitio. En su merecido sitio. Las cifras que facilita la organización del Primavera Sound se sitúan en los 80.000 asistentes (60.000 se cifraron en 2008). Un éxito. Los cambios críticos, aunque previsibles, tienen siempre algún grado de incertidumbre en cuanto a su reversibilidad o grado de profundidad, el Primavera ya tiene la certeza de estar más que afianzado, este año podría haber sido nefasto, el jueves ya se temía lo peor, muchas colas, mucha gente y deficiencias logísticas fruto del comprensible afán recaudatorio pero finalmente las incomodidades no pasaron a mayores y el resultado artístico vuelve a ser incomparable. Un año más el Primavera marca su ritmo. Si los cambios son profundos, súbitos y violentos, y sobre todo traen consecuencias trascendentales, van más allá de una crisis y se pueden denominar revolución. No la hay, por el momento, sólo hay crisis pero ésta no acaba con el Primavera Sound., sólo contribuye a una lógica selección natural.
La definición clásica de crisis habla de un momento en el que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Bajo esta premisa se demuestra que en el universo musical la crisis es estrictamente económica y de soportes (ipod, mp3, itunes, spotify, myspace, cds, vinilos…) pero en ningún caso de talento creativo. Los viejos no solo no mueren sino que están más vigentes que nunca y los jóvenes vienen con una fuerza demoledora. Hay nivel, hay opción, hay variedad y, sobre todo, hay gente dispuesta a consumir el pastel. Y gente iniciada, con enormes conocimientos musicales, fruto de esta era de las nuevas tecnologías.

El Primavera Sound sigue a lo suyo. Sigue innovando y sigue recuperando clásicos. Este año la tendencia (imposible resistirse al símil de la pasarela de moda) es el ruido. Llámenlo como quieran experimental, innovador u ortodoxo, pero ruido al fin y al cabo. Las melodías no encuentran mucho hueco aunque en un cartel de más de 180 grupos hay espacio para cualquier estilo o género ligado al pop, el hip hop, el rock, la experimentación, la electrónica o el clasicismo del magnífico Michael Nyman.

Las señas de identidad se agudizan cada año, se graban a fuego: paulatino abandono de los hypes británicos para bucear en el indie norteamericano y en la experimentación venga de donde venga, media de edad más alta que en otros eventos de similares características, estilo de publicidad con marca propia, artistas seleccionados por su calidad sin aprovechar los tirones y latigazos propios de la industria. Aunque este año la marca Neil Young otorga al evento un nuevo cariz, nunca un nombre había tenido tanto peso en el cartel, nunca una actuación había paralizado los otros escenarios, nunca el Primavera Sound se pareció tanto a un macrofestival al uso. Pero el órdago hizo ganar el juego, la vaca y la partida.

Además hay que destacar el incomparable marco que ofrece el Fórum a todas estas actividades musicales. Cinco escenarios al descubierto en un paisaje marítimo y urbano. Si bien, por primer año se encontraron defectos de funcionalidad debido a la cantidad de papel vendido, la amplitud no impidió algunas aglomeraciones. Si bien todas las propuestas tuvieran su espacio, su encanto y su peculiaridad. Dos escenarios grandes: Rockdelux y Estrella Damn (uno con forma de templo romano, el otro ovalado con estética más futurista que ha retrasado su posición para acoger a más gente en su seno) y tres medianos (ATP, Ray-Ban VICE y Pitchfork). Y atención a estas colaboraciones porque pueden hacer muy grande a este festival, por tercer año consecutivo se produce la relación entre Primavera Sound y el prestigioso festival All Tomorrow´s Parties. Citemos los antecedentes. El festival All Tomorrow´s Parties nace en el año 2000 con una original idea: una persona o grupo confecciona el cartel del festival, ya lo han hecho Matt Groening, Thurston Moore, Shellac, Tortoise, Mogwai, The Shins, Modest Mouse, Vincent Gallo o, en este 2009, My Bloody Valentine. Ahora este singular festival colabora con el Primavera Sound y lo hace seleccionando los artistas que actúan en el escenario ATP; pero la otra colaboración también reporta beneficios de prestigio y, sobre todo, mediáticos, la web de Chicago Pithforkmedia es la Biblia de la música independiente, cada vez recibe más visitas causa del merecido prestigio que tiene su redacción de desfondarse el la inagotable tarea de descubrir talentos y, lo que es más difícil, calificar a propios y extraños.

Mención aparte merece la majestuosidad del Auditori aunque siempre genere la controversia su aforo limitado, aspecto sobre el que no nos detendremos puesto que cuanto más se hable más se cuestionará la oportunidad de un escenario a todas luces imprescindible. Por si todo eso no fuera suficiente se realiza el esfuerzo de acercar el festival a la ciudad con conciertos gratuitos en el Parc Joan Miró.

Pero no todo son virtudes y convienen ejercicios críticos. Cuenten los grupos españoles que hay en el cartel y si encuentran alguno (hagan el esfuerzo que sí que hay alguno) observen su horario vespertino. Sí, no se extrañen de la cantidad de asistencia extranjera cuando ciertamente parece un cartel hecho a su medida. Caben dos lecturas; una, la que se ampara en el concepto de ciudadanía europea, ya no importa el origen, nos une una identidad común que nos permite vibrar con los mismos espectáculos, Barcelona como ciudad cosmopolita y abierta a Europa canaliza una propuesta de máximo nivel que coloca España en la vanguardia cultural; y la otra, en la que nos situamos (que no anula la primera sino que la complementa), dejar los complejos patrios, darle mayor protagonismo a lo nuestro, máxime cuando las propuestas son en ocasiones tan válidas como las foráneas, máxime cuando el underground español está en uno de sus mejores momentos en cuanto a calidad y creatividad se refiere, máxime cuando todos los géneros presentes en el festival los encontramos en España a un nivel altísimo (y eso que los grupos patrios no tienen el poso de experiencia que otorgan más de cien conciertos al año como los británicos o americanos), máxime cuando lo único que nos falta es un escaparate como este para que se cuente realmente con nuestra escena. Otra oportunidad perdida.

A continuación un análisis de lo vivido:

JUEVES

LA BIEN QUERIDA
La revelación dulce y melancólica del indie patrio (la revelación casposa es Joe Crepúsculo) hizo su puesta de largo en una gran cita y lo hacía acompañada de una pintoresca formación que vistió las canciones de “Romancero” (Elefant Records, 2009) que son bonitas a reventar por sí solas. No necesitan ni los desafortunados coros de David Rodríguez (Beef, La Estrella de David), ni los duetos con Joe (chuleta incluida para tres frases) en “A.D.N.”. Destacaron “De momento abril” y “96” que precedió Ana con la frase “Hay una polémica” refiriéndose a si la canción merece un envoltorio discreto como tenía en la maqueta o el ostentoso embalaje electro chicle que posee en el disco, la respuesta ni para unos ni para otros, rock.

THE BATS
En un festival (y en una época) en que el pop comienza a parecer una especie en serio peligro de extinción se agradece la presencia de clásicos inmortales como The Bats. Lo mejor del pop de melodías clásicas con un toque de power pop y la experiencia que dan más de un cuarto de siglo de carrera hacen que las composiciones de los neozelandeses adquieran un valor incalculable. La guitarra de Kaye Woodward marca las melodías y siempre encuentra nuevos espacios de acción al margen de la línea vocal. Rescataron clásicos como “North by north” o “Afternoon in bed” pero donde realmente conmovieron fue en las seleccionadas de sus obras del siglo XXI que están entre lo mejor cosechado por el género. No hay quien no quede deslumbrado por el sol que desprende “Up in the sky”.

THE VASELINES
Hay grupo que tiene más mito que trabajos realizados. Este es uno de ellos. Su leyenda trasciende fronteras y todo se debe al malogrado Kurt Cobain que los citaba continuamente como influencia e interpretó en el “MTV Unplugged in New York” del “Jesus doesn´t want me for a sunbeam” (si bien no fue la primera vez que acudió a su repertorio pero sí la que tuvo una mayor repercusión). 

Sin embargo la corta historia de The Vaselines tiene un puñado de canciones memorables que empaparon el escenario ROCKDELUX. Pop casero, sin pretensiones y lleno de melodías soleadas. “Son of a gun” sonó tan inocente y primitiva que empatizaba directamente con la numerosa audiencia, y el final con “You think you´re a man” sonó a auténtico himno. Escocia siempre tiene algo más que añadir, aunque parezca tarde.

YO LA TENGO
Para empezar 10 minutos de distorsión de guitarra sobre un ritmo cíclico de batería y bajo. Para acabar 10 minutos de distorsión de guitarra sobre un ritmo cíclico de batería y bajo (“Blue line swinger”). En medio sí hubo más chicha donde cortar, exquisitos medios tiempos, zambullidas pop y coqueteos con el soul. 

El primer dardo lo lanzaron con “Stockholm syndrome”, bajaron la pegada con “You can have it all” (ante su elogiable negativa a incluir samplers siempre desnudan este tema en directo), rozaron la perfección con “Mr. Tough” y dejaron caer alguna canción nueva del disco que verá la luz en septiembre.

Las voces no sonaron tan nítidas como debían y fue un concierto de claros altibajos. Puede que no salieran por la puerta grande y que no merecieran un bis (aunque lo dieron para rescatar su “Sugarcube”) pero ver a Ira Kaplan a la guitarra y al Nord G2X, ver a su mujer Georgia tocando la batería y cantando o escuchar “Tom Courtenay” siempre obtendrá una nota alta.

PHOENIX
Uno de los grupos más inclasificables de la actual escena independiente. Valen muchas palabras, sirven muchos adjetivos. Es pop, hasta ahí no hay duda. Es synth pop, nadie se opone. Es fresco, ameno. Pese a usar el idioma universal del pop no sólo no enmascaran sino que explotan su deje francés (que les acerca a Daft Punk).

Fue un concierto de vuelta a los singles, a lo concreto y a la diversión. Llenaron el espacio con energía, vitalidad y desenfado. Portentosos juegos vocales con un Thomas Mars entregado. Pop hedonista y electrónico para unas consistentes canciones. Sólo perdían el norte en unos desarrollos poco afortunados que exploraban ritmos vacíos sin conseguir cuajar. Arrancaron con “Lisztomania” y “Long distance call” para poner su pica y el sexteto acabó de imponerse con “Lasso”, “Consolation Prizes” (su mayor joya) e “If i ever feel better”. Cerraron con lo mejorcito del nuevo trabajo “Wolfgang Amadeus Phoenix” (EMI, 2009) la expansiva y arrolladora “Rome” un ejemplo perfecto de sus recargadas y a la vez ligeras estructuras.

MY BLOODY VALENTINE
La expectación era evidente. ¿Momento cumbre de la noche?. ¿Momento cumbre del festival?. My Bloody Valentine iba a hacer su primera aparición de las dos programadas, la única destinada para todo el público ya que la mayoría de los asistentes descartó la posibilidad de conseguir entrada para el día siguiente en el Auditori. 

El año pasado este papel de repetir le tocó a Portishead que cerró el expediente con sendas matrículas de honor. My Bloody Valentine suspendió fuera (con creces) y parece ser que aprobó dentro (no estuve allí para dar fe). 
Ya en la puerta se repartieron tapones para los oídos advirtiendo que el sonido sería atronador, aunque al público se tomó el obsequio con sorna, como si regalaran gafas 3D para mayor disfrute del espectáculo. Así que pese a la expectación y a la parafernalia no se confirmó, no pudo ser.

My Bloody Valentine tiene en su nómina dos discos y el prestigio de su alma mater Kevin Shields pero esos trabajos se sustentan en una sensibilidad única plagada de matices que recurre en ciertos (muchos) momentos a la distorsión ruidista. De ahí a considerar que My Bloody Valentine deba reinventarse a base de ruido difuso y para nada cristalino hay un mundo. Era un cañón de sonido injustificada. Amplificadores cumpliendo a rajatabla su función, desafiando las leyes naturales, pero sin finalidad concreta. Como una película borrosa, como un cuadro visto sin distancia. Ruido injustificado. Ruido inútil.

THE HORRORS
Mucho se ha hablado del nuevo trabajo de estos ingleses. Parece ser que "Primary Colours" (XL Recordings, 2009) ha abierto paso a una nueva era, dejando atrás sus canciones hipervitaminadas y su punk de garaje. Manteniendo su encanto basado meramente en la estética, en su pastiza originalidad, en la imagen y en el atractivo de lo oscuro buscan en lo musical atmósferas más elaboradas y caminos menos urgentes. No se vio nada de eso.

Sin embargo este grupo, que dedicó sus primeros años a estudiar cada uno de su gestos, a epatar con sus declaraciones, a poner patas arriba sus conciertos, a sembrar polémica para abrirse espacio en las publicaciones y a fomentar el qué dirán, no ha hecho todavía suficientes méritos musicales como para ganarse un hueco en la hiperpoblada escena. Y en el Primavera estuvieron mal por mucho que hayan cambiado el tono.
 
 

VIERNES

EXTRAPERLO
Los catalanes saben lo que quieren y saben hacerlo, eso siempre son puntos a favor. Luego entran las cuestiones de gustos estilísticos, eso ya es parte del ámbito personal de cada uno. Aquí se trata de disfrutar con los ritmos tropicales ejecutados por un cuarteto de extraña mezcolanza entre el indie y los teclados de las fiestas populares de la orquesta de tu pueblo materno.

Imposible resistirse a “Negroni”, a “Las palmeras del amor”, a “Esperando nuevas órdenes” o a “Fantasmas”, imposible no encontrar lugares comunes con las nuevas líneas que el Guincho ha abierto al indie patrio. Sin embargo sí que demostraron que les falta rodaje y que deberían abandonar las bases pregrabadas e incluir una batería en vivo así los magníficos ritmos de guitarra y los juegos vocales ganarían presencia.

MAGNOLIA ELECTRIC CO.
Otra de las decepciones del festival. Puede que pagase el efecto Rosvita (vi, sentí y disfruté las cuatro primeras canciones de su urgente y adictiva propuesta) y el cuerpo se quedó algo enganchado al ritmo como para mecerme con la pausa y la lentitud con la que Jason Molina y sus banda abordaron su concierto. Lentos hasta aburrir, sobrios hasta el hastío, inanes hasta el tedio.

Songs:Ohia fueron un grupo de rock con clara tendencia country. Magnolia Electric CO (título, a su vez, del último disco de Songs:Ohia) ofrecía una continuidad a la propuesta pero en el Forum decidieron dejarse llevar por el plácido mar y acompañar un día liso sin oleaje. Concierto monótono, uniforme y rutinario. Presentaron canciones de su último trabajo que verá la luz en julio “Josephine” (Secretly Canadian, 2009) tales como “The Handing Down” que no se salieron de la tónica general.
 

BAT FOR LASHES
Bat for lashes es el proyecto de Natasha Khan que hace apenas dos años sorprendió al mundo con un tema “What´s a girl to do?” (single perfecto y videoclip de acompañamiento de hermosa atmósfera y desgarrador ingenio) incluido en un disco “Fur and Gold” (Carolina, 2007) de hermosa factura que le valió más de una comparación con la omnipresente islandesa Björk (escuchen si no “horse and i”).

Dos años después y con "Two Suns" (Echo, 2009), obra de menor factura, bajo el brazo aterrizó en el escenario grande del Primavera Sound en formato de cuarteto para defender sus composiciones. Esta británica de origen paquistaní se deja la piel en sus conciertos, canta de maravilla, viste el campo visual (traje feo pero llamativo, escenario maqueado con cabeza de venado y lámpara incluida, ambiente festivo…), hace gala de sus capacidades multiinstrumentistas (maracas, pandereta, teclado, clavicordio…) y no se esconde ni un segundo. Si bien los ritmos árabes de algunas de las composiciones y la falta de guitarras sobre el escenario acaban pesando. El mejor momento: la interpretación de “Priscilla” sola al clavicordio. 

SPIRITUALIZED
Uno de los grandes momentos del festival. ¡Cómo crece este grupo!, disco a disco Spiritualized están firmando una carrera meteórica que lejos de anclar su legado en el maravilloso “Ladies And Gentlemen We Are Floating In Space” (Arista, 1997) (cima de psicodelia de la pasada década) avanzan con paso firme y arrojan sombra sobre dicha obra (de la que tanto abusan los críticos para situarles) con la luz que desprenden sus últimos tres álbunes. “Songs In A & E” (Castle, 2008) fue uno de los mejores trabajos (si no el mejor) del pasado ejercicio y sonó perfecto. Y si no hay que acudir a uno de sus mejores discos para hablar de su grandeza sí que no hay ni que nombrar a Spacemen 3. No viven de las rentas.

La disposición sobre el escenario (en semicírculo y nadie en primer plano), el coro de gospel de negras que no solo viste sino que resulta (eleva al climax y a la catarsis), el continuo himno al alma y a la libertad que evoca Jason Pierce, los devaneos del rock progresivo al soul y la atemporalidad de la propuesta hacen que este espectáculo sea tan sencillo como recargado y majestuoso.

“Soul on fire” ejemplificó a la perfección lo que supuso este concierto, era algo más, era un himno de hermanamiento, una experiencia religiosa, una celebración espiritual, una comunión de sentimientos. Uno de los mejores conciertos del festival.
 

THE PAINS OF BEING PURE AT HEART
Por culpa del merecido revuelo que ha despertado el debut de estos veinteañeros no pude disfrutar del final de Spiritualized pero bendita decisión porque benditos treinta minutos que ofrecieron los neoyorquinos. Ni uno más, media horita de reloj, media horita de plena satisfacción, media horita que recordó a aquel mítico concierto de Belle & Sebastian en una carpa a rebosar en el Festival Internacional de Benicassim. Creo que los propios Pains se sorprendieron ante tal muchedumbre. Acabaron encantados y ya están en negociaciones con Houston Party para cerrar una extensa gira por nuestro país.

En este grupo de nombre desafortunado confluyen a la perfección los grandes referentes del pop independiente (¡ya está bien de hablar de shoegaze como si no hubiese nada más!) de los ochenta y noventa pero curiosamente nadie coincide en sus influencias (cada vez se citan nombres distintos) y su estilo se concretiza como particular, propio, inigualbale, preciso y totalmente diferenciable.

Las joyas pop se fueron sucediendo dejando a todos sin aliento “Contender”, “Young adult friction”, “Come saturday”, “This love is fucking right”. Pero, más por la propia cadencia de los temas que por clase en la ejecución (que fue siembre altísima), hubo dos momentos que casi acaban derritiendo el escenario Pitchfork, “Stay alive” y la absolutamente vitamínica, nostálgica, evocadora y sobrecogedora “Everything with you”. Brillantes, hermosos a reventar.

JASON LYTTLE
Otro histórico, otro superviviente de la gloriosa época de los noventa. El líder de los ya extintos Grandaddy paseo su pop psicodélico y luminoso por el Parc del Fórum dejando claro que no solo no renuncia al pasado de su ex banda (rescató varios temas) sino que su nuevo material, embalado bajo el nombre de “Yours truly, the commuter” (2009), es tan adictivo y está tan vigente como siempre, precisamente uno de los mejores momentos de concierto fue cuando destapó el tema que da nombre al álbum.

Concierto corto, de apenas cuarenta minutos, pero absolutamente brillante y disfrutable por su elegancia, sofisticación y aparente sencillez técnica. Natural y refinado. 

THE MAE SHI
¡Saquen a los bufones de la corte!, ¡traigan a los clowns del corral de comedias!. Grotesco. Ahora bien, todo hay que decirlo, si accedes al concierto con una venda en los ojos se convertiría automáticamente en uno de los shows más potentes del festival. El problema aparecería al quitarte la venda y dar crédito al sentido de la vista: ese sonido contagioso, potente, aguerrido y adictivo viene íntegramente grabado. Tres personas sobre el escenario, dos instrumentos (bajo y batería) y un atronador sonido que nadie, absolutamente nadie, ejecuta, compuesto de sintetizadores, guitarras eléctricas y bases pregrabadas. En ocasiones ninguno de los componentes del trío tocaba absolutamente nada. 

Lo verdaderamente preocupante es que si al cantante le ponen delante un par de sintes (y hace como que lanza sonidos) y le cuelgan una guitarra (y aprende a tocarla, ¡qué menos!) nos creeríamos un concierto enlatado como una revisión de su gran obra “HLLLYH” (Moshi Moshi, 2008) en directo. Al menos ellos han sido honrados y no han fingido hacer lo que no hacen. Habrá qué ver cuántos nos engañan.

Ante tal panorama las magníficas “Lamb and the lion”, “The melody”, “Run to your grave” solo fueron comida de karaoke, como todo el concierto.

JARVIS COCKER
Jarvis Cocker, uno de los máxios exponentes del pop de la década de los noventa en su papel de carismático líder de los ingleses Pulp, está sufriendo para adaptarse a las nuevas circunstancias. El pop saltarín de recobecos y melodía adictiva sustentado sobre unas  irónicas historias que materializaba con su ex banda ya es historia.

Jarvis Cocker sabe bien qué papel le corresponde ahora, el de líder maduro y elegante que, dejando atrás su juventud, desarrolla una carrera sin fisuras y fuera de todo encasillamiento estilístico, pero no encuentra las canciones que le lleven a ese destino.

Sigue siendo un crooner, sigue siendo un icono pop, sigue siendo un pijo bohemio, sigue siendo atractivo en su madurez, sigue siendo un mito para sus adeptos y sigue siendo un animal de escenario (impagable el momento en que se revolvió con la pancarta que le arrojaron bajo el lema “Jarvis tío bueno”) pero va a ser difícil que se mantenga en la cumbre si no mejora sus composiciones.

La primera parte del concierto se basó en los temas más guitarreros de su nuevo album “Further complications” (2009), un tono rock que no le va ni por asomo. Vio la luz con el cambio de registro que se dio con “Slush” y con “Don´t let him waste your time”, ese es el camino a explorar, y siguió remontando con “Heavy weather” para acabar consolidando el aprobado con “You’re in my eyes”.

Una pena que haya renunciado a interpretar los temas de Pulp, tiene en su mano desatar a las masas y solo las aburre con un repertorio en ocasiones mediocre (¿alguién se explica por qué se reservó también “Running the world”?). Al menos el sonido fue una maravilla.
 

SAINT ETIENNE
El paso de los años juega unas veces a favor y otras en contra. Nunca Saint Etienne ha tenido tantas similitudes con Pet Shop Boys ni con Abba y no me cabe otra explicación que el dejarse ir y no cuidar los matices que enriquecían su obra y que les impedían caer del otro lado de la delgada línea en la que siempre han hecho de expertos funambulistas. 

El principio fue para enmarcar (“Heart failed (in the back of a taxi)” y “Nothing can stop us”) pero posteriormente apareció un ramalazo italo disco que separó a estos londinenses de su gusto exquisito y su aura pseudointelectual en el café de Mario y los colocó sobre una carroza el día del desfile del orgullo gay. Incluso “Only love can break your heart” perdió su belleza intrínseca y se envolvió de ritmos tan manidos que no contagiaban.

Acabaron con “He´s on the phone” que se sitúo en un punto equidistante entre los dos polos antes mencionados. Sí que se agradeció que, ya a esa horas, no intentaran un ejercicio para iniciados y nos regalaran sus éxitos de siempre. 

SABADO

THE NEW YEAR

Los hermanos Kaddane lograron congregar a una verdadera multitud en el Auditori a las cuatro de la tarde. Parece ser que el sello Acuarela sigue recogiendo los frutos de una política de gestión basada en el trato, la atención y el cariño tanto a las bandas como a los clientes. Disponer de sólo un puñado de grupos y mimarlos, tenerlos entre algodones. Máxima atención y máxima promoción sin correr el riesgo de dispersarse al asumir más de lo que se puede afrontar.

Lentitud, pausa e intensidad son las características del manual de estilo de The New Year. Tibias aceleraciones, sin brusquedad ni rupturas. Renuncian a la épica que podría enarbolar sus temas a favor de una quietud tan intrigante como adictiva. Ese era el punto fuerte de Bedhead y lo sigue siendo para sus supervivientes. El concierto se centró en su último trabajo, de título homónimo y publicado en 2008, así “Folios” y “The company i can get” marcaron la tónica de un sonido que en ningún momento se desbocó (a pesar de las tres guitarras en acción) pero que supo guardar una sobriedad plena de momentos álgidos. Un grupo que, en slow motion, como su estilo, va construyendo una sólida trayectoria.
 

ALELA DIANE
Otra cantautora de raíces. La enésima cantautora de raíces. ¿Algo que la distinga? Auditivamente el tener una voz de lo más estridente. Visualmente el acompañarse de una banda de lo más pintoresca. Comercialmente el haber dado el salto al gran público de mano de nuestro país vecino del norte de los pirineos, lugar donde ha consolidado su éxito.

El concierto lo salvó su padre que acompañó a la americana a lo largo de toda la actuación ya sea a la guitarra acústica, a la mandolina o a la guitarra eléctrica, cuando agarraba esta última las composiciones ganaban peso pasando del folk desaliñado a un rock de cuerpo entero. Otro elemento a resaltar fue la segunda voz femenina que secundaba y otorgaba el contrapunto necesario a la de Alela.

El mejor momento: la sobrecogedora “Oh my mama”. El peor: la presencia del bajista.
 

JEREMY JAY
Jeremy Jay es una debilidad personal. Por razones incomprensibles siento un prejuicio favorable hacia todo crooner. Y, por razones que entiendo perfectamente, simpatizo fervorosamente con todo autor que es capaz de captar sensibilidades, capaz de recrear un nuevo género asentado en un sonido con más de un cuarto de siglo de antigüedad y capaz de producir canciones tan adictivas y envolventes con pasmosa facilidad.

Con dos discos en su haber y algún que otro cdr de versiones que circula por ahí, este californiano se ha abierto un hueco en la escena y encuentra apoyo en nuestro país. Su imagen de eterno adolescente y su intencionada elegancia despiertan por sí solas interés, pero no es lo único que le avala.

Por problemas de sonido el concierto tuvo un parón de más de 15 minutos pero aún así hubo tiempo para “Beautiful rebel”, “Breaking the ice”, “Gallop” o su versión del “Ghost rider” de Suicide pero se guardó muchos éxitos.
 

MICHAEL NYMAN
Sí, allí estaba. A nadie se le hace raro constatar que Michael Nyman ofrezca un concierto en el Auditori del Parc del Fórum de Barcelona la sorpresa vendría al comprobar que es parte del cartel de un festival. Sin embargo cada vez hay menos gente sorprendida por la presencia de nombres que pertenecen a una tradición musical a priori diferente a las tendencias que se mascan en el Primavera Sound. Esa es la grandeza de este festival, como si nada el Señor Nyman es parte importnate (pero al fin y al cabo uno más) del cartel.

El espectáculo fue grandioso. La fantasía y la imaginación, la épica de la aventura, la tensión dramática de las superproducciones o la novela histórica fueron algunos de los paisajes con los que nos sorprendió Nyman al piano y sus once músicos (violines, flautas, violonchelo, trombón, saxo, tuba…). La pulsión, los crescendos y los clímax fueron pasmosamente brillanes. 

Entre las composiciones “Bird list”, “The heart asks for pleasure first / The Promise”, “Wheelbarrow Walk”, “An Eye for Optical Theory”, “Skating”, “Chasing sheep is best”, “Left to Shepherds”, “Memorial” o “Knowing the Ropes”. Qué más se puede pedir.

NEIL YOUNG
21 horas y 25 minutos. Por primera vez en tres días no había un solo altavoz funcionando en el Fórum. Todo el mundo se dirige hacia el escenario Estrella Damn que retrasó su posición para acoger en su seno este mágico momento. La organización del festival se juega la carta de dejar que el maestro canadiense convenza a toda la hinchada. Prueba superada y con creces.

Símbolo de libertad y carácter; idolatrado por defensores del movimiento hippie; destinatario de los halagos de críticos, locutores, djs, aficionados (más o menos iniciados); presente en cualquier discoteca; adulado por multinacionales; receloso de ortodoxias y huidizo de conservadurismo; pilar de un estilo y una forma de entender la música; principal sustento del pasado y garante de un presente que aún debe escucharlo. Neil Young es el verdadero rostro de la música popular de la sociedad occidental.

Su carrera en solitario es brillante (aunque no hay que olvidar que este genio fue miembro de Buffallo Springfield y de Crosby, Stills, Nash & Young) y sirvió para sustentar un concierto memorable. Una hora y cuarenta cinco minutos de ensueño. Se esperaba un gran espectáculo pero nadie contaba con tal sucesión de éxitos. 

“Mansion On The Hill”, “Hey hey, my my”, “Are You Ready For The Country ?”, “Everybody Knows This Is Nowhere”, “Pocahantas”, “Spirit Road”, “Cortez The Killer”, “Cinnamon Girl”, “Mother Earth (Natural Anthem)”,  “The Needle And The Damage Done”, “Unknown Legend”, “Heart Of Gold”, “Old Man”, “Down By The River”, “Get Behind The Wheel” (único tema de su último trabajo), “Rockin´ In The Free World”. Track list para abrocharse el cinturón y todo ello ejecutado con brillantez pero atención al bis “A Day In The Life” de los señores John Lennon y Paul McCartney. Inefable.

DEERHUNTER

Deerhunter se encontró, sin comerlo ni beberlo, con una bola de partido. Actuaba en uno de los escenarios principales en prime time y justo detrás de Neil Young por lo que el público asistiría en masa a un concierto que si se hubiese colocado a las siete de la tarde en cualquiera de los escenarios secundarios nadie (ni ellos mismos) se hubiese sorprendido.

Bradford Cox, líder de la banda y alter ego del proyecto Atlas Sound, otorga al conjunto un singular y enrarecido efecto visual debido a su extremada delgadez (padece del síndrome de Marfan). Acapara todas las miradas y genera simpatías. 

Los estadounidenses firmaron un concierto notable que tuvo, como su obra, un momento especialmente brillante, la interpretación de “Nothing ever happen”, una canción que bien merece un monumento. Tiene de todo ritmo, sucesión, crescendo, catarsis, continuidad, progresión, vueltas de tuercas, melodía adictiva y pegada. Una de las mejores canciones de 2008 que es capaz de eclipsar todo un concierto y toda una discografía. Deerhunter son “Nothing ever happen” y eso es mucho, pero que mucho, decir.

SONIC YOUTH

Por pura estadística llegará el día en que Sonic Youth publiquen un álbum menor u ofrezcan un concierto con fisuras. Sin embargo, 28 años después de su formación no se ha producido ese momento y no hay signos de que vaya a producirse. Toda una vida agradando desde la convicción de hacer lo que creen correcto. Toda una vida agradando sin que complacer sea la meta de su trabajo.

Hace sólo dos años  Sonic Youth, dentro de la iniciativa “Don´t look back”, tocó íntegro su "Daydream Nation" (SST, 1988), emblema del noise rock. El concierto de este año miró poco al pasado, aun así volvieron en ocasiones (“Hey Joni”, “Sprawl” y “´Cross the breeze”) a aquella obra en lugar de recordarnos otras joyas de su repertorio, y se centró en su último trabajo discográfico para el sello Matador, “The Eternal” (2009). Los neoyorquinos tantearon durante el primer tercio del concierto pero en cuanto se asentaron y consolidaron su sonido no dejaron hueco para las dudas. Formidables.
 

SIMIAN MOBILE DISCO

Las nuevas estrellas de la electrónica deslumbraron al Primavera Sound. Su luz no pudo brillar en la pasada edición cuando, por problemas en el viaje, los instrumentos sufrieron daños que obligaron a cancelar el concierto y a ofrecer una descafeinada sesión de djs, así que estaba pendiente su desembarco con toda la artillería. 

Era necesario un relevo generacional en la escena electrónica y el mundo se ha topado de bruces con Simian Mobile Disco y con sus padrinos Justice. Ritmo en estado puro  con sintetizadores, bases y loops que construyen y destruyen un entramado de formas sonoras de difícil calificación.

No recurrieron al legado de Simian y a su “We are your friends” pero “It´s the bit” (con una intro memorable de encaje de bolillos), “Hustler” y la ejecución general de todo su directo otorgaron momentos tan álgidos que nadie necesitó más. El fin de fiesta soñado.

Neil Young reina en el Primavera con más de 75.000 personas
Por Rafa Quilez / Efe -IDEAL – Barcelona 30 mayo Hacía 22 años que noRafa Quilez pisaba Barcelona y, en el festival indie por excelencia, el PrimaveraSound, volvió a reinar en el año en el que éste el batió su récord de asistencia, con 75.300 personas, según la organización.
Si en los 90 fue el faro de la generación grunge, en el 2009 sigue dando sopas con onda a quien se le ponga por delante. Tiene casi 64 años, pero más energía, calidad y actitud que nadie.
El Primavera Sound se detuvo para que a las 21.30 horas, con quince minutos de retraso, los 30.000 asistentes -más 21.300 el jueves, 24.100 el viernes, más 4.500 en las actividades programadas en otros escenarios de Barcelona, o sea, casi 80.000 personas-, estuvieran pendientes de El concierto, uno de los pocos artistas por los que vale la pena pagar y desplazarse.

Así, junto al público habitual del festival destacaban padres de familia con hijos, o el cantautor Alberto Vizcaíno confesaba a Efe que se había desplazado desde Segovia. Y no salió defraudado.
Young, que llevaba dos días ensayando el inicio de su gira europea en el Sant Jordi Club con su banda, integrada por el mismo grupo con el que grabó su último disco, «Fork in the road», entre ellos su mujer, Pegi Young, a los coros y teclados, ha dado una lección de rock and roll, de coherencia, de actitud y de motivación.

Casi dos horas y media de música con mayúsculas, salpicando sus 41 años de trayectoria en solitario con los picoteos a su actual referencia, pero siempre con un mensaje claro: esto es rock and roll y yo soy el amo. Y lo es. Y a ver quién le tose.
Esperó a que el sol se fuera y a que subiera el público que disfrutaba del concierto de Herman Düne para que se acomodaran su mujer, Ben Keith -steel guitar-, Anthony Crawford -guitarra-, Rick Rosas -bajo- y Chad Cronwell -batería- para impartir una clase magistral de Música, con mayúsculas.

Y entonces el mundo se detuvo para escuchar el primer tema, «Love And Only Love», mientras en el segundo, «Hey Hey, My My (Out of the blue)», se desataba la tormenta eléctrica, y en el tercero, «Are You Ready For The Country?», Young tocaba el piano como un poseso, al compás de la steel.
Un pintor pintaba un cuadro en el fondo del escenario, y «Everybody Knows This Is Nowhere» dejaba claro un sonido compacto, perfecto, inmejorable, para seguir con «Pocahontas», «Change Your Mind» y «Cinnamon Girl», donde el público coreó a voz en grito el estribillo de la ‘Chica Canela’.
«Mother Earth» fue el momento ‘ecologista’ de la noche, y con calzador, con Young a los teclados, pero el Maestro le dio la vuelta a la situación con una versión acústica de «The Needle And The Damage Done», mientras Pegi fue protagonista en «Light a candle», la primera acepción a su nuevo disco.
Una escalofriante «Heart Of Gold», la desnudez de «Old Man», «Speakin’ Out», unas muy coreadas «Tonight’s the night» y «Down By The River», un nuevo paso por «Fork in the road» en forma de «Get behind the wheel» y un final apoteósico con «Rockin’ In The Free World».

Habían sido 90 minutos de éxtasis, pero aún hubo tiempo para echar la vista atrás y revisitar «A day in the life», de The Beatles. Y las luces se apagaron. Y el PrimaveraSound continuó. Pero había pasado, por fin, Neil Young. Y mucha gente exclamó: Ya he visto a Dios. Ya me puedo morir.


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