WIM MERTENS, DE LA SOCIOLOGÍA A LA CUMBRE DE LA MÚSICA
Teatre-Auditori de Sant Cugat del Vallès, Barcelona
3 de febrero de 2019
Wim Mertens, piano y voz
Jolente De Maeyer, violín
Por E. TORRES
Si Philip Glass y Steve Reich fueron los instigadores del llamado movimiento minimalista, Michael Nyman y Wim Mertens fueron los exponentes de dicho movimiento en Europa en los años ochenta. Durante un tiempo Wim Mertens se balanceó entre la sociología, las ciencias políticas y la música, para decantarse finalmente por la producción y la composición musical. De hecho produjo trabajos de los citados Philip Glass y Steve Reich, así como de otros excelentes músicos como Terry Riley o Meredith Monk. A partir de ahí su vínculo con la música fue su único objetivo vital. A principios de los años ochenta su composición “Maximizing the Audience” y posteriormente su vinculación a la banda sonora de “The Belly of an Architect” de Peter Greenaway en 1987 determinaron una carrera musical imparable.
Wim Mertens aterrizó en el Teatre-Auditori de de Sant Cugat del Vallès con un nuevo trabajo titulado, “That Which Is Not” del cual desplegó una primera parte compuesta con cinco piezas de este último disco. Lo cierto es que la presentación pasó desapercibida y la respuesta de la audiencia sólo fue un acto de cortesía. Posteriormente un bloque compuesto por ocho temas donde encontrar “Not at home”, “Often a bird”, “Kyrielle”, “Holes in Habit”, “The tonality”, “Wie im Spiel/ Suite Exakte”, “Nuanced” y “La fin de la visite” recordaron los más de 40 años de trayectoria y una discografía extensa con más de sesenta títulos. Más de una hora de música y el público seguía expectante ante la posibilidad de que la tercera parte del concierto el pianista belga comenzara a disparar algún ramillete de pelotazos de los ochenta, como los incluidos en “After Virtue”, aquel “Motives for writing” o la citada “The Belly of an Architect”. No sucedió…
La extraordinaria “Struggle for pleasure” y la sublime “Close cover” fueron toda la artillería que pudo escucharse en Sant Cugat. Lo cierto es que la falta de su quinteto de cuerda –esta vez “sólo” le acompañó la magnífica violinista Jolente De Maeyer- dejó algo esquelético el concierto, donde faltó músculo en algunas piezas y un ejercicio de dinámicas más intenso. Correcto…