Recientemente conocido como
Bonnie Prince Billy, Will
Oldham pertenece por talento propio a esa estirpe de músicos
huidizos para con la industria, que niegan a los managers y a
los productores, a pesar de que en alguno de sus discos es el
mismísimo Steve Albini el anda tras la mesa de mezclas, y que
renunciaría a cualquier cosa con tal de no verse vampirizado por
el marquetin. Ello no le ha impedido convertirse a lo largo de
los noventa en el más personal portador de la antorcha de los
cantantes folk norteamericanos; a bright new name in folk music,
podríamos decir.
Camuflado bajo las diferentes formas de Palace (Palace Brothers,
Palace Songs o Palace Music) donde se arropaba con músicos
allegados -entre otros, gente de High Llamas/Stereolab, Royal
Trux, Sebadoh o Beautiful South-, harto de que la gente hablara
de los nombres, temeroso de no ser el que la gente pensaba,
desde el 97 cabalga solo bajo el sol de Louisville, Kentucky,
practicando con su voz quejumbrosa y quebradiza esa especie de
country de la era de la depresión sin afección estilística. Tal
vez las palabras folk, country, rock o blues digan poco ya, pero
cuando los ritmos epidérmicos, los pianos suspendidos y las
guitarras deshilachadas envuelven los cantos de desesperanza,
los sombríos lamentos de William Oldham, ninguna de esas
etiquetas puede imponerse a la música de alto octanaje emocional
que factura.
Heredero de Leonard Cohen y de Nick Drake, este huérfano de
vocación mezcla el cinismo con el desamor, la religión con el
alcohol, el incesto con la amargura para llevarte a esas zonas
de penumbra ante las que no cabe sino sucumbir. Así es como ha
cautivado con sus discos a los más frágiles corazones de la
última generación. En ellos, más allá de la alta fidelidad, al
otro lado de las voces bien afinadas y de las producciones
brillantes, Oldham nos ha hecho más soportable el peso del dolor
con sus confesiones lacerantes, con sus estremecedores lamentos
y su sonido arcilloso. Ahora se presenta en nuestra ciudad para
ofrecernos una muestra de su nuevo album, del que dicen que, a
la sombra de Johnny Cash, acentúa su habitual poso negro,
incluso fúnebre, para almas en estado terminal.
Acudir a sus conciertos es la mejor forma de ver de cerca
su aspecto desaliñado, casi un homeless, y comprobar como se
experimentan ante el público sus dolientes canciones y escuchar
de viva voz sus hechizantes versos: "Cuando no tienes a nadie,
nadie puede herirte"/"Entra a la última cena que te
prepararé"/"Traté de mantenerme sano para ti"
Will Oldham (ex
Palace)
Fotos:
J. E. Gómez - IndyRock ©
Sala Planta Baja, Granada marzo 2001



Configurando
provisionales mapas interiores
Planta Baja (Granada) el 22 de Marzo 2001
Por
Antonio E. Rodríguez Maldonado
"Ahí lo tienes", me dijeron, y algo incrédulo volví la cabeza
para comprobar que, efectivamente ( y por fin ) ahí lo tenía. A
apenas tres metros de mí pasó Will Oldham, solo, indiferente a
las miradas curiosas e indagadoras que, cerveza en mano,
perpetrábamos desde la barra. Se dirigía a la planta baja del
bar contorsionando cuello y brazos, renunciando a toda pose
estética y desprovisto por completo de la vacua arrogancia y
vanidad autocomplaciente propia de una rock star. Ajeno, en fin,
a su propio personaje, reacio a asumir la aureola mitificadora
de las estrellas: posponiendo en lo posible la escenografía a
representar para cuando estuviese sobre el escenario, como
tratando de delimitar las fronteras entre el ipse y la máscara,
preservando así algunos puntos de referencia autoidentificadores
previos a la metamorfosis teatral. Manifestaba de este modo una
concordancia con la actitud desplegada durante todos estos años,
en los que ha ido cambiando constantemente de nombre, hecho en
absoluto gratuito. En líneas generales, podemos observar en su
creación artística una consideración del sujeto como topos donde
se suceden una multiplicidad de personalidades. Sin embargo,
desde el punto de vista del receptor, resulta imposible olvidar
las pasadas identidades del artista, de modo que a la hora de
afrontar la labor artística de Bonnie "Prince" Billy, no podemos
dejar a un lado su anterior etapa musical, la cual determina
irremisiblemente nuestra visión sobre su obra actual. Aquel
hombre enfrente de mí me connotaba mucho más de lo que le
hubiera sugerido a un observador intruso: era Palace, era Push,
era Bonnie "Prince" Billy, era noches recorriendo cartografías
de canciones que se proyectaban en infinitas galerías.
Titubeantes trazos de rectas, tangentes y bisectrices
configurando provisionales mapas interiores, geografías con
huellas endebles que indicaban el paso previo de un individuo,
la ausencia derrideana de una presencia que ya había oradado
aquellos desiertos vírgenes en los que me encontraba, marcando
el camino hacia un profundo autorreconocimiento y una auténtica
reconciliación con la propia ipseidad.
Pocos minutos después de llegar a Planta Baja, y sin necesidad
de ensayo previo alguno, Oldham ya estaba tocando. Bastaron unos
segundos para hacer olvidar el largo retraso del evento. Comenzó
con una potente versión de King at Night, uno de los mejores
temas del último disco, Ease Down the Road. Fue un concierto
excelente, con un magnífico Will Oldham, cuya actuación estuvo a
la altura de sus mejores momentos musicales, hasta tal punto que
no es una exageración lamentarse por la pérdida que supone el no
haberla registrado en un LP. Además de temas de su etapa como
Bonnie "Prince Billy", interpretó en clave más rockera canciones
de su fase de Palace, como I am a Cinematographer, All gone o
Come in , que sin duda son algunos de los mayores hitos de su
fructuosa carrera. Por lo general, el sonido fue contundente,
bastante más duro que el habitual en sus discos, y en la línea
del que desarrollara en su arrollador Work Hard Play Hard del
Viva Last Blues. Aparte de cantar, Bonnie "Prince" Billy tocaba
la guitarra e iba acompañado de otro guitarrista, un bajo, un
destacado batería ( el joven neoyorquino Benjamin W. Van Dyke,
de 22 años) y el mismísimo David Pajo, quien escolta a Oldham
desde sus primeras grabaciones, y que sustituyó esta vez la
guitarra por el órgano. Es imposible no especular sobre las
posibilidades tan prometedoras que insinúa esta faceta de Oldham
centrada más en distorsionadas guitarras y ritmos agresivos y
viciosos, algo que le comenté después del concierto al propio
artista.
A pesar de la carga trágica de la mayoría de sus canciones,
Oldham dio muestras de un fino sentido del humor, llegando a
hacer algunas bromas, como cuando, ante los repetidos gritos de
unos guiris a mi espalda de "Big Balls, Big Balls, Big Balls"
(reclamando su particular homenaje a AC/DC ) respondiera: "Yes,
I do". O calificando a Pajo, por sus facciones eminentemente
orientales, de "Japanese War Machine".
Como colofón a su inolvidable actuación, interpretó New Partner
(del Viva Last Blues), una de las más bellas canciones de amor
que jamás haya escuchado. Pero ahí no acabó todo para mí.
Momentos más tarde tuve la suerte de conversar unos minutos con
el artista nacido en Kentucky, quien me pareció bastante
divertido y agradable. Siendo, by far, Oldham mi cantante
favorito, aquello fue algo realmente especial. Jamás hubiera
podido imaginar en esas tardes de ávidas búsquedas en internet
de información sobre este escurridizo artista, del que poco se
sabe ( y del que colecciono todo lo que le concierne que llegue
a mis manos) que alguna vez mantuviese una charla, aunque breve,
con él. Y es que en mi opinión no sólo su obra es la más
destacada de los 90, sino que Oldham es uno de los mayores
artistas de la historia de la música folk, rock, pop o como se
quiera etiquetar esta amalgama multicéfala de estilos que
constituye la música popular del siglo XX.
BONNIE PRINCE
BILLY (WILL OLDHAM) + ANARI
por
Carlos Sanchez (Indyrock) Foto:
Luis Benito
GAZTELEKU DE OÑATI, GIPUZKOA
18 DE MARZO DE 2001
Fue hace algunos años cuando Will Oldham nos visitó por primera
vez, en esa gira tan especial que realizó en compañía de Migala.
Nuestros recuerdos y nuestras gastadas fotos en blanco y negro,
así lo evocan.
Ahora volvía y todos a los que alguna vez se nos hizo un nudo en
la garganta (y en el estómago) escuchando su música durante las
noches de viento y frío, nos encontrábamos ansiosos y nerviosos,
muy nerviosos.
El lugar elegido para comenzar la gira era un antiguo mercado de
un pequeño pueblo, Oñati, reconvertido ahora en escenario de la
casa de cultura. Viajando hacia allí me percaté de que el lugar
era más que apropiado, perdido entre las montañas en el corazón
de Gipuzkoa. Will Oldham así lo reconoció durante su actuación.
¡Y vaya actuación! Venía acompañado de una banda formada por un
guitarrista, un bajista, un teclista y un batería. El teclista
era ni más ni menos que David Pajo y aunque su papel no fue
estelar, su presencia se agradecía. Comenzó con Agnes, queen of
sorrow impregnando de dolor a todos los presentes. Más joven (y
borracho) que nunca, Will Oldham fue desgranando un tema tras
otro, perfectamente secundado por una banda, en la que
sobresalía la persona que tocaba la "baterixa" (así se dice en
el euskera que habla Anari y así lo dijo el amable de Will).
Menos acústico que nunca y más eléctrico, el concierto sirvió
para mostrar todas las aristas del sonido "Palace". Un concierto
inolvidable, intenso y corto, pues apenas sobrepasó los
cincuenta minutos.
Tras él, subía al escenario la solista de Azkoitia. Uno de sus
sueños se estaba cumpliendo. Estaba teloneando (¿o no?) a uno de
sus artistas más admirados. A pesar de haber visto a Anari una
decena de veces, cada vez que me enfrento a uno de sus
conciertos no puedo evitar que mi cuerpo tiemble. Acompañada de
su banda fija volvió a interpretar los temas que ya pertenecen a
la radio de nuestra memoria. Imprescindible.
Will se llevó los discos de Anari para escuchar durante el resto
de la gira. Nosotros volvimos a llevarnos un puñado de recuerdos
y sensaciones. Por la música que habíamos escuchado, por las
personas que nos habían acompañado.
Will Oldham (Louisville; 24 de diciembre de 1970), también
conocido con el nombre artístico de Bonnie 'Prince' Billy, es un
cantautor y actor estadounidense. De 1993 a 1997, actuó y grabó
bajo variaciones del nombre Palace, incluyendo Palace Brothers,
Palace Songs, y Palace Music. Tras publicar material con su
propio nombre, adoptó el seudónimo "Bonnie 'Prince' Billy" para
la mayoría de su trabajo desde 1998. (Wikipedia)
Discografía
1993 There Is No-One What Will Take Care of
You Palace Brothers
1994 Days in the Wake Palace
Brothers La grabación original tuvo título
epónimo: Palace Brothers
1995 Viva Last Blues Palace
Music
1996 Arise Therefore Palace
Music Regrabado a través de iTunes como Bonnie
'Prince' Billy.
1997 Joya Will
Oldham Regrabado a través de iTunes como
Bonnie 'Prince' Billy.
Como Bonnie 'Prince' Billy
1999 I See a Darkness
2001 Ease Down the Road
2003 Master and Everyone
2004 Sings Greatest Palace Music
2005 Superwolf Bonnie
'Prince' Billy & Matt Sweeney
2006 [1]The Brave and the
Bold Tortoise & Bonnie 'Prince' Billy
2006 The Letting Go
2007 Wai Notes Dawn McCarthy
& Bonny Billy
2008 Lie Down in the Light
2009 Beware
2010 The Wonder Show of the
World Bonnie 'Prince' Billy & The Cairo
Gang
2011 Wolfroy Goes to Town
2012 The Marble Downs
Trembling Bells & Bonnie 'Prince' Billy
2013 What the Brothers Sang
Dawn McCarthy & Bonnie 'Prince' Billy
2013 Bonnie 'Prince' Billy
2014 Singer's Grave – A Sea of
Tongues
2016 Fanatic Voyage [tribute to The
Mekons] Chivalrous Amoekons
2017 Best Troubador
2017 Wolf Of The Cosmos
2018 Songs Of Love And
Horror
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