Enterradas definitivamente –eso parece- las controversias y los rifirrafes que otros años han protagonizado el veterano festival, anoche arrancó según lo previsto la 34ª edición del Zaidín Rock, el decano de los festivales españoles. Sin mayores incidencias ni sobresaltos, de modo que la mejor noticia es que no hubo noticia. Y así abrió la primera noche de rock el inclasificable Óscar Espín, un guitarrista de amplia formación y veterano de la escena tras sus aventuras con Euphorya o Voynich! y sus colaboraciones con Lagartija Nick, por ejemplo. En solitario da rienda suelta a sus inclinaciones por las estructuras complejas, y sin abandonar nunca su querencia por el metal y el sinfonismo rockista, para los que se muestra como un instrumentista más que dotado, se deja contaminar por músicas de origen clásico, cinematográfico y orquestal. Arropado por un buen número de músicos y coristas, su propuesta fue el contrapunto sesudo a la general apuesta por la evasión del resto de los componentes del cartel. Tras Espín, tomó el escenario Paters, una macro banda formada por experimentados músicos de la provincia y capitaneados por los montefrieños Toby Rodríguez y José Antonio Hermoso Villanueva, que se entrega al funk sin contemplaciones y lo salpica con otros ritmos calientes, desde el ska a la cumbia u otras cadencias caribeñas.UNA APUESTA SEGURA
Eskorzo + Ciclonautas + Estévez + Paters + Óscar Espín
jueves 11 de septiembre 2014 Zaidín – Aforo: 4000 personas. Calificación: ***
Crónica por Enrique Novi- IndyRock
Con ellos llegaron los primeros bailes de la noche y con el público ya caliente le llegó el turno a Estévez, el nuevo proyecto del incombustible y entusiasta Dani Gominsky. Curtido en mil y un grupos (Sin Perdón, Sucio Frank, Stereoflex, Sugarfish, Elastic Band…) por fin parece haber encontrado el camino bueno con una apuesta personal y rodeado de algunos de sus buenos amigos, todos ellos excelentes músicos: Mati Balboa a la voz cantante, las guitarras de Isaac Zafra y Molina González alias Paco Duane, la batería de David Fernández y Raúl Bernal sobre las teclas, además del propio Gominsky al bajo. Estévez convocó a la parroquia más poppy antes de que Ciclonautas le dieran sentido al nombre del festival, Zaidín Rock.
El power trío formado por el batería de Marea junto al bajista Javiertxo Pintor y el guitarra y cantante Mai Medina supuso una recapitulación de la esencia misma de lo que ha sido el Zaidín durante tantos años, rock urbano de ascendente hispano-argentino lo suficientemente sucio, desaliñado y canalla para transmitir autenticidad. El final de fiesta estaba reservado para unos incansables e inevitables Eskorzo, que subían a ese escenario por enésima vez para volver del revés a la concurrencia. Con el recinto ya bien nutrido de zaidiners dispuestos a gastar suela y compartir calimotxo, los granadinos desplegaron toda su potencia sonora y su brebaje contra el inmovilismo .con las fuerzas renovadas que otorga un nuevo disco que verá la luz la próxima semana y que los llevará de gira por media Europa.
Con “Camino de Fuego” (Venga Music, 2014), que así se llama su nuevo álbum, el grupo vuelve en cierto modo a sus orígenes, ritmo y contundencia sin pausa, pero enriquecen su cocktail sónico en parte gracias a su anterior aventura, la incursión en el afrobeat de Fela Kuti. A su mestizaje clásico incorporan algo más de swing afrofunk, la pegada del drum’n’bass en momentos esenciales y el tumbao de las músicas caribeñas, ya sea el reggae jamaicano o la cumbia colombiana o panameña. Y sin perder la rudeza que siempre los ha caracterizado, su gen propio. Con todo ello incendiaron, una vez más, la primera de tres largas noches. Una apuesta segura.
A la espera de la siempre bien recibida noche rockera del sábado, la del viernes, tradicionalmente dedicada a las fusiones y las tendencias más mestizas, estuvo dominada por los sonidos enlatados de la electrónica. Debe ser el signo de los tiempos, pero lo cierto es que los graves rotundos y los bombos redondos y matemáticamente acompasados de la música sintética fueron los protagonistas de la segunda noche del Festival del Zaidín y los que realmente pusieron a dar botes a un recinto muy bien nutrido por un público fiel que ha convertido la cita del popular barrio en el encuentro post-vacacional oficioso de la ciudad. Como viene siendo costumbre la noche comenzó perezosa con las actuaciones de los grupos ganadores del concurso Desencaja, que organiza el Instituto Andaluz de la Juventud. Les tocó abrir fuego a Algunos Hombres, un quinteto pop que demuestra las virtudes de la austeridad cuando conduce a lo esencial. Si además hay buen gusto y una voz -en español- con carácter parece fácil. De Pozoblanco a Sevilla con Los News, los otros galardonados. Evasivo rock de garage, sucio, herrumbroso, grasiento y en inglés. Como debe ser. Con ellos se fue cogiendo la temperatura adecuada para Los 300. El trío formado por Eskorzos pluriempleados, no tiene más intención que poner las caderas a balancearse con sus ritmos calientes y negrorides: funk, boogaloo, latin soul, soul jazz… Para ello no dudan en aprovechar las ventajas del sampler y la técnica del loop y cabalgar sobre una sólida y contundente base de sonidos pregrabados. Y además tuvieron el detalle de explicar el proceso en directo.LA ELECTRÓNICA DOMINANTE
La Raíz + Fuel Fandango + Los 300 + Los News + Algunos Hombres
viernes 12 de septiembre 2014 Aforo: 14.000 personas. Calificación: ***
Crónica por Enrique Novi- IndyRock
Un work in progress muy didáctico que serviría para comprender también el modus operandi de Fuel Fandango. Asentados ya en la primera división, el grupo andaluz se lució ante un recinto que coreó casi al completo muchas de sus canciones. Su música recoge una corriente de la electrónica, oscura, algo siniestra, germánica; moderna y un poco fría pero siempre al servicio del baile. Por encima de ella imponen su propia identidad. Con leves y espaciados dejes aflamencados que les aportan personalidad y exotismo, y además multiplican sus posibilidades internacionales. Su trayectoria desde la primera vez que visitaron Granada ha sido fulgurante, siempre en ascenso. Y después de verlos en el Zaidín seguro que lo seguirá siendo de cara a su próxima visita. El público lo dejaron a punto de caramelo para los que quisieran seguir la fiesta que prometían los chicos de La Raíz. El grupo valenciano, ahora convertido en una macro banda, prácticamente una orquesta, encajaba como espada en la vaina en el puesto de cierre para la noche de viernes. Su rock mestizo, salpicado de ska, reggae y otros muchos guiños tomados no importa de que estilo, como corresponde a lo que se espera en un festival popular y gratuito, hubiera sido elegido por respetable de haber podido hacerlo.
El baile bullanguero se fue expandiendo por el recinto al ritmo en que los muchos que habían ido a ver a Fuel Fandango lo abandonaban. Muchos de ellos esperando volver para disfrutar de Reincidentes y Los Enemigos.
VUELTA AL BARRIO
Los Enemigos + Reincidentes + La M.O.D.A. + Fila India + Los Esclavos
Sábado 13 de septiembre 2014
Crónica por Enrique Novi- IndyRock
Y al tercer día, o mejor, a la tercera noche, el rock resucitó. Con un cartel formado por grupos cantando rock en español sin sufijos mestizos, con la vuelta de unos clásicos desaparecidos, Los Enemigos, y de otros que nunca se fueron y que encajan a la perfección con el espíritu combativo del festival, el Zaidín Rock vivió una de sus noches más multitudinarias, mostrando músculo y dejando constancia de lo saludable que luce a sus treintaycuatro años de vida. Como en otras ediciones históricas, la de 2014 ha supuesto el pistoletazo de salida a una nueva temporada de conciertos demostrando la avidez del público por la música en directo y que tanto el rock como el propio festival están muy vivos.
Comenzó desperezándose con la actuación de Los Esclavos, unos agitadores de la escena local practicantes de la religión del power pop aunque también herederos del rock en castellano como el del los propios Enemigos, a los que en múltiples ocasiones han mencionado como referencia, por lo que debió ser una actuación particularmente emocionante para ellos. Las mismas influencias power pop las comparten Fila India, que son otros resucitados después de quince años de impasse. El grupo malagueño dio un repaso a los temas de su álbum de regreso, con los que evidenciaron no haber perdido un ápice de la frescura que les caracterizó, esas odas a la juventud, las chicas, el sol y la vida playera, y haber perfeccionado su habilidad para componer perlas pop de las que se quedan pegadas a la piel y a las orejas. Para muchos fue un emotivo reencuentro que sirvió de anticipo del que vendría un par de horas más tarde con el grupo de Fino y Josele.
La sorpresa de la noche fue el descubrimiento de La M.O.D.A. (acrónimo de La Maravillosa Orquesta Del Alcohol), un grupo que rescata la tradición del folk canalla y tabernario, con un pie en el clásico country-blues y el otro el hooliganismo punk que tan bien se adapta a un festival como el del Zaidín. Vestidos al modo de los estibadores portuarios a pesar de proceder de un paraíso interior tan austero como Burgos, el grupo, excelentemente engrasado, descargó sobre el escenario todo su entusiasmo y su propuesta, hija de la música con carga social de Pete Seeger o de Billy Bragg, pero también de la más gamberra de The Pogues, de Dexy’s Midnight Runners, de Waterboys, Mumord & Sons o The Avett Brothers, fue el aperitivo perfecto para calentar el ambiente antes de que apareciera por la trasera del escenario una enorme raspa que por sus dimensiones parecía más el esqueleto de una ballena azul que de un jurel. Sí, era el turno de unos ovacionados Enemigos que se mostraron pletóricos de forma y de ganas. Abrieron fuego con Brindis y una oportunísima He Vuelto al Barrio.
Con Fino firme al bajo, la solidez de Chema Animal con las baquetas y el talento de Manolo Benítez a la guitarra solista, Josele pudo explayarse y mostrar registros inéditos (como en la nueva Gurú) que tal vez haya encontrado durante su periplo en solitario. Paracaídas, Me Sobra Carnaval, la serratiana Señora, la inmortal El Jergón, La Otra Orilla, Dentro, Yo Soy el Rey, Sr. Correcto, No Amanece en Bouzas… Ser Humano, la maravillosa Septiembre, La Cuenta Atrás, empaquetadas en un solo bloque sin solución de continuidad… su concierto fue rotundo, inapelable. Y así, sin posibilidad de apelación, se despidieron con John Wayne y Complejos, a pesar de que el recinto pedía al unísono más madera. Así llegó el turno, ya bien entrada la madrugada, de Reincidentes. Los sevillanos celebraban sus treinta años sobre las tablas y para ello redoblaron sus consignas reivindicativas conscientes de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado.
Cerca de la treintena de canciones moldearon un concierto que supuso prácticamente un repaso integral a su trayectoria. Desde los temas de los ya lejanos ochenta, Aprendiendo a Luchar o Andalucía Entera, hasta el final con el himno Jartos de Aguantar que coincidió con un masivo despliegue de pancartas. Entre medias el resto de sus furiosas y explosivas reivindicaciones con la lengua bien afilada y el volumen al máximo: Cucaracha Blanca, La Republicana, Cogidos Por los Huevos, Huracán, Una Noche, Grana y Oro… entre sus revisiones de autores comprometidos menos airados (José Alfonso, Aute o Milanés). Así pasaron las cinco de la mañana para cerrar otra noche histórica para el Festival del Zaidín.
2013
Festival del Zaidín Rock 2013
5, 6 y 7 de septiembre 2013 . Explanada junto al estadio de los Cármenes. Granada
Enrada gratuita Los conciertos comenzarán sobre las 22hCon el sábado llegó por fin la apuesta eminentemente rockera y guitarrera que constituye la esencia del Zaidín Rock. Y lo hizo con uno de sus hijos predilectos, el incombustible e incorruptible Rosendo Mercado como cabeza de cartel junto a los incendiarios Boikot. Sin obligaciones dominicales y atraído por un clásico del Festival, el público llenó el recinto que presentó la mejor entrada de las tres noches. El certamen mostró así su musculatura y un estado de forma envidiable. Una demostración de fuerza nada desdeñable en estos tiempos en los que hasta lo más básico se puede tornar en prescindible. Incluso los primeros grupos del cartel, los encargados de romper el hielo y calentar motores, que en los días anteriores tuvieron que hacer de tripas corazón ante la escasez de oyentes, el sábado pudieron disfrutar de una concurrencia más que decente y no sentir así que solo cumplían un trámite. Comenzaron los jóvenes Charlotte, una de las más recientes formaciones que ha dado la fecunda cantera granadina de indie pop. Y cumplieron. Tras ellos los principiantes Zio aportaron la más agradable sorpresa de la noche. Con su debut en largo, “Broken Toys”, como base el grupo mostró una robustez impropia de unos recién llegados. Rock duro con bagaje alternativo, excelentemente interpretado.
CONSIGNAS Y ESTRIBILLOS
Por Enrique Novi
Rosendo + Boikot + Les Castizos + Mariscal Chang + Zio + Charlotte – Sábado 7 de septiembre – Aforo: 15.000 personas
Muy pocos de los varios miles de asistentes que ya poblaban la explanada los conocían pero la mayoría quedó gratamente complacida con su solvencia, tanto instrumental como vocal. El Zaidín cumplió su función con ellos y sin duda hicieron muchos amigos. No se puede decir lo mismo de Mariscal Chang, entregados a su indisimulada devoción por los grupos granadinos de los ochenta, léase 091, pero faltos de mordiente demostrando que no siempre basta con la voluntad. Con el recinto ya casi al completo llegó el turno de Boikot, que se sacaron con creces la espina de la cancelación de su última visita a Granada, con un concierto anunciado el pasado otoño en la sala El Tren. Los madrileños, activistas antisistema sin pelos en la lengua y lanzadores de consignas revolucionarias servidas en crudo, sin vaselina, quedaron encantados ante las miles de gargantas que acompañaban sus diatribas contra el status quo. Cierto es que en su mensaje no hay espacio para el matiz y sus proclamas son de trazo grueso, directas a la yugular del convencionalismo, pero escupidas de frente, sin disimulo y sin taparse. Su solvencia instrumental les permite ofrecer un concierto demoledor de principio a fin, sin apenas bajar el pistón, de puro rock con ascendente punk.
A las composiciones propias incorporan sin sonrojo y sin disculparse por ello multitud de melodías tradicionales del acervo revolucionario, desde el Hasta siempre Comandante de Carlos Puebla hasta los himnos clásicos de la Guerra Civil que llevan a su terreno para identificar al enemigo con todas sus letras, algo que en general fue recibido de muy buena gana por el público. Desde luego, con proclamas como las suyas es comprensible la aversión del ala derecha de la política local hacia el certamen.
Tras ellos tomó el escenario el atemporal Rosendo, que en su inmutable formato de guitarra, bajo y batería, el que ha venido utilizando durante cerca de cuarenta años, confeccionó un repertorio en el que incluyó entre los temas de siempre algunas de las canciones de su nuevo disco, “Vergüenza torera”, de reciente publicación. Para él el rock siempre ha sido un lenguaje de contestación ante las injusticias sociales y así seguirá siendo. Alguien a mi alrededor que decía venir de pasar unos años en Londres hizo una observación: en España el rock no evoluciona; permanece en el mismo lugar así que pasen los años. Su interlocutor le respondió con sorna: mejor que permanezca sin avanzar; en España el resto de las cosas van para atrás, el rock al menos se mantiene en su sitio. Sin duda si uno pretende averiguar la evolución del rock en nuestro país no parece el Zaidín la mejor elección para comprobarlo, y menos cuando actúa Rosendo por cuarta vez.
Para contradecir lo anterior, la noche terminó con la propuesta electro-canalla del equipo de dj’s Les Castizos, que ofreció escapismo de garrafón a aquellos a los que les quedaba gasolina para su viaje etílico.
Viernes 6 de septiembre 2013
La invasión del buenrollismoSi la crónica de la noche del jueves la titulamos con el nombre de una canción de Airbag, Septiembre aún es verano, la de la del viernes podría continuar diciendo Septiembre ya es otoño. Efectivamente, la lluvia estuvo a punto de frustrar la fiesta justo en su punto culminante, cuando, terminada la actuación de El Canijo de Jerez, se disponían a hacer lo propio Canteca de Macao, la otra cabeza del cartel de la noche. Afortunadamente, todo quedó en un amago de pocos minutos. A la hora de escribir estas líneas el cielo encapotado sobre Granada genera incertidumbre sobre lo que pasará la del sábado. Por hablar de certezas, lo que no ofrece discusión es la tendencia del cartel del festival, cada vez más escorado hacia los sonidos mestizos y el buenrollismo, es decir, hacia los grupos verbeneros del agrado del público con perros, flautas y calimochos, más que hacia el rock que denomina al propio Festival del Zaidín. Si es una decisión deliberada de los organizadores o una imposición de los que hacen caja con su celebración es algo que deberían aclarar los primeros. En cualquier caso la decisión hace chirriar entre tantos grupos mestizos la presencia de propuestas inequívocamente pop, como la de Checopolako, o indudablemente rock –en este caso sureño, rock abluesado de carretera y manta- de The Milkyway Express. Tanto a unos como a otros les tocó la ingrata tarea de poner el fondo musical a un recinto que se iba llenando perezosamente sin prestar demasiada atención a sus actuaciones, que en ambos casos cumplieron ante una concurrencia más bien distraída.
Por Enrique Novi
Canteca de Macao + El Canijo de Jerez + Sonido Vegetal + Los Vecinos del Callejón + The Milkyway Express + Checopolako Aforo: 10.000 personas.
Cubierto el expediente, llegó el turno del buen rollo y su mochila cargada de consignas facilonas y de proclamas panfletarias de primaria. A esta práctica se entregan Los Vecinos del Callejón sin remordimiento ni matiz alguno. Su fusión de ritmos ska, rock bullanguero, reggae peleón y vientos balcánicos, heredera de otras bandas granadinas como Eskorzo o los añorados Tatamka, no es nada nuevo pero demostró seguir funcionando a pleno rendimiento. Como ya hiciera la noche anterior el presidente de la Asociación de Vecinos del barrio, también los del Callejón tuvieron un recuerdo para Isidro Olgoso, querido e ilustre convecino fundador del certamen, fallecido en las vísperas de esta trigésimo tercera edición.
El ritmo se atemperó y el tono se dulcificó con las nuevas canciones que venía a presentar El Canijo de Jerez. Convertido en un fijo del Festival, primero como parte de Los Delinqüentes y actualmente en solitario, acompañado por su banda, Los Fumadores Galácticos, el Canijo apareció sobre el escenario a lomos de una moto y a partir de ahí todo fueron parabienes, especialmente cuando concedió alguna de las canciones de Los Delinqüentes y en las colaboraciones con los continuadores de la fiesta. Así llegó el turno de Canteca de Macao y con ellos seguramente la parte más caliente y movida de la noche. La versatilidad y la variedad es una cualidad que se menciona cuando se habla de todos los grupos que apuestan por la mezcla de distintos estilos.
En el caso de Canteca de Macao es rigurosamente cierto, igual te planchan un huevo que te fríen una camisa. Celebrando su décimo aniversario, la banda demostró encontrarse un su máximo esplendor, y aportaron el repertorio más solvente de la noche, ya hicieran cumbia, rumba, reggae, ritmos aflamencados o rock contundente. Su solvencia los distancia de la mayoría de sus perseguidores. Para cerrar la noche aún tenían que tocar los locales Sonido Vegetal, que presentando su segundo largo, “Las Bases del Razonamiento”, no se amilanaron ante la avalancha previa y mantuvieron el nivel con un concierto contundente y demoledor. Muchos mencionan en rock entre los ingredientes de su mixtura; Sonido Vegetal hace gravitar los demás estilos alrededor de él.
Y el resultado es ese hallazgo propio que han dado en llamar gipsy-punk. Con él terminaron de agotar al respetable y, ya con el amanecer cercano, se despidieron hasta la noche del sábado, esta sí, la del rock en el Zaidín.
Jueves 5 de septiembreLa noticia debía ser que no hubo ninguna noticia digna de mención, si no hubiera sido por un descerebrado de última hora que tuvo que poner la nota discordante arrojando piedras al escenario cuando la última actuación tocaba a su fin. Salvo por eso, la normalidad, que venía siendo la excepción en estas últimas ediciones convulsas, fue la nota dominante durante la primera noche del Festival del Zaidín. No hubo ni incertidumbre sobre su propia celebración, ni amenazas de sanción, ni estériles cruces de acusaciones entre gobernantes y organizadores (a pesar de las quejas de la Asociación de Vecinos del Barrio que se lamenta de que las instituciones gobernadas por el PP –Ayuntamiento y Diputación- les hayan retirado el apoyo). Así pues, como si Granada fuera una ciudad normal, arrancó el Zaidín Rock con la música como protagonista. A Blues City Cops, un grupo de reciente formación pero a cargo de veteranos francotiradores de la escena local, les tocó abrir fuego ante un despoblado recinto que aún se desperezaba y se preparaba para la avalancha que vendría después. Su mezcla de rock clásico setentero y blues rock sin complicaciones dio paso a Xanataun, un voluntarioso trío que confiesa su procedencia con el nombre y que con el incombustible y versátil Rafa Hermosilla a la guitarra practica una suerte de rock urbano suburbial con cierto apego alternativo y letras en castellano. Algo inconsistentes o tal vez faltos de ensayos, su actuación, aún con la explanada medio vacía sirvió de preámbulo a las primeras estrellas de la noche. Aunque sin conexión estilística con los que vendrían después, y en eso tal vez habrían encajado mejor alguna otra noche del Festival, junto a propuestas no tan alejadas de la suya, Airbag tiene suficiente entidad propia y parroquianos de sobra como para no sentirse arropados durante su actuación.
SEPTIEMBRE AÚN ES VERANO
Por Enrique Novi
Bongo Botrako + La Kinky Beat + Airbag + Xanataun + Blues City Cops – j
Zaidín – Aforo: 4000 personas.
Muchos lo han intentado antes que ellos y es de suponer que otros tantos lo intentarán de aquí en adelante, pero la música urgente y desenfadada aunque repleta de agudas reflexiones y sarcásticas e ingeniosas viñetas que reflejan la vida del eterno adolescente, a nadie le brota con la naturalidad y la autenticidad que a ellos. Los de Estepona disponen de todos los elementos para que brillen sus historietas de tres minutos entre el power-pop y el punk playero: melodías adhesivas, brío y empaque instrumental, toda la actitud del mundo y el descaro justo. Pero resulta que tiene mejores canciones que cualquiera de sus competidores y seguramente también que muchos de sus referentes. Y así sus conciertos se hacen irresistibles. Hacia el final de su actuación subió como espontáneo Javi PPM, uno de sus compinches granadinos y con la misma chispa que aparecieron se despidieron hasta la próxima.
El ambiente estaba en su punto para los grupos mestizos que seguirían. Primero llegó el turno de La Kinky Beat en versión reducida, que la crisis se ha de notar hasta en los grupos más contestatarios. Reducidos a una guitarra, una batería, un trombón y la cantante que manipulaba también los sonidos enlatados, se bastaron para poner patas arriba un Zaidín que ya llenaba un tercio del recinto con varios miles de personas. Su mezcla de sonidos jamaicanos y electrónica se rebeló la mejor vitamina para enardecer las ansias bailongas del personal, en un concierto que fue de menos a más y que fue incrementando el elemento electrónico conforme avanzaba la noche a base de dub, ragga y electro cannábico. Con menos veteranía y similares planteamientos, Bongo Botrako sí desplegó todo su arsenal de músicos para presentar en Granada su segundo trabajo, “Revoltosa”. Más apegados a los sonidos orgánicos que sus predecesores, su mestizaje es de mayor espectro que el de la Kinky Beat, pero tal vez por la pegada que imprimieron estos a su actuación con los graves pregrabados, los de Tarragona sonaron algo bisoños. No fue impedimento para que los presentes se entregaran, con la colaboración etílica, a gastar más suela.
Hasta la ocurrencia de un patán que aguó la fiesta.
2011
Crónicas por Enrique Novi
Fotos: Ramóin L. Pérez / Ideal
Eskorzo + Los Aslándticos + Physical + King Size Co. + Los Galgos
jueves 8 de septiembre 2011 Recinto PTS Granada
OTRA MUESCA EN LA CULATA
Un año más el veterano Festival Zaidín Rock resiste a los elementos que luchan en su contra. Desde la recurrente crisis a las reclamaciones de la SGAE; desde los recortes presupuestarios al inveterado problema de su ubicación, con un recinto más que añadir a su extenso catálogo, aunque este también sea provisional; desde la especulación al desinterés de las instituciones por conservar un certamen que viene haciendo de la supervivencia su seña de identidad.
Parece mentira que después de tantos años empeñados en ejercer la resistencia y demostrar su determinación por mantener un festival eminentemente rockero y popular, no haya ningún dirigente capaz de sentarse durante el invierno con sus organizadores para buscar la viabilidad y no vernos avocados a revivir cada año las mismas improvisaciones y los mismos cruces de acusaciones.
Fruto del despropósito en que cada septiembre se convierte su celebración, este año se anunciaba un cambio sustancial en su planteamiento, pues por primera vez dejaba de ser gratuito y aunque el precio de la entrada, consumición incluida, es ciertamente asequible, siempre supone un riesgo modificar un rasgo tan característico y arraigado. Así las cosas, la organización había decidido que se cobraría una entrada de 5 euros para las noches del viernes y del sábado, mientras que el jueves mantendría su gratuidad. Pero debido a la premura con la que han ido solventando los impedimentos para la celebración del festival, esta información no llegó convenientemente al público y así la mayoría de los que acudieron la primera noche de esta trigésimo primera edición, lo hicieron con sus 5 euros preparados.
Por eso supone un éxito mayor la asistencia alcanzada, que triplicó la del año anterior a pesar de que casi todos pensaban que el acceso era de pago. Lo cual demuestra que más que por su carácter gratuito, el público acude cuando la propuesta musical es de interés. Si el año anterior el cartel del jueves se centró en exclusiva en un estilo concreto, el metal, y desatendió al resto, resintiéndose la afluencia, para este año, aprendida la lección, una selección más variada de estilos hizo la noche más llevadera y el recinto se pobló más vigorosamente.
Mago de Oz
Y así Los Galgos, un poderoso trío de rock de querencia urbana y en español, abrió fuego con un directo que evidenció más pegada de la que se podía intuir en sus grabaciones. Tras ellos los cántabros King Size Co. tomaron el testigo y dejaron constancia de su oficio. Hard rock de toda la vida, clásico y setentero, con efectivas composiciones y bien ejecutado. Algunos lo llamarán stoner rock, pero da igual.
Cuando se afronta con estilo y actitud, es una música infalible. Los granadinos Physical, un grupo formado por veteranos miembros de la escena local, cubrieron la cuota de heavy metal, para mayor satisfacción de la incombustible muchachada adicta a los sonidos más contundentes y las voces guturales. Con el ambiente ya caldeado los cordobeses Aslándticos desplegaron su mestizaje aflamencado y su buen rollo global de ritmos calientes animando al personal a abandonarse en los brazos del prójimo. Una propuesta ideal para unas fiestas populares. Así le dejaron en bandeja a Eskorzo un público bien entonado dispuesto a bailar hasta la extenuación su bullanguera mezcla de ritmos y consignas festivas, en la que no hay lugar para la exclusión.
El grupo, que acaba de editar un doble disco en directo, con dvd incluido para celebrar sus quince años sobre las tablas, vive un momento pletórico y así lo transmite al respetable, que gastó suela a base de bien. Y solo ha sido el comienzo.
Por primera vez en su historia, el Zaidín cobró entrada para
completar su presupuesto.
Mägo de Oz + Pájaro Jack + Tannhäuser + Voynich! + Stone Caliber
Prima de riesgo y malos modales
viernes 9 de septiembre 2011
Los excesos, las trifulcas, los exabruptos o hasta ciertas tendencias inconfesables de los artistas, esas que ocurren antes y después de la actuación, en el backstage, suelen quedarse ahí, detrás de los focos y raramente trascienden más allá de la zona reservada. Los propios protagonistas son los primeros interesados en que así sea y para eso se pertrechan en un área de acceso limitado. Ahora bien, cuando es el propio artista el que decide trasladar al escenario sus equivocaciones está dando carta blanca para que se hagan públicas y se puedan poner por escrito. Eso fue lo que pasó la noche del viernes en la segunda entrega del Zaidín Rock. En plena actuación de Pájaro Jack, el batería de Mägo de Oz, mostrando su total desprecio por el resto de grupos participantes, no tuvo mejor idea que subir hasta su batería para probar y hacer algunos ajustes, horas después del tiempo reservado a tal fin. Lógicamente, su presencia no pasó inadvertida ni para el público ni para los chicos de Pájaro Jack que perplejos no daban crédito a lo que estaba pasando.
Más allá de ciertas actitudes poco presentables, la noche comenzó con los locales Voynich! y su efectiva mezcla de contundencia y melodía. Ante una asistencia más nutrida que en anteriores ediciones a esa misma e ingrata hora –debe ser una consecuencia de la decisión de cobrar entrada- dieron cuenta de los temas de su álbum Matemáticapop.
Tras ellos le llegó el turno a los dos grupos ganadores del Circuito Joven de Pop-Rock de Andalucía, que patrocina la Junta. Primero los sevillanos Tannhäuser, con su densa propuesta de riesgo, y más tarde los granadinos Pájaro Jack. Ambos salieron airosos del envite, aunque ni el post-rock atmosférico de los primeros, basado en el juego de las texturas y las intensidades, un estilo que bebiendo del kraut y el ambient llevan con maestría a un terreno personal, ni el planteamiento más acústico, heredero directo del folk-rock de los sesenta (con versión del Cecilia de Simon & Garfunkel incluida) de los segundos, ambos con sus sutilezas, parecían los más adecuados para el ambiente de rockeros de barrio alérgicos a los matices, que se habían reunido para ver a los cabeza de cartel, unos Mägo de Oz que llevan a gala su querencia por los clichés más manidos del rock. Chupas de cuero, tachuelas, hebillas imposibles y melenas al viento tan características del universo heavy, se funden con su particular tendencia a los sonidos bucólicos del folk norteño y su querencia por las leyendas mitológicas.
Una mixtura pretenciosa para muchos pero que sigue atrayendo a una numerosa chavalada que queda más fascinada cuanto más romo sea el mensaje. Así se dieron el gusto incluso de disertar acerca de la prima de riesgo sin que el espectáculo se resintiera. Después de la tierra quemada que dejaron a su paso, les tocó cerrar a Stone Caliber, una joven banda granadina, que viene a aumentar el catálogo de local de grupos de hard rock. Más inclinados hacia el rock sureño y setentero con alama de blues eléctrico que hacia el metal moderno, pusieron la banda sonora a la despedida del viernes de festival.
2010
XXX FESTIVAL ZAIDÍN ROCK 2010
9 10 Y 11 DE SEPTIEMBRE" Granada recinto junto estadio de los Carmenes
UNA APUESTA SEGURA
sábado 11 de septiembre 2010 Los Delinqüentes + Alamedadosoulna + Funkdación + Jig Korova + Estrella Sin Luz
por Enrique Novi - IndyRock
Al contrario de como se podía leer en los carteles (donde la noche rock se anunciaba como mestiza y viceversa, desconozco los motivos), la tercera y última noche del Festival del Zaidín se reservó para el mestizaje y la pachanga mientras que la del viernes había dedicado a las propuestas más rockeras. Galimatías aparte, la cuota de grupos locales nada tenía que ver con el tono festivo de los cabezas de cartel, y tal vez se hubieran sentido más cómodos ubicados en las noches del viernes o del jueves. Lo cierto es que estas bandas a las que colocan en las primeras posiciones de la noche tuvieron que lidiar como el resto de los días con un recinto de apariencia raquítica. Da igual que sea sábado, el público del Zaidín es trasnochador y no se ve la forma de que los grupos más desconocidos gocen de presencias más nutridas. Así que resignados se dispusieron Estrella Sin Luz a romper el hielo con su rock peleón de querencia heavy y necrófila.
Lo dicho, habrían encontrado más comprensión en el cartel del jueves, junto a esos otros que sin cortarse en sus pretensiones se atreven a utilizar como sintonía La Consagración de la Primavera de Stravinsky, ahí es nada. Sin solución de continuidad, tomaron el relevo Jig Korova, otra formación local que ancla su propuesta en lo más sesudo de aquella corriente que se llamó rock progresivo y que persigue la misma trascendencia que sus héroes del período 68-73. Por si el nombre no daba suficientes pistas (Korova era el nombre del garito donde se refugiaban los protagonistas de La Naranja Mecánica), se atrevieron con una versión de El Hombre Esquizoide del S. XXI de King Crimson.
Lanzaron consignas contra la SGAE y explicitaron su renuncia a pertenecer a cualquier organismo de gestión de derechos de autor. Habría que preguntar a Robert Fripp, a ver qué opina. Con el recinto todavía presentando una muy pobre entrada, el grupo se tuvo que enfrentar a las primeras gotas de lluvia que hasta el momento no habían hecho acto de aparición en un Festival que casi ningún año se suelen perder. Los pocos que había corrieron a refugiarse, aunque todo quedó en un amago, el cielo se abrió y las nubes se retiraron con cortesía antes de que aquello se abarrotara. La fiesta pues comenzó con Funkdación. Con el respetable ávido de mover el esqueleto y dispuesto para la fiesta, la cada vez más plurinacional formación ofreció un concierto redondo que dejó al personal al punto exacto de calentura para la pachanga de Los Delinqüentes.
Damon Robinson se mueve con credibilidad en un repertorio que no se complica la vida en su búsqueda del funk y recrea con solvencia, como el resto de la banda, los fraseos de Sly Stone, James Brown y hasta los Bee Gees vestidos de blanco inmaculado. Las colaboraciones de El Pali y Quilate, un portento de la verborrea, los amantes del hip hop recibieron también sus dosis. Llegó el turno entonces de rememorar el año anterior, y como entonces, Diego el Ratón, Marcos el Canijo y toda su patulea de fiesteros dieron rienda suelta a su eficaz mezcla de rumba callejera, flamenquito chafardero, reggae de barrio y rock de garrafa tan del gusto del público que canturreó sus guasones chascarrillos hasta las tantas.
Para los que aún disponían de mecha, tras los jerezanos tomó el escenario el uniformado combo Alamedadosoulna, una macro banda con coreografía y una inquieta sección de vientos con culillo de mal asiento al servicio exclusivo del espectáculo y de la fiesta. Su explosiva mezcolanza de ska, polkas, reggae, ritmos balcánicos y sentido del humor puso al Zaidín a gastar suela hasta unas horas tan intempestivas, que seguro que las primeras almas ya tomaban posiciones en la beatificación de Fray Leopoldo. No sabemos si alguien empalmaría una celebración con otra.
DOS LECCIONES DE HISTORIA
viernes 10 de septiembre: Barricada + Guadalupe Plata + Magic + Chin Yi + Soubar
por Enrique Novi - IndyRock
El viernes de Festival nos ofreció seis conciertos con solo cinco bandas. Y es que Barricada hizo doblete con una primera parte de hora y media en la que interpretaron íntegro su último trabajo, La tierra está sorda, un disco dedicado por completo a la Guerra Civil Española, para continuar con otro concierto aún más largo en el que repasaron algunas de sus canciones más emblemáticas, ya historia del rock en castellano. Pero empecemos por el principio. Si en ediciones anteriores el descontrol horario ha sido uno de los aspectos más criticados del Zaidín, es justo reconocer que desde la de 2009 los organizadores parecen haberse aplicado en enmendar este capítulo. En este empeño habría que decir que el viernes se pasaron de frenada. Cómo explicar sino que a los locales Soubar, continuadores de la escuela punk-rock de corbata fina y patinete veloz, les obligaran a empezar a las nueve y media cuando estaban anunciados a las diez. La consecuencia fue que hasta sus abnegados familiares y amigos llegaron cuando ya habían abandonado el escenario.
Tampoco los inclasificables Chin Yi, uno de los grupos ganadores del Circuito de Pop Rock de la Junta de Andalucía, tuvieron mucha suerte con su ubicación en el cartel y tocaron con el recinto aún raquítico de público. Su desquiciante propuesta es una de las mejores noticias de las últimas temporadas dentro del panorama local. Resultan tan atrevidos y disparatados como lo fueron los grupos más audaces del ya lejano alter-punk patrio, aunque la grandiosidad de un festival no favoreció su convulso directo, más apto para las distancias cortas. A las once, con el grueso del público aún accediendo al recinto, Barricada tomó el escenario para desgranar las canciones de su más reciente disco. Un concienzudo trabajo cuya temática se centra en exclusiva en los desastres de la Guerra del 36, y que después de treinta años de carrera les ha servido para abrirse nuevos senderos, pues desde su publicación, los navarros han sido invitados a presentarlo en institutos de enseñanza por diversas consejerías de educación del territorio nacional. Sus fieles incondicionales, para los que no hay discusión sobre cual es el mejor grupo de rock en español, recibieron como los buenos alumnos las lecciones de historia de El Drogas, en espera de sus clásicos. Efectivamente, tras una pausa para echar un trago y cambiar el backline, Barricada volvió al escenario y como si acabaran de llegar, al grito de bienvenidos, comenzaron su repaso a los temas que las miles de personas que ya poblaban el Festival venían dispuestas a corear.
Casi dos horas más tarde, y sin dar tiempo a los míticos Magic a dar el primer guitarrazo, tres cuartas partes del personal comenzó a desfilar, pues el grupo que habían venido a ver ya estaba en su camerino. Los pioneros Magic, que participaron en el primer certamen del veterano Zaidín Rock, no supieron despertar el interés de los que quedaban, contados con los dedos de las manos los que repetían de aquella primera edición. Su música sigue siendo tan amanerada como entonces, su habilidad melódica igual de tosca y así, como aquel chiste de Woody Allen sobre un restaurante en el que la comida era muy mala, y además las raciones muy escasas, su actuación se hizo irremisiblemente larga. La lección de historia que ellos no dieron, sí la ofreció en cambio Guadalupe Plata. Los otros ganadores del Circuito Joven de la Junta, retoman lo más genuino del blues primigenio de los pantanos de Louisiana y con esa materia prima devuelven al rock actual gran parte de su esencia, mucha de la frescura perdida por el camino y las dosis justas de tensión y emoción que se le suponen al rock and roll. Y encima lo hacen con una economía de recursos encomiable, aportando intensidad donde otros solo ponen artificio. Fue el mejor broche posible para la noche rockera del Festival y así supo reconocerlo el respetable, que tras la deserción provocada por Magic, volvió a apretarse al pie del escenario para degustar del venenoso brebaje que destilan estos incorregibles ubetenses.
SOLO PARA INICIADOS
9 de septiembre: Avalanch + Azrael + Euphorya + Sexton’s Orchids
por Enrique Novi - IndyRock
Un especialista es aquel que profundiza en un campo lo más delimitado posible. Por eso se dice que la especialización consiste en saber cada vez más sobre cada vez menos y que su culminación se logra cuando se llega a saberlo absolutamente todo sobre absolutamente nada. La primera noche del controvertido Festival de Rock del Zaidín no llegó a tanto pero le faltó poco. En una edición crítica, tal vez cuando más necesitado está el certamen del apoyo del público, un cartel demasiado centrado en un estilo muy particular lo despobló de asistencia. Ahuyentados los curiosos por una propuesta apta solo para militantes metaleros, cuando los asturianos Avalanch, que ejercían de cabeza de cartel, comenzaron su actuación, el número total de asistentes apenas llegaba a la mitad de los que el año pasado a esas alturas nutría el recinto. Ya se sabe lo que pasa con el heavy y sus derivados. Tanta lealtad como despierta entre sus militantes, tanta indiferencia o desapego provoca en los que no lo son. Seguramente un cartel más variado estilísticamente habría paliado en parte este problema. Lo que no cambió fue el duro trago al que se enfrenta cada día el grupo designado para abrir la noche. Apenas unos cuantos allegados y fans incondicionales ofrecen una estampa algo disonante.
Un mega escenario y miles de vatios para unas pocas decenas de personas diseminadas por un espacio capaz de albergar a varios miles. El trance lo tuvieron que superar en esta ocasión los locales Sexton’s Orchids, un experimentado grupo adscrito a algunas de las tendencias más extremas del metal, el thrash y el death, y suplieron la escasa presencia de oyentes con entrega y la precisión que se les supone a un género que vive por y para el virtuosismo. Tras ellos llegó el turno de los también granadinos Euphorya. Su planteamiento está bastante más cercano al rock de los clásicos y al metal progresivo que huye deliberadamente de los sonidos oscuros y las voces guturales tan características de las propuestas más radicales del metal, y por tanto, resulta más fácilmente digerible para los ajenos al heavy. Además, la voz de su cantante María José Bonet, de clara dicción, facilita la comprensión de sus letras. Con un repertorio basado en su álbum más reciente, Las cartas de Vincent, inspirado en la relación epistolar entre el pintor Van Gogh y su hermano Theo, dejaron un buen sabor de boca antes de dar paso a uno de los más veteranos exponentes metaleros de la escena local. Azrael fueron recibidos con ganas y el grupo respondió desplegando toda su espectacular puesta en escena. Orgullosos de su pertenencia al heavy metal más clásico, hicieron volar sus pobladas melenas al viento mientras desarrollaban todos los clichés del género sin ningún pudor: marcando los tiempos con contundencia y todos a una, haciendo punteos vertiginosos y redobles a mansalva. Sin demasiado retraso tomó el escenario Avalanch, otros veteranos que se mueven con soltura entre el heavy metal clásico de querencia progresiva y algunos incursiones en tendencias más modernas de corte más industrial o power metal. Como una de las bandas más contrastadas del heavy nacional, un nutrido grupo de seguidores coreó sus canciones, mientras los no alineados sencillamente se ahorraron el paseo hasta el Zaidín en su primera entrega. Veremos que sucede mañana.
2009
29 EDICIÓN FESTIVAL ZAIDÍN ROCK
10 11 y 12 DE SEPTIEMBRE. 2009
Echo and the Bunnymen - Foto: Eduardo TebarJueves 10 de septiembreCon los ánimos un poco alterados y algún que otro cartel que denotaba la actitud combativa con que los responsables del Zaidín Rock se enfrentan al desencuentro con la SGAE, comenzó la 29ª edición del veterano Festival. Los organizadores, convencidos de que la razón los asiste en este contencioso, han mejorado algunos aspectos de la producción. Para empezar han recortado los grupos participantes a cuatro por noche, un síntoma de cordura ineludible después de la revuelta del año pasado. Sin duda es una buena idea la de distribuir a los grupos provenientes de los concursos que promueven las instituciones a lo largo del fin de semana de manera que no se repitan los interminables desfiles de cachorros que retrasaban hasta el aburrimiento la salida de las cabezas del cartel. Esto se evitó la noche del jueves pero aún así, la tradicionalmente dedicada al PromoRock, el escaparate que cada año muestra lo más novedoso de la escena local, se alargó hasta cerca de las 4 de la mañana, a fuerza de estirar los cambios de backline entre bandas. Es solo una sospecha pero uno no puede evitar estar ya con la mosca detrás de la oreja. De modo que con otras mejoras como una mejor disposición de los espacios, sobre todo del escenario, a los hip hopers Versos Sin Ley les tocó abrir el certamen con aceptable puntualidad aunque como es habitual escasa asistencia.
The Pinker Tones + Elastic Band + Polack + Versos Sin Ley
EL CUCHILLO ENTRE LOS DIENTES
Por Enrique Novi / IndyRock
Los de Santa Fe cumplieron e incrustaron su recadito a la SGAE entre las peroratas de sus temas. Mostraron maneras suficientes para haber resultado vencedores en su categoría del concurso Espacio Libre de la Diputación. Tomó el relevo otro grupo ganador en la categoría de pop-rock, Polack. Con unos arreglos preciosistas y muy cuidados, su música se desarrolla sin prisa y sin estridencias. A lo largo de su actuación el recinto fue engordando y cosecharon el elogio de los aficionados al pop de cámara. Ciertamente dejaron algunos detalles que hacían pensar, salvando todas las distancias, en The Shins. Habrá que regar con esmero y esperar a que florezcan, pues es lo que pide su juventud. Así le llegó el turno a Elastic Band.
El grupo revelación de la temporada sorprendió con su arrebatadora propuesta musical a aquellos que aún no habían tenido ocasión de escucharlos. Algo menos al resto. Su música es como una botella de cava abierta en el momento cumbre de la fiesta. La explosividad de su sonido vintage, mitad playero, mitad sideral, de vocación colorista y glam, es innegable, pero también que pasado el efecto sorpresa, la dependencia de su peculiar mandolina eléctrica puede llevarlos a un callejón sin salida. Pronto les tocará resolver esa ecuación. Después de un parón alargado injustificadamente, tomó el escenario el dúo The Pinker Tones. Menos ye-yés de lo esperado, su actuación se decantó sin complejos y sin remordimientos por el electroclash. Los más afectos a las guitarras –y los muchos que debían madrugar a la mañana siguiente- se disponían a abandonar el recinto. El resto se entregó al baile y se dejó envolver por la invitación al hedonismo de Profesor Manso y Mister Furia.
Viernes 11 de septiembreNingún incidente digno de mención en la segunda entrega del Festival del Zaidín, la llamada Noche Mestiza, aunque en realidad lo mestizo quedara reducido a la presencia de unos Delinqüentes que como cabeza de cartel ofrecieron una actuación de largo recorrido e inusual extensión. Al menos ninguno que no entrara dentro de lo previsible. Es decir, las consabidas diatribas en contra de la SGAE, que con su implacable afán recaudatorio ha alcanzado una unanimidad en su contra que no tiene parangón con ningún otro colectivo o institución en todo el país. Se diría que toda España se pone de acuerdo dejando al margen sus diferencias geográficas, ideológicas o emocionales para oponerse a sus prácticas. Del norte o del sur, conservadores o radicales, preconstitucionales o separatistas, partidarios o no de revisar el Estado de las Autonomías, España va a acabar por vertebrarse a través de su unión contra la Sociedad de Autores.
NO LLEVAMOS NÁ
Los Delinqüentes + Sambiosis Afro Band + Pen Cap Chew + Medusa & Bugati
Por Enrique Novi / IndyRock
Los Delinquentes. foto: Eduardo Tebar
De momento, los grupos participantes en la actual edición del veterano certamen (y autores de casi todo el material interpretado) han firmado un documento por el que renuncian a los derechos de autor que generen por su participación en él. Un gesto que tiene su intríngulis toda vez que este tipo de derechos se consideran inalienables. En cualquier caso el contencioso con SGAE, que ya amenaza con prohibir la próxima edición, puede convertirse para el Zaidín en un escollo menor si no se resuelve otro de mayor calado como es de una ubicación definitiva y con futuro. Ya se verá. De momento, el segundo capítulo de la actual comenzó con el recinto desperezándose con las procacidades de Madusa & Bugati, grupo ganador del concurso de la Diputación, Espacio Libre, en la modalidad de hard rock. Su sonido setentero no llama tanto la atención como sus provocaciones y sus obsesiones fálicas. Tras ellos, mientras el recinto se iba abarrotando a la espera de los Delinqüentes, otros ganadores. En este caso los de la pasada edición del concurso del Instituto Andaluz de la Juventud, Pen Cap Chew, solventes con su propuesta más cercana a los grupos más cabreados de los 90. Se despidieron anunciando una canción, Goodbye goodbye que no llegaron a interpretar. Un síntoma inequívoco de que la organización tiene la lección bien aprendida con el escarmiento del año pasado. Alrededor de la una de la madrugada los jerezanos liderados por Diego el Ratón y Marcos el Canijo tomaron el escenario y casi daban las tres y media cuando lo abandonaron. Los Delinqüentes están hechos para cualquier fiesta en la que no se pida etiqueta. Uno a uno, fueron repasando su temas más conocidos, que el público cantaba encantado. Con No llevamos ná desplegaron toda su guasa al ponerse en el papel de la Guardia Civil al servicio de… ¿lo adivinan? Efectivamente, la SGAE. Y conminaron a los miles de asistentes a que se disolvieran. Yo por si acaso me disolví. Cuando tras un paréntesis parecía que iban a dar por finalizada su actuación, aparecieron sentados, se pusieron flamencos, y dieron otra hora más de juerga. La rumba calentona, el reggae bastardo y hasta el rock de garrafón surgieron sin complejos de sus guitarras. Y para los que aún tenían ganas de fiesta, ahí estaba, pasadas ya las 4 de la mañana, Sambiosis Afro Band, también ganadores en su categoría del Espacio Libre, son un nutrido colectivo que partiendo de la batucada, agita en su coctelera toda clase de ritmos étnicos enfocados al baile. A gastar suela hasta el amanecer.Sábado 12 de septiembreÉchale la culpa al chaparrón que refrescó la ciudad un par de horas antes del comienzo de la tercera y última jornada del Zaidín Rock, pero incluso sin él parece demostrado que en respuesta del público no hubiera podido competir con la fiesta garrapatera que el día anterior ofrecieron Los Delinqüentes. Si hemos de atenernos a los datos de asistencia, la propuesta populista y bullanguera de los jerezanos ganó por goleada al rock de culto. Hubo un tiempo, la primera mitad de los 80, en que Echo & The Bunnymen se jugaban la posición de honor del rock mundial con los mismísimos U2. Y hasta tal punto llegaron a creérselo que se autoproclamaron la mejor banda de rock del planeta, una declaración que no les favoreció demasiado. Su música épica y oscura, que entonces rehabilitaba a David Bowie y a The Doors, marcaba la tendencia del llamado after-punk en la línea abierta por Joy Division aunque con una planificación que los alejaba de la senda suicida de los de Manchester. Como es habitual, la noche comenzó con escaso personal para ver la actuación de Billy The Kid & Sus Secuaces, ganadores del concurso AGM del Ayuntamiento de Granada, para cumplir con la cuota institucional. Los pocos que andábamos por allí nos llevamos la grata sorpresa de descubrir un grupo con actitud y mano para el rock and roll en español.
DEBIERON SER GIGANTES
Echo & The Bunnymen + Wilko Johnson + Martín & The Julians + Billy The Kid & Sus Secuaces
Por Enrique Novi / IndyRock
Echo and the Bunnymen - Foto: Eduardo Tebar
Wilko Johnson - Foto: Eduardo Tebar
Estos jovenzuelos parecen el cruce perfecto entre la Creedence Clearwater Revival y el grupo más famoso de La Elipa. Y además se explican con talento en su myspace. Tras ellos, al ritmo de La marcha de los granaderos (británicos, por supuesto) los chicos de Martín, con el añadido de unos The Julians a los trombones manifiestamente mejorables en cuanto a afinación, tomaron el escenario con el mismo brío que si lideraran una revuelta de trabajadores en una fábrica dirigida por un capitalista explotador. Al grito de la lucha continúa recuperaron, además de su fervor por Billy Bragg, el ímpetu y la garra de la época Dayfriends, aunque mejor conjuntados y más convencidos que entonces hasta acabar sembrando cierto desconcierto con el There is a power in a union, un clásico himno del sindicalismo británico. A eso es a lo que yo llamo militancia. Llegó el turno entonces de Wilko Johnson y su guitarra ametralladora. Con la veterana formación ya conocida despachó su blues-rock y su boogie-woogie de toda la vida para satisfacción de los viejos rockeros. Tal vez esté quemando sus últimos cartuchos y algunos tuvimos la sensación de verlo un poco envejecido. Echo & The Bunnymen en cambio mostraron una forma soberbia, un sonido impecable y su repertorio fue digerido con tan buen apetito como si acabara de salir de los fogones. Y recientes eran algunos temas pertenecientes a su último disco con material nuevo, el excelente Siberia, e incluso alguno aún desconocido de The Fountain, que publicarán el próximo mes de octubre. A nadie le desentonaron con el resto, esos clásicos de sus inicios entre los que destacaron The killing moon o The cutter. Antes de despedirse se lucieron con un bis en el que mezclaron hábilmente Walk on the wild side con Don’t let me down y hasta Midnight hour. Y lo remataron con Lips like sugar, seguramente su último éxito de los 80, cuando debieron ser gigantes.
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