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THE DOORS


RIDERS ON THE STORM
16 DE JULIO DE 2008 SALA RAZZMATAZZ 2 BARCELONA
por Iñaki Pinhead / Fotos y crónica






Cada día resulta más difícil hacer una reseña de estas características y dejar a todo el mundo contento. Por una parte están los fans mas acérrimos al grupo, que bajo ninguna circunstancia permitirán que el nombre de su grupo favorito, se vea mancillado por intrusos, que son invitados a este tipo de reuniones, (En este caso el intruso es, Bret) y que son mirados por lupa, por esos que han vivido con total devoción, la carrera de una banda, en este caso THE DOORS. Por otra están los fans, menos aguerridos, que no habiendo visto nunca en directo a su banda predilecta, y de alguna forma sienten que tienen una espina clavada, y dan como bueno, este tipo de reuniones. Y por otra esta el resto, el cual apenas ha escuchado nada de la banda, (salvo sus hits más populares) y que piensan que van a asistir a una especie de "resurrección" cuando acuden a un evento de estas características. Lo que esta claro es que esto no es un concierto de los DOORS, es un tributo a una banda que marco una época, y con dos de sus miembros aun en activo, intentan revivir aquellos tiempos de gloria, y de paso quitarnos esa espina a muchos de los fans, que no vivimos aquella época en cuestión.

Nos encontramos con una segunda etapa de los "Jinetes", que tras la marcha de Ian Ansbury, tuvieron que reconducir la nave buscando un sustituto para el mismo, y este no es otro que Bret Scallions, (Quien fuera vocalista de la banda FUEL). Para empezar el amigo, se encuentra de lleno con dos obstáculos; Primero de ellos superar lo que el cantante de THE CULT, hizo en su etapa con la banda, y segundo y mas importante. ¡Ser un nuevo JIM MORRISON!, pues si amigos, si entras a esta banda, tienes que moverte, tienes que sentir, tienes que trasmitir, tienes que tener el mismo feeling con la gente, que el propio "Jimbo" tenia. Y no se vosotros, pero yo vi al propio Bret, "invadido" por un cuerpo extraño (Mi pequeño tributo a esa película de culto, "La invasión de los ultra cuerpos").
Cuando te enrolas en una aventura de estas características, esta es tu primera misión, imagino que en las pruebas de acceso, tanto Ray como Robby, buscarían esto, pero yo me pregunto. ¿Puede una persona "transformarse" en otra así de repente?, ¿Puedes ser tu mismo, y mostrarte tal como eres, si te dicen que para entrar en una banda debes ser el clon (En este caso de Jim), de otra persona, ya fallecida o que ya no esta en el grupo?. Creo que resulta complicado, y pienso que si me tuviera que poner en dicho papel, creo que ni tan siquiera lo intentaría.

A ultima hora el concierto se traslado a la sala 2, (En lugar de la 1 como estaba previsto) la cual como es obvio se "peto" hasta arriba y con el calor que hacia, sencillamente ¡ENCENDIO NUESTRO FUEGO!. Pero no el sentido sexual de la misma, sino mas bien todo lo contrario, ya que incluso la tarea de respirar, era bastante complicada.

Casi con puntualidad británica, la banda salio a escena, y los primeros aplausos y vitorees se oyeron en una sala aun no abarrotada. Los puñales de los detractores del nuevo cantante, se afilaban mientras este cogía el micro, para empezar con "Love me two times" y lo cierto es que al tío se le veía suelto, (eso si, me pongo en su pellejo y el crear ese aura tan especial que Jimbo tenia es complicado).
Bret no es un mal vocalista, es mas diría que es un buen vocalista. Pero para otra banda, como sus antiguos Fuel, y quizás esto le viene grande, puso ganas, puso esfuerzo, pero todo era muy. Forzado, sus poses, sus movimientos, sus tocadas de 
"paquete", su buen rollo con Ray, en definitiva un buen actor, para una mediocre actuación.

Tras esto, se empezó a calentar el ambiente con "Break on through (to the other side).", donde ya Ray y sobre todo Robby, cogieron la batuta del mismo y no la dejaron hasta el final. Es entrañable ver a Ray, detrás de su órgano, emulando al mismísimo, Jerry Lee Lewis. Además se conserva muy bien, todo lo contrario que el amigo Robby, que parece sacado de una película de Romero... 
Aun así la edad debe estar en el alma, porque el tío nos dio un recital de cómo tocar la guitarra, tanta la acústica, como la eléctrica, eso si se gusto tanto, que incluso se hizo algo denso, pero era lógico, la gente esta con el, la banda estaba con el, y pesar de ese look "Cadavérico", deleitaba con cada riff, con cada melodía. (Ese tapping de mano derecha, los slides entre otras lindezas).

El show llevo un ritmo bastante irregular, con momentos increíbles y otros soporíferos, donde quizás las ganas de dar espectáculo, se volvieron en su contra. 
Ejemplos: Cuando Robby cogió la acústica y con un Ray con maracas, nos hicieron una especie de conga, mambo o vete tu a saber que narices."No Me Moleste Mosquito" o algo parecido.

Otro momento de esos que no se olvidan, es ver a el bajista de origen asiático y un Robby guitarra en mano, haciendo una especie de "cadeneta" uno detrás del otro, por todo el escenario, lo cual repitieron varias veces (Vamos que le cogieron el gusto) para deleite de la gente de las primeras filas.

Genial fue oír ese "Spanish Caravan" guitarra acústica en mano (ED- Sacrilegio no utilizar para esto, una española, ¿No os parece?).

"When The Music's Over", es la perfecta comunión con el publico, la psicodelia y la improvisación en estado puro, larga y densa como ella sola, hace al publico volverse loco de remate, mientras el grupo disfruta y eso se ve en sus caras de satisfacción.

"Alabama Song" nos muestra a Ray, mandándonos a todos al bar, a beber un poco de Whiskey (Si te tienes que beber un par de ellos en la Razzmatazz, mejor rompe tu hucha del cerdito, porque los precios están por la nubes.).

Y claro el recuerdo mas esperado al propio Jimbo, con "Five To One" y esas palabras sobre los verdaderos "Sex Machine", donde el propio Ray habla de entre otros de James Brown, Bo Diddley, y suelta sin inmutarse cuando el propio Jimbo, saco su fusil.

El concierto sigue en su línea de altibajos, de repente la euforia se apodera de uno,  pero esta dura poco, y vivimos momentos llenos de pesadez, con un Bret que no llega a dar la talla en ciertos momentos. Mientras el "pequeño samurai" (Como bautice a este Jamaicano, trotamundos del rock, el cual ha estado en innumerables formaciones, con gente tan famosa como Rod Stewart, Phil Collins, Van Morrison, jeff Beck o B.B King.), toma protagonismo y con su forma tan curiosa de tocar el bajo, lo mueve aquí y allá, mostrando una muy buena técnica (Ahora yo me pregunto ¿Los verdaderos The Doors, no tenían bajista, cierto?...).

La banda decide que es hora de tomar el camino de los camerinos, para un pequeño descansito.Y vuelven con ni mas ni menos que "L.A Woman" momento álgido de la noche y que crea una atmósfera especial, que nos hace trasladarnos a todos (Bueno sin pasarse), a la propia ciudad de Los Angeles.

Pero si todo esto fuera poco, y con un publico una y otra vez mencionando el nombre de añorado Jim, regresan con el tema de la noche, "Light My Fire", el cual mas que encendernos, nos hizo arder, ya que con el calor reinante en la sala, los de seguridad dando muy pocas facilidades, y en un costado izquierdo casi aprisionados, vimos como el tema en cuestión era alargado hasta la extenuación, donde todos y cada uno de los integrantes de la banda, nos mostró sus habilidades con sus propios instrumentos, donde Robby, se gusto una y otra vez, y donde la mayoría pensamos, "Chicos es hora de acabar", y tras casi dos horas de concierto, y con una medidas de seguridad al mas puro estilo Rolling Stones, escoltados por la seguridad y cubiertos por el telón que daba paso a zona de escenario.

Y entre un pequeño caos montado por los de seguridad, salimos de la sala, directos a nuestros hogares, con disparidad de opiniones, pero con una cosa clara..El espíritu de este banda, permanecerá siglos, milenios, ya haya un Apocalipsis o un Cataclismo, que las nuevas generaciones, tendrán entre sus hits, temas como los que esa noche escuchamos..
LOS JINETES DE LA TORMENTA SIGUEN CABALGANDO.

Riders On The Storm nacen de las cenizas de los míticos The Doors para extender el espíritu de la música inmortal de la banda. Jim Morrison falleció hace más de 35 años, pero el guitarrista Robby Krieger y el teclista Ray Manzarek han querido continuar con el legado del grupo bajo el nombre de una de sus míticas canciones. Ian Astbury de The Cult ha sido hace bien poco el vocalista que ha tenido que cargar con la pesada losa de 'sustituir' a Morrison, y su trabajo según los seguidores ha sido más que digno. Pero hace unos meses Astbury decidió centrarse por completo en The Cult y dejar el grupo. Su sustituto es el joven vocalista del grupo Fuel, Brett Scallions, el propio Manzarek ha afirmado que está muy contento con su incorporación
www.raymanzarek.us/rots.html 


Poema inédito de Jim Morrison adquirido por el Museo del Rock de Barcelona "The Andalusian Bitch" ("La puta andaluza")basado en el "El Duende" de Federico García Lorca. El Museo del Rock de Barcelona, colección Jordi Tardà, ha adquirido en Nueva York un poema inédito de Jim Morrison, desaparecido cantante del grupo californiano The Doors. El poema, manuscrito por el propio Morrison con bolígrafos de tinta roja y azul, lleva por título "The Andalusian Bitch" ("La puta andaluza").
A mediados de los años 60, el entonces universitario Jim Morrison, fascinado por el corto "Un perro andaluz" de Luis Buñuel y Salvador Dalí, se interesó vivamente por la obra de Federico García Lorca y especialmente por "El Duende" del año 1934. El poema, en inglés, dice así:
"What does it mean? The artist's own hand slits her eyeball.
Cloud razors slash at the moon. Cosmic utterance.
He has lanced the swollen boil of sight"

+++
¿Qué significa? La propia mano del artista raja su globo ocular. Los filos de las nubes apuñalan la luna. Cósmico murmullo. Él ha lanceado el hinchado hervor de la visión.
+++
El Museo del Rock de Barcelona, colección Jordi Tardà, abrirá sus puertas durante el mes de abril del año 2008 en la cuarta planta y en la cúpula de la antigua plaza de toros de Las Arenas de Barcelona, en la Plaza de España de la ciudad catalana.
El Museo del Rock contará con salas dedicadas a The Beatles, The Rolling Stones y a la música rock realizada en nuestro país. Además de una sala de efemérides y las salas de la propia historia del rock, de sus inicios a la actualidad. Asimismo, el Museo del Rock contará con un archivo a disposición de los visitantes, dos salas multiusos para eventos y un estudio de radio y televisión, entre otros servicios. (enero 2007)
Riders on the Storm
20/04/2006, Sala La Riviera, Madrid
Fotos y crónica Javier Alonso Juliá y Marina Sanz Domínguez -IndyRock





El jueves día 20 de abril, en la Sala la Riviera, parte de la mítica banda de Los Ángeles, "The Doors", con su nueva formación y sobrenombre "Riders on the Storm", aterrizaba por segunda vez en España y por primera vez en Madrid. 
 Esta cita no se la quisieron perder sus incondicionales, tanto los más jóvenes como los más veteranos, que abarrotaron la sala, formando largas colas en la entrada, con todo el papel vendido.
La banda formada por dos de los fundadores del grupo, Ray Manzarek - teclados- y Robby Krieger -guitarra-  acompañados por el cantante británico Ian Astbury, líder de "The Cult", y el batería Ty Dennis y el bajista Phill Chen, aparecieron sobre el escenario pasadas las 21.30 de la noche, acompañados de la pieza musical "Carmina Burana".
 La ovación del público fue estremecedora tras escuchar la mítica presentación de los Doors ".from Los Angeles, California, The Doors". Para comenzar la actuación sonó "Roadhouse Blues", que con el característico teclado y la guitarra nos trasladamos al mismísimo "Whisky a Go Go" en donde dieron sus primeros pasos esta gran banda de los años 60. 
 El espectáculo no había hecho nada más que comenzar y uno de los grandes temas de todos los tiempos, "Break on Through (to the other side)", desató la euforia del público. Ian Astbury con su parecido físico y su voz emuló a la perfección al mismísimo Jim Morrison. Tras este tema sonaron "Love me Two Times" y "When the Music's Over" en la que Ian se metió tanto en el papel de Jim que se encaró con el personal de seguridad que vigilaba la valla haciendo vibrar la sala. Antes de continuar con el siguiente tema, Ray presentó al grupo. "Alabama Song" y "Backdoor Man" sonaron sin descanso. "Five to One" resultó demoledora, en ésta Ian bailó como lo hacía Jim, como un indio alrededor de la hoguera. 
"Spanish Caravan" comenzó con Robby Krieger solo ante el público con su guitarra acústica demostrándonos que a pesar de sus 60 años es uno de los grandes guitarristas de todos los tiempos. A este tema le siguieron "Peace Frog", "21st Century Fox", "Moonlight Drive" y "Wild Child". La sala se convirtió en una auténtica fiesta que ovacionó al grupo con el típico vítor futbolístico "oe oe oe" a lo que estos dieron las gracias en castellano. 
Un tema lento como "Forever" nos relajó hasta llevarnos al apoteósico final que nos esperaba: "Touch me" precedió al que sería el último tema "L.A. Woman". Con unos impecables solos de Ray y Robby abandonaron el escenario aplaudidos por la multitud, pero tras pocos minutos regresaron bajo lo sonidos de una tormenta que precedía el siguiente gran tema, "Riders on The Storm", que fue cantado por el respetable al igual que todos sus anteriores temas. 

De nuevo abandonaron el escenario pero algún que otro hit de grupo debía sonar en esta especial noche. Los sonidos del teclado de Ray nos llevaron al culmen de la actuación. "Light my Fire" subió la temperatura de la sala hasta un extremo de excitación y desenfreno descomunal. 
La actuación había llegado a su fin, pero la presión del público logró que los de California nos regalasen un último tema "Soul Kitchen" que en los conciertos precedentes no habían tocado. 
Tras casi dos horas y media de concierto, en el que los continuos solos instrumentales nos recordaron a las antiguas actuaciones de los 60, se despidieron totalmente emocionados y dando las gracias en repetidas ocasiones.

Espectacular y brillante actuación que será difícil de borrar de las mentes de aquellos que no pudimos disfrutar del directo de la banda original. Ray y Robby dieron toda una lección de lo que es estar en un escenario, y Ian Astbury estuvo realmente excepcional metiéndose en el papel tan difícil que le había tocado interpretar. 

Tomando el nombre de la última canción que The Doors grabaron antes de la desaparición de Jim Morrison, Riders On The Storm se presentan con Ray Manzarek y Robby Krieger (The Doors) y la voz de Ian Astbury (The Cult).  En esta gira, sonarán con intensidad los grandes éxitos de The Doors de mano de los miembros fundadores del grupo, una voz hecha a medida para compartir el legado de Morrison y dos grandes músicos que también los acompañarán, Toy Dennis (batería) y Phil Chen (bajo).

04 de Diciembre 2003 Plaza de Toros  Benidorm
Produce : Mundosenti2
Fotos: Marcerock - IndyRock




The Doors Siglo 21/ Buenos Aires Oct. 2004.
Crónica para un amigo "español"
por Santiago Craig - IndyRock

En el año 2000 conocí Europa y sólo tuve un momento de intimidad, de recogimiento y de epifanía. Fue en el cementerio de Pêre Lachaise, repitiendo la misma escena -tan poco íntima, tan alejada del recogimiento y de las iluminaciones personales y subjetivas- de pararme frente a la tumba de Jim Morrison a fumar un cigarrillo, como ya habían hecho miles de personas antes que yo, y como seguirían haciéndolo. Fumé un Gauloises, recuerdo, como para completar el snobismo. Sin embargo, y pese a lo trillado del acontecimiento, no encontré en ningún otro lugar de mi breve periplo por el Viejo Mundo nada que justificara más mi presencia por esos lares que ese laberinto de pintadas y mármoles corroídos por el musgo y los hongos, esos caminos de señas improvisadas que, ignorando un poco la afectada y brillante prosa de Wilde o las desbordadas manchas de sutilezas y cinismos que supo destilar con sus novelas Balzac (otros poetas, otros muertos ilustres, habitantes del cementerio), indicaban el camino al altar del Rey Lagarto a través de las más vulgares, entusiastas y adolescentes frases e intertextualidades: "To the other side", "My eyes have seen Jim", "No está aquí, baila en algún lugar de la autopista hacia el fin de la noche". Tengo varias frases anotadas, incluso algunas que simplemente dicen "Jim, te amo", tal vez por el aire familiar y cómplice que me generaba cada palabra en español que aparecía entre tanto inglés, francés, alemán, y vaya a saber qué otras extrañeces. Había ingresado al cementerio con un pequeño cuaderno, dispuesto a llenarlo de poemas, de referencias e impresiones acerca de  aquel viaje espiritual tan intensamente deseado desde mi adolescencia. La intención era dárselo luego a Facundo, mi mejor amigo en el colegio secundario y único fanático enfermo de los "Puertas" como yo por esas épocas.

Con Facu sabíamos de memoria cada una de las palabras que había dejado registradas Jim Morrison, sea con su voz o con su letra, y las repetíamos todo el tiempo como si se tratase de una actividad religiosa, como una sucia y pegajosa plegaria que nos empastara la boca y que no pudiéramos escupir del todo. Habíamos visto la película de Oliver Stone, como casi todo el mundo, veinte años después de que El rey Lagarto hubiese muerto, y un año después de haber ingresado nosotros al colegio secundario; habíamos quedado fascinados por esa mezcla extravagante de imbecilidad y genio que plantea el cineasta en el film. Pero más que nada, nos maravillaba la época, las ropas y las costumbres; los ditirambos dionisíacos, las drogas, las fogatas, las palabras y la música, eso, más que nada, la música hipnótica y única de los Doors. Así que lo primero que hice, en cuanto pude ahorrar dos o tres meriendas, fue correr a comprar lo primero que encontré adornado con la cara de Morrison. No fue exactamente él quien miraba con ojos perdidos y un pelo hecho de fuego desde el póster que adornaba la vidriera de la disquería, era Val Kilmer, pero se le parecía bastante, así que compré el cassette con la banda de sonido de la película ( gesto afortunado que me llevó además a descubrir a Lou Reed y la Velvet Underground, pero esa es otra historia) y me fui conteniendo el aliento hasta la casa de unos amigos en donde íbamos a jugar a las cartas y simular que fumábamos cigarrillos. No estaba Facundo esa noche, así que no fue demasiada la complicidad que obtuve para escuchar mi nueva adquisición en forma inmediata. A los chicos les parecía aburrida la música vieja y un poco excesiva la duración de ciertos temas, como "The End", por ejemplo. A mí, simplemente, me extasiaban.

Escuché el disco unas quince veces, y no hubo forma de que me convencieran para cambiar esa música. Recuerden, aquellos que hayan pasado o estén pasando por esa enfermedad; los que hayan sido infectados o que estén aún picados por el veneno que destila cada uno de los segundos de las canciones de los Doors; recuerden ese momento en el que escucharon por primera vez en la vida y en forma completa "When the music is over", "Riders on the storm" o "Light my fire". Entenderán entonces como perdí esa noche unos diez pesos jugando al póker y a su vez, como fue una de las más felices de mi vida. Entenderán como a las dos y media de la mañana decidí llamar por teléfono a mi amigo Facundo para contarle cosas imposibles de contar, para hacerle escuchar algún que otro tema por el auricular mientras me deshacía la garganta en elogios y para hablarle hasta las cuatro de la madrugada acerca de esas letras que eran viajes por el desierto, por la rebeldía, y por esos lugares oscuros en los que deambulan los poetas. Esos lugares oscuros que conjuraron los Doors, y que se fueron amuchando como insectos debajo de una piedra; detrás del "Flower Power" de los sesenta, de la alegría lisérgica y esperanzada de la generación del amor, es decir, de la generación de nuestros padres.

Y fue esa oscuridad la que nos cautivó ( éramos adolescentes, eran los noventas: la desidia, el desprecio por todo, la muerte, estaban de moda) y la que nos cambió la vida. Porque a mi amigo y a mí, escuchar a los Doors, leer los poemas y canciones de Jim Morrison, nos cambió literalmente la vida: nos abrió los ojos hacia otros horizontes nuevos y desconocidos. Nunca hubiera intentado interpretar los aforismos de Nietzsche a los catorce años ni el simbolismo de Blake y Rimbaud (esos nuevos horizontes) si no hubiera leído, en alguna parte, que mi ídolo máximo los admiraba profundamente. Con Facundo investigamos mitología griega, el origen de la tragedia, los ditirambos y las distintas teorías estéticas y artísticas a las que "Mr. Mojo Risin" hacía referencia -entre vapores etílicos- cada vez que algún periodista -tan periodistas siempre los periodistas- lo interpelaba respecto de los orígenes o del sentido de su arte. Entonces, descubrir a los Doors, para Facu y para mí, fue algo así como redefinir nuestro universo de referencias, nuestros valores, o como se llamen; un cambio de perspectiva violento, un disparo de vibraciones en la frente, como el tiro mortal que Krieger improvisaba con su guitarra matando a Jim cada noche al interpretar Unknow Soldier. Es que Jim, como Cristo, vino a morir un poco por nosotros. 

Pasamos años enteros escuchando a los Doors, dejándonos crecer el pelo, fumando marihuana y emborrachándonos seguros de que "el camino de los excesos conduce al palacio de la sabiduría", pero sobre todo, leyendo, escribiendo poesías, charlando sin parar sobre el destino del mundo, la muerte, el amor, la vida, y otras cosas inabarcables. Pasamos años enteros venerando a Morrison como a una deidad hecha de rock y de ideas y de un fuego inextinguible. De una forma vulgar, joven y pura, de una forma simple: lo adorábamos. 

Fueron pasando los años de adoración y con ellos esa frecuencia pegajosa y deliciosa con la que uno frecuenta a sus amigos durante el período escolar. Algunos ingresamos en la universidad, otros, como Facundo, deambularon un poco de empleo en empleo, de vocación en vocación, hasta encontrar algo que sirviera para no ser sincero ( no se puede ser nunca sincero si uno es lo que somos Facu, yo, y tanta gente: puro deambular) y evitando el silencio embarazoso ante los requerimientos ajenos, poder responder que uno tiene un proyecto personal, que uno encamina su vida hacia un destino seguro y confiable, y que ve mucho más allá de sus propias narices. Así que Facundo se fue a España, a Madrid, y allí vive y es feliz desde hace unos años, y simula tener un proyecto, un destino, como todos. Ya no usa las remeras con la cara Morrison inundada de rulos y del brillo metálico de los Ray-Ban, pero se ha dejado crecer el pelo casi hasta la cintura y cada mañana se sirve (solo) una cerveza. Hace poco vino a Buenos Aires, a pasear con su simpática novia madrileña, y su estadía en el país no coincidió por dos días con la de Ray Manzarek y Robbie Krieger, por lo que no pudo estar en el recital que los "renombrados" Doors del siglo XXI dieron junto al morrisonesco y excelente cantante de The Cult: Ian Astbury. 

Dado que tengo la posibilidad de escribir en este medio, que por otra parte Facundo frecuentaba sin saber de mis esporádicas colaboraciones, aprovecho para poner al tanto a mi amigo "español" respecto de los pormenores del show brindado por estas nuevas Puertas en el estadio de Vélez Sársfield. No interesan demasiado los aspectos técnicos, ni de sonido, ni de organización, en este caso. Aquellos que hayan sabido apreciar la esencia de los Doors, saben que esas cuestiones son secundarias, que siempre lo han sido y que ni siquiera en sus épocas de mayor esplendor la banda resaltó por su orden o por su prolijidad sobre el escenario. Así que, Facu, paso a enumerar simplemente una serie de sensaciones e imágenes, como para que te des una idea...de lo importante:

Había un eclipse. A eso de las diez de la noche, la Luna empezó a cubrirse con un velo de sombra negro y difuso y fue desapareciendo el conocido círculo blanco para dejar lugar a una mancha roja, luminosa y espesa que parecía querer plantar en el cielo el espíritu de una ausencia ardiente. Los organizadores del recital, tal vez en un súbito arranque de amnesia, olvidaron que el show no iba a ser en Suiza, sino en Argentina, y establecieron una distribución de localidades en donde quedaba separado un sector VIP (la entrada costaba casi 10 veces más que la más barata) de un sector "popular". Ridículo. Las divisiones, claro, duraron hasta que se apagaron las luces del estadio y comenzaron a sonar los primeros acordes de Roadhouse Blues. (¿Te acordás que bailábamos, saltábamos y dábamos vueltas como indios poseídos cada vez que sonaba ese tema en alguna fiesta? Da un poco de vergüenza recordarlo, pero es tan cierto, tan sincero, que es más la satisfacción.) La gente ubicada en las plateas y las populares no se limitó a aplaudir mientras la de los asientos caros hacía sonar sus joyas, sino que arrancó los alambrados, las puertas y las vallas para acercarse hasta el borde del escenario. Chorreando desde las tribunas, una horda uniforme hecha de saltos y cantos fue llenando el campo, arrancando las sillas y prendiéndolas fuego para improvisar aquellas bacanales que forman parte del imaginario común a todos los fanáticos de los Doors. "Todos los chicos están locos" cantaba Jim en The End. Y esto iba un poco por ahí. 
Entonces el fuego, el eclipse, la gente avanzando más allá de los límites y la misma música de siempre, las mismas canciones. Entonces la escenificación inobjetable de un Ian Astbury  customizado a lo Jim, con gafas negras, cabellos enrulados, campera de cuero y gritos desgarrados, Manzarek canoso y risueño en los teclados y Kriegger viejo y hippie en la guitarra. Todo desprolijo, sucio, con un sonido confuso que se fue afianzando a lo largo del recital.

Frases demagógicas e innecesarias ("Viva Maradona" y cosas por el estilo. Incluso llegaron a ponderar nuestro Peyote.¿?) y una actitud entre simpática y complaciente por parte de los músicos que, de a ratos, a algunos, nos hizo sentir un poco de vergüenza ajena. Pero esos detalles no alcanzaron, claro, para apagar tanta euforia. Y es que, como te imaginarás, estábamos escuchando las canciones de los Doors tocadas por los Doors, y eso era algo que rozaba lo fantástico. Las versiones sonaban igual que en esos discos en vivo editados en forma pirata que comprábamos compulsivamente, pero con más fuerza y nitidez. El cantante es muy bueno, se sabe, y no es Jim, eso también se sabe, pero supo ocupar su lugar, actuar y cantar, llenar un poco de histrionismo ese hueco luminoso que todos habíamos ido a ver brillar bajo el eclipse. En síntesis: miré la luna enrojeciendo y escuché esas canciones que tantas veces habíamos escuchado juntos tomando vino y levantando el índice para indicar categóricamente que difícilmente viviéramos un año más de los veintisiete y que nosotros también íbamos a planear un asesinato o empezar una nueva religión, para morir jóvenes y llenos de magia y de gloria. "Love Me Two Times", "Moonlight Drive", "People Are Strange", "When The Music´s Over". "Peace Frog", "L.A.Woman", "Riders On The Storm", "Light My Fire", "Soul Kitchen". Un tema atrás del otro y la gente saltando, cantando y rompiendo todo: Una buena escenificación de eso que es para tantos el objeto de deseo, la felicidad, la juventud, la inocencia: algo inevitablemente perdido.  Ahora que estamos por cumplir veintisiete años y bastante lejos de querer morirnos; ahora que sabemos que Jim Morrison era un tipo simpático y sumamente inteligente que supo hacer lo que quería: abrirnos las puertas de la percepción y obligarnos a ver todo tal y como era; ahora que vos estás por allá y yo por acá, y que los Doors están de gira sin Jim, pero con sus canciones; ahora, una vez más, puedo usar una frase de esas que escribíamos con el borde una llave en el pupitre para explicarte todo: "The music is your only friend, until the end." Saludos, y un beso a María.



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